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Dependencia Económica de Cuba. Entre el Mito y las Medias Verdades.

Posted on: abril 10th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Pase lo que pase en los próximos meses y años, es seguro que el anuncio del pasado 17 diciembre por los presidentes Obama y Castro marca el comienzo de una nueva época en la historia de las relaciones diplomáticas y económicas entre Cuba y Estados Unidos. Desafortunadamente, hace varias décadas ya que manipula esta larga y compleja historia el gobierno castrista para sus propios fines propagandistas y, como resultado, florecen dentro de la población cubana varios mitos referentes a una supuesta dependencia económica de Cuba en la época pre-castrista. Si los cubanos vamos a formar parte de esta nueva época que nos toca la puerta, estos mitos hay que desmentir y sustituir por una historia verdadera.

 

 

Desde que era niño oigo repetir como un rezo aquello de que la economía cubana estaba hasta el año 1959 en manos de los Estados Unidos, que Cuba era una colonia, sin establecer con claridad si era en manos del gobierno norteamericano, de los capitalistas norteamericanos o de ambos a la vez.  Para ser justos, el gobierno de aquel país sólo tenía en arriendo el semidesértico pedazo de tierra ubicado en la bahía de Guantánamo como recuerdo ignominioso de la Enmienda Platt.

 

 

Tengo delante el libro “Los Propietarios de Cuba”, enjundiosa obra de Guillermo Jiménez Soler publicada por la Editorial de Ciencias Sociales en su tercera edición correspondiente al año 2008. Gracias a un amigo gentil y confiado, puedo consultarlo después de haber perdido en un préstamo aciago un ejemplar de esta valiosa obra.

 

 

Se trata de la relación detallada de los 550 hombres de negocios más poderosos de la isla en el año 1958, sus biografías, propiedades y el origen de las mismas. La lista, aunque extensa, no incluye a los miles de pequeños y medianos empresarios propietarios de bodegas, carnicerías, fondas, tiendas de ropa, zapaterías, farmacias, fábricas, talleres, sastrerías, restaurantes, cines, cafeterías, bares y clubes nocturnos, quincallas, puestos de frutas, posadas, carretillas, guaraperas, almacenes y chinchales que pululaban a lo largo y ancho de nuestra geografía.

 

Es significativo que de estos 550 empresarios sólo 28 fueran norteamericanos, algunos de ellos con apellidos tan poco anglosajones como Braga Rionda, Díaz, Estrada Palma, García-Montes, Lazo Guiral y Núñez Portuondo.

 

 

En total, de 120 centrales azucareros en funcionamiento, sólo 15 se encontraban en manos de norteamericanos. Los norteamericanos propietarios de fincas ganaderas eran 5. Es cierto que algunas de estas fincas eran enormes, casi del tamaño de cualquier pequeña isla del Caribe, pero sustituir aquellos latifundios con otro aún mayor en manos del Estado no fue una solución al problema, sino la conversión de tierras hasta ese momento productivas en eriales cubiertos de marabú (Dichrostachys cinérea), planta espinosa invasora considerada una plaga.

 

 

De las 26 empresas norteamericanas expropiadas por la ley de 6 de agosto de 1960, 21 eran empresas relacionadas con la producción y comercialización de azúcar. Las otras 5 fueron: la Compañía Cubana de Electricidad, la Compañía Cubana de Teléfonos, la Esso Standard Oil S.A., la Texas Co. West Indies Ltd. y la Sinclair Cuba Oil S.A.

 

 

El 17 de septiembre de 1960 fueron nacionalizados los bancos norteamericanos, con lo cual desaparecía toda esperanza de obtener créditos para el financiamiento de proyecto alguno. El máximo líder les tiró la puerta en la cara a los empresarios norteamericanos, pasó el cerrojo y botó la llave. A pesar de esto, a partir de la desaparición del subsidio soviético cada año se escuchan los quejidos revolucionarios en la Asamblea General de la ONU.

