Bienvenido Serrat

Posted on: octubre 9th, 2017 by Maria Andrea No Comments

Las tribus progresistas, mudas ante la represión en Venezuela o Cuba, se duelen por la represión desmedida sufrida en Cataluña

 

 

El cantautor español, que a veces cantaba en catalán, Joan Manuel Serrat, fue por años un símbolo de la España antifranquista, y luego un ícono del progresismo de cabellos largos y actitud desparpajada. Rozó los linderos de la afición por Cuba y sus líderes barbudos, y progresivamente se hizo un progresista respetado, de los que cuidan nietos y velan por sus ahorros, como tantos ciudadanos europeos de la tercera edad. Para nuestro agrado, ha seguido cantando, con el descaro de siempre.

 

 

Resulta que el tío afable, al que todos los insumisos aplaudían y veneraban entre troncho y troncho y plaza y plaza, con cuyas canciones fue acunado el mismísimo Pablo Iglesias –con su respectivo chupón untado de Karl Marx para que durmiera con la conciencia de clase tranquila–, se ha convertido en un cerdo burgués, en un peón de la imperialista España, un hijo indigno de la Cataluña sometida por siglos de dictadura extranjera. ¿Cuál ha sido su pecado? Declarar su desacuerdo con la forma express como fue convocado el referéndum de Cataluña: “No puede representar a nadie”, dicen que dijo.

 

 

 

Las tribus progresistas que han ido copando la política española –with a little help from my friends– han sacado a lucir su talante autoritario y la acomodaticia vara moral con la cual se miden ellos mismos, y a los demás. Mudos ante la represión en Venezuela, o en Cuba, o en Irán, o en cualquier país que les deslice en el monedero unos duros de solidaridad silente, o unas vacaciones bajo el sol del Caribe, ahora se duelen por la represión –a todas luces desmedida– que sufrió el “pueblo catalán”.

 

 

 

Poco duró el aire de mayo del 68 que envolvía a los dirigentes de Podemos y sus auxiliares. Luego de los avances electorales que tuvieron, se fueron deslizando hacia la izquierda más rancia española y en el camino hicieron rodar las cabezas de sus pares moderados.

 

 

 

El ejemplo de Íñigo Errejón, antiguo número dos, defenestrado –con todo y su permanente cara de infantil asombro– para poner en su lugar a un próximo de Iglesias, y al lado de este a una cercana a su corazón, su novia, tiene más de la Managua de los Ortega, que de los unicornios retozones de Silvio Rodríguez.

 

 

 

Ahora, han hecho suya la peste negra del regionalismo y el nacionalismo que se cuela por Europa. Todo en nombre de una utopía regresiva –una distopía – donde aislados serían mejor, menos contaminados, más cerca de Rousseau y bien lejos del capitalismo que tanto parasitan para sobrevivir. Buenos, como una semilla de girasol, se pretenden.

 

 

 

Frente a tanto independentismo, qué nos queda a nosotros, sudacas de estas orillas, si ya se nos estaba poniendo difícil conseguir un permiso de trabajo en España, ahora obtener otro para Cataluña, nos pone el suquet morado.

 

 

Y no digamos que habrá que interiorizar (ugh, que fea palabreja) que Miró, Gaudí, Dalí, Tàpies, son grandes artistas catalanes y no españoles como siempre nos hicieron creer; que es mentira que Eduardo Mendoza es un gran escritor español nacido en Barcelona, al igual que lo fue Manuel Vázquez Montalbán; que Ferran Adrià brilló, en su momento, como el cocinero más famoso de Cataluña y no de España; y que el Barça es el mejor equipo del… condado de Barcelona.

 

 

 

“Se acabó, el sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual. Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta”.

 

 

 

Bienvenido Serrat, aquí todavía te queremos.

 

Jean Maninat

Cuando éramos felices, y lo sabíamos

Posted on: marzo 10th, 2017 by Maria Andrea No Comments

Desde el absoluto vacío, desde el silencio total, desde la tabla rasa de la desmemoria, sólo la Creación pudo sustraer algo para constituir el universo y ya ve usted lo mal diseñado que resultó el invento; cuántos pequeños desperfectos aparecen aquí y allá para hacernos la vida más difícil a quienes sufrimos la condición heideggeriana de seres arrojados al mundo.

 

 

 

 

La Biblia es el recuento histórico escrito, en formato digital 3D y con sonido Dolby incorporado, más fabuloso que hay y sin cuyo concurso la cultura universal sería chata y desabrida. ¿Qué sería del pueblo judío y de sus primos cristianos sin ese maravilloso recuento histórico que son las Sagradas Escrituras? (Perdón, pero soplan vientos de cuaresma).

