Miss Universo al rescate

Posted on: noviembre 22nd, 2013 by Super Confirmado 1 Comment

“¡Ganamos!”, oía el grito por el celular. “¡GANAMOS!”, repetía. El grito era tan potente que lo escuchaba a través del celular de otra persona, no el mío. Era una venezolana que celebraba el triunfo de su compatriota, Gabriela Isler, en el concurso Miss Universo.

 

En Twitter la celebración de los venezolanos parecía una fiesta. Como si se tratara de una hermana suya. Me pareció una exageración, un festejo desproporcionado. Pero era, en realidad, la primera buena noticia para los venezolanos en mucho tiempo.

 

Mientras en Moscú, lugar del certamen, Miss Venezuela era coronada como la mujer más bella del mundo, en Caracas era liberado el corresponsal extranjero del diario The Miami Herald, Jim Wyss. Pasó dos días detenido en Venezuela por el gobierno del presidente Nicolás Maduro sólo por reportar sobre el contrabando, los saqueos y el desabastecimiento en todo el país. Cree que arrestando periodistas se acaban las malas noticias.

 

El día antes de que Wyss fuera liberado, Maduro acusó a una cadena de tiendas de electrodomésticos de vender a precios que él consideraba demasiado altos, y ordenó al ejército que ocupara las tiendas. Se decomisó mercancía, los precios de los aparatos fueron rebajados y miles de personas irrumpieron en los comercios para aprovechar los precios “más justos”. El resultado: motines, saqueos y un nombre más en la larga lista de empresas que hoy están al borde de la bancarrota. Maduro ha ordenado a los militares que investiguen a cualquier negocio que pueda estar acaparando productos o elevando excesivamente los precios, aunque nunca ha admitido que sus políticas económicas, y no las acciones individuales de algunos empresarios, puedan haber causado el desastre económico en que se encuentra el país.

 

Venezuela produce muy poco. Casi todo lo importa con el dinero que gana del petróleo. El control oficial del dólar ha creado una nueva clase de millonarios chavistas y una enorme red de corrupción dentro del gobierno. Mientras tanto, la industria nacional y los pequeños negocios mueren lentamente y los venezolanos, como los cubanos, se pasan el día de tienda en tienda buscando mercancías y productos que ya no encuentran.

 

Pero, según el gobierno de Maduro, los culpables son los codiciosos especuladores y acaparadores.

 

Venezuela está en un callejón sin salida: le urge un cambio pero no hay ninguno a la vista. Todo mundo se burla de Maduro y de su lengua que parece tener vida propia, pero él todavía ocupa el poder. Ahora Maduro pretende gobernar solo, con una ley habilitante que le da poderes de tirano. Y la oposición, dividida y debilitada, no ofrece muchas opciones, salvo esperar.

 

El problema de Venezuela es muy sencillo. El tiempo de salir a la calle para recuperar el poder ya pasó.

 

Ese momento era el miércoles 17 de abril, tres días después de las elecciones presidenciales de este año que de manera fraudulenta, se robó Nicolás Maduro (los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral, que él mismo controla, le dieron 50.61%).

 

Henrique Capriles, el candidato opositor, en una polémica decisión, canceló una marcha de protesta para ese 17 de abril debido a que, según me dijo en entrevista, tenía información de que el gobierno iba a ocasionar varias muertes. Esa decisión cambió la historia y dividió a la oposición.

 

“Al retractarse aquel miércoles 17 (Capriles) nos dio una terrible señal”, se le oyó a la diputada opositora María Corina Machado en una grabación. Leopoldo López, ex alcalde de Chacao y duro opositor del chavismo, me dijo en una entrevista que él tampoco estuvo de acuerdo con la decisión de Capriles.

 

Imposible saber si el gobierno planeaba actuar con violencia ese día. Imposible saber, también, si el chavismo, sin el difunto presidente Hugo Chávez, hubiera aguantado un protesta de esa magnitud contra el fraude en las elecciones presidenciales. Todo son especulaciones. El caso es que la oposición decidió no jugar y en ese mismo momento perdió.

 

Ahora no les queda más remedio que esperar dos años (para ver si pueden sacar a Maduro en un referéndum revocatorio) o cinco años a que termine su mandato. Un golpe de estado es impensable y estúpido. Eso no lo hacen los demócratas. Y es poco probable el escenario de una rebelión popular o un ajuste de cuentas dentro del chavismo-madurismo.

 

Mientras, Maduro sigue de presidente. Un día se le ocurre crear un ministerio para la felicidad, otro se cae de una bicicleta, uno más inventa palabras y al siguiente quiere reinventar Twitter. Es un mal chiste y los países no se gobiernan con chistes. En otras palabras, Maduro no es Chávez. Y la Venezuela del desabasto, de la peor inflación del continente, del crimen rampante y de la corrupción desenfrenada no tiene ninguna posibilidad de mejorar así.

 

Ciertamente hay muchas cosas que no funcionan en Venezuela. Pero lo que sí funciona es su industria de crear reinas de belleza. Siete de ellas han ganado el Miss Universo (sólo Estados Unidos tiene una más).

 

Así que, por ahora, Venezuela hace bien en celebrar a su Miss Universo. A ver cuanto dura la fiesta. El problema es que ella sola no puede rescatar a todo un país.

 

Por Jorge Ramos

El sheriff más duro (y odiado)

Posted on: octubre 31st, 2013 by Super Confirmado 1 Comment

Es un simple problema de percepción. Joe Arpaio ha sido descrito como “el sheriff más duro” y eficaz de Estados Unidos. Muchos inmigrantes hispanos, en cambio, lo odian más que a cualquier otro policía del país. Sea lo que sea, a los 81 años de edad, Arpaio ya no va a cambiar. Es lo que es. Arpaio, el sheriff del condado de Maricopa en Arizona, y sus agentes han sido acusados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de detener a inmigrantes sólo por su apariencia. Es lo que llaman en inglés “racial profiling;” ésa es una manera suave de decir que Arpaio supuestamente discrimina contra los hispanos.