 

Las minas, centrales azucareros, fincas ganaderas, fábricas, refinerías, almacenes y demás empresas capitalistas norteamericanas, cubanas o de nacionales de cualquier otro país que operaban en Cuba eran eficientes y generaban riquezas, empleo, servicios y bienes exportables o dirigidos al consumo interno del país. Una vez convertidas en propiedad estatal, las empresas antes rentables se convirtieron en catedrales de la ineficiencia y la corrupción gubernamental. La planificación de la producción consiguió que millones de unidades de productos inservibles abarrotaran los almacenes, mientras los insumos necesarios para la economía y los artículos de consumo debían ser importados.

 

 

El personal burocrático sin relación alguna con la producción aumentó en forma exponencial en la búsqueda del pleno empleo, tan importante para los comunistas como imposible en la realidad.

 

El precio pagado por la expropiación de aquellas tierras e industrias ha sido elevado, principalmente por lo pésimo administrador que fue Fidel Castro y lo absurdo del sistema económico escogido.

 

¿Cuál es el mensaje que envía Raúl Castro cuando reclama o implora la inversión directa de los capitalistas norteamericanos y el otorgamiento de créditos, es decir, el levantamiento unilateral del embargo? El pedir limosna con escopeta es una de las características que convierte la gestión del gobierno cubano en una bufonada aunque sea aplaudida en la Asamblea General de las Naciones Unidas por representantes de gobiernos supuestamente serios.

 

Querer normalizar las relaciones económicas con el vecino del norte en la era de la globalización post soviética es reconocer tácitamente que las nacionalizaciones sin justa compensación fueron un error producto de una mezcla de soberbia y lectura apresurada de algunos manuales de marxismo, que la inversión de capital norteamericano en Cuba no significa y nunca lo fue un peligro para la soberanía, que los métodos de dirección de la producción de los empresarios capitalistas son los únicos eficientes aunque puedan parecer crueles para tantos vagos que andan por ahí, que sólo la empresa privada es capaz de generar las riquezas que el Estado necesita para llevar adelante los proyectos sociales, que es imprescindible respetar las leyes del mercado si quiere lograrse el desarrollo sostenible y, por último, que el socialismo con su planificación estatal centralizada no es más que la fuente original de todos los horrores vividos.

 

 

Aunque significativo, el aporte del capital norteamericano a la economía cubana no hacía de Cuba una colonia como han querido hacer ver los comunistas. La inversión de capitales, la importación de tecnología y el intercambio comercial existente entre estos dos países hasta 1958 es el sueño de los gobernantes cubanos desde la desaparición de la Unión Soviética, con la desventaja actual de que la improductividad crónica que afecta a la isla la convertiría en pocos años en deudor de grandes sumas que no habría como pagar salvo con la venta a pedazos del patrimonio nacional.

 

 

Los males de Cuba antes de 1959 eran de índole política y jurídica, lo mismo que en cualquier otra parte del mundo donde aprender el ejercicio de la democracia es una tarea larga y paciente. Lo vulnerado en el país eran los derechos civiles y políticos fundamentales de los ciudadanos que Fidel Castro prometió restituir y no cumplió, tal como ha ocurrido siempre en la historia de este país.

 

 

Fidel Castro manipuló al pueblo cuando hizo creer que después de derrocado Batista los siguientes enemigos eran los capitalistas y el gobierno norteamericano; manipuló a los empresarios nacionales cuando aportaron millones de dólares a la causa revolucionaria creídos de que la democracia sería restablecida y manipuló a los mismos norteamericanos cuando los obligó a ponerse en su contra con medidas irracionales y provocadoras. Aquellos polvos nacionalizadores trajeron estos fangueros de atraso económico y dependencia del exterior.