 

 

 

 

Los cimientos del socialismo del siglo XXI se compactaron con los deshechos que fabricó el líder galáctico cuando la emprendió a mandarria limpia en contra del pasado democrático venezolano, en contra de sus símbolos republicanos, en contra de sus líderes y las instituciones que ayudaron a forjar.

 

 

 

 

El pasado inmediato a la “V República” era vil, despreciable y, por tanto, había que hacerlo desaparecer de las calles, de las autopistas, de los edificios públicos, de los colegios, en fin, de la memoria violada de Venezuela. Para que la Historia comenzara con él, los venezolanos tenían que olvidar todo lo que habían sido -hasta hacía nada- sin él.

 

 

 

 

Tras más de 16 años en el poder sus herederos insisten en denostar de lo que despectiva e impropiamente llaman “la IV”, para seguir imponiendo su versión histórica según la cual todo pasado fue peor. Pero a medida que el presente asombra al mundo por la miseria y la postración que han creado, el pasado regresa a perturbarlos, a incordiar la fábula que ya ni sus adeptos pueden creer.

 

 

 

 

El cultivo de la desmemoria ha dado sus frutos. En la oposición democrática, ni los jóvenes dirigentes que se inician en la faena de recuperar la democracia, ni los adultos que acumulan años en el empeño, han querido sacar a relucir el país que fuimos por miedo a ser señalados como emisarios de la “IV”. (El documental de Carlos Oteyza, Cap 2 intentos, ha sorprendido por su excelente calidad y por  el “atrevimiento” de rescatar a quien fuera enemigo y víctima de la antipolítica en todas sus variantes).

 

 

 

 

Se equivocan quienes quieren construir alternativas fundadas en una bruma imprecisa, en un pasado borroso al cual echan la culpa, además, del presente horroroso que se vive. Tienen razón quienes señalan las insuficiencias y vicios del pasado y aun cuando parezcan veniales, comparados con los actuales, no deben ser justificados. Pero, el asesinato de lo que era una democracia en movimiento, tampoco puede ser justificado.

 

 

 

 

Ahora que el Caracazo sirve de excusa a la antipolítica variopinta para tratar de atenuar sus resbalones antidemocráticos, quizás sirva de antídoto rescatar en la memoria el país que tuvimos. Recordar la división de poderes, la alternabilidad en el gobierno que animó a la izquierda montaraz a intentar la vía electoral. La descentralización y la reforma del Estado. La libertad sindical y el derecho de asociación que protegía a trabajadores y empleadores. Los centros de estudiantes combativos y democráticos.

 

 

 

 

La cultura desbordaba el Teatro Teresa Carreño y rebotaba entre las Nubes Flotantes de Alexander Calder en el Aula Magna de la UCV, el Hospital Universitario era un ejemplo regional, las universidades públicas y privadas competían entre sí, los puestos de periódicos, regentados por gente del sur, se abrían de par en par sobrecargados de revistas y novedades de otros países. Sí, es cierto, también la pobreza se asentaba en los cerros, y la corrupción estallaba en los periódicos que eran libres de publicarlo para atacarla. En fin, la lista es larga, dese el gusto de añadir usted lo que le salte en el recuerdo.

 

 

 

 

Sí, alguna vez fuimos felices y muchos lo sabíamos. Lo que no supimos fue protegerlo.

 

 

 

Jean Maninat  

 

Por Confirmado: Francys García

 

Un país de excepción

Posted on: mayo 20th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Incluso quienes no hemos sido tocados por la gracia de la fe, quienes ni siquiera albergamos el confort racional del agnosticismo, quienes nos importa un bledo si un gato cruza veloz bajo una escalera, y no confiamos en la capacidad del testículo izquierdo para repeler las desgracias, ni en que la alineación medida  de los astros pueda influir en los acontecimientos más banales de nuestra existencia; incluso nosotros, seres desvalidos de toda creencia en el más allá y muy poca en el más acá, ante el terremoto devastador del gobierno dirigido por el presidente Maduro y la nomenclatura que lo custodia, volteamos la mirada hacia los cielos y clamamos entre dientes: ¡Apiádate de nosotros Señor!

 

 
Porque mire usted que hay que tener mala suerte, estar irremisiblemente empavado, haber caído en desgracia con Babalú- Ayé, o que el GPS divino -desorientado- no reconozca a Venezuela entre sus direcciones registradas, para que de todos los izquierdistas trasnochados que deambulaban por Latinoamérica, nos hayan tocado como gobernantes los más desprovistos de sentido de la responsabilidad, los más carentes de luces (así sean de combustión marxista, como el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, que algo queda), los más intoxicados de consignas calcinadas las cuales hasta sus idolatrados prototipos cubanos han echado al basurero de su historia.

