Diálogos, treguas y renuncias

Posted on: marzo 31st, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Un diálogo con jefe tiene poco de diálogo y mucho de imposición. Desde mucho antes de que Nicolás Maduro convocara una asamblea constituyente para aprobar una nueva constitución y cambiar el modelo productivo y social de Venezuela, la palabra diálogo se le ha escuchado casi con tanta frecuencia como a Hugo Chávez, su antecesor y ductor, y quien lo escogió como su sucesor para continuar “la revolución bonita”.

 

 

A lo largo de su extenso mandato, Chávez acudió recurrentemente al diálogo: con los militares, con los empresarios, con los estudiantes, con los trabajadores, con la “oposición apátrida” y hasta con los “gringos de mierda”. Y en cada uno impuso su estilo. A los militares les dijo que tenían libertad para exponer sus puntos de vista, que quería escuchar sus quejas y propuestas. Los oficiales que se atrevieron fueron dados de baja, hechos presos o relevados de su mando y confinados en sus casas; a los empresarios no los dejó hablar, sino que abiertamente los insultó y les “aconsejó” que se cuidaran de la cárcel y que les haría bien andar en vehículos blindados. El diálogo con los obreros y con los militantes de su partido no fue distinto. Les dijo todo lo que querían oír y los alentó a que escogieran de manera directa y secreta a la directiva del partido unitario, que ya anunciaba como “único”, que había organizado Jorge Rodríguez Gómez por petición suya.

 

 

Emocionados, militantes y simpatizantes acudieron a elegir sus líderes, pero después de conocer los resultados cuando el “máximo líder” anunció que se reservaba el derecho a veto y a nombrar casi dos tercios de las autoridades partidistas. Así, los que obtuvieron más votos de la militancia fueron colocados en puestos decorativos, mientras que los hombres de Chávez –como Diosdado Cabello, uno de los que obtuvo menos sufragios– eran colocados en los puestos ejecutivos clave. Nunca más hubo elecciones. La dirección del partido la nombraba Chávez y siempre eran los mismos. La técnica que aplicaba para escoger los ministros. Rotaba la camarilla en los ministerios o les cambiaba el nombre a las responsabilidades. Maduro fue el que se mantuvo más tiempo al frente del mismo ministerio, el de Relaciones Exteriores. Tenía todas las cualidades para el cargo: obediente, no deliberante y sin pruritos morales ni éticos, aceptaba sin remilgos la “razón de Estado” para lo que fuera. Su papel más importante como canciller fue manejarle a Manuel Zelaya, presidente destituido de Honduras desde la frontera nicaragüense hasta una población hondureña a pocos kilómetros. Un viaje ida por vuelta. Zelaya no recobró el poder, pero mantiene los 10.000 dólares mensuales y el avión privado que Petrocaribe puso a su orden por orden de Chávez.

 

 

Chávez después de los sucesos de febrero de 2002, con su renuncia y vuelta al poder, montó una mesa de diálogo con un sector de la oposición, que, contrario a lo que habría sido una comisión de la verdad, lo atornilló en el poder. Con el ex presidente de Colombia César Gaviria, entonces secretario general de la OEA como mediador, el diálogo de más de un año le sirvió para ganar tiempo y posponer la celebración de un referéndum revocatorio. Entre habla y habla, y por consejo de Cuba, se transformó en un plebiscito. Jorge Rodríguez, que entonces se presentaba como independiente y no como chavista de uña en el rabo, estaba al frente del Consejo Nacional Electoral, montó el “voto automatizado”.

 

 

Los resultados fueron favorables para el régimen. Jorge Rodríguez negó que hubiera fraude y fue premiado con la Vicepresidencia Ejecutiva de la República. Quedó clarito que no era tan inocente como aparentaba ni tan independiente como juraba. Tenía el corazón rojo rojito. El impacto político de tan importante descubrimiento, y abierta violación de la ley, quedó opacado por las denuncias de corrupción en la adquisición de las máquinas de votar y la estadía de Rodríguez en un lujosísimo spa de Florida subvencionada por la empresa que le vendió el software, el hardware y sus aditivos especiales, como la biometría y otras peticiones menos técnicas del cliente.

 

 

Por mucho tiempo, Rodríguez fue el zar de las elecciones, pero le gustaba más la administración de la Alcaldía de Libertador, la más grande y desordenada de Venezuela. Ahí reinó nueve años. En 2017 se incorporó al gobierno de Nicolás Maduro como vicepresidente sectorial de Comunicación, Cultura y Turismo y ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información.

 

 

A comienzos de marzo, Jorge Rodríguez fue presentado por VTV, el canal matriz del oficialismo, como el jefe de la mesa de diálogo entre el régimen y el supuesto sector de la oposición que participó en las elecciones írritas de 2018. Al finalizar una reunión en el Palacio de Miraflores entre Nicolás Maduro, la esposa Cilia Flores, Aristóbulo Istúriz y Héctor Rodríguez, Jorge Rodríguez se dirigió a los integrantes de la Asamblea Nacional. Les manifestó la necesidad de que apresuraran el nombramiento de los nuevos directivos del Consejo Nacional Electoral y convocar cuanto antes las elecciones legislativas que por ley deberían realizarse el 6 de diciembre.

 

 

En un afán de “regresar a la normalidad” un grupo significativo de diputados elegidos en las listas opositoras se han mostrado ganados para escoger las nuevas autoridades electorales. Extraño. Habrían tenido que hacerlo en 2015, tan pronto se instaló el nuevo Parlamento y no ahora cuando le quedan meses de vida y los comicios están a la vuelta de la esquina.

 

 

Pese a que Juan Guaidó, el presidente interino, ha repetido que no se pueden hacer elecciones hasta que cese la usurpación de Nicolás Maduro y su camarilla y que todos los actos de la asamblea constituyente, del Ejecutivo, el fiscal general, la Contraloría y de la Corte Suprema de Justicia son írritos y violadores de los fundamentos constitucionales, no han faltado quienes insistan en votar sin garantías y que solo cambie la directiva del CNE.

 

 

Todo iba bien encaminado por ese sector inefable para convencer a la población, al pueblo, la necesidad de escoger la nueva Asamblea Nacional. Un diputado de la oposición y otro del régimen estaban dedicados a la escogencia de los candidatos. Era el acuerdo debajo de la mesa después de que un grupo importante de diputados oficialistas se reincorpora a sus curules, a la Asamblea que ellos y sus secuaces en los poderes usurpados habían declarado en “desacato”, un formulismo inexistente.

 

 

Después de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que entregará 15 millones de dólares como recompensa a quien informe del paradero o capture a Nicolás Maduro y otros 10 millones a quien revele la ubicación de 14 integrantes de su equipo, incursos en lavado de dinero, narcotráfico y constituir una amenaza a la seguridad de Estados Unidos, se han multiplicado los llamados al diálogo y a resolver las diferencias por las buenas.

 

 

El diálogo es la salida que escogen siempre las tiranías para ganar tiempo. Es una especie de tregua, de taima, la palabra que utilizan los niños venezolanos en sus juegos para pedir una pausa y a la que acude el enriquecido ex vicepresidente y ex ministro Elías Jaua para que el país sea uno para enfrentar la crisis, “la amenaza externa”.

 

 

Los venezolanos saben que la solución es más simple. Sin diálogos ni mesas de conversación en República Dominicana, Noruega, Barbados y el olvidado Cutisiapón. Donde después de llegar a un acuerdo se levantaban de la mesa y todo quedaba igual, pero con la represión más fuerte, las torturas más despiadadas y más inclemente la persecución a los diputados y dirigentes políticos, con opositores lanzados desde el piso nueve del Sebin y secuestrados por los cuerpos de seguridad como Juan Requesens. Son incontables e imperdonables los casos. Y hay un convencimiento de que el blablablá no es el camino para salir de este infierno. Basta de comedias en Miraflores.

