El tiempo libre, el calor, salir de la rutina, llevar menos ropa… Sea por uno, por varios o por la suma de varios factores, lo cierto es que suele creerse que en verano la vida sexual es más intensa.
El verano ayuda a dar rienda suelta a las fantasías sexuales y al deseo, aunque a veces no se puedan hacer realidad por muy distintas razones, como cuando se tienen las típicas vacaciones en familia, que no siempre dejan ocasión para la intimidad.
Lógicamente, la posibilidad de tener una vida sexual más o menos intensa dependerá de diversos factores, y al mismo tiempo cuando éstos son favorables -y el verano a menudo es propicio para ello- las fantasías se disparan, y con ellas las relaciones, independientemente de la estación del año.
A principios de verano
Por lo tanto, más allá de la temporada de calor, la actividad sexual depende de un sinfín de factores, como el momento personal que estemos atravesando o la disponibilidad de tiempo para poder realizarlo. Sin embargo, hay otros elementos como tomar el sol, activador de la producción de oxitocina, fortalecedor de los estímulos placenteros.
A nivel estadístico, se han identificado tendencias de mayor actividad sexual al inicio de verano y en la Navidad, un fenómeno que se conoce como ciclo bianual. Según concluye una reciente investigación publicada en la revista Archives of Sexual Behavior, ese doble pico pudo observase tras el estudio de búsquedas de palabras clave de Google en los Estados Unidos.
Anteriores estudios ya observaron este ciclo de seis meses para la actividad sexual humana en los Estados Unidos, y todavía no hay acuerdo sobre las razones que lo motivan. Considerarlo un claro efecto de la temporada de vacaciones es la tendencia mayoritaria, si bien esta estacionalidad sexual podría obedecer a una tendencia genética, una especie de “círculo primitivo biológico”.
Fuente: Sexologos.