 

 

 

Uno repasa la mirada por el cortejo regional que le bailaba alrededor al comandante eterno y algo de cordura económica le encuentra a sus integrantes. El presidente Correa, mientras duró el maná de los precios petroleros, al menos dejó una red de infraestructuras modernas; el presidente Evo Morales ha sabido combinar su vocación de padre eterno con un manejo  ortodoxo de la economía alabado hasta por el pasquín satánico y neoliberal: The Economist. Y el hoy tan enlodado expresidente Lula da Silva, logró sacar a millones de la pobreza, cuando las cuentas le salían y los negocios eran opacos. El expresidente Mujica no descalabró la economía de mercado y se limitó a legalizar la mafafa por toda herencia radical. Y los octogenarios dirigentes cubanos, reciben con los brazos abiertos los cruceros  llenos de gringos y de dólares como antaño. Hay en todos ellos un mini, minimito, de sentido común.

 

 

 

Pero los vernáculos del socialismo del siglo XXI dilapidaron la renta petrolera -esa sí galáctica-, escindieron al país, lo deterioraron hasta niveles inimaginables, sembraron escasez y cosecharon hambre, repartieron armas y re-potenciaron la delincuencia, regalaron dinero mientras pedían prestado, un carrusel de disparates económicos y ni la más mínima, minimita, conmiseración con el pueblo que dicen defender. Todo a nombre de una quimera en la que se han coleado el tigre y el camaleón. Cada día más aislados, dentro y fuera del país, cuidándose las espaldas de la daga amiga y fabricando enemigos por doquier, han dejado pasar la oportunidad de haber marcado una diferencia, de torcer el rumbo y  reivindicarse con el pueblo que ahora sí los detesta. De allí el miedo a medirse sea en un Referendo Revocatorio o en las elecciones regionales que sueñan con eludir ante la paliza que se les vendría encima.

 

 

 

Una adicción casi telúrica por la prosopopeya los mantiene invocando magnicidios, guerras económicas, invasiones foráneas, el culto a la sangre y a la muerte. Creen que la realidad se rige por decreto mientras hunden al país junto al barco descalabrado que tripulan. El nuevo decreto de estado de excepción no tiene nada de excepcional -la vulneración de la democracia ha sido una constante desde hace 16 años- y no podrá parar la marejada de insatisfacción y rabia creciente que recorre a Venezuela. Tienen a la mano las vías democráticas y electorales para superar su propio desastre. Pero han preferido cerrarlas, asfixiarlas, para que sigamos siendo el país de excepción que ya nadie quiere ser.

 

 

 

@jeanmaninat

La Asamblea Nacional como piñata

Posted on: mayo 6th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Cuando las elecciones parlamentarias del 6D eran sólo una fecha en el calendario electoral, una posibilidad en el tiempo zarandeada por la arbitrariedad del gobierno y la debilidad de espíritu del CNE; los adelantados de siempre se apresuraron a decir, escribir, tuitear, insinuar, soplar al oído de sus asesorados que se trataba de un anzuelo dilatorio, un ardid para debilitar el espíritu de lucha y enfriar la calle ardiente de confrontación final.  A medida que la locomotora de la MUD se acercaba a la estación de las parlamentarias -alimentada su marcha por la leña encendida de las encuestas- los adelantados de siempre fueron serenados por sus jefes políticos, quienes entendieron que el tren los podía dejar como a la  Penélope de Serrat… esperando para siempre en el andén, y se subieron a tiempo.

 

 

¿Tienes algo que decir?

 

 

Inicia la conversación y sé el primero en comentar.

 
Y el día de la instalación de la nueva AN fue una gran fiesta democrática, hubo abrazos y besos; y quien no creía, por arte de una invitación amiga, estaba presente en el hemiciclo, fijando la mirada transfigurada en el horizonte de la patria y llevándose las dos manos al corazón en señal de amor maternal hacia sus retoños parlamentarios. Hubo entusiasmo, hubo alegría, hasta que la dura cotidianidad del ejercicio parlamentario en las actuales circunstancias (se es mayoría en la AN, pero cercada y boicoteada por el gobierno a través, notoriamente, del TSJ) alumbró que era apenas el comienzo de un nuevo y complejo momento político que iba a requerir de un acopio importante de maestría parlamentaria y destreza política, para impedir el intento gubernamental de asfixiarla entre sus cuatro paredes. El equipo que la preside ha dado la talla para conducirla en medio del pirateo oficialista, y la bancada opositora y su jefatura han dado la cara para llevar a cabo su labor sin desanimarse ante el muro inconstitucional contra el que rebotan sus iniciativas parlamentarias. Es como para alegrarse y celebrar la decisión de haber votado el 6D. Pero…

 

 

