La caricatura y el poder

Posted on: septiembre 23rd, 2014 by Super Confirmado No Comments

Lo digo directamente: es herencia de Hugo Chávez o resultado intrínseco de su mala gestión el desastre que se vive en el sector salud. No lo digo yo, solamente lo dice mucha gente y se escribe en diversos periódicos. Incluso algunos medios audiovisuales, solo algunos, hasta muestran imágenes de la tragedia nacional que se vive en hospitales públicos y también clínicas privadas. Escribo esto y con seguridad no causa escozor, no revuelve conciencias. La vida sigue. Muy diferente es cuando una caricatura, como la de Rayma, sintetiza en una imagen cómo el sector salud está en coma y eso lleve la firma del comandante Chávez.

 

La caricatura ha sido censurada históricamente. En Venezuela precisamente a los caricaturistas se les persiguió y encarceló con saña en el siglo XX. En este siglo se les censura, se les calla. O deberíamos decir se les intenta acallar. La constitución de redes sociales, teniendo como plataforma Internet, permiten que finalmente el mensaje se difunda. Pero en el fondo la lógica sigue siendo la misma, el poder puede tolerar la crítica escrita, pero no cuando la crítica se representa en una caricatura, cuando se caricaturiza al poder.

 

Una de las primeras señales que dio Hugo Chávez de que no iba a tolerar la crítica fue por allá por el año 2000. En una cadena nacional increpó al maestro Zapata: “¿Cuánto te pagaron, Zapata?”, le preguntó Chávez. El hombre de poder no concebía que la opinión del caricaturista fuese propia, sino que había sido comprada.

 

Zapata, Rayma o Edo así como tantos caricaturistas venezolanos no solo no tienen precio, y lo vienen demostrando con creces, sino que en verdad se conectan con la tradición venezolana en su campo. La caricatura es una suerte de contrapoder y no porque el caricaturista posea riquezas o domine al Estado; tiene el poder –enorme, por cierto– de caricaturizar, de ridiculizar, a aquellos que sí ejercen el poder. El hombre de poder se asume en un estrado diferente, ajeno o a salvo de la crítica pública. Y la caricatura no solo lo hace terrenal, sino que lo cuestiona de tú a tú. Por eso, desde mi punto de vista, a los caricaturistas siempre se les condena o se les censura, especialmente en los régimenes que se pretenden absolutos, eternos.

 

La salida de Rayma del diario El Universal, previa censura sobre su trabajo, evidencia al menos dos cosas. Este periódico, quien sea que lo haya comprado, fue comprado para no molestar al poder. Por esa razón, en primera instancia se enfilaron las acciones para vaciar las páginas de opinión de aquellos puntos de vista incómodos. La caricaturista, sin duda, simbolizaba esta opinión que incomodaba al poder, en la medida en que podía ridiculizarlo. Sale Rayma y quien sea que ocupe su lugar en las páginas de El Universal entrará sabiendo que no puede molestar al poder.

 

La segunda cosa que evidencia este despido de Rayma es que reina la autocensura. Como suele suceder, censurar un contenido potencia el mensaje que se iba a dar. Pasa a ser emblema de protestas, como se ve en algunos lugares; da la vuelta al mundo como le está dando. La caricatura ya deja de ser una más para pasar a ser un símbolo contra el autoritarismo.

 

Andrés Cañizales

@infocracia

La hoguera de las vanidades

Posted on: agosto 5th, 2014 by Super Confirmado No Comments

En sus palabras de despedida como secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Ramón Guillermo Aveledo puso sobre el tapete la imagen de la hoguera de las vanidades, la cual no sólo es hecho histórico, sino también título de una obra literaria que tuvo una versión fílmica. Retomo sus palabras: La Unidad es un ser viviente.

 

Con las posibilidades y las limitaciones, con los logros y los fracasos, con las virtudes y los vicios de la vida. La Unidad es una obra. No se hizo sola. No apareció de golpe. En su construcción hay lucha, trabajo, ideas, voluntad de entenderse cediendo posiciones y encontrando propósitos comunes por los cuales hacer juntos. Hay orgullo por lo logrado, pero hizo falta mucha humildad para poder lograrlo. Es, en cuanto obra, perfectible. La Unidad es un valor. No nos resta, nos agrega y como tal, vale. Obra y valor, la Unidad es también una promesa y, por eso, un compromiso. Esta gran coalición unitaria, tiene como propósito la Unidad Nacional.

 

Rescatar el sentido de lo común mediante la superación de la división, de la exclusión y de la discriminación. Es la Unidad para alcanzar una Unidad más amplia, más profunda y de más proyección que es la de un país diverso donde hay conflictos, pero que es capaz de convivir en paz en su pluralidad, y de resolver con respeto y civilidad sus diferencias, y de trazarse objetivos nacionales comunes y trabajar por solucionar los problemas que a todos nos afectan. Así que cuando la Unidad promete lo que promete, y proclama que Venezuela somos todos, se compromete a mucho y no puede quedarse corta.