 

 

Hay una opción que no necesita mediadores que cobran en minas de oro, ni debates en Miraflores con Jorge Rodríguez como jefe. El diálogo terminó y la opción es clara, económica y sencilla: la renuncia de Nicolás Maduro Moros y su camarilla, los causantes de la quiebra económica, social y moral de Venezuela. Llevan veinte años en el poder y cada día la pulverización del país es mayor y más dolorosa. Mintieron desde el principio. Nunca les preocupó el bienestar del venezolano ni el progreso del país. Su único afán era enriquecerse y lo lograron a costa de demoler las instituciones, destruir la maquinaria productiva y de acabar con la salud y la esperanza de ricos y pobres por igual. El diálogo no los salvará ni Venezuela los perdona. Vendo bragas anaranjadas de duración perpetua para damas y caballeros.

 

 

@ramonhernandezg

Geopolítica de papel mojado

Posted on: marzo 24th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

Rusia se ha mostrado optimista y vencedora. Ha fanfarroneado de su supuesta capacidad para impedir que el covid-19 se propague en su territorio y en el de sus asociados, tanto como de su imbatibilidad en la guerra de precios del petróleo que le declaró Arabia Saudita por negarse a reducir la producción de crudo para estabilizar el mercado.

 

 

El ministro de Hacienda y vicepresidente primero, Anton Siluanov, afirmó que la Federación Rusa podría resistir entre 6 y 10 años con los precios del barril de entre 25 y 30 dólares. Pero la realidad lo desmiente, como lo hizo con el intergaláctico que proclamaba que Venezuela podía ser próspera hasta con el petróleo a cero dólares, y ahí está descoñetada y casi en estado terminal.

 

 

Las cifras de los contagiados en Rusia son opacas, pero a contravía y mucha fanfarria anuncian la cantidad de recuperados. No se sabe cuántos han ingresado en los centros de salud, pero manera reiterada y fastidiosa informan varias veces al día que empezaron a construir en las afueras de Moscú un hospital como el que China levantó en veinte días.

 

 

Entre cuña y cuña de la programación televisiva, Vladimir Putin aprovechó el desorden para reformar la Constitución y extender su mandato hasta 2036 y que como Pedro el Grande lo traten como el emperador más sabio y como el padre de la patria. Casi finalizando la semana, sin pudor y con cara de palo, “reveló” al mundo a través de la televisora RT que los científicos rusos desarrollaron ya seis vacunas contra el SARS-CoV-2, además de un potente antiséptico que protege al cuerpo humano como un manto de acero con una sola rociada. Además, presume de contar con una prueba para detectar a los contagiados en pocos minutos y total exactitud.

 

 

Por si acaso, el Kremlin cerró las fronteras con China y los vuelos provenientes de los países azotados por la epidemia. Encerró a los rusos que habían estado en el exterior en los últimos 40 días y decretó el aislamiento obligatorio a los mayores de 60 años, “por su fragilidad para enfrentar el virus”. También cerró el monumento a Lenin en la Plaza Roja de Moscú con la excusa de realizar tareas de mantenimiento, obviamente falso, prohibió las aglomeraciones y redujo los horarios de las clases a todos los niveles.

 

 

La televisión, mientras tanto, entretiene a su audiencia con nuevas teorías conspirativas. Presuntos científicos son entrevistados por “prestigiosos” periodistas –como Villeguitas en sus buenos tiempos VTV– para que expliquen cómo los científicos estadounidenses al servicio de la CIA crearon el VIH y todas los males sanitarios que han azotado el mundo desde 1949 hasta la fecha, que incluyen desde una plaga de cucarachas en la India, el dengue en Cuba, el zika en Uganda, la chikungunya en Tanzania y las recurrentes y mortales plagas de langosta del desierto.

 

 

El número real de contagiados por el coronavirus ha sido mantenido en estricta reserva como en los viejos tiempos soviéticos, y ha habido un extremo afán en simular normalidad, especialmente la industria militar. Pero no todo son caras felices. El aparato político ha visto empeorar la situación económica en la última semana. El precio del barril de petróleo cayó más de lo esperado. El peor desplome en veinte años y arrastró al rublo a su nivel más bajo desde 2016.

 

 

Si bien el Brent se recuperó ligeramente y llegó a 32 dólares, el petróleo de los Urales, que es la referencia en Rusia, se vendió a menos de 20 dólares, casi 37% por debajo de los costos de producción. Venden a pérdida.

 

 

Siluanov advirtió que el presupuesto sería deficitario este año, que «sectores enteros de la economía se contraen». Lo grave es que con el covid-19 han tenido que constituir un fondo de 300.000 millones de rublos (3.519 millones de euros) que servirá para apoyar a los sectores afectados. Además, el Banco Central de la Federación aprobó «un conjunto de medidas que pretenden mantener la estabilidad financiera, apoyar a los ciudadanos y a las empresas», recordó su presidenta, Elvira Nabiullina, quien entre todas las opciones decidió mantener los tipos de interés “para proteger la moneda” y no llevarlos a cero como hizo la Reserva Federal de Estados Unidos. En reversa.

 

 

En 1998, cuando el petróleo se desplomó a 18 dólares después de una larga temporada de altos precios, el rublo perdió 70% de su valor y se necesitaron 2 años y precios del petróleo por encima de 40 dólares para recuperar el valor que tenía antes de la crisis. Obvio, ahora también la población rusa será la más perjudicada. Las promesas de Putin de estabilidad y mejor nivel de vida a cambio de menos libertad y más autoritarismo están a punto de evaporarse, pero la libertad no se divisa ni podrá reducir a la mitad la pobreza ni logrará un crecimiento superior al de la economía mundial con inversiones millonarias.

 

 

En 2019 el crecimiento fue decepcionante. Apenas 1,3% y continuó la pérdida progresiva del poder adquisitivo de los hogares rusos. Se calcula un retroceso del nivel de vida mucho peor que el de la crisis de 2008-2009.

 

 

Entre los italianos, indefensos ante la rápida propagación del virus y la multiplicación de las muertes, empezó a correr una noticia muy esperanzadora: un antigripal de fabricación rusa  era eficaz contra el covid-19. Todos querían un paquete, aunque no leyeran ruso y no entendieran las instrucciones. Era un bulo. El Arbidol se vende en las farmacias de Moscú, pero no cura el coronavirus ni quita los síntomas. La Agencia Italiana de Medicamentos aclaró que no hay evidencia científica de que Arbidol, el nombre comercial de la molécula activa umifenovir, contrarreste los síntomas del SARS-CoV-2 o que pueda evitar el contagio. Al contrario, ese medicamento está prohibido en Europa y Estados Unidos. Si bien el umifenovir se utilizó en China en un número muy pequeño de pacientes, no hay datos científicos concluyentes ni siquiera sobre si puede considerarse inocua su administración.

 

 

El Arbidol fue desarrollado por la famacéutica JSC Pharmstandard y solo se comercializa en Rusia y en China. No ha sido aprobado por la Agencia Europea del Medicamento ni por la FDA de Estados Unidos. «No sirve para nada», publicó en Twitter Roberto Burioni, profesor de Microbiología y Virología en la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán.

