A veces es necesario hacer un alto, oxigenarse y llenarse el alma de ese «otro país»
Venezuela es mucho más que este caos en el que estamos sumidos. Mucho más que escasez, inseguridad, represión, pobreza, crisis sanitaria y altísimo costo de la vida. Nuestro país es además de todo eso, muchas cosas más como la prepotencia de un gobierno que se cree todopoderoso y así lo ejerce, una oposición dividida que no termina de conectarse con la gente, una tropa de corruptos que se han enriquecido con unos ingresos petroleros que hubieran servido para lanzarnos al mundo del desarrollo. Sí, somos eso, pero como todo en la vida también tenemos otra cara y que conste que no voy a hablar de los lugares comunes y no por eso menos cierto del beisbol y de las misses, ni tampoco de nuestra facilidad para hacer de todo un chiste (cosa que a veces nos lleva a banalizar nuestra realidad). Me estoy refiriendo a esa otra nación de guerreros que, pese a todo, se empeñan en demostrar que existe una fuerza creativa en mucha gente que, aunque los llamen locos, soñadores o ilusos continúan apostándole a Venezuela.
Basta con salir de nuestra zona del caos (Caracas para quien esto escribe) y oxigenarse con otras realidades en el país. Así a falta de dólares, visa y pasaporte, tomamos nuestros muchachos y nos fuimos a oriente. No vamos a decir que encontramos un país «chévere» en el estilo simplón del eslogan de Mintur, pero sí nos topamos con unas personas que sin apoyo del Estado (porque lo de convertir a nuestro país en potencia turística se queda sólo en discursos) y por iniciativa propia, desatan su fuerza creativa para ofrecer dignidad en todo lo que hacen,
Así encontramos dos posadas en Cumaná (San Francisco, una bella casona colonial) y Santa Inés muy sencilla pero cálida con una gente estupenda que te hace sentir como en casa. Luego saltamos a la Margarita de mis amores. Allí de la mano de la gente hermosa de Margarita Runners, encabezados por Fadwa Hage, conocimos a unos muchachos que planifican unos paseos a pie por unos sitios hermosos de la isla (Haciendo Rutas); a Marcos y su gente del kiosko Take en la Caracola puro cariño y vida sana, a las chicas de los jugos que frente a él venden la Flor de Jamaica con papelón desde el amanecer, a Lauris y su reto de saludos al sol en Asana Yoga Center, a mi querida María Gabriela (Tití) Orihuela, quien tuvo la paciencia de enseñar la belleza del Paddle a toda mi familia con una sonrisa inigualable; a Pino por su buena vibra sobre las olas, a unos chicos que te llevan a hacer paseos en kayaks por La Restinga, a la profesora de aguas abiertas Nanda, quien nos guió en la hermosa bahía de Pampatar; a unos chicos que se idearon una estructura de metal portátil para dar sus clases de TRX en plena arena, a todas las señoras que hacen las empanadas más ricas del mundo teniendo que calarse unas colas inmensas para conseguir su materia prima, a tantas y tantas personas que no caben en un solo artículo.
A veces es necesario hacer un alto, oxigenarse y llenarse el alma de ese «otro país» que también existe más allá de esta locura cotidiana.
mariaisabelparraga@gmail.com