 

No puede enredarse en conflictos que son microscópicos ante la magnitud de la tarea. No puede consumirse en una «Hoguera de las vanidades”. Hasta aquí cito a Aveledo. Tom Wolfe, hace casi tres décadas puso por título «La hoguera de las vanidades” al libro que develaba las perversiones del poder financiero, junto con la extendida corrupción humana que exhibían sus protagonistas. La expresión proviene de la Florencia del siglo XV y se asocia al monje dominico de nombre Girolano Savonarola, quien en la medida de que fue ganando adeptos con sus sermones éstos se hicieron literalmente incendiarios.

 

La vida de este monje la terminó la propia cruzada que iniciara. Fue víctima de su propio fanatismo. En uno y otro uso de la frase lo que resalta es la capacidad del ser humano para autodestruirse, para sencillamente acabar con lo que está edificado. El llamado de alerta de Aveledo, usando esta metáfora, tiene pertinencia en la Venezuela demócrata de hoy. Diversos líderes, ahogados en su propia vanidad, apuestan a un cambio pero asumen como verdad única «su” propuesta de cambio, con lo cual el escenario político opositor se asemeja más a una guerra de egos, que a la búsqueda unitaria de un cambio en beneficio de todos, incluyendo los que hoy apoyan a este régimen.

 

La incapacidad que tiene el liderazgo opositor para generar no sólo una alianza política genuina, sino el autismo que marca a muchos líderes, para poder conectarse con lo que propone el otro, y de esa forma consensuar una hoja de ruta común, nos remite lamentablemente a esa hoguera de vanidades, ya no metáfora sino cruda realidad. Con otras palabras, el jesuita Luis Ugalde fue más directo al decir que si los actores de oposición no logran ponerse de acuerdo y llevar adelante un plan común, en este hora tan desdichada que vive el país (agrego yo), entonces no merecen gobernarnos. Se consumirán en su hoguera de las vanidades.

 

Andrés Cañizáles

@infocracia

 

Compra de medios: Tiempos de opacidad

Posted on: julio 8th, 2014 by Lina Romero No Comments

La falta de transparencia en los medios venezolanos, sobre su propia gestión, era un asunto que Medianálisis ha venido trabajando desde 2011, es decir antes de que se produjeran estas transacciones simbólicas (Globovisión, Cadena Capriles, El Universal) que han puesto el asunto –sin duda– en el tapete para que sean asunto de preocupación ciudadana y de movilización periodística. La asociación civil Medianálisis, enfocada en el análisis de los medios, junto a acciones de capacitación para periodistas, definió en su momento cuatro dimensiones para abordar la construcción de un ranking de medios socialmente responsables: transparencia, participación ciudadana, compromiso social y calidad periodística.

 

La ejecución de buenas prácticas en cada uno de estos ítems arroja una sumatoria que, desde la perspectiva de Medianálisis, permite ver que tan responsables son o no los medios de comunicación venezolanos. Formo parte de la directiva de esta asociación y precisamente acompañé este proceso investigativo, sin tener la responsabilidad directa, en la medida en que entiendo que si los medios exigen a los poderes político y económico una suerte de rendición de cuentas, los medios también deberían hacer lo propio sobre su composición accionaria, pautas editoriales, etcétera. La responsabilidad social de los medios de comunicación incluye que sean transparentes. Bajo ese enfoque viene trabajando Medianálisis. Invito a que se revise su web http://www.medianalisis.org o su cuenta en Twitter @medianalisis

 

Durante el año 2012 la asociación civil Medianálisis aplicó encuestas a una muestra de: 43 periodistas, 15 directivos de medios impresos, 16 directivos de radio y televisión, 10 universidades, 5 asociaciones de medios, Organizaciones no gubernamentales y 23 medios comunitarios de Venezuela. Los instrumentos se inspiraron en las categorías desarrolladas por la Unesco de los indicadores de desarrollo mediático.

 

En ese momento se incluyeron preguntas sobre transparencia y participación ciudadana. Me detengo en las respuestas dadas por los periodistas encuestados. En la gran mayoría de medios de comunicación venezolanos se han establecido mecanismos para la participación del público destinatario: 90,7% de los casos. Estos corresponden a esquemas tradicionales como: cartas al editor, la voz del lector, llamadas, correos, secciones con buzón; y no tradicionales, resultado de la aplicación de las nuevas tecnologías, como redes sociales y twitcam. Asimismo, se observa un especial interés en organizar y hacer más funcionales estos espacios de participación, como es el caso de los foros y charlas abiertos a la comunidad; los consejos de lectores y la defensoría del lector, entre otros.