 

 

La respuesta del Kremlin ante la ineficacia de la “ciencia” rusa no fue muy distinta de las falacias que desde 1919 dispersaba el Comintern, una técnica de fake news y posverdad que se mantiene incólume a pesar del derrumbe del régimen soviético y se ha perfeccionado con el putinazo. El primer ministro, Mijail Mishustin, reiteró sin rubor que científicos rusos habían logrado crear seis vacunas contra el coronavirus covid-19. Los investigadores no presentaron sus logros ni han publicado sus hallazgos en una revista científica o una página web. Héroes anónimos que merecerían toda la gloria y el crédito permanecen sospechosamente en el traspatio. Fue el primer ministro, uno de los hombres más ricos de Rusia, el que “informó” que solo habían tardado dos meses, “utilizando los desarrollos ya existentes y las tecnologías biológicas más recientes», que es como decir nada.

 

 

Una vacuna es algo más que palabras. Se necesitan al menos 18 meses para comprobar su eficacia e inocuidad para el cuerpo humano. Vladimir Putin lo sabe, por eso advirtió “que hay que estar preparados para cualquier evolución de los acontecimientos”.

 

 

Putin ha logrado evitar el pánico entre los rusos. Ha anunciado “amplias medidas de prevención”. Prohibió las reuniones de más de cincuenta personas en sitios cerrados, limitó las actividades culturales, ordenó el cierre de los principales museos y suspendió los eventos deportivos. Una parte importante de los moscovitas comenzó a trabajar desde casa y se notó en la descongestión del transporte público. Además, inyecta seguridad a los más lerdos proclamando que todos los casos son importados, una verdad que no pone a salvo a los nacionales. El coronavirus no se produce espontáneamente. Siempre lo trae un viajero y se propaga con gran velocidad por sus especiales características. De ahí la urgencia de cerrar las fronteras.

 

 

Fue el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, el que notificó la primera muerte de una paciente con covid-19. Una mujer de 79 años de edad con patologías previas, “cuyo motivo de muerte fue una trombosis y no se le puede considerar una víctima directa de la epidemia”.

 

 

Varios cientos de personas sospechosas de estar contagiadas fueron  ingresadas en un hospital en las afueras de Moscú. Mientras que otros llegados de China, Corea del Sur, Irán, la Unión Europa, Reino Unido y América son obligados a pasar una autocuarentena nada más llegar en alguno de los pocos vuelos permitidos.

 

 

Mishustin repite en cada aparición pública que las “medidas preventivas activas han permitido restringir significativamente la propagación del coronavirus en la Federación Rusa”. No se refiere a las vacunas ni al antigripal Arbidol ni al kit Vektor, un módulo detector de contagio desarrollado el Centro Federal de Virología y Biotecnología y que no es ni la mitad de exacto de los utilizados en Occidente. Fue el Servicio Federal de Control del Consumo y el Bienestar de la Población (Rospatrebnadzor), el organismo encargado de la vigilancia epidemiológica, el que anunció que Rusia había enviado 100.000 reactivos de detección del covid-19 a naciones de la Unión Económica Euroasiática, a la Comunidad de Estados Independientes, a Irán, Mongolia y la República Popular Democrática de Corea y en poco tiempo será elaborado para enviarlos a Venezuela, Serbia y Egipto

 

 

Esa es la ayuda de Rusia al régimen de Nicolás Maduro, además de la “instrucción tecnológica y metodológica”. Las ilusiones conducen al desengaño. Pero hay más encantos. El Centro de Materiales Progresivos y Tecnología Aditiva de la Universidad Estatal de Kabardino-Balkaria formuló un polímero antiséptico que puede garantizar una fuerte protección contra el SARS-CoV-2, anunció con bombos y platillos la televisión oficial. Casi como el descubrimiento del agua tibia: no hay mejor antivirus que el jabón, un invento que está al lado del hombre desde el año 3.000 a. C.

 

 

Venezuela presenta, oficialmente, pocos casos de coronavirus. Las medidas anunciadas por el régimen son extremas, pero no necesariamente efectivas. Cerró los vuelos desde Colombia y Europa, pero los mantiene con Cuba, que tiene un número apreciable de infectados; con China, de donde proviene el mal; con Irán, el cuarto país con más contagiados, y con Rusia que es un misterio. También declaró el aislamiento total y el uso de mascarillas en el transporte público y en todas las relaciones interpersonales.

 

 

Los rusos en su manual tecnológico y metodológico no advierten que es un desperdicio utilizar mascarillas si no está contagiado, que esos insumos médicos deben estar reservados para el personal médico-sanitario y los enfermos, que más bien es contraproducente su uso por las personas sanas, porque se convierten en depósitos de bacterias y microorganismos que enferma al “usuario”, la palabra que tanto gusta a los colonizados cubanos.

 

 

Como podía esperarse de un régimen con la peor calificación en cuanto a respeto de los derechos humanos, impera la oscuridad informativa. No se puede informar sobre nada que se relacione con el virus. Quien lo hiciera corre el riesgo de sufrir lo que le hicieron al periodista Darvinson Rojas. Lo fueron a buscar 15 agentes encapuchados a su casa y se lo llevaron preso con sus padres por informar en Twitter sobre la pandemia. Mientras lo “interrogaban”, desde los canales de televisión del Estado lo acusaban de formar parte de un comando imperialista que pretende crear pánico entre la población y desestabilizar el país. El enemigo del régimen no es el covid-19, sino los que digan que existe y mata sin contemplaciones cuando los hospitales no funcionan. Vendo mausoleo a mitad de hacer.

 

 

 Ramón Hernández

@ramonhernandezg

Cañonazo a la nada

Posted on: marzo 10th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Lo primero que hizo el dictador de Corea del Norte, heredero de la idea fuche del abuelo, cuando los esbirros le informaron que el Covid-19 había espantado al cuerpo diplomático y que después de una rutinaria y superficial cuarentena todos sus integrantes abandonaron la ciudad de Pyongyang apresuradamente –con la última gragea de paracetamol en el bolsillo–, fue ordenar que dispararan una secuencia de misiles, pero con cuidado de no meterlo en problemas con los vecinos. Uff.

 

 

Donde la orden tiene más poder que la razón, prefieren esconder los problemas antes que resolverlos; cuando ya no les queda otra opción que admitirlos, disparan los cañones, muestran las ametralladoras y ponen alcabalas cada cincuenta metros. No preguntan sobre qué medidas preventivas aplicar ni si existe una vacuna o cómo contrarrestar los síntomas, consecuencias o secuelas. No. Lo primero es mostrar su alto poder disuasivo-represivo y que quede claro que no permitirán que nadie se descarrile o vaya a perder la paciencia por estar pidiendo lo que no debe.

 

 

Esa actitud de los gobernantes que creen que se les eligió para mandar y no para gobernar en consulta o debate permanente con la ciudadanía se acentuó en Venezuela tan pronto como el intergaláctico levantó el teléfono interministerial y ordenó que le dijeran a Martín Pacheco que le trajera un café bien negrito y bastante azúcar. No tenía, pues, que extrañar que cuando los medios comenzaron a publicar noticias sobre el auge de la delincuencia, después de haber descartado por imperialista el Plan Braton-Simonovis, colocaron tanques de guerra en las esquinas más concurridas para espantar el hampa. Después compraron cientos de tanquetas antidisturbios a China, que para disimular las adjudicaron al Comando Antiextorsión y Secuestro, el Conas, de la GNB, como si quisieran espantar ese tipo de crimen organizado con cañonazos de agua y bombas lacrimógenas.

 

 

En los últimos días y a medida que las cifras de contagio del Covid-19 son más preocupantes, hemos visto y sentido cañonazos a la nada, en la autopista regional del centro, en la carretera de los Llanos y también en los alrededores del Palacio Federal Legislativo. Soldados en traje de fatiga o tenida de combate se despliegan y asustan a los desprevenidos peatones y a los avispados carteristas, pero ni aunque sirvieran los fusiles que nos hipotecaron a Rusia impedirían la entrada del Covid-19, que anda a su aire y sin pasaporte por el mundo.