Henos aquí que tan pronto surgieron las dificultades, apenas se hizo evidente lo obvio: que el gobierno iba a desenterrar las mandarrias -reales y verbalmente figuradas- a la menor oportunidad; que la independencia de los poderes públicos es todavía un objetivo democrático a recuperar; que la nomenclatura del PSUV tiene una relación utilitaria y de manipulación con las instituciones democráticas para minarlas, los adelantados de siempre descubrieron el agua tibia de lo que se sabía universalmente: el gobierno no se iba a rendir así de fácil. Así que ahora vuelven sobre sus pasos y recomiendan que si el gobierno no reconoce a la AN, tiene que desconocer al gobierno; si el TSJ deslegitima las leyes emanadas de la AN, tiene que destituir a los magistrados que lo conforman; si el CNE se pierde adrede en el laberinto de sus lealtades oficialistas, tiene que renovar a todos sus miembros; si las Fuerzas Armadas no responden a las urgencias democráticas, tiene que desconocer a sus mandos. En fin, un carrusel de voluntarismos vanidosos, infantiles, el fútil ejercicio de confundir los deseos con la realidad. Como si de Harry Potter y su varita mágica se tratase.

 

 

La Asamblea Nacional no puede ser concebida como un soviet leninista; es un espacio de lucha democrática -duramente conquistado- que no hay que desgastar en empeños baldíos. Tendrá que asumir las batallas democráticas necesarias -como ya lo ha hecho- y desechar responsablemente los lacerantes e inútiles llamados a encerrarse en una especie de Alamo heroico e inútil. Hay que desoír a los adelantados de siempre. Por más que en el patio del Palacio Legislativo los insensatos de lado y lado, palo en mano y con los ojos vendados, griten: ¡Dale, dale, dale!

 
JEAN MANINAT

@jeanmaninat

Las sufragistas

Posted on: diciembre 4th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Al inicio de la película musical Mary Poppins (1964), nos introducen a la disfuncional familia Banks, cuando Mrs. Winifred, la madre, regresa a casa luego de asistir a un mitin a favor del voto femenino -banderín en mano- y se entera que por enésima vez una nanny recién contratada a su servicio está a punto de renunciarle; sus pequeños vástagos, Jane y Michael, han huido del hogar una vez más, y el atildado padre, George, quien trabaja en un banco, está a punto de regresar al desastre cotidiano que ellos llaman familia. Mientras escucha el fastidioso informe doméstico del día, trata de reproducir, en paralelo, la algarabía de la reunión sufragista en la cual viene de participar, animando un desfile casero que incorpora -¿democráticamente?-, a la ayuda de casa femenina. Es 1910, en Gran Bretaña.

 

 

(Por qué Walt Disney, productor de la película y gran potencia de Hollywood, asumió que el tema fuese recuperado y celebrado con una canción inicial, Sister suffragette, sigue siendo un enigma).

 

 

Una excursión siguiendo la marcha del sufragio femenino nos puede descubrir algunas sorpresas. Por ejemplo, que en Sudáfrica fue establecido en 1930, pero sólo para mujeres mayores de 21 años y de raza blanca, una medida de avanzada retrógrada. O que en una democracia tan sólida y desarrollada como Suiza, fue en 1971 cuando obtuvieron el derecho a votar en las elecciones federales. Y, en 1991, gracias a una decisión de la Corte Suprema Federal, el cantón de Appenzell Innerrhoden fue el último que les impidió votar en unas elecciones locales. Sí, leyó bien… 1991.

 

 

Hay una abundante documentación para ilustrar la saga de los derechos electorales de la mujer; desde sus inicios se ha entrelazado con las luchas laborales, a favor de la libertad sindical, en contra de la discriminación en el lugar del trabajo, la persecución de las minorías. Hoy, hay un esfuerzo todavía más amplio que se conjuga con los nuevos reclamos de libertad y respeto de las diferencias.

 

 

Las sufragistas y su vertiente más militante, las suffragettes, constituyeron el movimiento más notable de inicios del siglo XIX y tuvieron largos y difíciles debates acerca de las formas de lucha y su intensidad. Una de las más conocidas activistas radicales, Emmeline Pankhurst, lo estableció en términos simples: hechos, no palabras. Pasarían varios decenios hasta ver esas palabras hechas leyes para garantizar los derechos electorales de las mujeres, y luego otros. Es mucho lo avanzado, pero todavía persisten resistencias en otros ámbitos culturales y religiosos.

 

 

El domingo toca votar en las elecciones parlamentarias en Venezuela, hay miles de razones democráticas para hacerlo; votando también podemos recordar a aquellas grandes luchadoras del siglo XIX -las que se resistían desde su penumbra doméstica y las que lo hacían desde las tribunas públicas-, sería un merecido homenaje a sus logros, sus luchas y lo que nos han legado. ¡A votar el 6D!