 

Él, por supuesto, lo niega. Dice que sólo aplica la ley. Pero su oficina se ha gastado millones de dólares para defenderlo de una multitud de demandas. Fui a conocerlo a Tent City, la cárcel al aire libre que construyó hace 20 años. Ahí me encontré a cientos de prisioneros viviendo bajo carpas de lona y acomodados en literas. En el desierto de Arizona, a veces las temperaturas en el verano pueden superar unos 50 grados centígrados. Uno de los prisioneros me dijo que los tratan peor que a perros. Arpaio se defiende. “Puede ser duro lo que diga”, comentó, viendo directo a los ojos del prisionero que lo criticó, “pero los perros no han cometido ningún crimen. Ustedes sí han cometido un crimen, y han sido declarados culpables”.

 

La comida es otro asunto. Arpaio no gasta más de 40 centavos por ración de alimentos. Una mujer le dijo a Arpaio que encontró pelos y uñas en los alimentos. Otra le dijo que parece un menjurje para cerdos. Me acercan una bandeja con un puré de color verde viscoso y otro de un amarillo repelente. Pruebo el verde con una cuchara. Es horrible. No supe qué me comí. El sabor me revuelve el estómago. No me atrevo a probar el amarillo. Pero las críticas más fuertes no tienen nada que ver con camas al aire libre y mala comida. La oficina del sheriff detuvo y deportó a más de 26 mil inmigrantes del 2007 al 2010. Y la sospecha de varias organizaciones de defensa de los inmigrantes es que muchos de esos arrestos se hicieron únicamente por el color de la piel o el acento de los detenidos. En 2009, cuando Katherine Figueroa tenía 9 años, vio en las noticias por televisión como sus padres eran detenidos y esposados por agentes del sheriff Arpaio mientras trabajaban en un negocio de lavado de autos. Durante tres meses Katherine estuvo separada de sus padres.

 

Cuando le conté a Katherine hace poco que iría a ver a Arpaio, ella le envió un video. Arpaio lo vio en mi celular. Era muy fuerte. Katherine lo acusaba de ser “un racista” y de separar familias. Ella quería saber por qué el sheriff hacía esas cosas. “Para muchos, usted es un monstruo”, le dije a Arpaio, luego de que viera el video. Arpaio lo negó todo otra vez. ¿Por qué está separando a familias como la de Katherine? El único crimen de sus padres fue lavar autos, le dije.

 

No, me contestó. Muchas de las personas que arrestan tienen identificaciones de otras personas y eso es grave, me dijo. “Si tuviera la oportunidad de hablar con estos grupos (que me critican) arreglaría el problema en dos minutos”, me dijo. ¿Usted nunca ha dado la orden a sus agentes de detener a personas sólo por cómo se ven? “Desde luego que no”, me contestó. “Nosotros no hacemos eso, no somos racistas”. ¿Usted nunca ha ordenado detener a alguien sólo por hablar con acento? “No, nunca, nunca, nunca”.

 

A pesar de todo, una de las cosas que más me sorprendió de mi “tour” en Tent City fue cómo los detenidos pedían su autógrafo a Arpaio y él, como si fuera un actor de Hollywood, se los daba con una sonrisa. No queda duda de que, ahí dentro, él es el hombre del poder.

 

Pero en las calles su poder está disminuyendo. Una orden judicial ha prohibido que los agentes de Arpaio sigan realizando funciones migratorias, y todas sus actividades son monitoreadas para evitar que se violen las leyes del país. Pero, aun así, me quedé con la impresión de que Arpaio sigue haciendo lo que él quiere y que no va a cambiar. Ha sido reelegido cinco veces en su puesto y eso le hace creer que está haciendo bien las cosas.

 

Antes de despedirme, me acercó su teléfono celular al oído. Quería que escuchara una canción. Era Frank Sinatra cantando “My Way” (“A Mi Manera”). Me pareció que quería que oyera su himno. No queda la menor duda de que el sheriff Joe Arpaio ha aplicado la ley a su manera y, si lo dejan, lo seguirá haciendo una y otra vez.

 

Por Jorge Ramos

La ruta de la muerte

Posted on: octubre 25th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Hoy, en esta frontera, va a morir un inmigrante. O quizás dos. Mañana se repetirá la historia. Y pasado mañana también. Son muertes terribles e innecesarias. Los inmigrantes se pierden en el desierto, sin agua y usualmente mueren de insolación en dos o tres días a sólo unas millas de la ciudad más cercana.

 

En los últimos años se han construido unas 350 millas de muros entre México y Estados Unidos. Es increíble que en 2013 sigamos hablando de muros. El Muro de Berlín, que sólo tenía 87 millas, empezó a demolerse en 1989. Me tocó verlo. Fue emocionante presenciar cómo los jóvenes alemanes de ambos lados destruían con cincel y martillo lo que los separaba. Por eso es tan aberrante ver cómo ahora quieren construir 350 millas más de muro en la frontera entre México y Estados Unidos.

 

La verdad, sin embargo, es que los muros no sirven para nada. A sólo 15 minutos en auto de Nogales, Arizona, se acaba el muro grande, el que tiene unos 15 pies de altura. Se nota claramente dónde el gobierno se quedó sin dinero. Y es ahí precisamente a donde se van los inmigrantes para cruzar ilegalmente a Estados Unidos, sin ningún problema.

 

El problema viene después. Los coyotes les cobran cuando menos 2 mil dólares por persona por cruzarlos y, para no ser detectados por los agentes de la patrulla fronteriza de Estados Unidos, se alejan lo más posible de los puntos de vigilancia. Esto los deja, generalmente, a uno o dos días, caminando, del pueblo más cercano. Muchos nunca llegan. Ahí se acaba el juego del gato y el ratón. Es la ruta de la muerte. El año pasado murieron 463 personas tratando de cruzar hacia Estados Unidos, según cifras oficiales de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos. Pero aquí hablan sólo de cadáveres recuperados. Muchos ni siquiera son encontrados. Esta cifra es la más alta desde 2005.

 

Aunque ha bajado considerablemente el número de personas que intentan cruzar -364.768 fueron detenidas en 2012, mucho menos que las 1.676.438 de 2000- sigue subiendo la cifra de muertos en la frontera. Es uno o dos muertos por día, en promedio. Ante el incremento de muros y vigilancia del lado estadounidense, los indocumentados se arriesgan a cruzar por los lugares más alejados y peligrosos. El resultado es mortal. Nada va a evitar este peligroso viaje. Es una simple cuestión económica. Si un inmigrante desempleado o subempleado en México o Centroamérica puede encontrar un trabajo en Estados Unidos que le pague 10 o 20 veces más lo que le pagan en su país de origen, seguirá habiendo inmigración ilegal.