 

 

Como desde el primer día, el 2 de febrero de 1999, el dinero de los hospitales y demás centros de salud, de los centros de investigación, de las universidades, los presupuestos para adquirir equipos médicos, medicinas y reactivos para los exámenes clínicos se usan para otros menesteres, otras obligaciones que no son necesariamente urgentes, como tener una emisora de salsa, comprar ropa blindada y regalar vehículos de ultralujo a los tarazonas en funciones. Lo hizo Stalin con los Studebaker, lo hizo Fidel con los relojes Rolex –él usaba dos en la muñeca–, Nelson Merentes con los bonos del sur y ahora hasta Piedad Córdoba y Zapatero recibieron su mina de oro, quién sabe cuántas de coltán, pero no hay fiscales que investiguen la malversación, el desvío de recursos, el despilfarro de los fondos públicos ni la destrucción de la riqueza nacional que prometieron distribuir de manera justa y equitativa.

 

 

Los laboratorios del IVIC están cerrados y ocurre otro tanto en el Instituto Nacional de Higiene. Lo único que ha crecido son los ingresos en la morgue, unos por hambre, otros tiroteados o por pésima salud. Habrá guantes, mascarillas y centros de aislamiento, también aspirinas, alcohol y té con limón para el aparato, ninguno correrá peligro. Tienen que cuidarse que el país no se pierda por una gripecita llegada de China. Vendo apparátchik «aburguesado».

 

 

Ramón Hernández

@ramonhernandezg

Pirámides de oro

Posted on: marzo 3rd, 2020 by Laura Espinoza No Comments

Todavía cuando el muro de Berlín se mantenía entero y unos meses antes había ocurrido la matanza de Tiananmén no era extraño que muchos demócratas le dieran el beneficio de la duda al régimen atrabiliario cubano, que es como puede ser el marxismo-estalinista-maoísta en aguas tropicales del Caribe. Ante cualquier observación sobre el régimen, la rudeza de las cárceles, la persecución del homosexualismo, el reconcomio contra la música de Celia Cruz, el caso Padilla y el fusilamiento de sus héroes en una trama demasiado parecida a los Procesos de Moscú, o alguna otra crítica a lo que ocurría en Cuba, aparecía como el precio que se debía pagar por los avances en medicina, educación y deportes. Tremenda pifia.

 

 

Con la caída del muro de Berlín quedó al descubierto lo que hacían los entrenadores de la República Democrática Alemana con sus deportistas y  los cubanos que entrenaban. Trampas de todo tipo encubiertas por el Estado, esteroides y demás energéticos. La farsa de la salud la desenmascaró el “período especial” que decretó Fidel Castro para contrarrestar el fin del subsidio decretado por la desintegración de la Unión Soviética: los médicos cubanos no pudieron diagnosticar la enfermedad que estaba dejando ciego a los cubanos. Fueron médicos venezolanos que después de unas semanas en la isla entregaron su informe. Se quedan ciegos porque comen mal. Mientras, el aparato de propaganda difundía que la cura para el vitiligo, la impotencia, la frigidez femenina, la psoriasis, la presbicia, el cáncer, la estupidez y demás patalogías tenían cura con la medicina socialista cubana. Así llegaban amigos y conocidos que además de tabacos Cohibas, ron Havana Club y discos de la nueva trova cubana, traían pomadas, pastillas y hasta supositorios que curaban hasta las hernias esofagástricas. Falso también.

 

 

En la educación no hizo falta ninguna calamidad ni ningún test de la Universidad de Columbia para destapar la falacia. El avance científico, la actividad cultural y la investigación médica quedaron retratados no tanto con la proliferación de la santería y la macumba, sino con los métodos curativos que publicaban las revistas arbitradas cubanas y los análisis de los miembros de la casta militar devenidos en orientadores de las comunidades. Vaya por Dios.

 

 

En esos procederes vale la pena nombrar al doctor Ulises Sosa Salinas, a quien se le considera el precursor de la utilización terapéutica de las estructuras piramidales, que según sus estudiosos “son un potente acumulador de energía”, si todas sus caras tienen las medidas y ángulos adecuados.  En los hospitales de la isla tienen una alta provisión de pirámides hechos con los materiales más disímiles y los más variados usos. Los más frecuentes son terapias antirreumáticas, antiinflamatorias, antiestrés y relajantes. También bajan la fiebre y curan fracturas de diverso grado.

 

 

Sin embargo, los avances no se detienen. Los estacionamientos de los hospitales y los jardines se han habilitado como huertos para cultivar las plantas que mejor sirven a la salud de los pacientes: yerbasanta, pasote, llantén, uña de gato, yerbamora, culantro, manzanilla, tilo y malojillo, entre cientos de otras variedades.

 

 

Como alternativa, los cubanos de la nomenklatura saben que no solo se vive del cuento, han llegado a un acuerdo con las Fuerzas Armadas Bolivarianas para que le transporten hasta la isla 36 contenedores con medicinas de prestigiosos laboratorios transnacionles, no rusos ni chinos ni de la India, que el régimen de Nicolás Maduro les donó mientras ellos aceleran la producción de pirámides armadas con hojas de coca y cannabis, que los harán flotar de felicidad en su amplio mar. Vendo alpargata y disco de joropo.

 

 

 Ramón Hernández

@ramonhernandezg

 

 

Guaidó a Cabello: No todos mojan los pantalones cuando los apuntan con un arma
Bolsonaro36
diablodado deja quieto al que está quieto, ponle vaselina a tu fusil que ya te falta poco.
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Fracción minoritaria de la oposición sobre diálogo con el régimen: «Estamos de acuerdo con un cambio del CNE»
Pedro Martinez
Este individuo da pena….el mismo se paga y se da la devuelta…..elecciones con Maduro en el poder no seran elecciones…..si en realidad fueran limpias, con solo los cinco millones que estan fuera gana la oposicion de calle…..Maduro esta jodido por doquier. Ahora bien, yo estaria de acuerdo a hacer un referendum para sacar a Maduro y asi no hayan dudas de que el pueblo los quiere fuera……
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Maduro se reúne con fracción minoritaria de la oposición
Ojodecaricare
Entiéndaseme por oposición a una posición ideológica opuesta a otra… El gobierno ha dejado de ser autoritario? Ha dejado de ser criminal? ha dejado de ser corrupto?… Entonces ya que todas las repuestas son NOOO,  que les hace pensar que pueden dialogar? Cual es la propuestas?… Se negocia dentro de la coherencia, si te sientas a negociar con un criminal entonces hablas su propio idioma… Por favor, no se pueden llamar opositores, solo llegan  a lo mucho, a políticos carroñeros.!!
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Meghan Markle volvió a ofender a la reina Isabel II
erloblowbie
¿saben como se acabaria una noticia como esta…?. pues restandole importancia ,tanto a las monarquias, que en pleno siglo xxi no deberian existir, como a sus protagonistas que, si los pinchan, sangran igual que uno, y cuando van al baño obran igualito que uno. asi de sencillo. menos lineas dedicadas a cosas intrascendentes, y mas lineas dedicadas a cosas importantes.
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Hausmann: Bernie Sanders debe aclarar cómo su socialismo es distinto del chavismo
Sarito
Entiendo que esten traumatizados y quizas locos y agesivos por lo nuestro, pero no olviden que el mundoesta cambiando y las formas capitalista estan en revision mundial, si no ocurre el cambio el mundo se autodestruirá.
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Encuentran cadáver de coronel de la Aviación y de su familia en Aragua
Bolsonaro36
Ya no matan a uno sólo sino a una familia completa QEPD esas personas. Cuando la leyes para estos casos sean las más severas y efectivas, entonces el criminal lo pensará mil veces.
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Investigan culto evangélico de Brasil que dijo inmunizar contra Covid-19
Guillermo_Paez
Qué tontería. Estas iglesias prometen prevenir y curar enfermedades muchísimo más graves, como el cáncer, el SIDA, etc., pero la preocupación de las autoridades es que estas mismas iglesias ahora prometieron inmunizar contra una enfermedad leve como el coronavirus. Vivimos tiempos demenciales.
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Jorge Rodríguez: «Saludamos que desde la AN se escoja al nuevo CNE»
Henry7382
estos tarados no entiende burros la constitución dice que el organo legitimo que nombra CNE es el presidente legitimo y es ni mas ni menos que bolivar guaido sino nadie los reconocerá hagan su fiesta y engañense entre ustedes juajuajua tuerto igual a la tuerta deisy
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Estudiantes universitarios continuarán en la calle para defender a la UCV
Sady Javier García Palermo
QUE COÑO SE HA CREIDO EL TSJ Y ESTE GOBIERNO PUTRIDO QUE A A HACER CON LAS UNIVERSIDADES
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Morisquetas financieras

