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Caricaturas del domingo 22/12/2019

Posted on: diciembre 22nd, 2019 by Laura Espinoza

América Latina 2020: de nubarrones a tormentas

Posted on: diciembre 22nd, 2019 by Laura Espinoza


 
 Todas las previsiones que han sido publicadas en las últimas semanas anuncian que continuarán los malos tiempos para América Latina durante 2020. La tendencia negativa de 2019, salvo alguna excepción, se proyectará hacia el próximo año. El crecimiento de 2019 será apenas de 0,6%, aproximadamente un tercio por debajo de lo que había sido previsto a finales de 2018. Cuando los economistas explican lo que está ocurriendo, se repiten las macrocausas: la baja de la economía china, el principal entre los grandes clientes de materias primas del continente; la guerra comercial entre ese país y Estados Unidos; los indicadores económicos de México, Brasil y Argentina, venidos a menos; la inestabilidad política que ahuyenta a los inversionistas; y, por supuesto, la debacle venezolana, el más abultado y creciente lastre para la economía y la política de la región.

 

 

Más allá de los inevitables elementos coyunturales que aportan los analistas, sin duda justificados, a los latinoamericanos nos corresponde preguntarnos, una vez más, por las causas estructurales, que impiden a nuestros países despegar hacia un estado de cosas, cuyo resultado sea la superación de la pobreza y la mejora de la calidad de la vida.

 

 

Estamos a punto de culminar el primer quinto del siglo XXI, a una década de las metas establecidas por la Agenda 2030, y todavía casi un tercio de la población -30,8% de acuerdo con el reporte de la Cepal- vive en condiciones de pobreza. Esto equivale a 191 millones de personas, de las cuales, alrededor de 72 millones viven en condiciones de extrema pobreza.

 

 

Frente a este estado de cosas, abundan quienes se conforman con señalar culpables y no aportar soluciones. Nuestro continente parece estar atrapado por pensamientos y prácticas que nos impiden cambiar de rumbo en las cuestiones sustantivas. Estamos en un punto, donde todo aquello que no hemos logrado desanudar y resolver, podría volverse en contra y condenarnos a condiciones de vida todavía peores. Mencionaré solo cinco factores, aunque sería necesario listar muchos más.

 
 

Uno. No hemos logrado que nuestras economías reduzcan la dependencia de las materias primas, lo que nos hace vulnerables a las oscilaciones de precios del petróleo, minerales y productos agrícolas. Dos. Nuestros sistemas educativos no parecen haber alcanzado el punto de adecuación para responder a la competencia, la globalización y la revolución digital. Tres. La mayoría de los países carece de una estrategia de Estado para afrontar los cambios que producirá el auge de la robótica y la inteligencia artificial en los sistemas de producción, con consecuencias que podrían ser devastadoras para el empleo. Cuatro. No hemos terminado de entender que los modos políticos del izquierdismo populista, entre muchas otras, tienen una consecuencia: destruyen puestos de trabajo, la productividad, las empresas y el respeto a los derechos humanos y al Estado de Derecho. Cinco. En las últimas dos décadas, muchas veces con el motor de procesos electorales, los latinoamericanos hemos elegido como gobernantes a delincuentes. Lo más sorprendente de todo esto es que a veces no nos pareció suficiente: también los reelegimos. Delincuentes que asaltan las arcas de sus países, pero que también reprimen, ajustician, torturan y matan en las calles. Políticos delincuentes que se asocian al narcotráfico, que convierten a las fuerzas militares en sicarios o guardaespaldas de maleantes y corruptos.

 

 

Una revisión muy somera, de lo que está ocurriendo en países y subregiones, justifica las alarmas. El balance del primer año del gobierno del populista López Obrador en México, es calamitoso: economía en recesión; crecimiento de la impunidad del narcotráfico; aumento de la criminalidad; ningún avance en su promesa de mejorar el ingreso de los sectores más pobres; y, eso sí, una política diaria de aliento al resentimiento y al uso politiquero de la historia de México.