 

La única solución está muy lejos de aquí, en el Congreso de Estados Unidos. Allí tienen que hacer dos cosas: primero, legalizar a los millones de inmigrantes que ya están aquí y, segundo, establecer un sistema de visas y residencia para que nadie tenga que tomar la ruta de los coyotes, el desierto y la muerte. El Senado ya hizo lo suyo. Ahora le toca a la Cámara de Representantes. Los republicanos controlan esa cámara. Su líder, John Boehner, podría pedir un voto pero, hasta el momento, por razones incomprensibles, se ha negado a poner el tema de la reforma a votación. Las excusas se acabaron.

 

Siempre pasa lo mismo. Cuando está a punto de discutirse y aprobarse una reforma migratoria, algo se atraviesa. Pasó en el 2001. Cuando los presidentes George W. Bush y Vicente Fox de México estaban negociando un acuerdo migratorio, 19 terroristas recurrieron a cuatro aviones para matar a casi tres mil personas en Nueva York y Washington. Todo se paralizó en Estados Unidos. Y ha vuelto a ocurrir. Cuando le tocaba a la Cámara de Representantes debatir la legalización de 11 millones de indocumentados, se atravesó el cierre del gobierno y el Congreso se pasó 16 días buscando cómo reabrirlo.

 

Pero ahora sí se acabaron las excusas. La pregunta a los congresistas es ¿qué tienen que hacer de aquí al fin de año? La respuesta es sólo una: debatir y aprobar la reforma migratoria. La falta de acción no es una opción. Cada día que estos congresistas se quedan sentados sin hacer nada, uno o dos mexicanos mueren en la frontera, uno o dos centroamericanos, uno o dos padres de familia.

 

En la estación de autobuses de Nogales, México, me encontré a varias inmigrantes que acababan de ser deportadas. A las mujeres las dejan aquí; a los hombres más lejos, para que les cueste más trabajo regresar. Pero igual regresan. Han pagado tanto, han arriesgado tanto, que no se plantean la opción de regresar derrotados a sus pueblos.

 

Se quedan unos días rondando en la ciudad, alimentándose en los comedores que establecen organizaciones caritativas, y vuelven a dar el salto al norte. Todos saben que se la juegan y que pueden morir en el intento, pero cruzan de todas maneras. Se tiene la impresión que, para estos inmigrantes, quedarse en México es morirse también: morirse de hambre, de enfermedad, de frustración.

 

La ruta de la muerte está abierta. Que venga el que quiera.

 

Por Jorge Ramos

Millonarios sin título

Posted on: octubre 17th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Mi primera escala al llegar a Estados Unidos hace 30 años fue precisamente la Universidad de California en Los Ángeles y ahora volví para participar en un foro sobre educación. La nostalgia me envolvió. Me puse a caminar por los mismos pasillos que en 1983 me llevaban a mis clases de periodismo y televisión. Por ahí también pasaba con mis grandes pedazos de pan y bolsas de lechuga (porque no me alcanzaba para mucho más con 15 dólares diarios). Pero me sentía feliz y libre: México, sus priístas, su censura y sus abusos parecían muy lejanos.

 

En esta ocasión, en esos mismos pasillos, me encontré a las integrantes del Grupo Folklórico de UCLA que preparaban un baile regional mexicano. Muchos de sus padres habían sido campesinos o ganan apenas el salario mínimo. Platicamos entre risas. Son jóvenes muy especiales: UCLA es una universidad difícil para entrar, y a pesar de todos los obstáculos a ellas las habían aceptado.

 

“¿Cuántas de ustedes son las primeras de su familia en ir a la universidad?”, les pregunté. Tres de cada cuatro levantaron la mano. Las sonrisas se transformaron en caras de asombro. Ellas son las pioneras y están cambiando sus historias familiares. Son el nuevo rostro de Estados Unidos.

 

No están solas. Siete de cada 10 estudiantes del distrito escolar unificado de Los Ángeles, el segundo más grande del país, son hispanos. Esto tendrá enormes consecuencias. ¿Quieres ver y tocar el futuro de Estados Unidos? Ve a Los Ángeles.

 

En el futuro de Estados Unidos hay cada vez más latinos. Seremos 150 millones en el 2050. Pero nada nos asegura el éxito económico o el poder político a menos que aumente dramáticamente el número de hispanos que termina la universidad. Actualmente sólo 13 de cada 100 latinos tienen un título universitario. Ésa es la realidad y causa una enorme tristeza.

 

¿Por qué no hay más latinos terminando la universidad? Hay muchas razones. Hay un problema de dinero: muchos estudiantes, al terminar “high school” o preparatoria, tienen que trabajar para mantener a sus familias. Hay un problema cultural: las universidades no saben cómo atraer a más estudiantes hispanos. Hay un problema familiar: no existe la convicción de que la universidad abre puertas para las oportunidades y es una necesidad. Y hay un problema social: los estudiantes ven que algunos artistas, deportistas y empresarios que no fueron a la universidad se han convertido en millonarios y, por supuesto, quieren ser como ellos.

 

Esto último es uno de los obstáculos más complejos para promover la educación superior. El valor neto de algunos empresarios brillantes que abandonaron sus estudios es verdaderamente impresionante: Bill Gates, de Microsoft, 72 mil millones de dólares; Michael Dell, casi 16 mil millones; Liliane Bettencourt, 30 mil millones; Amancio Ortega, ejecutivo de modas, 57 mil millones. Titanes de la tecnología, como Mark Zuckerberg y Steve Jobs, han amasado fortunas incluso más cuantiosas.

 

En los campos del espectáculo y los deportes, nuestros hijos ven actuaciones de jóvenes artistas como Lady Gaga (80 millones de dólares) y Justin Bieber (58 millones). O escuchan que el golfista Tiger Woods tiene una fortuna de cuando menos 78 millones de dólares, o que Roger Federer ha ganado 71 millones durante su carrera de tenista. Las hazañas y fortunas de estrellas del fútbol como David Beckham (47 millones de dólares) y Cristiano Ronaldo (44 millones) inspiran sueños de gloria.