Posted on: febrero 11th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

En la etapa de la desinformación, que ha recrudecido en los acordes finales del proceso que se inició a contravía de la historia en 1999, poco se sabe de lo que ocurre en las trastiendas de Miraflores y Fuerte Tiuna, las dos sedes físicas del poder que administra de hecho la camarilla cívico-militar desde la “consulta a la base” que hizo la directiva máxima de los CLAP en mayo de 2018. Tampoco hay información articulada y clara sobre las medidas del gobierno para contener la hiperinflación, recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores, mucho menos el futuro que le espera al último cono monetario y si el bolívar, coñaceado por todos lados, podrá evitar el desalojo que está a la vista y no precisamente por el petro.

 

 

Lo que se sabe llega a cuentagotas, cuando ya hemos bajado la cisterna y no hay marcha atrás. Es irreversible, diría la Lucena con la vista perdida. Además, las medidas se aplican por retruque, no por decreto ni decisión del consejo de ministros. Así, la unidad tributaria cambia porque un gobernador desea aumentar sus ingresos y, sin aviso y sin protesto, ata su valor a la cotización del petro. Como consecuencia, el Saren, el Servicio Autónomo de Registros y Notarías (autónomo porque sus directrices se ordenan en La Habana), repite el procedimiento para incrementar sus ingresos y un timbre fiscal de 50 bolívares pasa a costar 7.448,70 bolívares, un incremento de 1.389,74%, que obviamente no merece ser explicado por los regentes del poder.

 

 

No hace mucho, en septiembre de 2018, subió 141.000% y no hubo crisis de Estado. La tragedia fue para los niños desnutridos, los ancianos enfermos y la pulverización de los servicios públicos. Se siguió pagando la deuda externa, ahora con oro y la destrucción de la biodiversidad, y se mantienen los contratos  de compra de armamento con China y la madre Rusia de Putin.

 

 

No se ha anunciado ninguna política para recuperar la producción, el empleo  y la calidad de vida en el país. Tampoco la tienen. Antes de los saltimbanquis con el dólar, se “controlaba” el déficit generado por el desplome de la exportación petrolera con emisión inorgánica de dinero, era tan parecida a la que se conoció en Zimbabue que cambiaban de cono monetario antes de que se imprimieran y se distribuyeran los nuevos billetes. Como al final se operaba con dinero virtual, de transferencias entre cuentas, la economía “funcionaba” hasta que se quería comprar en efectivo a los colectivos en Pérez Bonalde o se requería sencillo para pagar el pasaje de la buseta. Era una economía imaginaria que el régimen alentaba con los aumentos desproporcionados de salarios, los bonos a los milicianos, a las madres con pecas, a los viejos sin plancha, a los ex trabajadores de Sidor y a los fanáticos de la salsa, el sabor y el bembé, que también se esfumaban en el ciberespacio.

 

 

Acorralados por la realidad y por sus propios actos, han tenido que reconocer el dólar por su valor de uso y de cambio, el mismo billete verde que desde 2004, con el establecimiento del control de cambio, ha sido perseguido de todas las maneras, especialmente las non sanctas (el santón Giordani decía que hasta 2013 se habían robado 300 millardos de dólares) y también penalmente. Tener un dólar en el bolsillo era ganarse un sitio en las cárceles venezolanas, poco menos que una condena a muerte.

 

 

A los venezolanos se les dijo en los muy costosos programas dominicales que antecedieron a las apariciones desarticuladas que interrumpen la pésima programación de la radio y televisión estatal que la revolución con el petróleo a cero dólares iba a fulminar el capitalismo y sus adláteres, pero lo que vemos son ruinas y no precisamente en el campo enemigo. El polvo cósmico envuelve, como un manto espeso de derrotas, decisiones, proyectos, decretos y cuanto blablá generen los mandones. Fuera, en las calles, en las escaleras de los cerros y en los campos arrasados por la demagogia y las expropiaciones, abunda la mengua que mata ahora y cobra después. Vendo informe del BCV y memorándum del extinto Cordiplán, de ñapa un retrato de Stalin haciendo piruetas con los rublos.

 

 

 

 Ramón Hernández

@ramonhernandezg

Flores del mal

Posted on: febrero 4th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

La Guerra Federal que estalló en 1859 duró menos que la mitad de la guerra que selló en 1821 la independencia de la Capitanía General de Venezuela del Reino de España, que empezaba a transitar el sendero de la constitucionalidad después de recuperarse de la entrega de armas, bagajes y territorios en ultramar por Carlos IV y su hijo Fernando VII al emperador Napoleón. Finalizó el 22 de mayo de 1863 con la firma del tratado de Coche.

 

 

Sin importar que la Constitución aprobada en la Convención de Valencia estableciera de hecho el régimen federal, con la elección de gobernadores y autoridades municipales, los victoriosos liberales lo primero que hicieron al instalarse en el poder fue incorporar las palabras “Dios y Federación” al Escudo Nacional y cambiar el nombre de la República, que se comenzó a llamar Estados Unidos de Venezuela.

 

 

Como lo había advertido Fermín Toro, ni el sistema federal ni las elecciones resolvieron los problemas que multiplicó la guerra civil, caracterizada más por levantamientos aislados de caudillitos locales que por un compromiso político-militar e ideológico. Era una idea, una suposición generalizada, una ilusión de que construirían un paraíso matando godos a cogotazos y apropiándose de tierras y ganaderías, como hasta hacía poco lo habían hecho los hermanos Monagas y los suyos desde la “legalidad del poder”.

 

 

Un año antes, el 25 de junio de 1857 se publicaba en Francia Las flores del mal de Charles Baudelaire, que se considera la obra cumbre del poeta de mayor impacto del simbolismo francés, que por sus excesos personales y sus atrevimientos contra la pacatería de la época con su regodeo con el mal cambió la poesía en su forma y en su contenido. Una revolución incruenta en sus consecuencias, pero salvaje en los modos.

 

 

“El grito de la federación” lo dio en Coro el 20 de febrero de 1859 el comandante Tirso Salaverría, que con 40 hombres asaltó el cuartel de la ciudad y se apoderó de 900 fusiles, mosquetones de un solo tiro reformados. La guerra empezó un domingo, un día de recogimiento y descanso, pero le siguieron largas décadas de cimarroneras y montoneras, de gamonales, bandidos y demagogos que tendrán una influencia abierta o solapada hasta finales del siglo XX, cuando se reavivan las consignas que los liberales amarillos nunca pudieron cumplir ni en el campo de batalla ni desde la gestión del Estado.