 

En el 2015 se inicia una nueva etapa. A partir de los cambios anunciados por el Presidente Obama en las relaciones Cuba-Estados Unidos. Hay esperanzas, pero también miedos. Ni el régimen cubano ni los opositores políticos dentro y fuera de Cuba se encuentran verdaderamente preparados para los tiempos que se avecinan. El régimen teme una pérdida de poder, mientras los opositores sienten que los han abandonado a su suerte. Quizás ambas partes tienen algo de razón y esto podría ser lo mejor para Cuba, una dictadura debilitada y una oposición que confíe más en sus propias capacidades que en el Congreso de Washington para que los cubanos vuelvan a ser los propietarios de Cuba.

 

 

hildebrando.chaviano@yahoo.com

Fuentes:

Jiménez Soler, Guillermo; Los Propietarios de Cuba 1958, Ed. Ciencias Sociales, La Habana 2008.

Seis Leyes de la Revolución, Instituto Cubano del Libro, 1973.

Cuentos Infantiles Para Adultos

Posted on: septiembre 11th, 2014 by Super Confirmado No Comments

El Vedado, La Habana

A pesar de todo lo que se ha hablado y escrito sobre la imposibilidad de lograr resultados favorables con el sistema de economía planificada, Granma, el órgano de prensa oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó el día 20 de mayo que el Consejo de Ministros de Cuba, presidido por Raúl Castro, se había reunido en la capital cubana para analizar aspectos de la planificación de la economía, incluyendo nada menos que las bases generales para la elaboración del programa de desarrollo económico en el período 2016-2030, las cuales aprobaron los altos dirigentes.

 

Estas bases no deben ser poca cosa. Son el fundamento sobre el cual se construirá el programa que regirá toda política económica del estado durante la próxima década y media, el cual buscará crecer el Producto Interno Bruto, mantener la propiedad social sobre los medios de producción, lograr un modelo de desarrollo socialista, estimular la ciencia y la tecnología, transformar la matriz energética y asegurar la sostenibilidad demográfica, entre otros puntos, según el vicepresidente del Consejo de Ministros Marino Murillo Jorge.

 

Y así de fácil los burócratas de La Habana insisten con tozudez en que un grupo de personas supuestamente inteligentes, honradas y fieles al Partido Comunista pueden predecir cuáles van a ser las necesidades del país para años venideros con respecto a los alimentos, la generación de electricidad, la circulación mercantil, las inversiones, y los puestos de trabajo, para nombrar sólo unos pocos de los indicadores que toman en cuenta.

 

Es decir que una de las encomiendas de los gobernantes cubanos debe ser la de ser profetas o adivinos con capacidad de prever qué van a comer las personas y en qué cantidad dentro de cinco, diez o quince años vista. Supuestamente tienen también el ingenio de pronosticar cuánta electricidad se va a consumir, con independencia de que no se sepa con certeza si va a llegar el petróleo de Venezuela o qué precio va a tener, además de la previsión para saber si habrá ciclón o sequía, si la población disminuirá o si a las mujeres de pronto les da por parir más de un hijo.

 

La situación trae a la memoria el caso de la lecherita de la historia infantil, quien de camino al mercado para vender una cántara de leche, calculaba los huevos que iba a comprar con el dinero que obtuviera de esa venta, las gallinas que lograría de esos huevos, el dinero que ganaría por venderlas, las compras que haría con ese dinero y así sucesivamente planeando sus sueños y fantasías. Pero de tanto elucubrar sin atender donde pisaba, tropezó. La cántara se rompió, se derramó la leche y adiós huevos, adiós gallinas, adiós granja, adiós sueños. Como la lecherita, los dirigentes cubanos han roto unas cuantas cántaras de leche en estos cincuenta y cinco años de sueños y proyectos, pero quieren seguir rompiéndolas. Le han cogido el gusto y lo peor es que ni las leches derramadas ni las cántaras son de ellos, son los recursos del pueblo dilapidados a capricho.

 

Las bases generales aprobadas para la elaboración del Programa de Desarrollo Socio Económico en el período 2016-2030 son ambiciosas. Se pretende que expresen, según Murillo, “a través de indicadores de largo plazo, concretos y medibles, los objetivos, líneas estratégicas, fuentes de financiamiento, metas y brechas a superar, para consolidar la construcción de una sociedad socialista, próspera y sostenible.”

