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Absoluto repudio a Rodríguez Zapatero

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Absoluto repudio a Rodríguez Zapatero



 
Respaldamos en todos sus términos la carta pública de repudio, que Juan Guaidó dirigió hace unos días al expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. La única crítica que hacemos es que a nuestro modo de ver Guaidó esperó demasiado, pues la alevosía e insidia del político socialista español contra la oposición democrática venezolana es de vieja data, al igual que su patente apego a las dictaduras de Venezuela y Cuba.

 

 

Lo más importante en política es actuar con base en valores, y en segundo lugar saber distinguir entre amigos y enemigos. Sin una orientación ética que la sustente, la política se convierte en un combate a ciegas sin rumbo ni propósitos claros, sujeta a impredecibles vaivenes. El poder por el poder mismo no es un objetivo político, sino una pugna entre matones.

 

 

Por otra parte, una postura política tiene que definir quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos. En tal sentido, la oposición venezolana cometió un serio error al no apartar desde un primer momento a Rodríguez Zapatero del espacio democrático, ubicándole con toda precisión e indiscutible seguridad donde el personaje realmente pertenece, es decir, del lado de los usurpadores que oprimen y humillan al pueblo venezolano, aplastando su libertad.

 

 

La hipocresía del expresidente del gobierno español engañó a algunos durante excesivo tiempo, pero nos reconfortan los inequívocos términos de la misiva de Juan Guaidó. Y al respecto cabe tener muy claro quién es Rodríguez Zapatero y cuáles son sus motivaciones. De un lado, este sinuoso y cínico político socialista es uno de los grandes culpables, mediante la llamada Ley de Memoria Histórica, de la resurrección de los odios de la guerra civil española, así como del viraje del PSOE desde las posiciones centristas y conciliadoras, que asumió durante las primeras etapas de la transición democrática, hasta la actual radicalización hacia la izquierda, puesta de manifiesto en la alianza de Pedro Sánchez con los comunistas de Podemos.

 

 

De otro lado, a Rodríguez Zapatero le motiva el mismo rencor inextinguible hacia Estados Unidos que nutrió a Fidel Castro, y que ahora motoriza en buena medida, junto a sus fines mafiosos, las acciones del régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Resulta en verdad casi increíble entender cómo fue posible que un individuo como Rodríguez Zapatero, cuyo odio visceral hacia Washington está más que documentado, haya sido jefe de gobierno de un país miembro de la OTAN, un presunto aliado de Estados Unidos que alberga en su territorio importantes bases militares norteamericanas. Todo ello revela la ingenuidad y desidia que por tantos años han caracterizado el manejo de los más delicados asuntos, concernientes a la seguridad de Occidente, por parte de sucesivos gobiernos de las naciones que en principio se ubican en el ámbito de la libertad y la democracia.

 

 

Por supuesto, Rodríguez Zapatero intentó por años ocultar en alguna medida sus verdaderas motivaciones ideológicas, tras la sonrisa cínica que con tanta facilidad y frecuencia despliega. No obstante, sus recientes declaraciones, en las que pidió que China, y si ello fuese posible también la Unión Europea, se asociasen para colocar a Estados Unidos “en una situación imposible”, dejaron al descubierto y sin tapujos la verdad. Su participación en las reuniones y estrategias del llamado Grupo de Puebla, otra fachada neomarxista dedicada a subvertir la democracia en América Latina, es factor adicional que muestra a Rodríguez Zapatero tal como en efecto es.

 

 

De modo semejante a como ocurrió con tantos tontos útiles y “compañeros de ruta” en tiempos de la Unión Soviética, que preferían el totalitarismo comunista a la libertad de Occidente, encubriendo su sumisión bajo la pretensión antiimperialista, de igual forma hoy en día Rodríguez Zapatero y muchos como él se colocan del lado de China y su brutal sistema de opresión. Su miopía es inexcusable.

 

 

En conclusión, celebramos con fervor la carta abierta de Juan Guaidó y sus irrefutables términos, que sacan definitivamente a José Luis Rodríguez Zapatero del juego farisaico que ha venido desarrollando, con relación a la tragedia venezolana. La oposición democrática debe apartarle del territorio político de la libertad para siempre.

 

 

Editorial de El Nacional

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