 

 

La guerra que dirigían Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, José de Jesús González, Zoilo Medrano, Donato Rodríguez Silva, el hijo del prócer Rafael Urdaneta y otros futuros generales contradecía cualquier tratado de regularización de la guerra y parecía que el decreto de guerra a muerte había sido restituido y profundizado. Ante los rumores falsos de que el gobierno iba a restituir la esclavitud y que los antiguos esclavos y sus descendientes, los mestizos, pardos y mulatos, todos los que no fueran blancos serían vendidos a Inglaterra, que haría jabón con sus carnes y botones y mangos de cuchillos y de bastones con sus huesos, las poblaciones rurales sumidas en las penurias del hambre y del analfabetismo, se sumaban a la revolución en marcha con una gran consigna: “Mueran los blancos”.

 

 

En 1999 comenzó otra revolución “pacífica, pero armada”, no contra los blancos sino contra “los ricos y las cúpulas podridas de los partidos puntofijistas”. La promesa era freír en aceite caliente las cabezas de los líderes de AD y Copei. Como Baudelaire en la “Destrucción” de La flores del mal, aunque se sentía que era un demonio incesante el que agitaba en su vera, repetía que era el ánima del Libertador que se le aparecía y se sentaba a su lado o que un pajarito le silbaba instrucciones al nuevo oficiante. La poesía de las armas y el poder que emerge de la punta del fusil, de la arbitrariedad y el me da la gana, contra la inocencia callejera que creía que venía el orden y el progreso, no esa versión del siglo XXI de “hombres libres”, irrespetuosos y mancilladores de la libertad del otro.

 

 

A la República le costó recobrarse de los estropicios de los federales, tanto en la producción de bienes y servicios como en la administración del tesoro público, quizás pudo en parte por la ayuda de los ingresos petroleros y la desaparición de los mandones y la creación de un Ejército institucional, aunque lamentablemente nunca aceptó su obediencia al poder civil. Luego de cuarenta años de democracia, de vida en libertad, la ingenuidad azuzada por la mala intención destapó las puertas del infierno que tanto había costado cerrar. Por ahí andan los diablos sueltos, con sus flores del mal y los “labios habituados a filtros infames”, a la mentira criminal y al silbido obseso. Beatificados y santificados a su propio mandar, celebran haber transformado el infierno es un simple escollo en el camino hacia la muerte. La dialéctica que tanto alabaron les marca el fin, que no será el fin de la historia, sino la astucia de la razón. Vendo ramo de flores listas para la siembra eterna.

 

 

 Ramón Hernández 

@ramonhernandezg

Dime de qué presumes

Posted on: enero 21st, 2020 by Laura Espinoza No Comments

No se repite mucho, pero es sabido que una democracia puede ser mil veces más corrupta que una dictadura y también más ineficiente, pero si se mantiene su normativa constitucional lo más probable es que el mal gobierno dure hasta que finalice el período, ni un minuto más. La dictadura, en cambio, no tiene fecha en el calendario y puede ser eterna, como la rusa, la cubana, la norcoreana y la chavista-madurista, que de democracia popular y democracia revolucionaria –después democracia participativa y protagó­nica– devinieron finalmente en “dictadura dinástica”: el mandón, como lo hacían los hermanos Monagas en el siglo XIX, elige el sucesor, su heredero del bastón de mando.

 

 

Quizás por la poca fortaleza de la ciudadanía y el abusivo uso del término «pueblo», potenciado y aprovechado al máximo en lo que va del tercer milenio, se le dio poca importancia a la construcción de la sociedad democrática y al fortalecimiento de las instituciones que la perfeccionan. Se priorizó el trabajo en equipo y se desestimó el desempeño individual. El colectivo que, oculta las fallas y la flojera de alguno, era bien ponderado y se cuestionaba el éxito particular, aunque todos sabían que en el equipo trabajaba uno o dos y los otros inventaban excusas para no hacer nada y al final todos obtenían la misma calificación. Pero esa primera aberración socialista de los pocos que trabajan para los demás no fue denunciada, “el pueblo unido, jamás será vencido”.

 

 

Cuando la democracia cumplió su primera década, una mayoría electoral, aunque fuera de apenas 30.000 votos, votó por el “cambio” que ofrecía Rafael Caldera, un líder que no era ajeno a nada de lo que ocurría en el país y quería cambiar. Firmante del Pacto de Puntofijo y participante de la Ancha Base y la Guanábana, como llamaban los pactos de gobierno, era tan responsable de lo que cuestionaba como los otros candidatos. Fue en esos años de pacificación, posterior a la derrota civil y militar de los grupos insurrectos alentados y financiados por Cuba, que se empezó a repetir que el modelo político “estaba agotado”, que había que ir hacia la “democracia verdadera”.

 

 

Después de las fallidas intentonas del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992 se insistió en el agotamiento del modelo y reapareció, vergación, la “democracia verdadera”, tan perfecta y real como el socialismo utópico que proponían Saint Simon y sus congéneres, tan tramposo como el socialismo bolchevique y tan asesino como el de Mao y el de los Jémeres Rojos, sus protegidos. La democracia en vigencia, con una gran movilidad social y de incontables oportunidades de estudio y de figuración, empezó a vérsela como un sistema corrupto e ineficiente. La industria petrolera nacionalizada llegó a producir 3,7 millones de barriles diarios, con menos de 38.000 empleados, ahora tiene una nómina récord de 170.000, pero la producción no llega a 700.000 barriles diarios, y eso que incluyen el crudo mejorado por las transnacionales en la faja petrolífera.

 

 

Fueron muchos los políticos que hicieron carrera denunciando hechos de corrupción en las empresas públicas, en los ministerios, en las alcaldías y también en el Palacio de Miraflores, hasta los zarcillos de bisutería de Blanca Ibáñez eran sospechosos, aunque lo que molestaba era su condición de amante. Se presentó como una gran proeza haber enjuiciado a Carlos Andrés Pérez –por fin, repetían algunos– por manejos con la partida secreta para fortalecer la democracia nicaragüense.

 

 

Con la defenestración de Carlos Andrés Pérez, acusado de corrupción y nunca demostrado, y el presunto fortalecimiento de las instituciones, la democracia real recibió un misil de alto impacto en su zona de flotación. A partir de ahí el resquebrajamiento fue mortal. Resucitaron las ilusiones monárquicas que se mantuvieron vivas en los caudillos chopo ‘e piedra y agazapadas en los manuales estalinistas de los grupos de la izquierda radical y no tan radical. Apareció el mesías de Sabaneta con su revolución pacífica, pero armada.

 

 

Su presunta guerra contra la corrupción la comenzó casi antes de instalarse en Miraflores, pero era una simple puesta en escena, un batiburrillo farandulero. El primer asombro fue de los contratistas, el nuevo gobierno descartó para siempre las licitaciones “por poco transparentes” y aparecieron comisiones de 45%, nada de aquel 10% que hizo tan ricos a los militares que gobernaron entre noviembre de 1948 y enero de 1958. Poco a poco fue desmontando la Contraloría General de la República, el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, el Ministerio Público y, no faltaba más, hasta se apropió del Poder Legislativo. Se acabó el control, todo lo decidía Miraflores, “Chávez es el pueblo” y sin solución de continuidad encontraba uno que otro “millardito de dólares” en su escritorio o debajo de la silla presidencial. Sospechar del comandante era una herejía y llevarle informes confidenciales se pagaba con extrañamiento, ergo Jesús Urdaneta Hernández y Luis Tascón, quien decía que la corrupción era la grasita que movía los engranajes del gobierno.