 

Pero con el conocimiento que se tiene del socialismo y su consecuente incapacidad para crear riquezas, sumado a la ineptitud crónica de la burocracia estatal, nadie pone en duda que este programa, calcado de programas anteriores presentados con el mismo entusiasmo, forma parte de lo que ya constituye un síndrome nacional que podría llamarse “El Síndrome de la Lecherita Frustrada”.

 

 

Hildebrando Chaviano Montes

 

 

Maltusianismo y Emigración

Posted on: febrero 6th, 2014 by Alicia Sintjago No Comments

La reciente noticia de que los cubanos podrían viajar a cualquier parte del mundo, sin necesidad de que el gobierno les concediera el permiso de salida conocido por “tarjeta blanca”, fue bien recibida por todos. Está claro que este es un derecho que jamás debió limitarse. Sin embargo, esta medida no obedeció a un repentino ataque de democratización en las altas esferas. Más bien se debió por una parte a la necesidad de un cambio de imagen para un gobierno desgastado en su larga historia de fracasos y por otra a la urgencia de abrir una válvula de escape a miles de personas carentes de bienes y servicios y sin acceso a los medios de producción. Por decirlo de otra manera, actualmente en Cuba hay demasiadas bocas que alimentar para tan poca comida, lo cual no es nuevo en la historia de la humanidad.

 

Hasta el siglo XV, Europa se vio sometida a la pérdida masiva de habitantes; las guerras, epidemias y hambrunas periódicas provocaban que la población fuera diezmada, dejando campos y ciudades desolados. Para la época, estos eventos eran necesarios según el economista británico Thomas Malthus (1766-1834), el cual aseguraba que el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica (2, 4, 8,16, etc.) mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en una progresión aritmética (3, 5, 7, 9, etc.). En palabras más simples, es como si el crecimiento de la población obedeciera a una multiplicación mientras el de los alimentos sería una suma en términos constantes. Por tal razón, de no existir estos obstáculos al crecimiento constante de la población, como eran las guerras y las epidemias, peligraba la existencia misma de toda la raza humana; es decir, morirse era una bendición y con cada muerte los que sobrevivieron tenían más que comer. Esta teoría demográfica, económica y sociopolítica es conocida como el maltusianismo.

 

Con el establecimiento y garantía del derecho de propiedad en el siglo XVI, este llamado ciclo maltusiano se rompió. El reconocimiento de los derechos ciudadanos, entre ellos el derecho a la propiedad individual, provocó tal incremento en la producción de bienes de consumo que las calamidades naturales y las guerras se dejaron de ver como una solución a los problemas del hambre.

 

Por desgracia, el ciclo maltusiano ha renacido y se ha instaurado en Cuba. Desde el año 1959, esta aberración se ha manifestado en el país en la forma de oleadas cíclicas de emigrantes que han marcado cada crisis económica nacional. Generalmente son recordadas por la fecha en que ocurrieron (décadas de los 60’s, 70’s, 80’s, 90’s) o los lugares utilizados para escapar (Boca de Camarioca, El Mariel, litoral habanero), pero en la actualidad este gran éxodo se está produciendo por los aeropuertos. Los cubanos del siglo XXI emigran a cualquier parte del mundo y en su mayoría son jóvenes graduados universitarios o de institutos tecnológicos, recibidos con los brazos abiertos en los países de destino.

 

De esta manera, al estilo de la Europa medieval, el gobierno se quita de encima la presión de una gran masa de desempleados altamente calificados y con necesidades insatisfechas de consumo. Podría decirse que el éxodo actual de recursos humanos vitales para el desarrollo futuro de la nación es el equivalente a una de aquellas grandes epidemias que diezmaban la Europa estudiada por Malthus. Como aquellos desastres humanitarios, la emigración alivia al país de tantas bocas y manos a quienes el Estado no tiene para alimentar ni sostener.