 

No ocurre lo mismo con los mecanismos de auditoría sobre los propios medios, prácticas cada vez más establecidas a escala internacional para garantizar la transparencia mediática, así como mecanismos de rendición de cuentas sobre la actividad editorial: en 44,2% de los medios donde laboran los periodistas interrogados no se han establecido ninguno de estos tipos de mecanismos. 25% aseguró que sí existen tales prácticas, pero 27,9% no tenía conocimiento del tema. Es decir, una cuarta parte no tenía idea de que la transparencia mediática fue un tópico específico. Este dato resulta sumamente relevante y ratifica la importancia del plan de trabajo que ha desarrollado la asociación civil Medianálisis con el fin de visibilizar la transparencia editorial como una parte sustantiva de la responsabilidad social de los medios en Venezuela.

 

Andrés Cañízales

De los medios a las redes

Posted on: marzo 20th, 2014 by Laura Espinoza No Comments

El proceso que venía incubándose largamente mostró de forma cruda sus consecuencias en esta crisis, a partir de las protestas de los sectores medios urbanos en el país. La televisión, y aquí vale hablar de este medio en su conjunto, dejó de contarle a la sociedad lo que ocurre en Venezuela. En la radio el proceso es más diverso, con excepciones notables de emisoras o circuitos que se mantienen en la arena informativa, mientras que la prensa escrita por un lado recibe está crisis dentro de su propia agonía por la falta de papel para imprimir, al tiempo que este momento de conflictividad revaloriza los esfuerzos digitales que venían haciendo –de forma desigual- los medios tradicionales de Venezuela. En un período corto de tiempo quedó en claro la mutación: cada vez menos –para el sector medio que es el principal consumidor de información- los medios son la fuente y con mayor fuerza se apela a las redes sociales como referencia para explicar o contar lo que está pasando en el país. Eso, obviamente, trae algunos problemas.

 

La red social informativa por excelencia, Twitter, sobrepasa largamente los 3 millones de usuarios en Venezuela. Eso hace que su penetración social no sea masiva, partiendo que somos unos 30 millones de venezolanos. La televisión está en el 99 por ciento de hogares y la radio en el 100 por ciento, la lectoría de periódicos en Venezuela ha sido tradicionalmente baja. La prensa es leída y tiene un peso en aquellos que se denominan formadores de opinión, y luego al ser replicada por los medios radioeléctricos bajo el formato de los programas matutinos que fundamentalmente hacen su agenda a partir de lo que trae la prensa escrita.

 

Volvamos al Twitter. Esta red social es usada fundamentalmente por gente joven. 3 de cada 4 usuarios venezolanos está por debajo de los 35 años. Eso la convierte en una suerte de burbuja etaria y social, ya que sus usuarios son principalmente jóvenes, universitarios, de sectores medios, urbanos. En el seno de las redes sociales pareciera que el gobierno de Nicolás Maduro vive sus últimos días, y si bien en este momento muchos usuarios de éstas han desnudado la represión gracias a sus fotografías y videos, y eso es sumamente importante, se trata de un relato incompleto. Y eso no lo podemos olvidar. El relato de lo que está ocurriendo, según las redes sociales, efectivamente ocurre pero no es todo lo que ocurre en el país. Olvidarse de ese detalle puede llevar a extrapolar y exagerar el impacto, significación y alcance de la protesta en el país.

 

El carácter de burbuja que tienen las redes sociales, encapsuladas muy claramente en un sector social, unido al control político sobre la televisión, la falta de penetración de la televisión por cable y la tradicional ausencia de lectoría de prensa especialmente en los sectores populares, hace que para una parte importante del país (algo así como el 50 por ciento) no tenga una versión distinta a la que ofrece de forma reiterada Nicolás Maduro. Por si fuera poco, Maduro multiplicó sus apariciones en cadena nacional de radio y televisión. Durante el año 2013, en promedio, Maduro habló una media hora diaria en cadena, mientras que entre el 12 y 26 de febrero estuvo una hora y 54 minutos, diarios –en promedio-. Efectivamente la gente se cansa de tanta habladera, pero la alta aparición, sin posibilidades de cambiar de canal en los sectores más pobres, junto a la repetición de palabras claves para interpretar lo que está pasando nos colocan ante un sector social importante (por sus dimensiones) que sólo tiene una verdad parcial y que tiene serias dificultades de contrastar lo que dice la voz oficial.

 

Ante todo esto, comunicacional e informativamente, tenemos otra dificultad propia de las nuevas plataformas: La multiplicidad de relatos sobre un mismo hecho. Los medios tradicionales tienen la virtud (cuando cumplen cabalmente con el deber ser periodístico) de organizarle a su audiencia los sucesos, juntar varios relatos para hacer una historia periodística, jerarquizar, etc. La multiplicación de voces que ha generado esta crisis en Venezuela, de miles de personas informando, enviando fotografías, compartiendo puntos de vista, con una ausencia notable del jerarquizador tradicional (la televisión) hacen que sea muy difícil saber a ciencia cierta qué está pasando hoy en Venezuela, salvo que usted siga siendo lector fiel de la prensa escrita. Tenemos fragmentos, pero estamos lejos de tener una historia. Eso explica, en este contexto, como se ha multiplicado la búsqueda de información de ciudadanos venezolanos, residentes en su país, de las noticias que tienen sobre Venezuela los medios internacionales.