 

 

Veinte años después, nadie investiga los hechos de corrupción. Solo cuando desean deshacerse de un probable candidato opositor, aparece el Estado sancionando, “aplicándole todo el peso de la ley”, pero todavía no le han abierto una investigación a Alejandro Andrade, al que Chávez dejó tuerto y que paga condena en el “imperio mesmo” por la apropiación de centenares de millones públicos, que nunca llegaron a los hospitales, a las escuelas ni a las universidades. Vendo polvito para recuperar la memoria y la democracia.

 

 

 
Ramón Hernández

@ramonhernandezg

Homo chavezcus

Posted on: enero 7th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

En el trópico la hierba crece más rápido, los colores resaltan más en la claridad y los procesos transformadores requieren menos tiempo. Si el régimen soviético necesitó para crear el homo sovieticus 74 años de dictadura y la muerte de más de un centenar de millones de personas por hambre, fusilamientos, torturas, crueldades gratuitas, lavado de cerebro, procesos judiciales falsos, guerras innecesarias y distracción de funcionarios ociosos, en 20 años los bolivarianos del socialismo del siglo XXI han logrado una versión tropicalera del ansiado hombre nuevo: el homo chavezcus, el hombre chavista.

 

 

Un espécimen novedoso en su contextura física y en su desarrollo espiritual. Ya no es el venezolano díscolo y retrechero a quien se le daba bien robar gallinas y que tanto enorgullecía a Manuel Peñalver, el único sindicalista que ha sido secretario general de AD, sino uno que empezó gritando “con hambre y desempleo, con Chávez me resteo” y terminó el año 2019 despojado de dignidad y aceptando aparecer en un video dándole las gracias al comandante en jefe Nicolás Maduro a cambio de un pedazo de pernil sospechosamente putrefacto que recibió después de horas de espera y maltratos de los compañeros del consejo comunal y de los funcionarios de los CLAP.

 

 

Con Lenin, primero, y con Stalin, desde 1922 hasta 1992, la población de Rusia, Ucrania, Georgia y demás territorios dominados por los bolcheviques fue sometida a un proceso de transformación, de ingeniería social. Le impusieron con violencia la colectivización del campo y multiplicaron la extracción minera, las obras públicas y la producción mediante la mano de obra esclava. En donde el mundo suponía que se construía el paraíso de la clase obrera, se levantó un sistema injusto en lo humano y políticamente sanguinario, que nunca aplicó la Constitución que presentaban como la mejor del mundo y la única que garantizaba la absoluta felicidad.

 

 

En la República Bolivariana de Venezuela no hubo reingeniería social ni debates ideológicos. Hubo un mesías –y continúa su heredero– que expropió a pobres y ricos, pagó la deuda externa argentina, compró armamento a Rusia, se endeudó alegremente con China y le regaló la fórmula de la orimulsión. A Cuba, a los miembros de Petrocaribe y a sus socios Mel Zelaya, Daniel Ortega y Pepe Mujica, los incorporó con sueldos millonarios a la nómina de Pdvsa, al igual que a varios secuaces avispados de los Kirchner, todos muy diestros en meter cientos de miles de dólares en maletines de poca monta. Los negocios con Lula son secretos mil millonarios.

 

El precio del petróleo llegó a 170 dólares, pero no hubo inversión ni se tomaron previsiones para los tiempos malos. La chequera petrolera parecía infinita. La única gran medida, por el tamaño y la desfachatez, fue el despido de 20.000 trabajadores petroleros que fueron azuzados a participar en una huelga que dislocaría el país y dejó claro que el G-2 de los Castro había introducido un cambio doctrinario en las fuerzas armadas y ya no eran los orgullosos herederos del ejército Libertadores, los aguerridos  soldados de Páez, Piar, Mariño, Soublette, Urdaneta y Bolívar, sino pitocos entreguistas.

 

 

No solo con desidia e incompetencia destruyeron la infraestructura, las industrias básicas y dejaron en cero la generación eléctrica, también se robaron las reses de las haciendas expropiadas y convirtieron en chatarra empresas como la Cantv, Agroisleña y Café Madrid, ejemplos de buena gerencia. Prometieron mejorar el sistema educativo, pero no ha habido mayor estafa en la enseñanza ni peor ortografía que en las escuelas bolivarianas y las universidades ídem. La Misión Robinson y la Misión Sucre fue una manera de aumentar la coima de 100.000 barriles diarios que le entregaban a Cuba, más de 2 millones de dólares diarios. Ni los rusos les dieron tanto, mira tú.

 

 

Aunque hubo amagos de repetir la experiencia de los pioneritos cubanos que querían ser como el Che, el esfuerzo fue más por el lado capitalista, con la Gran Misión Vivienda, que fue un acto de terror contra Caracas y un negocio para Farruco Sesto y su tropa. Fruto Vivas tuvo que aplaudir las indignas gavetas para meter pobres que presagió y cuestionaba cuando la democracia a través del Banco Obrero entregaba apartamentos de 120 metros cuadrados, con balcones y ascensor, pero sin artefactos chinos que se dañan antes de usarlos.

 

 

El socialismo del siglo XXI hizo ricos a generales y almirantes, a rectores electorales, a magistrados, a ministros y también a locutores que mentaban madre a medianoche en las televisoras públicas, y a periodistas de corazón naranja, Martín. Ahora cunde el hambre en Catia y Caucagüita, pero en los bodegones del este cobran en dólares y hay de todo menos carencias. Todos devienen en bachaqueros y todos tienen su tarantín portátil. Ay, Adriano, mercantilismo depredador.

 

En diciembre, antes de la payasada bien remunerada del diputado Luis Parra y sus secuaces, una nutrida representación del hombre nuevo, creado por el socialismo rojo rojito del siglo XXI, asinus est, tomó por asalto la Casa del Libertador Simón Bolívar para vender baratijas, pacotilla, quincallería china, chucherías y cuanta fruslería encontraron. Herejía. Rematan el país y su culto bolivariano con tiro de gracia. Cerrado por luto.

 

 

@ramonhernandezg

 

 

 

Vientos de destrucción

Posted on: diciembre 26th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

La gasolina es gratis en Venezuela. Lo que se paga es tan insignificante que ni se toma en cuenta en el cálculo del presupuesto de una familia, tenga la cantidad de carros que tenga. Tampoco en los análisis de costos de las empresas, siempre será el que atiende el surtidor el único beneficiado, sin inversión y con un sueldo garantizado, aunque muy devaluado. El renglón refrescos, un gasto ocasional, lo triplica. Su verdadero costo es en tiempo y en las pimpinas que los militares y sus amigos de la guerrilla colombiana sacan de contrabando como si se tratara de papel moneda o del buen café de Boconó.

 

 

Solo en 2010, un año de altos precios petroleros y con Pdvsa a media máquina, la revolución bolivariana quemó 15,7 millardos de dólares en el subsidio del combustible, sin incluir el gas para vehículos que mientras lo hubo siempre fue gratis-gratis, jamás se pagó siquiera un monto simbólico. Una cantidad bien grande, que no se destinó a construir escuelas, universidades, hospitales, plantas eléctricas y represas. Tampoco en la creación de fuentes de empleo ni al pago de pasivos laborales que se han incrementado y vueltos polvo con piruetas y devaluaciones.