 

La liberalización de la economía y el mercado, permitiendo sin trabas burocráticas el desarrollo de la pequeña empresa privada (nombre real de los llamados cuentapropistas), traería el aumento de la producción de bienes a la vez que el enriquecimiento de los ciudadanos. Ojalá que con este deseado crecimiento del país, el cual más de medio siglo de empresa estatal socialista no ha logrado, por fin Cuba podrá proporcionar la comida y los trabajos que tantos de sus ciudadanos actualmente buscan en otros lados.

 

Lecciones de Cuba para el populismo socialista latinoamericano

Posted on: enero 9th, 2014 by lina No Comments

La violación de las leyes que rigen la actividad económica caracteriza a los regímenes que caen en la tentación del populismo demagógico tan de moda en algunos países latinoamericanos hoy en día. Sean dirigidos por un partido omnipresente y todopoderoso o por un líder carismático sin filiación política definida, siguen el mal ejemplo de Cuba, sacrificándolo todo en aras de una idílica felicidad global.

 

El experimento llevado a cabo por los revolucionarios cubanos a partir del año 1959 puede ser analizado por etapas claramente definidas. En el propio año 1959, si bien Cuba estaba lejos de ser un paraíso, se encontraba en los primeros puestos en el continente americano respecto a renglones tales como la tasa de alfabetización, el rendimiento agrícola y los sistemas de salud.

 

El país contaba en aquel entonces con tres universidades públicas y una red de escuelas vocacionales, escuelas de enseñanza primaria e institutos de segunda enseñanza que aunque no eran suficientes para una población de cerca de seis millones de habitantes, garantizaban el suministro de médicos, maestros, ingenieros agrícolas, agrimensores y técnicos en las diversas especialidades en uso de la época, lo cual convertía a la isla en un lugar atractivo para los inversores nacionales y foráneos, con el consiguiente flujo de capital.

 

En una economía deficiente, pero con una clara tendencia al despegue, la masa ganadera era de aproximadamente una res por habitante y la producción azucarera, la principal industria, proveía empleo a miles de trabajadores en campos y fábricas. La inmensa mayoría de las empresas estaban en manos de propietarios cubanos; de los 500 mayores propietarios de negocios en Cuba, 376 eran cubanos, 67 españoles y 28 norteamericanos.

 

Aquello de que la economía cubana estaba en manos del capital extranjero y principalmente norteamericano fue una de las tantas leyendas inventadas para justificar el despojo. El primer despojo fue el de los norteamericanos, después al resto de los grandes empresarios nacionales y extranjeros. Por último, en el año 1968, con la segunda ofensiva revolucionaria, desapareció todo tipo de actividad económica privada, lo que incluyó sillones de limpiabotas y carros vendedores de granizado.

 

A partir de la década de los 70, justo con el fracaso de las políticas azucareras de Fidel Castro, el hundimiento de la economía cubana fue absoluto, debido sobre todo a la monopolización de la economía por parte del Estado. Sólo el subsidio soviético condicionado a la institucionalización del proceso revolucionario salvó a Cuba de la debacle. La centralización al estilo soviético que fue impuesta llevó al país al mismo despeñadero que el resto de los llamados países socialistas, con la gran metrópoli a la cabeza.

 

Hoy se puede ver con asombro que el desastre provocado por una política económica tan caprichosamente equivocada como era la estatización al estilo cubano, donde el Estado se convierte en el principal o único empleador, inversor, productor y mecenas, resurge en algunos países de América, con el lógico deterioro de los indicadores económicos, aunque de inmediato muchos se nieguen a aceptarlo en medio de la borrachera populista del socialismo del siglo XXI.

 

El panorama socialista que se reproduce en algunos rincones de América Latina se caracteriza por más empleos y menos productividad, mayores salarios, pero también más inflación, y aumento de los servicios públicos con el correspondiente crecimiento de la deuda pública, la que se pretenderá disminuir con el aumento de los precios al consumidor y más cargas tributarias a los productores.