 

Estoy seguro que muchos jóvenes hispanos formarán parte de esta lista de multimillonarios en el futuro y que serán grandes empresarios, deportistas y cantantes. Pero la mayoría no lo será. Ésa es la realidad. No hay ninguna garantía para tener éxito en esta vida. Ninguna. Pero el camino más seguro es terminar la universidad. Te doy un dato.

 

Un estudiante que termina la universidad en Estados Unidos ganará en su vida un millón de dólares más, en promedio, que alguien que no se gradúa. Este promedio está basado en un estudio de salarios hechos por la Oficina del Censo de Estados Unidos. Es decir, un título universitario casi te asegura un millón de dólares más en tu vida. Nada mal.

 

No hay nada malo en querer ser millonario antes de cumplir 30. Pero hay que tener un plan B. Y ese plan B requiere un título universitario. Ese plan sólo se puede aprender en la casa.

 

No vengo de una familia de dinero. Tuve que trabajar para ir a la universidad al igual que todos mis hermanos. Pero lo que sí recuerdo perfectamente es que nunca tuve la menor duda de que algún día iría a la universidad y me graduaría. Nuestros padres no nos dieron ninguna otra opción.

 

Eso nos salvó. Estoy absolutamente convencido que sin un título universitario nunca hubiera podido aprovechar las oportunidades que se me han presentado en México y en Estados Unidos. Mi sospecha es que, sin la universidad, habría sido invisible para muchas empresas y personas.

 

Regresar a UCLA me permitió ver el futuro de Estados Unidos, con un claro dominio latino en varias ciudades, y reafirmó mi convicción de que para triunfar es preciso tener dos cosas: pasión por lo que haces y, si la pasión y el talento no son suficientes, un título universitario para navegar en un planeta lleno de imprevistos.

 

Por Jorge Ramos

El Papa pecador

Posted on: octubre 10th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Cada vez que habla el papa Francisco tengo la maravillosa sensación de que no se quiere imponer, que prefiere dialogar, que no se presenta como el dueño de la verdad. Y eso es nuevo. Éste es, sin duda, un papa con un estilo distinto. Ya veremos muy pronto si se atreve a cambiar, a fondo, tantas cosas que están mal en la Iglesia católica.

 

Los dos predecesores del papa Francisco -Juan Pablo II y Benedicto XVI- se creyeron todo el cuento de la infalibilidad papal y sugerían tener una conexión directa con Dios, como si eso fuera posible. Desde luego que esas creencias son falsas. Los papas, todos, se equivocan y ninguno ha podido probar que Dios o el Espíritu Santo se le manifiesta en las noches para darle instrucciones sobre cómo dirigir al resto de la humanidad.

 

Demostrar que los papas se equivocan es un ejercicio fácil y divertido. ¿Quién tiene razón, el actual papa Francisco, quién dijo no ser nadie para juzgar a los gays, o Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes juzgaron, acusaron y criticaron abiertamente a los homosexuales, además de cerrarles la entrada a la Iglesia Católica? Si los papas nunca se equivocan, aquí hay algo que no cuadra.

 

Por eso es refrescante escuchar que el actual papa se define como un “pecador”, y que en la inusual entrevista que concedió al director de la revista La Civilitá Católica reconoció haberse equivocado en ocasiones pasadas al imponer su punto de vista y no consultar a sus subordinados. Aprendiendo de sus errores, el actual pontífice reunió hace unos días a ocho cardenales en el Vaticano para discutir con ellos el futuro de la Iglesia. La primera conclusión es ésta: “Es el inicio de una Iglesia con una organización más horizontal”.

 

Francisco es el papa que no quiere ser papa. Por eso huyó del lujoso aposento papal, junto a la basílica de San Pedro, y se fue a vivir a la más sencilla residencia de Santa Marta, donde casi nunca está solo. Es un claro rompimiento con la tradición y el protocolo.

 

Otro, importante, es que no tiene miedo de hablar con la prensa. Acaba de dar una segunda entrevista al fundador del diario italiano La Repubblica y ahí critica a sus predecesores, cardenales y obispos. “Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisistas, adulados por sus cortesanos”, dijo. “La corte es la lepra del papado”. Luego habla del principal “defecto” de la Santa Sede: “Es vaticano-céntrica, cuida los intereses del Vaticano, se olvida del mundo que nos rodea.” ¿Así o más claro?

 

La actitud, tono, apertura y disposición a discutirlo todo es algo único del papado de Francisco. Ojalá no cambie; ojalá el poder no se le suba por la sotana a la cabeza. Pero, francamente, lo que le falta al papa Francisco es que tome decisiones muy concretas sobre los temas más dolorosos para la Iglesia. Eso no lo ha hecho.

 

Ha dicho que no quiere juzgar a los gays. Pero ningún homosexual puede servir abiertamente como sacerdote y la Iglesia rechaza los matrimonios gays. El papa Francisco dijo también que la “puerta está cerrada” para las ordenaciones de mujeres. Y lo peor de todo es que hasta el momento no ha querido enfrentar directamente la crisis creada por miles de sacerdotes pedófilos en todo el mundo -criminales, violadores de niños- que han gozado y gozan todavía de la protección de la Iglesia.

 

El anuncio de la canonización de Juan Pablo II el próximo 27 de abril es una terrible señal. ¿Cómo se va a elevar a la categoría de santo a un papa que protegió y encubrió a miles de sacerdotes que abusaron sexualmente de menores de edad? Es imposible creer que Juan Pablo II no sabía que su amigo y protegido Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, era responsable de imperdonables y múltiples crímenes sexuales. Hacer santo al protector de un depravado sexual habla muy mal del juicio del nuevo papa. Está claro que la inercia conservadora dentro de la jerarquía de la Iglesia católica aún pesa mucho frente a un papa que apenas está conociendo todos los recovecos y pasillos secretos dentro del Vaticano.

 

No soy creyente -alguna vez de niño lo fui- pero entiendo perfectamente la influencia y relevancia que tiene un sumo pontífice. Por eso estoy esperando que pronto fije su postura respecto a los casos de abuso sexual dentro de la Iglesia. El mensaje tiene que ser muy claro: estamos con las víctimas, no con los delincuentes en sotana. Eso significa entregar a la justicia a todos los sacerdotes pederastas, no ocultarlos ni protegerlos e imponer una nueva política de cero tolerancia.