 

 

Si nos detenemos en la situación del triángulo norte de Centroamérica -Guatemala, Honduras y El Salvador-, el panorama no ha cambiado, en relación con la última década: predominio de las bandas armadas, apogeo de las operaciones de narcotráfico, migraciones forzadas, agricultura cada vez más desvirtuada por los efectos del cambio climático. Nicaragua: la pareja presidencial y sus respectivos clanes familiares no se detienen, roban hasta el último córdoba, reprimen y torturan a los demócratas, en un ambiente de absoluta impunidad, bajo la guía del castrismo. Cuba: la vergüenza del continente, dictadura que cumplirá 61 años en enero, convertida en poder especializado en vivir de las rentas -incluyendo las del narcotráfico- que les proveen otros países: el culmen del fracaso.

 

 

En Colombia, el presidente Duque afronta la lucha contra el terrorismo y la criminalidad de la narcoguerrilla. En Ecuador, Lenín Moreno gestiona el plan desestabilizador dirigido desde Cuba y Venezuela, en apoyo al prófugo Rafael Correa. En Bolivia, luego de intentar un fraude electoral, Evo Morales se prepara, también en condición de prófugo protegido, a encender ese país de protestas violentas, a comienzos de 2020. Argentina: ¿hay que agregar algo al hecho de que una coalición protagonizada por la corruptela de los Kirchner haya regresado al poder, por la vía de los votos? Chile: la violencia destructiva acaba de lograr una importante victoria en la opinión pública: justificación e impunidad para sus crímenes, avalada por las buenas conciencias de quienes observan los desafueros a miles de kilómetros de distancia.

 
 

De Venezuela, todo está dicho: el régimen de Maduro ha destruido la nación y la sociedad, con un impacto que alcanza las economías y la vida cotidiana de otros diez países. La perspectiva es oscura: de tormentas podríamos pasar a situaciones todavía más críticas.

 

 

Editorial de El Nacional

Macron renuncia a la jubilación como presidente en medio de huelga contra reforma a pensiones

Posted on: diciembre 22nd, 2019 by Laura Espinoza



El presidente francés, Emmanuel Macron, de 42 años, renunció de antemano a su futura pensión de ex jefe del Estado, informó este sábado el Elíseo, en plena huelga en Francia contra la reforma de las jubilaciones.

 

 

Macron, quien cumplió 42 años este sábado y cuyo mandato se extiende hasta 2022, también decidió no formar parte en el futuro del Consejo Constitucional francés. Los expresidentes lo integran como miembros vitalicios de pleno derecho, con una asignación de 13.500 euros por mes, es decir, unos 11 millones de pesos chilenos.

 

 

Esta decisión se ha anunciado en medio de una huelga y manifestaciones contra la reforma de las pensiones promovida por Macron, quien pidió el sábado una “tregua” en el decimoséptimo día de movilizaciones.

 

 

Según el Palacio del Elíseo, “no hay una voluntad de alarde”, solo “un deseo de coherencia” por parte de Emmanuel Macron, quien será el primer presidente en renunciar a la pensión de por vida a la que tiene derecho cuando deje el cargo.

 

 

La jubilación de un expresidente asciende a 6.220 euros brutos mensuales, poco más de 5 millones de pesos chilenos. En virtud de una ley de 1955, este monto no está sujeto a condiciones de edad, duración del mandato o límite de ingresos.

 

 

“Decidió que no se aplicaría esta ley a corto plazo en 2022, o en 2027 en caso de un segundo período”, dijo el Elíseo a la AFP, confirmando una información del periódico Le Parisien.

 

 

En su lugar “se creará un nuevo sistema en el marco del futuro régimen universal por puntos” que, en el contexto de la reforma actual, debe sustituir a los 42 régimenes de pensiones que existen actualmente en Francia.

 

 

Según el Elíseo, sería coherente que la ley de 1955 deje de aplicarse a los presidentes en el futuro.

 

AFP

Un ministro de Fidel Castro se convirtió en el nuevo jefe de gobierno de Cuba

Posted on: diciembre 22nd, 2019 by Laura Espinoza



 
Manuel Marrero, el arquitecto a quien Fidel Castro encargó en 2004 convertir el turismo en la locomotora de la economía de Cuba, es desde este sábado el primer ministro de la isla, tras ser designado por el presidente Miguel Díaz-Canel con la anuencia del exmandatario Raúl Castro.

 

 

“Esta propuesta fue debidamente aprobada por el Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC)”, dijo Díaz-Canel, sobre quien será ahora su mano derecha, al presentarlo ante el pleno de la Asamblea Nacional, que lo votó por unanimidad entre ovaciones. Su mandato es por cinco años.

