Contra Polar y los bachaqueros

Posted on: agosto 27th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Es evidente que el afán destructivo contra la empresa Polar es una maniobra del gobierno para tratar de liquidar lo que considera el bastión más importante del capitalismo.

 

 

Esa tarea le ha sido muy difícil de concretar por razones conocidas: el oficialismo sabe que esta empresa forma parte del acervo patrimonial de los venezolanos. Todos tenemos que ver con Polar, con sus productos, sus servicios, con la calidad y seguridad de su oferta. He visto los transportes de Polar cruzar ríos en chalanas, atravesar caminos ruinosos y polvorientos para llegar hasta los últimos rincones del país donde a la gente le falla todo, la luz, el agua, la policía, pero sabe que puede contar con Polar que siempre llega con sus productos hasta sus bodeguitas más remotas.

 

 

Esto lo viven los venezolanos y lo sabe también el gobierno, al cual le es muy difícil desprestigiar a la empresa que inventó y distribuye la harina PAN, que es nuestro pan. Puedo narrar que en una ocasión, hace algún tiempo, un grupo de sociólogos y antropólogos que compartíamos investigaciones a lo largo de todo el país, hicimos una apuesta: “Quien encontrase un puesto de venta de alimentos en el territorio donde no hubiese productos de Polar, sería el ganador de una gran cena”. Ni qué decir que el concurso quedó desierto.

 

 

Surge aquí la gran interrogante, ¿cómo es entonces que el gobierno, que cada vez está más solo, confrontando una desesperada carencia de argumentos legítimos para sostener el respaldo popular, incapaz de resolver un desabastecimiento de alimentos sin precedentes durante el siglo anterior y lo que va de este, decide emprender y ejecutar inmisericordemente una guerra contra Polar, contra sus plantas, contra los empleos y sobre todo contra los únicos productos seguros que llegan a la mesa de los venezolanos? Me pregunto, ¿cómo ocurre esto, mientras la defensa de este baluarte de nuestra economía y de nuestra existencia es asumida prácticamente en solitario solo por sus gerentes, trabajadores y por sus dueños?

 

 

Siento que es mi deber ciudadano afirmar categóricamente que la defensa de Polar debe asumirse como una responsabilidad de la sociedad venezolana y de los consumidores, que son todos los venezolanos, de los partidos políticos que creen en la democracia, porque es una batalla mortal y sin treguas cuyo objetivo final es extender el dominios y el poder sin límites del Estado patrimonialista-propietario-totalitario que tiene acorralado y contra la pared a todo el país.

 

 

La derrota de Polar sería la derrota de la democracia porque ello le aseguraría al gobierno comunista su mejor presa: una organización modelo de un capitalismo humanista, creativa y eficiente productora de bienes y servicios que respeta al consumidor, promueve y activa programas de responsabilidad social, con comunidades y con sus trabajadores. Al respecto, ¿cómo pueden los comunistas del gobierno o los teóricos de Podemos de España que operan aquí como mercenarios, demostrar que el dueño de Polar “se enriquece explotando a los trabajadores”, tal como pregonan las derrotadas cartillas marxistas?

 

 

Es hora ya de asumir las grandes verdades. Toda la campaña dirigida a destruir Polar y la personificación en su dueño de los ataques es un episodio crucial de la guerra contra la libertad. Hoy debemos preguntarnos ¿qué ganó Venezuela, qué beneficios obtuvieron las familias venezolanas después del encarnizado proceso de estatización de las empresas productoras de alimentos?, ¿qué pasó con los hatos: Bolívar, El Frío, El Milagro y cientos más, con los centrales azucareros, con los productores de arroz y de aceite comestible?, ¿cómo están los productores de carne y leche?, ¿sus productos están accesibles en los mercados?, ¿pueden las madres de familia estar seguras de obtener la leche imprescindible para sus hijos lactantes?, ¿pueden contar con que tendrán las proteínas para sus adolescentes?, ¿los trabajadores en las comunidades y barrios se sentarán a la mesa y disfrutarán en paz de una cena que satisfaga sus necesidades nutricionales que les permita volver a su trabajo, a sus estudios, al deporte, con toda la fuerza que necesitan y en las mejores condiciones de salud?

 

 

Saquemos cuentas, cuánto  se gasta en mantenimiento de empresas estatizadas: Harina Juana, Lácteos los Andes, Agropatria, Sidor, aceite Diana, Fama de América, centrales azucareros, entre otras muchas otras tomadas por el Estado y hoy destruidas.

 

 

Hoy estamos viviendo una tragedia. El gobierno ataca sin distinción, colocándolos en un mismo plano, a los “bachaqueros” y a la Polar. Destruye la actividad económica interna como una especie de Atila, por donde pasa no crece la hierba, completamente incapaz de hacer algo distinto a dilapidar los recursos del petróleo importando los alimentos que podemos producir aquí en Venezuela.

 

 

¿Qué faltará para que hagamos conciencia de que la guerra contra Polar no es un problema de Polar, sino un problema del país, de las familias y, sobre todo, un hito clave en la supervivencia de la democracia y de nuestras libertades?

 

 

isaper@gmail.com

@isapereirap

¿Para qué sirve la Asamblea Nacional?

Posted on: agosto 18th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

 

Según Amartya Sen, nuestros proyectos de vida son crucialmente dependientes de las instituciones ya que  éstas pueden obstruir o promover nuestras libertades, y en tales términos deben ser juzgadas. Diosdado Cabello parece diferir de esta opinión cuando se pregunta         —¿Para qué sirve la Asamblea Nacional (AN)?— y de seguidas reconoce su importancia en función del extraordinario apoyo que le ha prestado a la “revolución bolivariana”.