 

Si bien es cierto que los que nunca tuvieron nada se ven beneficiados con supuestas gratuidades en los servicios de educación y salud, además de un empleo honroso aunque improductivo, los servicios recibidos son cada vez de más mala calidad.

 

Desafortunadamente, bajo este tipo de socialismo el salario alcanza para poco; por ejemplo, en el 2012 el salario mensual promedio cubano ni siquiera llegó a los 19 dólares.

 

Además, estas supuestas “gratuidades” provistas por el socialismo en realidad no son gratuitas, sino ya fueron cobradas – o serán cobradas – con creces.

 

Constituyen el engaño en que se basa todo el andamiaje político del socialismo. El Estado en realidad no posee más riquezas que las producidas por los trabajadores.

 

La burocracia estatal es un parásito del que la sociedad no puede prescindir, pero al que hay que mantener a raya para que no se trague el dinero proveniente de los impuestos malgastándolo en experimentos y caprichos.

 

En el caso de los gobiernos socialistas, no sólo disponen de la recaudación fiscal, sino que controlan la política de precios, los empleos, la producción, comercialización, transporte y almacenamiento de los bienes. La experiencia de más de medio siglo de socialismo en Cuba al parecer no ha hecho mella en la fe de las masas pobres latinoamericanas, que se dejan embaucar gustosamente por demagogos sin escrúpulos y fanáticos sin cerebro que no ven el peligro que hay en gastar más de lo que se tiene.

 

El problema al parecer está en la capacidad de memorizar que tienen los pueblos, al olvidar que el socialismo arruinó a la Unión Soviética, que casi hizo desaparecer la Camboya de Pol Pot con todo y sus millones de camboyanos y que es el mismo socialismo que mantiene a los cubanos viviendo con una tarjeta de racionamiento como si estuvieran en guerra desde hace más de medio siglo, mientras la mayoría de los países del área muestran resultados favorables a pesar de las crisis, pudiendo darse el lujo de pagar los médicos que la isla exporta.

 

El monopolio estatal es tan monopolio como cualquier otro y es así mismo de dañino. A diferencia de los monopolios empresariales, el monopolio del estado socialista se extiende al campo de las ideas, y llegado el momento, se acallarán conciencias a cambio de un empleo o una carrera universitaria.

 

El socialismo como sistema, además de no dar nada que previamente no haya quitado, priva al ser humano de libertad a cambio de promesas. En el caso del socialismo cubano, ya dio todo lo que iba a dar, que no fue mucho.

 

En estos momentos se está produciendo un giro franco hacia la economía de mercado con todo el daño social que esto implica.

 

Ya no hay de donde sacar para seguir repartiendo y el pueblo está abocado a un sistema para el que no está preparado, sin conocimientos ni capital para invertir, ni leyes que se lo permitan.

 

Justo ahora, en su peor momento, el modelo cubano trata de repetirse como los incendios de verano, que cuando ya está por extinguirse en un lugar brota en otro para seguir su labor destructiva.

 

El populismo no es económicamente equilibrado y los pueblos que ahora dan vivas al socialismo pagarán las consecuencias de su falta de juicio y odio irracional al único sistema que ha demostrado ser lo suficientemente productivo como para satisfacer las necesidades continuamente crecientes de los habitantes del planeta. Sin embargo, por diversas razones, ésto no se traduce en ropa, comida y vivienda para todos.

 

Destruir el sistema de economía de mercado por ser supuestamente el culpable de la miseria en el mundo es una idea suicida. Distribuir todos los bienes equitativamente para que cada persona tenga lo mismo que los otros, aunque no haya aportado el más mínimo esfuerzo en la consecución de lo logrado, es igualitarismo y pura utopía además de injusto.

 

Ni el sistema de economía de mercado es responsable por si de que los africanos no alcancen los sesenta años de edad, ni los setenta años de socialismo soviético impidieron que los rusos murieran de frío, hambre y enfermedades en lo que se creía la segunda potencia mundial.

 

hildebrando.chaviano@yahoo.com

http://hchaviano5.blogspot.

 

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