 

 

A las universidades públicas y a la educación en general se le han adjudicado presupuestos de hambre que limitaban los servicios básicos e imposibilitan la contratación de personal, el mejoramiento de los salarios del personal docente y administrativo, y dedicar recursos a la investigación y a la dotación de las bibliotecas. La prioridad era el armamento, los equipos antimotines y la dotación y entrenamiento de los cuerpos represivos y contrainteligencia. Pintaban lo que vendrían.

 

 

Venezuela es dueña de un arsenal bien pesado. Los tanques demuelen las calles por donde pasan y tumban los puentes. Como los helicópteros presentan la misma característica, cualquier viento de cola los tumba. Es el quinto cliente en ese rubro de Rusia, pero autónomas no hay suficientes investigadores ni herramientas para generar conocimiento, saber.

 

Las universidades autónomas “funcionan” por debajo de los márgenes de operatividad y ya hasta escasean las balas en los cuarteles. Las hojas de cálculo del Ministerio de Finanzas se reducen a una larga lista de olvidos y negativas. La canalla ignorante tiene sus propias prioridades, sus lujos imprescindibles.

 

 

Jorge Giordani, que extrañamente dedicó su carrera a profetizar en el Cendes, nunca entendió que con los dólares que quemaba en gasolina destruía tanto la industria petrolera como la superestructura. Sus lecturas de Antonio Gramsci fueron incompletas o inexistentes. Vanos alardes. No construyó el socialismo, solo generó hambre y miseria para que unos pocos se apropiaran de las riquezas del país y también de su soberanía, que a falta de mejor uso se la han entregado a socios y cómplices. Tampoco La destrucción de la razón de George Lucáks, que hizo tanto por congraciarse con Stalin y su salvaje idea de progreso y estabilidad, fue su lectura de cabecera. No dirá que su precio, 92 dólares en tapa dura, era excesivo. Su ministerio tenía un presupuesto en divisas y también sus amigos de Seguros La Previsora, siempre con el revólver al cinto, fueron espléndidos con su persona y su familia.

 

 

Giordani aseguró la fidelidad de los pobres al régimen, pero no su dignidad. Ahora debe ser un santón arrepentido, huido a la Italia de sus años juveniles o sometido al silicio y otros autocastigos en su quinta con vista al Ávila para tratar de redimirse de tantos pecados y mentiras. Buena parte de la crisis humanitaria y económica de Venezuela es responsabilidad suya y de sus malos manejos de la economía y de los planes quinquenales que presentaba y le aprobaban. Ya nadie se acuerda de los saraos ni del eje Orinoco-Apure, pero esos fueron los primeros tiros que anunciaban esta desgracia. Los hermanos Vadell no publicaron los libros de Giordani por millones, si hubiera ocurrido así ahora se usarían como ladrillos para construir letrinas, como hicieron los norcoreanos con los ejemplares del Compendio de la historia bolchevique que Stalin supervisó y mandó a imprimir por millones como el catecismo de la nueva religión: el comunismo. Regalo antología de ejercicios para no perder la memoria no tan lejana.

 

 

 

Ramón Hernández

@ramonhernandezg

Vacío ético y detritus moral

Posted on: diciembre 17th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

Nunca dijeron por qué había que cambiar la Constitución de 1961, qué no servía o qué impedía el libre albedrío, la justicia social y el desarrollo económico. No se trataba de la reforma de un artículo ni de la incorporación de un capítulo, tampoco de reparar alguna injusticia o falta de equidad. La intención era demoler la república para reconstruirla desde cero. Comenzar el derrumbe de la institucionalidad recobrada bajo la férula del general Juan Vicente Gómez, que no es poco. Ahí están los escombros.

 

 

Desde mucho antes de someter a referéndum para la convocatoria de una asamblea constituyente originaria hubo trapacería y mala intención. Se irrespetó la carta magna en febrero de 1999 cuando el vencedor de la contienda electoral manifestó que juraba sobre una Constitución moribunda y se le hizo a un lado cuando no se siguieron los procedimientos que establecía para su reforma o enmienda. Desde el más alto tribunal, el mismo que se prestó al defenestramiento de Carlos Andrés Pérez y a su encarcelamiento, se sentenció que el procedimiento irregular se ajustaba a derecho, pero calló cuando la soberanía popular fue burlada y despojada de la representación proporcional de las minorías. Mediante un algoritmo inventado por un matemático diestro en tetas y nalgas fue posible que quienes sacaron menos votos se hicieran con la mayoría absoluta y aplastante. Su gran victoria: en sus manos quedaron los ascensos militares.

 

 

Aprobaron una lista de buenos deseos hecha a la medida de Hugo Chávez que desmejoraba en mucho el texto de la Constitución de 1961. Si antes hubo un país presidencialista, con la “bicha”, como la llamaba el principal redactor, la desviación personalista se incrementó. No obstante, la preocupación del público municipal y espeso era el cambio de nombre del país a «República Bolivariana de Venezuela». Además, se aumentó el período presidencial a seis años con una reelección inmediata, pero luego se cambió a indefinida en un golpe electoral.

 

 

Unos y otros presentaban orgullosos la numerosa cantidad de artículos referidos a la protección de los derechos humanos. Decían que era la más avanzada del mundo en la materia y que ahora la democracia sería participativa y protagónica, que representativa quedaba atrás junto con la corrupción de los cuarenta años de bipartidismo adeco-copeyano.

 

El país estaba tan lelo con tantas sorpresas y tantos cambios que no reclamó a sus representantes en el Senado y la Cámara de Diputados su entrega al chavismo de la directiva del Congreso “como un gesto de buena voluntad”.  Los partidos democráticos se sentían inferiores ante el fanfarroneado triunfo de Chávez, que sacó los mismos votos que Lusinchi en su momento, aunque mucho se benefició de irregularidades en los centros electorales.

 

 

Como si fuera poco, otorgaron una ley habilitante para que el jefe del Estado gobernara mediante decretos-leyes con mucha influencia cubana a traspuertas.

 

 

La huelga petrolera azuzada desde el gobierno y la renacionalización de las empresas públicas privatizadas permitieron el uso discrecional de los recursos. La contraloría social, sin poder, la combativa Contraloría de la democracia. Pdvsa y el Seniat devinieron en la caja chica de Miraflores. De rato en rato el presidente encontraba un millardito debajo del escritorio para “ayudar al pueblo”, a su gente más querida.

 

 

Las expropiaciones, la mala administración y la corrupción sin freno ni control demolieron el aparato productivo, al tiempo que se perseguía la prensa libre, se encarcelaba a los opositores y se arruinaba a los empresarios nacionales. Mientras se devaluaba la moneda y Jorge Giordani le quitaba importancia a la inflación que empobrecía a todos a velocidades desquiciantes, altos funcionarios, militares a punto de pasar a retiro y oficialistas en general se dedicaban a acumular capital, a comprar fincas ganaderas y a abrir cuentas en paraísos fiscales por miles de millones de dólares.

 

Con los altos precios del petróleo habilitaron una chequera que iba por el mundo comprando apoyos, amparando negocios turbios y despilfarrando futuro. Venezuela le pagó la deuda externa a Argentina sin retribución, engordó los negocios de Lula en Brasil y nutrió en abundancia a la camarilla que reina en Cuba. Destruida la industria petrolera y con los prestamistas pisándoles los talones, nunca más se acordaron de los numerosos artículos de la “bicha” que deben proteger y defender los derechos humanos, mucho menos los derechos ambientales. Se aplicó la represión sin misericordia y se utilizó el sistema judicial para criminalizar la actividad política. Nadie se acuerda de la democracia participativa y protagónica, pero basta que se vaya la luz para que en todo el país le miente la madre a Maduro. Pobre señora. Vendo manual de demolición.´

 

 

 Ramón Hernández

@ramonhernandezg