 

 

@jeanmaninat

¿Epifanía democrática?

Posted on: octubre 9th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Los problemas de Venezuela lo deben resolver los venezolanos, solía ser una afirmación de realpolitik latinoamericana, desgranada con el cejo fruncido y el intelecto desbordado por el respeto a la soberanía de los países. En tiempos del galáctico, los mandatarios regionales preferían callar, contemplarse las uñas de las manos, o desembarazarse distraídamente de las burusitas blancas que se pegan como garrapatas a las medias, antes que adelantar una tímida respuesta frente los exabruptos a los que eran sometidos quienes se atrevieran a decir esta boca es mía en la región. El que se mete con nosotros se espina, (o algo parecido) y ¡zas! todos a ver para el techo, no vaya a ser que la agarre conmigo. Sólo Alan García y Álvaro Uribe tuvieron el empaque -desde la presidencia- para no dejarse amedrentar y responder recio cuando interpelados desde Miraflores.

 

 

Mercosur, Unasur, Celac, la OEA, preferían esconderse bajo las faldas del respeto a la soberanía de sus miembros, o tras los pantalones de la libre determinación de los pueblos, antes que resistir -así fuera tenuemente- la deriva autoritaria y antidemocrática del régimen venezolano. La Carta Democrática Interamericana descansaba tranquila, sin que nadie la hojeara al menos para sacudirle el polvo. Esos años han sido, sin duda alguna, los más lastimosos y vergonzantes para la democracia regional y sus gobiernos. Los años de la desvergüenza, podría ser el título de un trabajo que relate lo que sucedió, o mejor dicho… lo que dejó de suceder.

 

 

Pero por más que los gobiernos se quisieran desentender del tema-unos adrede y otros por complacencia- el caso venezolano siempre terminaba dándole palmaditas por detrás en el hombro, distrayéndoles fastidiosamente de su oficio de no enterarse. En la tristemente célebre reunión de Unasur en Perú, luego de los ajustados -y cuestionados- resultados de las elecciones presidenciales de 2013, los mandatarios se apresuraron -unos con más disgusto interior que otros -a barrer bajo la alfombra el «tema Venezuela» nombrando un grupo de seguimiento que no seguiría nada, y regresando a sus países felicitándose mutuamente por la labor cumplida. Pero tragar sapos no es saludable, y el temita regurgitaría una y otra vez hasta convertirse en la madre de todas las gastritis políticas de la región que es hoy en día.

 

 

¿Qué ha cambiado? ¿Tuvieron una epifanía los primeros mandatarios? ¿Los visitó su ángel de la guardia democrático mientras dormían? ¿De allí su súbita, y bienvenida, preocupación por la transparencia electoral en el país? Sucede algo mucho más mundano: Venezuela se ha convertido en un problema político nacional en gran parte de Latinoamérica. Cuando eso sucede, y los problemas externos se incrustan en las agendas políticas nacionales, estallan las alarmas y los líderes empiezan a preocuparse por el efecto que tendrá en su aprobación. Mientras más desaguisados se traman y realizan en Caracas, más cunde el nerviosismo en el vecindario. Brasil declara -vía su embajador en Guyana- que no aceptará conflictos en sus fronteras. Proliferan los buenos oficios para resolver el brete con Colombia. El cuarto de Tula cogió candela y todos quieren apagarla antes de que se propague y se lo empiecen a cobrar en las encuestas.

 

 

El gobierno está en aprietos, sus antiguos valedores en apuros. Nadie quiere retrato en familia con los jefes del socialismo del siglo XXI. No aguantan una raya más, menos venida del exterior. No pueden huir de las preguntas que desenfundan los periodistas con insistencia: ¿Qué piensa de lo que está pasando en Venezuela? ¿Y de las elecciones parlamentarias? ¿Apoya la observación electoral internacional? ¡Dios, cuándo saldremos de este calamar, se dicen para sus adentros!

 

 

No, no hay epifanía democrática. Tan solo encuestas y votantes.

 

 

@jeanmaninat

¿Dónde está la bolita?

Posted on: octubre 2nd, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Adiferencia de muchos otros latinoamericanos -por no hablar de los ciudadanos del mundo desarrollado- los venezolanos han perdido la capacidad de sorprenderse, de dejar caer la quijada y decir ¡wow!, de pellizcarse para asegurarse que no están soñando, o peor, chapoteando en una pesadilla. Desde hace 16 años, el gobierno del socialismo del siglo XXI no ha cesado un día sin depararnos un nuevo exabrupto, un nuevo sobresalto, un nuevo empujón contra la pared, al ritmo de toda suerte de desaguisados económicos, de atropellos ciudadanos, de exabruptos judiciales. Pocos se sorprenden con la noticia de un secuestro o un asalto cercano,  más bien se alegran por los sobrevivientes. La excepción es lo cotidiano.