 

@Infocracia

Consalvi en clave de enigma

Posted on: octubre 1st, 2013 by Super Confirmado No Comments

Aproveché unos días de vacaciones, con una pausa en las labores habituales durante el mes de agosto, y, entre otras lecturas, literalmente me devoré en poco tiempo el libro El enigma SAC de María Teresa Romero, que fue editado este año por editorial Alfa. El acrónimo al que apela María Teresa fue la forma en la que muchas personas conocimos a Simón Alberto Consalvi, fallecido en marzo de este año tras una fructífera vida que tuvo diversas facetas como periodista, intelectual, diplomático y político.

 

El principal logro de esta muy documentada y acuciosa biografía tal vez resida en eso, en presentar las múltiples caras de este hombre, uno de los intelectuales públicos más importantes del siglo XX venezolano, con influencia, sin duda, también en este primer tramo del siglo XXI, como lo demostró con sus capacidades para analizar, escribir y gerenciar proyectos culturales y editoriales, que puso en práctica literalmente hasta el momento de su muerte.

 

María Teresa logra describir desde el inicio la imagen enigmática que para muchos representó SAC. Sin duda, se trató de una persona avocada a la defensa de la democracia y a la promoción cultural, lo que le llevó a ocupar muy altos cargos oficiales, diplomáticos y periodísticos, con lo cual tuvo una faceta pública notable. Pero al mismo tiempo guardó con cierto celo su vida personal, de la cual tenemos detalles hasta ahora desconocidos justamente gracias a esta biografía.

 

Ya el periodista Ramón Hernández en la larga conversación que tuvo con Consalvi, titulada Contra el olvido (igualmente editada por Alfa en 2011), retrató el pensamiento y la visión del país que había cimentado SAC en sus largas décadas de protagonista de primera fila de la vida nacional. Aquel recuento en el cual se funden la participación de Consalvi en importantes acontecimientos del siglo pasado con su lectura macerada por el paso de los años al momento de conversar con Hernández, encuentra en esta nueva publicación de Romero el necesario complemento para conocer a fondo al personaje.

 

En estas páginas de reciente edición no sólo logramos conocer la historia personal, humana, detrás de la figura pública, sino, y lo considero lo más importante, lo que fue la notable frustración de Consalvi con la erosión progresiva que vivió el modelo democrático, de conciliación de élites, que arrancó en 1958.

 

Si bien SAC fue reservado en relación con su vida privada, al tiempo que ejerció durante casi toda su vida adulta diferentes funciones que lo mantuvieron en la escena pública nacional e internacional, fue guardando de forma minuciosa en su archivo personal una cantidad de anécdotas, apuntes, comentarios que vertieron sobre él, notas sobre sucesos familiares, etcétera, que fueron precisamente la base en la que se apoyó María Teresa para reconstruir la imagen de este hombre que, generoso como pocos en las posiciones de poder que ocupó, al mismo tiempo no hizo alarde sobre las oportunidades que a muchos nos brindó en los proyectos y cargos que tuvo a su cargo.

 

Envuelto en el humo del inseparable tabaco o escudado en la formulación de preguntas con lo cual ejercía de paciente escucha, Consalvi hablaba poco de sí mismo, al menos esa fue mi propia vivencia desde que comencé a tratarle en persona, en un momento en el cual –además– me brindó un respaldo en relación con mi papel como articulista de prensa. Se trataba de un papel que ya él –por cierto– había ejercido desde muy joven y que mantuvo siempre, incluso con seudónimos cuando sus posiciones políticas o diplomáticas más bien le recomendaban silencio y mesura.

 

Hace poco leí un comentario de Edgardo Mondolfi sobre esta biografía de SAC. Me sorprendió su confesión de que pese a la larga amistad que mantuvo con Consalvi, en realidad leyendo el texto de Romero fue que pudo conocer ciertos detalles de la vida de Simón Alberto. Esto no sólo habla bien del libro de María Teresa, sino que precisamente termina de retratar al biografiado, a este SAC, en clave de enigma.

 

Por Andrés Cañizales

Cien cadenas no es nada

Posted on: septiembre 3rd, 2013 by Super Confirmado No Comments

Nicolás Maduro avanza a toda máquina para emular, en el rol de heredero, el papel mediático que tuvo e impuso en Venezuela el difunto Hugo Chávez. Desde el 5 de marzo hasta el 15 de agosto, Maduro salió 90 horas en 100 transmisiones de cadena nacional de radio y televisión. A la vez, desde el 3 de junio hasta el 24 de agosto, estuvo en la pantalla del principal canal gubernamental, Venezolana de Televisión, un total de 134 horas en 85 transmisiones; eso quiere decir 97 minutos cada día.