 

El papa Francisco habla muy bonito, pero todavía ni siquiera ha dado luz verde al uso de condones. Muy pronto tendrá que dejar de consultar y empezar a actuar. Mientras tanto, me gusta su actitud incluyente y, sobre todo, ese refrescante mensaje de que él, a pesar del título, es igual a cualquiera de nosotros.

 

Un papa pecador -que admite que se equivoca, que no se impone, que quiere escuchar, que no quisiera ser papa- es lo mejor que le pudo pasar a la Iglesia católica.

 

Por Jorge Ramos

Capriles: “Nosotros ganamos”

Posted on: octubre 3rd, 2013 by Super Confirmado No Comments

Lo primero que noté de Henrique Capriles, el principal líder de la oposición en Venezuela, es que era tan flaco como yo y que le quedaba un poco grande la chaqueta que llevaba con los colores de la bandera. Pero me pareció un gesto atrevido. El ex presidente Hugo Chávez se vestía igual, con los colores nacionales, y Capriles no estaba dispuesto a cederle al fallecido caudillo ni la bandera ni la herencia del libertador Simón Bolívar.

 

Esto, sin embargo, no tiene nada que ver con la moda. La pregunta de muchos venezolanos es si Capriles, realmente, tiene lo que se necesita para llenar el puesto que tuvo Chávez por 13 años y para arrebatarle al actual presidente, Nicolás Maduro, el poder que se robó en las pasadas elecciones.

 

“Nosotros ganamos las votaciones del 14 de abril”, me dijo Capriles en una reciente entrevista en Miami, antes de partir de regreso hacia el estado Miranda, donde es gobernador. “Fue un proceso tramposo. El resultado oficial no corresponde a la realidad”.

 

Pero ni Capriles ni la oposición han podido convencer al mundo de que Maduro llegó al poder por un mayúsculo fraude basado en muertos que votaron, en votos asistidos, en amenazas y en un sistema totalmente controlado por el chavismo. “Para ganar las elecciones en Venezuela se tiene que hacer por nocaut”, reconoció. “Siempre hemos tenido el árbitro en contra”.

 

Muchos le han criticado a Capriles que no haya defendido su aparente triunfo con más fuerza. La asambleísta de la oposición María Corina Machado fue grabada recientemente diciendo que fue una “terrible señal” que Capriles hubiera suspendido una marcha de protesta tres días después de las elecciones.

 

Pero Capriles no se arrepiente de esa decisión. “Iban a matar a mucha gente”, me dijo. “Tenía información de que eso iba a ocurrir. El gobierno iba a generar violencia para que hubiese varios venezolanos asesinados”. Cierto o no, la marcha no se realizó y Maduro se quedó con la presidencia.

 

“Lo critican por débil”, le dije. No tardó en responder. “Puedo tener muchos defectos pero no ser débil”, me dijo. “Yo soy un convencido de que los cambios en Venezuela los vamos a lograr pacíficamente”. El dilema de Capriles es sencillo: él está convencido de que ganó. Entonces, ¿cómo saca del poder a los que le robaron la elección? Eso es lo difícil.

 

Descarta categóricamente un golpe de Estado contra Maduro. “No creo en las salidas militares”, aclaró. Pero no se va a quedar con los brazos cruzados. “El hecho de que seamos pacíficos no quiere decir que seamos pendejos”, dijo en un discurso en Miami. ¿Qué opciones le quedan? “Una constituyente, una enmienda a la constitución, un revocatorio”, me dijo. “Todas son opciones”. A largo plazo.

 

Capriles parece no tener prisa. Y eso desespera a muchos venezolanos de la oposición. Tiene 41 años y la convicción de que tarde o temprano va a ganar esta pelea. Capriles nació para ser presidente. Pero antes debe demostrar que tiene la inteligencia y la fuerza para desatornillar del poder a los antiguos allegados, socios y amigos de Chávez.

 

Desde los 11 años de edad, me dijo, “le interesaba la política”. Lo ha sacrificado todo. No tiene esposa ni hijos. Fue elegido diputado a los 25 años de edad y ya a los 26 se convirtió en el venezolano más joven en ejercer como presidente de la Cámara de Diputados. Pasó cuatro meses en la cárcel luego del intento de golpe de Estado contra Chávez en el 2002 pero fue absuelto de cargos –por supuestamente entrar a la embajada de Cuba sin permiso– en el 2006. Perdió ante Chávez en su última elección antes de morir. Y dice que le ganó a Maduro. Pero rehúsa llamarse “presidente electo”. Explica: “Yo fui electo por los venezolanos el 14 de abril y no cobré la elección por el secuestro institucional que hay en el país”.

 

“Yo no soy Andrés Manuel López Obrador”, me dijo, refiriéndose al candidato presidencial mexicano que se autonombró “presidente electo” en el 2006 a pesar de que los resultados oficiales fueron en su contra. López Obrador tampoco reconoció el triunfo del actual presidente Enrique Peña Nieto en el 2012. En ambos casos denunció un fraude. “López Obrador, lejos de encontrar una salida, entró en una dinámica anárquica. Ese no es mi caso”, me dijo el ex candidato presidencial venezolano.

 

Al terminar la entrevista, Capriles me hizo una doble predicción. “Cambia Venezuela democráticamente y cambia Cuba democráticamente”. Quizás. Pero antes Capriles tiene la difícil tarea de llenar la chaqueta que lleva con los colores de la bandera de Venezuela.

 

Por Jorge Ramos

Estoy harto de los muertos

Posted on: septiembre 26th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Estoy harto. Estoy harto de los muertos. Estoy harto de los políticos que no hacen nada para evitar más asesinatos. Estoy harto de los gritos de los que prefieren defender sus armas en lugar de proteger a las personas. Estoy harto de escribir esta misma columna cada vez que hay una nueva masacre en Estados Unidos. Estoy harto de que no pase nada – hasta la próxima matanza.

 

Los datos son los de siempre: un tipo con problemas mentales agarra una, o varias, armas y mata a mucha gente inocente. El problema no es que existan personas con enfermedades mentales. El problema particular en Estados Unidos es que esas personas con un serio desbalance emocional tienen un acceso ilimitado a armas de fuego.