 

 

La flagrante contradicción aflora de inmediato. Si la AN sirve para apoyar la revolución bolivariana está negando su propia esencia.  En primer término, porque la revolución bolivariana no es contribuyente a la libertad de todos los ciudadanos ya que es un proyecto particular de un sector o grupo de la sociedad; y en segundo lugar,  porque choca abiertamente con lo estipulado en la Constitución en su artículo 187, en cuyos objetivos centrales se obliga a la AN a: legislar sobre el funcionamiento de las distintas ramas del Poder Nacional, ejercer funciones de control sobre el Gobierno y la Administración Pública Nacional, organizar y promover la participación ciudadana en los asuntos de su competencia, decretar amnistías,  discutir y aprobar el presupuesto nacional y todo proyecto de ley concerniente al régimen tributario y al crédito público, así como aprobar las líneas generales del plan de desarrollo económico y social de la Nación.

 

 

En ningún punto de lo establecido en la Constitución se plantea que la AN se subordine a un proyecto político particular. Es decir, si la utilidad de la AN radica en servir para implantar el socialismo del siglo XXI, entonces está en abierta contradicción con los preceptos constitucionales que la rigen.

 

 

El fin de este gobierno, tal y como se expresa en el Plan de la Patria, es la construcción del “socialismo bolivariano”, acompañado por otros preceptos que van, desde la búsqueda de una nueva independencia nacional, la preservación de la vida en el planeta, hasta a la salvación de la especie humana. En consecuencia, si  la AN tiene como objetivo cumplir con ese delirio egocéntrico que tuviese  Chávez, entonces podemos afirmar que la AN no le sirve a todos los venezolanos,  sino a Chávez o a cualquier otro dictadorzuelo que por un azar histórico tome el control del gobierno como si fuese un botín de guerra.

 

 

La discusión sobre cuestiones claves para el país, ha sido obstruida en la AN por la aplanadora oficialista: la corrupción masiva, el incremento incesante  de la Inflación, la escasez de productos básicos, el impacto negativo de la política cambiaria y la devaluación continua, el crecimiento desbordado de la violencia y la inseguridad ,la crisis presupuestaria de nuestras universidades autónomas, el crecimiento de la deuda pública,   la destrucción del  poder real del salario de los trabajadores, etc.  Análisis que de haberse realizado conducirían indefectiblemente a la constatación del fracaso de la orientación de las políticas públicas, la ineficiencia de la gestión, la dilapidación de los recursos fiscales, el estrepitoso fracaso del socialismo como modelo y,  al final,  se comprobaría la desconexión entre la AN y los problemas que convulsionan el país.

 

 

La actual AN ha aprobado Leyes Habilitantes que constituyen, de hecho,  una auto-inhabilitación de su poder contralor. Durante los últimos 15 años ha delegado sus funciones de forma recurrente en el poder ejecutivo, al haber decretado  cinco  habilitaciones que cubren un periodo de 75 meses transcurridos durante los gobiernos Chávez-Maduro, es decir, algo más de seis años bajo régimen habilitante.

 

 

Con respecto a la primera Ley Habilitante otorgada a Maduro, justificada con base en la «lucha contra la corrupción» y la «defensa de la economía», Nicmer Evans, de Marea Socialista, cuestionó: “Después de un año y medio de la primera ley habilitante del gobierno del Presidente Maduro ¿cuál es el balance de la lucha contra la corrupción y la defensa de la economía? »

 

 

Evans confronta las evidencias que muestran un poder habilitante que  ni atendió  ni mucho menos resolvió, los problemas que la justificaron; por el contrario, sirvió para promulgar leyes que han tenido un efecto perverso sobre la economía, verbigracia:  la Ley del Régimen Cambiario y sus Ilícitos (gaceta extraordinaria 6.15013), la Reforma Parcial de la Ley Orgánica de Precios Justos (gaceta extraordinaria 6.156),  la Ley de Regionalización Integral para el Desarrollo Socioproductivo de la Patria (gaceta extraordinaria 6.151),  la Ley Misión Agrovenezuela (gaceta extraordinaria 6.151).  Adicionalmente, la última ley habilitante concedida a Maduro para “Luchar contra el imperialismo” ha tenido como único resultado una inútil y costosísima recolección de firmas con destino desconocido hasta hoy.

 

 

Estas dislocadas acciones y omisiones de la Asamblea Nacional   exigen el compromiso responsable de la ciudadanía con el destino, que con su voto, le va a proponer el 6 de diciembre. Hoy la AN es un fantoche acompañante de un ejecutivo que está empeñado en la tarea imposible de imponer el comunismo en Venezuela  a pesar de que Cuba, su principal socio y modelo, ya  esté abandonado esa maligna idea y corra con ansiedad a buscar la reconciliación con su vituperado «imperialismo yanqui».

 

 

Para avanzar hacia el renacimiento de la democracia en Venezuela, es imprescindible construir instituciones flexibles y robustas, con capacidad para dar respuestas pertinentes a las nuevas exigencias de un marco normativo que facilite y promueva el desarrollo progresivo de una economía post-industrial y un marco cultural post-moderno.

 

 

Recuperar la confianza en la Asamblea Nacional y en el resto de la instituciones, es el inicio de una gran tarea a comenzar unitariamente el próximo 6 de diciembre.

 

@isapereirap

isaper@gmail.com

*Coordinadora Políticas Publicas CEDICE Libertad