 

 

Aunque militante del PCC, a diferencia de muchos dirigentes cubanos, Marrero no es miembro de su Comité Central, y por lo tanto, tampoco del selecto Buró Político, como sí lo son algunos de sus nuevos viceprimeros ministros. Para ser primer ministro es requisito ser diputado.

 

 

De 56 años, locuaz y con una pequeña barba entrecana, Marrero se desempeñaba como ministro de Turismo desde 2004. Permaneció allí durante toda la gestión de Raúl Castro y continuó en 2018 con Díaz-Canel.

 

 

A partir de ahora será jefe de gobierno y asumirá la tarea en momentos de elevadas tensiones con Estados Unidos.

 

 

Marrero “no viene a transformar sino a implementar y administrar; lidera el presidente. Es una distribución de funciones y no una separación de poderes”, explicó a la AFP el profesor cubano de Relaciones Internacionales Arturo López-Levy, de la Holy Names University.

 

 

El retorno del cargo de primer ministro, que no existía en Cuba desde 1976, forma parte de un proceso de relevo generacional y descentralización del poder en la isla socialista.

 

 

Justo después de su presentación, Marrero recibió un apretón de manos de Raúl Castro, líder del único y gobernante PCC.

 

 

Marrero empezó su carrera en el gobierno en 1999 como vicepresidente del poderoso Grupo Hotelero Gaviota, de las Fuerzas Armadas. Un año después fue presidente de esa entidad, responsabilidad que ocupó hasta ser designado ministro de Turismo.

 

 

“A lo largo de su trayectoria laboral y como cuadro, (Marrero) se ha caracterizado por su modestia, honestidad, capacidad de trabajo, sensibilidad política y fidelidad al partido y a la revolución”, dijo Díaz-Canel.

 

 

Manuel Marrero Cruz | Yamil Lage | Agence France-Presse
El nuevo primer ministro “ha conducido de manera destacada el sector del turismo, que constituye una de las principales líneas de desarrollo de la economía nacional”, agregó el mandatario.

 

 

“Dotes para la interlocución”

 


Según la Nueva Constitución en vigor desde abril, el primer ministro no sólo será el jefe de los ministros, con capacidad para “designar o sustituir directivos y funcionarios” de la administración central del Estado, sino que también controlará el trabajo de los gobernadores provinciales, otro nuevo cargo restituido por la Carta Magna.

 

 

Según Díaz-Canel, los casi 16 años al frente del ministerio del Turismo le han permitido a Marrero una “permanente interacción con el resto de los organismos de la administración central del Estado, el sistema empresarial, gobiernos provinciales”.

 

 

Precisamente en el turismo es donde más se registran inversiones extranjeras en la isla y Marrero cuenta con “una rica experiencia en negociaciones con contrapartes extranjeras” y ha participado en “eventos internacionales, demostrando su habilidad, firmeza y dotes de interlocución”.

 

 

“El hecho de que tenga amplia experiencia en el tema inversionista y del turismo, ratifica la importancia que tiene esta área como línea estratégica de desarrollo del país”, consideró López-Levy.

 

 

Durante su gestión ha debido interactuar con inversionistas europeos, los principales socios comerciales de la isla, y el sector turístico se ha convertido en un importante motor económico del país.

 

 

Pocos cambios

 


El comandante Ramiro Valdés, de 87 años, el único histórico de la generación fundacional de la revolución que quedaba en el gobierno con el cargo de vicepresidente del Consejo de ministros, fue ratificado como viceprimer ministro, un cargo equivalente.

 

 

Roberto Morales, Jorge Luis Tapia, Inés María Chapman y Ricardo Cabrisas también pasaron de vicepresidentes del Consejo de Ministros a viceprimeros ministros.

 

 

A ellos se sumó como viceprimer ministro Alejandro Gil, actual ministro de Economía, que compaginará las dos funciones.

 

 

 

De los 26 ministros o presidentes de organismos con rango ministerial, 20 fueron ratificados, y seis removidos, en las carteras de industria, Trabajo y Seguridad Social, Turismo, Banco Central, Industria Alimentaria y Energía y Minas.

 

 

AFP

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