 

La última matanza en Washington, D.C., siguió exactamente el mismo patrón. Durante casi una década Aaron Alexis había actuado con violencia inusitada. En 2004, la policía de Seattle lo arrestó por haber disparado contra las llantas de un auto, al parecer en una disputa por un lugar de aparcamiento. Cuatro años más tarde fue arrestado nuevamente por conducta desordenada durante una pelea en un bar cerca de Atlanta. En 2010 Alexis fue detenido otra vez, en esta ocasión por disparar a través del techo hacia el apartamento de arriba. Supuestamente dijo a la policía que su pistola se había disparado accidentalmente cuando la limpiaba, aunque su vecina del piso de arriba dijo sospechar que Alexis estaba enojado con ella por hacer ruido.

 

Alguien como Alexis no debe tener armas de fuego. Punto. Pero en Estados Unidos alguien así sí puede comprar perfectamente todas las armas que quiera. Hay lugares donde ni siquiera revisan antecedentes penales. Es más, se puede comprar sin restricciones una arma semiautomática, casi igual a las que se usan en la guerra. Y por la internet se pueden comprar miles de balas. Todo sin hacer una sola pregunta.

 

Cinco semanas antes de que Alexis entrara al Navy Yard, el centro de operaciones de la Marina de Estados Unidos, y matara a 12 personas, el asesino llamó a la policía. Dijo que se había tenido que cambiar de hotel tres veces porque tres personas lo perseguían y lo mantenían despierto enviándole vibraciones mediante un horno de microondas. Oía voces a través de las paredes, el piso y el techo. A pesar de todo, la policía no hizo nada. No le quitó sus armas ni la Marina le retiró el permiso de entrada a zonas restringidas. Su “derecho” a usar armas, amparado por la segunda enmienda de la constitución, prevaleció sobre el peligro inminente que él representaba. Era una matanza anunciada.

 

La primera masacre que me tocó cubrir en Estados Unidos fue en la Universidad de Virginia Tech en el 2007. Un estudiante, Seung-Hui Cho, asesinó a 32 personas e hirió a otras 17. A pesar de haber sido diagnosticado con desorden de ansiedad, Cho pudo comprar dos pistolas semiautomáticas presentando su licencia de conducir y su tarjeta de residencia. Caminé por los mismos pasillos y salones que Cho sin entender cómo alguien así pudo planear su ataque sin que ninguna ley se lo impidiera. En ese momento creí, equivocadamente, que esa matanza era una excepción, un hecho aislado. No fue así – aquí lo normal son las masacres.

 

El año pasado 12 murieron por un tiroteo dentro de un cine en Colorado. Y a finales del 2012 Adam Lanza mató a 27 personas, en su mayoría niños, en la escuela Sandy Hook de Newton, Connecticut.

 

Después de cada cobertura especial, siempre pensé que Estados Unidos corregiría, cambiaría sus leyes y pondría múltiples restricciones a la compra y uso de armas de fuego. Me volví a equivocar.

 

Es un hecho absolutamente incomprensible para mí que la mayoría de los políticos de Estados Unidos haya preferido proteger el derecho histórico a portar armas en lugar de cuidar la vida de sus niños y civiles. Y no es que se trate de eliminar por completo la segunda enmienda de la constitución sino de imponer límites razonables para evitar más masacres.

 

¿Qué tiene de malo revisar los antecedentes penales e historial psiquiátrico de todos los que compren armas, no permitir el uso de rifles de guerra, ni armamento semiautomático? Para cazar y cuidar tu casa no se necesita ese tipo de armas.

 

Está claro que países como Japón, que prohíbe que sus civiles usen armas de fuego, son mucho más seguros que Estados Unidos, que le permite usarlas a cualquiera. Pero aquí nadie está escuchando. El Congreso y la Casa Blanca ya están actuando como si nada hubiera ocurrido en el centro de la marina en Washington.

 

Cómo le ocurre a mucha gente cuando es sorprendida por un tiroteo, los líderes de esta nación han quedado paralizados. Una y otra vez. Es el comportamiento normal en este país después de cada masacre. No ven, no oyen, no hacen nada. Estoy harto de quejarme y de saber que todo seguirá igual. Hasta la siguiente matanza.

 

Por Jorge Ramos

Surfear a los 55

Posted on: septiembre 5th, 2013 by Super Confirmado No Comments

El instructor no sabía lo que yo estaba haciendo ahí. Había llevado a mis hijos a surfear, pero yo también quería aprender cómo pararme en una tabla y dejarme llevar por las olas. Todo es parte de un plan personal para no dejarme rebasar por el futuro. De lo que se trata es de no terminar como una cámara Polaroid: inservible y recordando que el pasado color sepia fue mejor.

 

Me dieron una tabla de casi el doble de mi estatura y me pusieron a practicar en la arena. Playa Tamarindo es espectacular, con atardeceres como para no cerrar nunca los ojos y un mar fogoso. Finalmente dejé los juegos en la arena y no tarde en enterarme de que el Pacífico nada tiene de pacífico. Sobra decir que descubrí que cuando te revientan en la espalda olas de 2 y 3 metros de altura, más que surfear lo mío era el buceo.

 

Al final les cuento cómo terminó mi aventura submarina. Pero mi lección costarricense fue que lo más peligroso en este mundo es dejar de moverse: físicamente, intelectualmente y profesionalmente. El que no se mueve, literalmente, muere o desaparece.

 

Todos los días encuentro en la internet nuevos inventos y reglas. El común denominador es que nadie quiere esperar. El empleado recién contratado no está dispuesto a invertir 10 años en una empresa antes de aspirar al puesto del jefe -lo quiere hoy. Si se te ocurre una nueva idea, la norma es ponerla en práctica lo antes posible y sin temor. Nuestra época está marcada por el fin del miedo. Se acabaron los tiempos de los temerosos y prudentes.

 

Apple, Microsoft y Amazon se han convertido en líderes del mercado por su compromiso de innovar y nunca quedarse atrás. Más que defender lo que ya hicieron, están ocupados en adivinar y hasta dictar el futuro.

 

Joe Nocera, columnista del diario The New York Times, nos recordaba en agosto que la empresa que produce los teléfonos Blackberry tenía el 22 % del mercado en el 2009. Su teclado y su tecnología a prueba de robos convirtieron a los Blackberry en casi una necesidad corporativa. Pero en lugar de evolucionar y comprender que los consumidores querían una pantalla interactiva y miles de aplicaciones a su disposición, se quedó con el viejo modelo. El iPhone, que salió al mercado en el 2007, los desplazó y hoy Blackberry apenas controla el 2,7 % del mercado. Esto me recuerda a las cámaras Polaroid.