 

 

Se escucha al Presidente en la Asamblea General en la ONU hablar de una supuesta política de paz, de un camino de amor, de esa especie de arcadia que sería Venezuela, amenazada por las fuerzas del mal -un hobbit luchando contra la tinieblas- y se tiene la sensación de estar narcotizado, de escuchar a alguien que habla y habla sin voz, lejano, como en ralentí, mientras uno se pregunta, ya sin asombro: ¿Con qué nos saldrá esta vez? ¿Dónde estará la bolita?Pero las manos se mueven demasiado rápido para la vista, las palabras oficiales son torrenciales y ensordecen los oídos y ya cansa hasta indignarse. Hoy se cierran las fronteras y pasos de camino con Colombia, se lanza a miles de seres humanos a la calle, gente pobre, indefensa en su mayoría, se les expulsa sin miramiento de sus vidas; y mañana se va a Harlem a hablar de los desposeídos de la tierra, de la solidaridad con los débiles, es la foto de ocasión con el “hermano afroamericano”, un pueril photoshop para intentar disfrazar las penurias de quienes están obligados  -en los barrios de este país y no allá arriba en el Norte- a sobrevivir serpenteando cuanto expendio de comida encuentran, o a sortear como pueden la muerte que acecha en cada esquina. A qué ir tan lejos a mostrar solidaridad con los desvalidos.

 

 

Se habla de paz y amor y se instala en la psiquis colectiva un clamor de guerra, de batalla permanente, de enemigos aguaitando en todas partes. El lenguaje es violento, duro como un mazazo, cada letra una amenaza, cada pausa el preludio de nuevos rayos y centellas. Se descalifica a diestra y siniestra, se amenaza velada y abiertamente, quien se opone será señalado, marcado con algún epíteto, o privado de sus derechos conciudadanos.

 

 

¿Dónde estará la bolita?

 

 

Un reconocido periodista entrevista a un político vecino y se le hace responsable de las opiniones del entrevistado. El comunicado de un ente oficial se encarga de advertir públicamente los límites a los que está sujeto la profesión, se dejan colar sospechas, se ponen en entredicho nacionalidades y lealtades. Se destila un aire de conflagración. Los enemigos están en todas partes y hay que estar vigilantes, la patria así lo reclama.

 

 

¡Es tan viejo y descosido el guión! Pero ya no hay otro. No es posible inventar más en el poco tiempo que queda. Los asesores se jalan los pelos, ellos todavía tienen capacidad de asombro. Pero, ¿cómo puede ser? Se dicen los unos a los otros. ¡Nadie puede equivocarse tanto! Exclaman para sus adentros mientras tuercen los ojos. ¡Caballero, le roncan los timbales!, airean en El Vedado. ¡Jo… tío, nos van a llevar con los cachos! Dice un joven político de la nueva casta indignada en Las Cibeles.

 

 

Todos saben dónde está la bolita. De allí el rostro grave, sombrío, mientras ellos se toman un café furtivo y friolento en Harlem. Lo murmuran en las colas, lo dicen los bachaqueros de la opinión, lo vaticinan las encuestas, lo susurran las peluqueras, lo callan los edecanes.

 

En la casilla del 6D.

 

Jean Maninat

@JeanManinat

Un toque de locura

Posted on: septiembre 18th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Valdría la pena ver de nuevo la película chilena de 2012, NO, dirigida por Pablo Larraín, acerca de la genial campaña en el plebiscito de 1988 durante y en contra de la dictadura del general Pinochet. Habría que difundirla masivamente, invitar a los familiares y amigos a verla en casa, regalarla -así sea en versión quemaditos, perdón, perdón- en bautizos, bodas, divorcios y toda ocasión que merezca una celebración. La película narra la explosión de alegría que sacudió Santiago, y las principales ciudades de Chile, cuando se llenaron de globos, arcoíris, mimos, teatro callejero, una detonación de entusiasmo y optimismo que contrastaba con la grisura opresiva impuesta por lo milicos.

 

 

Hubo quienes se opusieron por considerar que tanto aire festivo iba en contra de la seriedad de la lucha antidictadura; para los más ortodoxos era claudicar ante los medios de la sociedad de consumo y de alguna manera, una afrenta a la memoria de los caídos, los presos y exiliados políticos. El momento no estaba para bailar cuecas o rock, ni instalar sistemas de sonido y difundir música -que no fueran las tediosas canciones de protesta- en los mítines y concentraciones de la oposición. Había que ser serios, graves, como los jerarcas soviéticos en un desfile del Primero de Mayo.