 

De acuerdo con los datos publicados por el Cadenómetro (un proyecto de la iniciativa Monitoreo Ciudadano), el uso de Maduro de la cadena nacional y VTV para promover su posición política ha sido constante desde que asumió el poder como presidente, tras la discutidas elecciones del 14 de abril. Las estadísticas detalladas pueden revisarse en http://www.monitoreociudadano.org e igualmente recomiendo seguir la cuenta en Twitter @cadenometro para estar al tanto de este abuso y unirse a las campañas para denunciar este atropello, que contribuye a limitar la circulación de libre información en el país.

 

Pese a esta alta presencia mediática diaria, la propaganda oficial insiste en decirnos a los venezolanos que estamos ante un gobierno de calle. Sería un gobierno de calle si efectivamente ocurriera un diálogo directo entre gobernante y gobernados. Eso tal vez existió en los primeros años de Chávez. Desde entonces, y con mayor fuerza hoy, todos estos actos públicos terminan siendo una coartada perfecta para dedicarle tiempo de televisión a quien ejerce el poder.

 

El pueblo termina siendo una suerte de decorado, sin posibilidades reales de interacción o participación. Aquellos que son mostrados en la pantalla junto al gobernante resultan cuidadosamente escogidos, se revisa lo que dirán en pantalla, por esa razón muchas de estas transmisiones parecen un calco de otras. En aquellos casos en los que Maduro sale de su zona de confort, es decir los edificios gubernamentales, se monta con antelación una suerte de set televisivo. Como sostuvimos en los años del presidente Chávez, la principal obsesión oficial no es llevar adelante una política pública que satisfaga necesidades, sino mostrarse públicamente en tal acción. Toda una distorsión, sin duda alguna, signada por la lógica televisiva que marca a quienes ejercen el poder en Venezuela.

 

El gobierno de calle no es tal, lo que ocurre es una puesta en escena televisiva. Como hemos indicado, las cifras del @cadenometro arrojan luces sobre la dinámica gubernamental. Desde el 5 de marzo, cuando se hizo público el fallecimiento del presidente Chávez, Maduro no sólo asumió el poder político, sino que claramente entendió el papel de su aparición pública como herramienta para hacerse de una legitimidad que luego tuvo reñida en las urnas. Junto a esto, le dio una vuelta de tuerca a la hegemonía comunicacional para lograr invisibilizar al líder de la alternativa democrática, Henrique Capriles Radonski. Hoy más que nunca, debe entenderse en Venezuela que la acción política tiene un peso importante en la comunicación televisiva, pero no sólo con TV se adquiere legitimidad.

 

En promedio, además de la hora y media que VTV le dedica a promover su imagen, Maduro tiene una media hora diaria de cadena nacional de radio y televisión. Es sabido el efecto pernicioso que tiene este mecanismo. Silencia al resto del país, en radio y televisión, para que una sola voz pueda dominar el espacio público. Las cadenas en esta época son más cortas, Maduro no tiene el fuelle discursivo de Chávez, y eso lo han entendido él y sus asesores. Tenemos cadenas más cortas pero con una frecuencia mayor.

 

El gobierno de “calle” no se detiene, obviamente, en las cadenas. Se abusa en el uso partidista de los medios de comunicación del Estado. Ese Maduro que se presenta como adalid anticorrupción, en verdad usa la pantalla pública para atacar y descalificar a adversarios políticos y promueve al Partido Socialista Unido de Venezuela. Este uso partidista de recursos públicos, por cierto, es sinónimo de corrupción.

 

Por Andrés Cañizales

¿Gobierno de calle?

Posted on: agosto 20th, 2013 by Super Confirmado No Comments

En los primeros meses de su gestión no existen evidencias notables de que efectivamente Nicolás Maduro haya sido eficiente, y menos aún hay muestras de que la gente así lo considere. Recientes estudios de opinión, de firmas con credibilidad, muestran en realidad a un gobierno que en corto tiempo, en eso que suele considerarse la luna de miel, ya está haciendo aguas en materia de percepción pública. Maduro, al contrario de Hugo Chávez que podía sustituir la gestión con su carisma, se empeña en mostrarse como un hombre de gestión. La dinámica económica, por todos padecida, es la muestra más notoria de su mala gestión al frente del gobierno de Venezuela. Pero esa es harina de otro costal.

 

Fijemos la atención en otra idea. Esa de que estamos ante un gobierno de calle. Sería un gobierno de calle si efectivamente ocurriera un diálogo directo entre gobernante y gobernados. Eso tal vez tuvo lugar en los primeros años de Chávez. Desde entonces, y con mayor fuerza hoy, todos estos actos públicos terminan siendo una coartada perfecta para dedicarle tiempo de televisión a quien ejerce el poder. El pueblo termina siendo una suerte de decorado, sin posibilidades reales de interacción o participación.