 

Polaroid era una empresa extraordinaria. Inventó en 1948 la primera cámara que podía imprimir instantáneamente sus fotografías. Era casi magia: hacías “click” y segundos después tenías una fotografía en tus manos. En 1963 imprimía ya a colores y en 1976 se vendieron más de 6 millones de cámaras. A pesar de su tamaño, que hoy nos parecería gigantesco e incómodo, tener una Polaroid era símbolo de modernidad, sofisticación y eficacia.

 

Edwin Land, el creador de la primera Polaroid, estudió en Harvard pero no terminó su carrera. Prefirió concentrarse en sus inventos (décadas después Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, también dejaría Harvard para vendernos la idea de que la mejor manera de tener amigos es no verlos en persona y comunicarse con ellos por la internet).

 

Land se retiró de la empresa en 1982, y algo terrible pasó en Polaroid. Dejaron que el futuro los rebasara. La tecnología de la fotografía digital se extendió a todo el mundo y ya a principios de este siglo reemplazó los rollos de cámaras y las húmedas impresiones de las Polaroid. La empresa se fue a la quiebra en el 2001 y luego, otra vez, en el 2008. Polaroid, en lugar de ser pionera de la nueva tecnología digital, prefirió defender su viejo modelo. Y perdió.

 

Mi abuelo Miguel, nacido en 1900, me contaba con asombro cuándo le tocó ver una plaza alumbrada por primera vez. Sobra decir que, para él, subirse a un avión era casi ciencia ficción. En su época los cambios se daban lentamente, se medían en décadas. Hoy no.

 

Google y Wikipedia han reemplazado los 20 pesados tomos de la Enciclopedia Británica que con tanto esfuerzo compró mi papá por insistencia de mi mamá. Las cartas y el servicio de correo están siendo desplazados por Facebook y Twitter. Netflix entendió el futuro mejor que las tiendas de video y las librerías. Y Fusion, una cadena de televisión creada por ABC y Univision, sale al aire el 28 de octubre para la creciente y joven población latina que prefiere hablar inglés.

 

No podemos esperar a que el futuro nos alcance. Hay que estar adelante. Y la única manera de hacerlo es reinventándonos. Para eso es preciso estar dispuesto a aprender cosas nuevas. Por eso me puse a surfear por primera vez a los 55 años de edad.

 

En la playa, tras un par de horas de intentos fallidos finalmente me puse en pie en la tabla y, tambaleando, recorrí unos 30 metros empujado por las olas. No hay mucho de que presumir. Al final de la tarde, como trofeo, me quise tomar una foto con mis hijos en la playa pero los celulares se habían quedado en el auto para no mojarlos. “Ojalá tuviéramos una Polaroid”, pensé. Pero no me atreví a decirlo en voz alta. Mis hijos seguramente habrían dicho: “¿Qué es eso, Papá?”

 

Por Jorge Ramos

El abismo de la guerra

Posted on: agosto 29th, 2013 by Super Confirmado No Comments

La guerra es el fracaso. Significa que no pudimos encontrar otra opción. Que nuestra paciencia y creatividad llegaron a su límite. Que en vista de nuestra incapacidad negociadora, decidimos lanzarnos a matar al enemigo antes de que nos maten. Eso está ocurriendo tanto en Siria como en Colombia y en el conflicto del Oriente Medio entre israelíes y palestinos.

 

Primero Siria. Entiendo la enorme resistencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a enviar tropas norteamericanas a la guerra civil en Siria -la nación ha estado librando guerras desde 2001. Son terribles las imágenes de civiles asesinados en Siria, particularmente las de víctimas de un ataque químico, pero hoy es impensable ver tanques y tropas estadounidenses ahí. Estados Unidos podría actuar desde lejos -con diplomacia, sanciones, limitando con sus aviones el espacio aéreo sirio, y hasta con ataques con “drones”- pero no está dispuesto a caer, otra vez, en el abismo de la guerra.

 

El presidente sirio, Bashar Assad, es implacable. No dudaría en destruir su país si es necesario para mantenerse en el poder, y aunque él lo ha negado, hay un creciente consenso en la comunidad internacional de que ha utilizado armas químicas contra su propio pueblo. Además, Assad aún tiene el apoyo de Rusia, Irán y China, así como del grupo extremista Hezbollah en Líbano. Eso complicaría cualquier intervención militar norteamericana. También, algunos rebeldes opuestos al régimen de Assad tienen vínculos con Al-Qaeda, y sacar a Assad por la fuerza significaría aliarse con enemigos.

 

Colombia, en cambio, está haciendo un esfuerzo sobrehumano para salir de la guerra que la ha agobiado durante más de 50 años. “Desangre” lo ha llamado el presidente Juan Manuel Santos – y tiene razón. Estos son datos del informe Basta Ya Colombia: Más de 220 mil personas han muerto (civiles en su mayoría), 27 mil han sido secuestrados, 10 mil mutilados y casi 5 millones desplazados. ¿Se puede imaginar más violencia?

 

La realidad es que ningún gobierno colombiano, incluyendo el de Álvaro Uribe, ha podido acabar por la fuerza con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Y las FARC tampoco tienen el poder y el apoyo popular para ganar militarmente. No queda más remedio que conversar. Y eso es precisamente lo que estaban haciendo ambas partes en Cuba hasta que las FARC decidieron unilateralmente tomarse una “pausa” para pensar sus opciones. Pero no hay mucho que pensar. Las opciones son: la paz o seguirse matando.

 

“Es decepcionante darnos cuenta de la magnitud del abismo entre nosotros”, dijo hace poco Santos. “Pero es precisamente porque existe ese abismo que estamos conversando”.

 

Un abismo aún más profundo existe entre israelíes y palestinos. Desde antes de la creación del Estado de Israel en 1948 ya estaban combatiendo. Por eso resulta alentador que, bajo el auspicio del nuevo secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ambas partes hayan aceptado iniciar conversaciones de paz.