 

 

No todo fue una hábil campaña publicitaria, se labró el mensaje del NO con trabajo político en la sociedad, entre los más humildes que eran los que más temían, entre las clases medias temerosas del regreso a las turbulencias políticas del pasado, cuando no del aborrecido comunismo. Lo más difícil, era convencer -incluso a muchos curtidos socialistas de base- que el régimen militar no tenía manera de saber cómo, en qué sentido, habría votado la gente. Muchos daban por contado que los milicos eran invencibles, de no ganar… arrebataban. ¿Tú crees que van a entregar así como así? ¡Ni que fueran…! No solo entregaron, se calaron -con la quijada tensa- la transición democrática.

 

 

En Venezuela el Gobierno ha logrado instalar cierto descreimiento, cierta desesperanza, cierta abulia aguerrida -todo un oxímoron- que peligra con contaminar y arrugar el mensaje opositor. Digámoslo francamente y con todo el aprecio y reconocimiento que se merece, el liderazgo opositor no transmite entusiasmo, no genera alegría, no electrifica el ánimo de la gente, es más Popule Meum que cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven. Probablemente los años de «bailoterapia» vividos han surtido el efecto de antídoto en contra del alborozo, del júbilo, sería comprensible. Pero arrastrando los pies, o agitando todo el tiempo un dedo enojado frente a las cámaras, en nada ayuda a crear la sensación de que es posible ganar, de generar entusiasmo por el cambio, de representar una fuerza de la esperanza.

 

 

Esto no va a cambiar, así ganemos nos lo van a quitar, pero bueno… habrá que ir a votar, se escucha como una carga subterránea de desanimo cada día más expandida entre muchos convencidos de ir a votar. La oposición ha tenido logros titánicos en contra de un contrincante que no ha vacilado en usar el poder del Estado a su favor, que no le tiembla la mano para atemorizar, para distraer la atención con los exabruptos más variados. Pero ha sido derrotado en el pasado estando en mejores condiciones. Hoy, las encuestas indican que tiene todas la de perder en las próximas elecciones. Por qué esas caras largas, serias, esas ruedas de prensa tan circunspectas -en el podium una mitad suele estar leyendo mensajes o tuitiando, y la otra tiene cara de querer estar en otro lado. Un jinglesito, una chispita de humor que anime, un poquito de innovación, una pizquita de entusiasmo, de alegría, para que la gente se contagie, recobre el ánimo y haga del 6D la gran fiesta democrática que debería ser.

 

 

@jeanmaninat

Un preso político

Posted on: septiembre 15th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Leopoldo López es un preso político venezolano, sometido a un juicio amañado y dispar

Antes de ser electo presidente en cuatro ocasiones consecutivas, Hugo Rafael Chávez Frías fue un teniente coronel que tentó la suerte de un cruento y fallido golpe de estado en contra del presidente venezolano constitucionalmente electo, Carlos Andrés Pérez. Una vez rendido y desarticulado el movimiento sedicioso, cumplió dos años de cárcel, al ser sobreseída su causa por el entonces presidente de Venezuela, Rafael Caldera. Mientras cumplía su arresto, el “sistema” le permitió un régimen carcelario blando y poroso donde entraban y salían buena parte de quienes lo acompañaron, luego, en su acceso al poder por la vía electoral. Venezuela ya nunca sería la misma.

 

 

El profuso y aguerrido movimiento de los indignados tomó por asalto plazas y rincones en las principales capitales del mundo desarrollado, acamparon durante semanas en una especie dehappening alternativo, hasta ser desalojados por la policía, sin balazos ni muertos. Uno de sus exponentes más mediáticos es hoy candidato a presidente del Gobierno de España. Una lección de convicción democrática —de nuevo— del aborrecido “sistema”.

 

 

El mensaje es claro para la sociedad venezolana: no estamos jugando

 
Alguien recuerda al iracundo Danny el rojo, dirigente alemán del ahora paleolítico Mayo Francés, dispuesto entonces a acabar a punta de adoquines y trincheras con el gobierno del general Charles de Gaulle —y de paso llevarse en los cachos al capitalismo internacional— reconvertido en líder de los institucionales verdes europeos. Y de Régis Debray, fabricante de la teoría del “foco” guerrillero y acompañante circunstancial del Che Guevara en su aventura boliviana. Asesor posterior del Príncipe Mitterrand y conspicuo filósofo de las tertulias televisivas europeas.