 

Aquellos que son mostrados en la pantalla junto al gobernante resultan cuidadosamente escogidos, se revisa lo que dirán en pantalla, por esa razón muchas de estas transmisiones parecen un calco de otras. En aquellos casos en los que Maduro sale de su zona de confort, es decir los edificios gubernamentales, se monta con antelación una suerte de set televisivo. Como sostuvimos en los años del presidente Chávez, la principal obsesión oficial no es llevar adelante una política pública que satisfaga necesidades, sino mostrarse públicamente en tal acción. Toda una distorsión, sin duda alguna, signada por la lógica televisiva que marca a quienes ejercen el poder en Venezuela.

 

El gobierno de calle no es tal, lo que ocurre es una puesta en escena televisiva. Las cifras del @cadenometro (recomiendo seguir esta cuenta en Twitter), un proyecto de Monitoreo Ciudadano, arrojan luces sobre la dinámica gubernamental.

 

Desde el 5 de marzo, cuando se hizo público el fallecimiento del presidente Chávez, Maduro ha estado en cadena nacional durante 86 horas, eso significa que cada día durante 32 minutos se interrumpe la programación habitual de toda la radio y la televisión de Venezuela para que una sola voz hable, el resto de la nación debe escuchar y ver forzosamente.

 

Maduro no tiene el fuelle discursivo de Chávez, y eso lo han entendido él y sus asesores, y por tal razón ha optado por una política de cadenas nacionales de radio y televisión de corta duración pero con una alta frecuencia. Estas cifras pueden verse en el sitio web http://www.monitoreociudadano.org El gobierno de set de TV no se detiene, obviamente, en las cadenas nacionales de radio y televisión.

 

Se abusa en el uso partidista de los medios de comunicación administrados por el Estado. Ese Maduro que quiere presentarse como eficiente, en verdad usa la pantalla pública para atacar y descalificar a adversarios políticos, llegando incluso al extremo de que los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela, para las elecciones municipales del venidero 8 de diciembre, fueron anunciados por Maduro (¿jefe de Estado o líder partidista?) a través de la señal de Venezolana de Televisión.

 

Este video, por cierto, puede verse en el canal de Monitoreo Ciudadano en la red Youtube: https://www.youtube.com/user/yomonitoreo Además de sus 32 minutos diarios en cadena, Maduro aparece cada día 101 minutos en la señal de Venezolana de Televisión, con alocuciones e intervenciones de diverso tipo e importancia, entre el 3 de junio y el 9 de agosto de 2013. De su jornada al frente del gobierno, Nicolás Maduro dedica 2 horas y 13 minutos diariamente a estar frente a las cámaras de televisión. Lejos está de ser un gobernante de calle, a menos que Maduro confunda calle con set de televisión.

 

Por Andrés Cañizáles

La flor después de la flor

Posted on: julio 2nd, 2013 by Super Confirmado No Comments

Hace un año justamente, a propósito de la muerte de la entrañable María Teresa Castillo, pusimos de relieve el papel de la gestión cultural en Venezuela. Antes de la muerte de María Teresa, el régimen de Hugo Chávez dispuso que el edificio que venía ocupando durante décadas el Ateneo de Caracas pasara a manos del Estado. Desalojado de sede, pero no de sus ideas e iniciativas, con Carmen Ramia al frente la entidad vivió la necesidad de reinventarse. Cuando se observa hoy la plural actividad que cotidianamente tiene lugar en la casona que alberga al Ateneo, y se contrasta con la escasa programación cultural que tiene lugar en lo que era la antigua sede (hoy bajo la égida de la Universidad Experimental de las Artes) queda en evidencia que se puede tomar por la fuerza una instalación cultural, ponerla al servicio de un gobierno, pero jamás ningún poder político o militar ha logrado suplantar a la energía creadora que emana de la creación cultural.

 

En lo personal, aquel desalojo forzado que vivió el Ateneo de Caracas hace ya cuatro años, fue un asunto particularmente doloroso. Siendo barquisimetano, me trasladé a Caracas en los años 80 para cursar estudios de Comunicación Social en la UCAB. Sin muchos recursos, haciendo de beca-trabajo en la propia universidad para poder mantenerme, debo decir que el Ateneo de Caracas fue desde muchos puntos de vista un oasis cultural y punto focal en mi forma de ver y entender el mundo. Allí no sólo cultivé mi pasión por el cine, sino que en el Ateneo me adentré en diversas discusiones y seminarios, en exposiciones fotográficas y de arte contemporáneo, en su librería que codee con autores de diversa índole. En mi balance personal de aquellos años, el Ateneo de Caracas cumplió una función capital en mi formación cultural y como ciudadano.