 

Muchos han intentado antes lo que parece ser la negociación internacional más difícil del planeta. ¿Qué hacer cuando dos pueblos reclaman una misma ciudad, Jerusalén, como capital? ¿Cómo buscas apoyo en la región cuando muchos países árabes ni siquiera reconocen la existencia del estado de Israel? La realidad es que israelíes y palestinos comparten historia y territorio, y no pueden evitar un futuro común. Son vecinos que tendrán que verse la cara todos los días. La pregunta es dónde poner la frontera y cuáles serán las nuevas reglas del juego. Pero está claro que es imposible que un lado extermine al otro.

 

Esto me recuerda una carta de Sigmund Freud. “Los conflictos de intereses entre los seres humanos se solucionan mediante el recurso de la violencia”, dijo el fundador del psicoanálisis en una fascinante carta al científico Albert Einstein en 1932. “Así sucede en todo el reino animal, del cual el hombre no habría de excluirse”.

 

Esto sugeriría que los seres humanos estamos condenados a la guerra. Pero poco después el mismo Freud nos ofreció una salida. “La violencia es vencida por la unión”, escribió. Y esta unión se da “cuando los miembros de un grupo humano reconocen una comunidad de intereses”.

 

Está claro que el mejor interés de sirios, colombianos, israelíes y palestinos es vivir sin el temor constante a ser atacados y reconociendo como iguales a sus antiguos oponentes. Lo que todos comparten es que no quieren morir a manos del otro. Y ése es un buen comienzo.

 

No tengo muchas esperanzas de que esta fórmula de paz pueda realizarse en Siria mientras Assad siga en el poder. Ni siquiera una intervención militar norteamericana traería la paz a Siria. Pero en cambio sí tengo muchas esperanzas en los otros dos conflictos.

 

“¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?”, se preguntaba Einstein en su correspondencia con Freud. Creo que sí. Colombianos, israelíes y palestinos tienen en sus manos la maravillosa oportunidad de mostrarnos cómo se sale del abismo: mediante el diálogo.

 

Por Jorge Ramos

Snowden: ¿traidor o no?

Posted on: agosto 21st, 2013 by Super Confirmado No Comments

Claro, nadie quiere otro atentado como el del 11 de septiembre de 2001. Nadie. Salvo al-Qaeda y otros grupos terroristas. Las encuestas son inequívocas; los estadounidenses quieren que su gobierno haga todo lo que sea necesario para evitar otro ataque terrorista como el que costó la vida a casi 3 mil personas en 2001. Pero una cosa es esperar que tu gobierno te proteja de ataques del exterior y otra, muy distinta, es que se utilice esto como excusa para espiar tus correos electrónicos y tus llamadas telefónicas.

 

El programa de espionaje del gobierno de Estados Unidos -que reveló Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, en sus siglas en inglés), al diario británico The Guardian- es mucho más extenso de lo que se pensó originalmente.

 

Estados Unidos copia casi todos los mensajes que los estadounidenses envían o reciben hacia y desde el exterior, según la investigación que hizo el reportero Charlie Savage del periódico The New York Times. Y luego funcionarios de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos buscan entre todos esos correos y números telefónicos, las palabras clave o referencias que pudieran sugerir un plan terrorista.

 

El caso es que, sin ningún tipo de orden judicial, se está espiando y reuniendo esta información. Cierto, quizás esa información le permitió al gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, saber que al-Qaeda preparaba un ataque contra su embajada en Yemen y así se tomaron amplias medidas de precaución en todo el Oriente Medio. Pero el problema es que gran parte de la información que se está copiando y escaneando es de índole personal -datos íntimos y confidenciales que no tienen absolutamente nada que ver con terroristas y criminales.

 

“Quien nada debe, nada teme”, me recuerdan en Twitter cuando hablo de los abusos de los programas de espionaje gubernamental. Pero no se trata de que tengamos algo que esconder. El punto está en que no debemos permitir que ningún gobierno interfiera en nuestra vida privada sin justificación legal. ¿Por qué un agente de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos tiene que enterarse de quién es la persona a quien amo, del dinero que presto o me prestan, con quién me peleo, a dónde planeo ir de vacaciones o lo que de verdad pienso de mi vecino? Esto viola la cuarta enmienda de la constitución de Estados Unidos que, con toda claridad, advierte contra investigaciones injustificadas.

 

Estamos hablando de espionaje masivo. Los documentos que Snowden filtró a The Guardian indicaron que sólo en el pasado mes de marzo la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos obtuvo 97.000 millones de datos producto del espionaje de e-mails y números telefónicos. La mayoría fueron obtenidos de personas en Pakistán e Irán, pero un 3% de esos datos provinieron de personas en Estados Unidos. De forma que el gobierno tuvo acceso y procesó los correos electrónicos de decenas de millones de estadounidenses sin que ellos lo supieran. En sólo en un mes. No sabríamos nada de esto si Snowden se hubiera quedado callado. Hoy sabemos que el gobierno de Estados Unidos tiene un masivo programa de espionaje que incluye a sus propios ciudadanos.

 

¿Es Snowden un traidor? Obama no lo quiso decir así. En su última conferencia de prensa dijo que Snowden “no era un patriota”. Por supuesto que al presidente no le gustó que se supiera que su política de seguridad nacional es casi idéntica a la de George W. Bush, a quien tanto criticó como candidato. Y aunque Obama anunció en su última conferencia de prensa que quiere hacer todo el proceso más abierto y transparente, no ha sugerido que va a detener sus prácticas de espionaje dentro y fuera de Estados Unidos.

 

Snowden, para muchos, no es un traidor; es sencillamente un “soplón”, un informante de un abuso gubernamental. Es cierto que Snowden rompió su compromiso, firmado, de no difundir información secreta del gobierno, pero prefirió denunciar lo que para él era un abuso que quedarse callado. Y ahora está pagando las consecuencias.

 

Snowden consiguió un asilo temporal en Rusia. Pero ¿podría tener un juicio justo en Estados Unidos? Obviamente él no lo cree así. Por eso no ha regresado a casa. El soldado Bradley Manning, que hizo algo parecido a lo de Snowden -en 2010 filtró más de 700 mil documentos secretos a Wikileaks- fue encontrado culpable de 19 cargos en su contra y podría pasar hasta 90 años en la cárcel.

 

No, nadie quiere otro ataque terrorista en suelo norteamericano. Sí, el gobierno debe hacer todo lo posible para evitar que esto ocurra. Pero espiar a todos para ver quién cae no es lo que se espera de la democracia más poderosa del mundo.

 

Big Brother no es ficción.

 

Por Jorge Ramos