 

 

Leopoldo López es un preso político venezolano, sometido a un juicio amañado y dispar; condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de cárcel; víctima de un régimen que confiscó la división de poderes, y enfrenta su peor momento en la actualidad. El mensaje es claro para la sociedad venezolana: no estamos jugando. Su arbitraria condena se aúna a la casa por cárcel dictada al Alcalde Mayor de Caracas, Antonio Ledezma, sin juicio alguno; y a la defenestración de la diputada María Corina Machado. El movimiento que lideraron —La salida— no tuvo el consenso de toda la oposición democrática venezolana, y sus resultados están a la vista. Pero nunca llamaron a la violencia como mecanismo de cambio político en el país. Trataron de ejercer su derecho a manifestar en las calles, como sucede tantas veces en el resto del mundo. La represión desbordada del gobierno creó el drama del que hoy se acusa a López. Su libertad, y la de los otros presos y exiliados políticos es una tarea pendiente en la recuperación democrática de Venezuela.

 

 

@jeanmaninat

¿Por qué Capriles?

Posted on: julio 24th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Las elecciones parlamentarias tendrán lugar el 06 de diciembre a pesar de todos los que han deseado que no se lleven a cabo para sustentar sus tesis abstencionistas. En las actuales condiciones, el gobierno no tiene cómo permitirse una maniobra de dilación para comprar tiempo frente a la presión que están ejerciendo hasta sus aliados en el vecindario. Atrapado y sin salida.

 

 

Las diversas encuestas que se conocen públicamente indican que la oposición tendría grandes posibilidades de ganar con contundencia, o al menos de obtener una mayoría de curules en la Asamblea Nacional. De concretarse dicha tendencia en votos reales, se abrirá un período de extraordinaria complejidad, que requerirá de duras negociaciones (sí, la palabra es negociación, con un chavismo que no va a desaparecer por más que cerremos los ojos y contemos hasta diez) para intentar garantizar un tránsito templado hacia la redemocratización de la Asamblea Nacional y del país. Cualquier intento de buscar de nuevo La Salida, apenas se sepan los primeros resultados, sería una irresponsabilidad histórica limítrofe en la idiotez política.

 

 

Podemos estar seguros que el alto mando del PSUV hará todo lo que esté a su alcance -y es mucho lo que tienen a su alcance- para crear un clima de crispación y enfrentamiento. Los nacionalsocialistas alemanes incendiaron el edificio del Parlamento, el Reichstag, para luego poder culpar a los comunistas de pirómanos e iniciar una cruenta persecución de toda oposición y disidencia. Nuestros tragafuegos profesionales deberían poner a buen resguardo sus bidones de gasolina y sus estopas prendidas. O al menos marinarlas en agua fría.

 

 

Para acometer lo que viene tras las parlamentarias, la oposición democrática va a requerir actuar con mayor sindéresis que nunca, y la Unidad no debería ser concebida como un burladero para esconderse mientras pasan los toros y luego volver a las andadas a nombre de la independencia de acción. La MUD ha venido haciendo un gran esfuerzo para cohesionar una propuesta conjunta de candidatos parlamentarios y lo ha hecho bien a pesar de las dificultades internas y externas. Siempre quedarán vanidades heridas, y aquellos que no contaron con apoyo suficiente en las primarias a pesar de sus excelentes credenciales… son secuelas «estatutarias» propias de estos procesos. Con un poco de Hirudoid democrático esos hematomas ceden.

 

 

Lo que no cederá es el empeño de la alta jerarquía roja para aferrarse al poder a como dé lugar. Y han dado prueba de que son capaces de posponer diferencias para apuntalar a su actual vocero mayor, el presidente Maduro, a pesar de sus pesares. Todos los procesos de lucha democrática frente a gobiernos autoritarios o dictatoriales han tenido una figura en el trasfondo, o en el frente, que le dio voz: Václav Havel en la Checoslovaquia comunista; Patricio Aylwin frente a la dictadura chilena; Violeta Chamorro bajo el régimen Sandinista, por nombrar tan solo tres figuras históricas.

 

 

La oposición democrática venezolana debe encontrar esa voz entre sus máximos dirigentes actuales para enfrentar y tramitar unida y con éxito el pos 06D. Ojo, no estamos hablando de candidaturas presidenciales, estamos hablando de alguien que logre concitar un acuerdo, y expresarlo con autoridad, acerca de la manera como se va a conducir la política opositora en la nueva situación que se viene encima como una locomotora.

 

En las actuales circunstancias sólo Henrique Capriles tiene la posibilidad de hacerlo: cuenta con un estimable apoyo popular -puntea junto a Leopoldo López en las encuestas, seguido de lejos por Henri Falcón-, está activo en la calle, es el único gobernador que tiene un liderazgo nacional y un partido importante que lo apoya y tiene en su haber el triunfo electoral más resonante que ha tenido la oposición. Sería una decisión de realpolitik, sin ningún lazo vinculante con el futuro electoral, un pacto para la transición democrática.

 

 

@jeanmaninat