Desde la Plaza de San Pedro, la voz del papa León XIV se abre paso ante el lejano estruendo de las bombas que caen sobre Gaza. Así refiere Vatican News las palabras del pontífice llamando a un alto el fuego, a una solución diplomática negociada y al pleno respeto del derecho humanitario internacional. Ante los ojos del mundo ocurre una tragedia inadmisible, donde la razón yace entre los escombros, la desesperación y la muerte.
“Expreso mi profunda cercanía al pueblo palestino de Gaza, que sigue viviendo en el miedo y sobreviviendo en condiciones inaceptables, obligado por la fuerza a desplazarse una vez más de sus propias tierras”, sigue el Papa, con la plaza abarrotada, en tono firme y el ceño fruncido.
El ejército israelí, describe la situación Naciones Unidas, ha lanzado una embestida terrestre sobre la ciudad de Gaza y concedido 48 horas a la población para su desalojo, con el objetivo de eliminar a Hamás. Miles y miles de personas han iniciado el éxodo hacia al sur, a través de un cruce temporal en la carretera de Salah ad Din, que atraviesa el centro de la Franja de Gaza. Escapan con sus familias y precarias posesiones, colchones, lo indispensable para hacer tiendas de campaña y recipientes para almacenar agua, en camiones y transportes tirados por burros. Muchos lo hacen caminando durante horas. La ONU ha registrado desde principios de agosto y hasta el inicio de esta semana más de 200.000 desplazamientos.
El Fondo de Población de Naciones Unidas reporta que en Gaza las mujeres dan a luz en las calles, sin hospitales, médicos ni agua potable. Y la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios indica que cerraron los centros de distribución de alimentos por las órdenes de evacuación y la intensificación de la ofensiva militar; tampoco funcionan los locales para atender la desnutrición. De 95.000 niños examinados por organismos de la ONU, cerca de 13.000 sufren de desnutrición aguda y requieren urgente tratamiento.
Desde el 7 de octubre de 2023, cuando se produjo el ataque terrorista en Israel que causó más de 1.200 víctimas mortales, la respuesta del gobierno de Benjamín Netanyahu ha sido feroz y desproporcionada. La cifra de muertes reportada por el ministerio de Salud de Gaza es de más de 67.000. Es el registro que suele emplearse en la información sobre el conflicto bélico. Sin embargo, una investigación independiente sube la cantidad a más de 75.000 hasta enero de este año, junto con otras 8.000 por desnutrición y enfermedades agravadas por efectos de la guerra. Israel considera elevada la cantidad suministrada por fuentes palestinas.
¿Seguirá ocurriendo este horror o actuará con firmeza la comunidad internacional para detenerlo? La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, hablando a nombre de los 27 países de la Unión, considera que la situación en Gaza “está yendo en la dirección equivocada” y anunció que usarán las herramientas a su disposición para presionar el gobierno de Netanyahu a un cambio de rumbo. La UE estudia un paquete de sanciones comerciales y también contra dos ministros del gabinete israelí, pero Kallas advierte que el objetivo no es castigar a Israel sino “mejorar la situación humanitaria en Gaza”. Un asunto clave es la posición del gobierno de Donald Trump sobre la prolongación e intensificación del conflicto. El reciente encuentro del secretario de Estado, Marco Rubio, con Netanyahu en Jerusalén reforzó la percepción del apoyo mutuo entre ambos gobiernos frente “a las increíbles mentiras” que se difunden. Mientras, Gaza arde.