 

María Teresa Castillo fungía como una anfitriona que sin distinción te hacía sentir en casa. Sí, esa fue la sensación que me acompañó tantas veces cuando mis visitas eran incesantes tanto para hojear un libro, oír una charla, ver una película, asistir a una obra de teatro o sencillamente tomarme un café. Sin ser de una familia que directamente tuviese una tradición cultural, aquellos años cimentaron en mí no sólo conocimientos sino sensibilidades, que luego me han permitido tener una visión plural del mundo.

 

Teniendo todos estos elementos en mi mente y corazón, sentí como un zarpazo la decisión oficial de desalojar al Ateneo de Caracas de ese emblemático edificio de la Plaza Morelos. Sí, se trataba de una propiedad estatal, pero que mejor uso tuvo esas instalaciones que el sello que le dio María Teresa (y luego Carmen Ramia) de ser un centro cultural diverso en su programación y plural en su concepción. Se dice fácil y rápido, pero cuando se observa lo que tiene lugar cuatro años después en ese mismo edificio, otrora ocupado por el Ateneo de Caracas, no queda sino expresar el respeto y la admiración por la gestión cultural democrática que se llevó adelante.

 

La reinvención del Ateneo de Caracas en un espacio diferente al que conocí como estudiante, obviamente más reducido, pero igualmente vibrante en materia de programación y actividades, terminó de convencerme que el poder de expropiación se puede quedar con una edificación pero nunca con el alma de una institución.

 

Traigo a colación todo este caso del Ateneo de Caracas a propósito de un nuevo zarpazo oficial contra una institución cultural. En el caso de la Flor de Venezuela se ha utilizado al creador de la instalación, Fruto Vivas, para justificar este arrebato pero no me cabe la menor duda de que en breve tiempo quedará demostrada la mentira y que más temprano que tarde se restituirá la administración regional de este espacio. Mientras tanto propongo que se reinvente la flor, no pensando en la instalación que ahora administra Andrés Izarra, sino en una gestión cultural que reivindique ese nombre y que sin importar la sede demuestre su capacidad de ofrecer una programación culturalmente diversa bajo una concepción política y artística plural.

 

Por Andrés Cañizales

Mayorías más allá de lo electoral

Posted on: junio 11th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Nuevamente tenemos en el panorama la realización de unas elecciones en Venezuela. El venidero 8 de diciembre se celebrarán los comicios para elegir alcaldes y concejales en nuestro país. Pese a que se trata de cargos públicos locales, estas elecciones se presentan desde ya como el campo de una lucha agónica por evidenciar de cuál lado político está la mayoría.

 

El asunto ha estado en el tapete al menos en los últimos meses. Apenas concluyeron las elecciones presidenciales del 7 de octubre de 2012, en las cuales se impuso nuevamente el entonces presidente Hugo Chávez, comenzó a generarse en el seno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) una serie de reflexiones, intercambio de opiniones e inquietudes que desembocaron, finalmente, en un seminario de dos días que se tituló “La política venezolana y la construcción de mayorías más allá de lo electoral”. Esta actividad la coordinó Marcelino Bisbal y logró reunir a dos docenas de destacados analistas, académicos y expertos en política, comunicación y política socio-económica.

 

Las elecciones de ese octubre, que si bien tuvieron factores distorsionantes en el uso de los recursos del Estado en favor de una parcialidad política, dejaron en claro el liderazgo del presidente Chávez. La lectura de aquellos resultados, junto con el llamado del organizador del seminario, de ver la política más allá de lo electoral, conformaron un retador escenario para que los expositores presentaran, desde distintos ángulos una agenda política, comunicacional, social y económica para consolidar no una oposición, sino una genuina alternativa democrática ante un régimen cuya pretensión es extenderse en el tiempo. Sí, con elecciones, pero como coartada para esconder una naturaleza autoritaria o neoautoritaria –según Tulio Hernández–. Ante tal contexto la respuesta ciudadana y democrática no podía ser ni apostar por un golpe de Estado o salida de fuerza, ni cruzarse de brazos. Se trataba justamente de consolidar una mayoría políticamente activa que desde las urnas y otros espacios de la vida pública contrapusiera un proyecto democrático ante un régimen que lo es cada vez menos.

 

Aquel seminario, al que tuvimos oportunidad de asistir, tuvo cuatro espacios de discusión claramente diferenciados: 1) ¿El liderazgo religioso de Hugo Chávez? 2) El país desde lo electoral. 3) Política electoral versus política social. 4) El proyecto país en la encrucijada. Producto de aquellos dos días intensos de debates y reflexiones se produjo el libro La política y sus tramas. Miradas desde la Venezuela del presente, que ha sido editado recientemente por la UCAB y la Fundación Konrad Adenauer. Se hizo una presentación del libro en el campus de Montalbán (Caracas) y mañana tendrá lugar otra, en el marco de un foro en la sede del diario El Impulso, en Barquisimeto.

 

El foro titulado “La política y sus tramas en la Venezuela actual” reunirá como expositores a Marcelino Bisbal, quien fue el coordinador del seminario y del libro. Bisbal es el director del Postgrado en Comunicación Social de la UCAB y un analista avezado en la relación entre poder político y medios en Venezuela. Igualmente estarán otros dos autores, se trata de Marino González, quien tiene un doctorado y es experto en políticas públicas, en la actualidad coordina la secretaría técnica de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). También estará en el foro Tomás Straka, doctor en historia y coordinador de la maestría en Historia de Venezuela de la Universidad Católica Andrés Bello.

 

Este foro, abierto al público, se inscribe en la serie de foros organizados bajo el título de Quo Vadis, que en latín significa ¿A dónde vas?, es una expresión utilizada para preguntarse el rumbo que se está siguiendo. Nada más apropiado en la actual coyuntura política, social y económica de nuestro país que preguntarse: Quo Vadis, Venezuela? ¿Adónde va Venezuela? Sin duda, el país está signado por preguntas cuyas respuestas debemos construir entre todos.

 

Por Andrés Cañizalez

Espejo Argentino

Posted on: abril 2nd, 2013 by Laura Espinoza No Comments

“Alcanzó la presidencia por elecciones libres y por una abrumadora mayoría –entre 60 y 70 por ciento- de los votantes. Había Parlamento, partidos políticos, etc. Jamás cometió fraude en las elecciones. Pero la dinámica de su gobierno llevaba a una asfixia de la vida democrática, a un deterioro de las instituciones. Hasta llegar a un punto tal, que era evidente que usufructuaba el sistema democrático para fines no democráticos o antidemocráticos”. Esto lo escribía Jacobo Timerman en 1955, en un contexto en el cual él, como buena parte de la intelectualidad y la clase media-alta argentina, justificó un golpe de Estado que se bautizó como “Revolución Libertadora” y puso fin a la experiencia del gobierno de Juan Domingo Perón.

 

Timerman, vale acotar, es uno de los personajes más difíciles de encasillar en la historia contemporánea de Argentina. Fallecido en 1999, su nombre saltó nuevamente en las marquesinas culturales gracias a que la periodista Graciela Mochkofsky publicara el libro “Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder”, hace pocos años. El título se ajusta al retrato de este columnista, devenido en editor y propietario de medios gracias precisamente a una compleja relación con el poder.

 

Perón, como es sabido, significó una radical transformación de la política argentina. Con su figura, y especialmente la de Evita, se visibilizó a un sector mayoritario y excluido: cobraron vida simbólica y políticamente los descamisados. A ello se sumó un discurso nacionalista que caló en el alma de las mayorías. Un Perón salido de los cuarteles, y teniendo un amplio respaldo popular, produjo un gobierno que pese a su origen electoral, terminó sacudiendo la vida democrática e institucional del país sudamericano. Visto en la distancia, también puede decirse que como consecuencia de ello se desencadenó el dramático y violento proceso que condujo a esta sociedad, de la mano militar, a lo que terminó siendo uno de los más sangrientos regímenes de fuerza que haya padecido nuestro continente.

 

Perón, como suele suceder en los gobiernos personalistas –cuyas adhesiones o rechazos son de orden sentimental: se le ama o se le odia-, había polarizado a la sociedad. El sector antiperonista, en la coyuntura previa e inmediata posterior a 1955, creyó que hasta una medida en sí misma antidemocrática, como lo era un golpe de Estado, se justificaba en la medida en que le ponía freno al “antidemocrático peronismo”. Para sectores de clase media-alta, y para un sector del país pensante, debía revisarse la concepción misma de la democracia, como sistema y como valor, pues el peronismo usó el modelo para hacerse con el poder y luego lo había pervertido, dado su carácter personalista y autoritario. Para los que militaban en las filas peronistas, la democracia no era tal en la medida que los “gorilas” habían proscrito a su líder, que en aquel momento debió salir a un largo exilio.

 

El fenómeno de la polarización, lo sabemos en Venezuela, deja muy poco espacio para la acción política consciente, aquella distante de lo visceral. La adhesión o rechazo a un líder o a su proyecto (el cual además en un gobierno personalista pasa a conocerse justamente con el nombre del caudillo) divide a la sociedad, y cualquier acción, incluso la desaparición –real o simbólica- del adversario parece ser válida. En dichos contextos, y esa conclusión se puede extraer del espejo argentino, se relativiza el concepto de democracia y cada bando en pugna hace una lectura interesada de los principios que deben guiar a un régimen democrático.

 

En Argentina, la clase media-alta y una parte de la intelectualidad festejó el golpe de 1955. En los años que siguieron darían su respaldo tácito o abierto a otras salidas de fuerza, que contrariamente a ser una solución para la crisis agregaban más leña al fuego de la violencia que se gestaba al interior de los actores políticos y militares, y que tendría su rostro más violento y brutal: la dictadura de 1976.

 

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Fuente: El Impulso