Soy trans

Posted on: octubre 26th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

La humanidad del siglo XXI vive grandes confusiones. Trans significa al otro lado y el término, que no es mío, en este caso específico no se trata de sexo sino de la ciencia de la economía.

 

 

 

Vivimos en un mundo contradictorio y absolutamente desquiciado donde todo es válido. Lo bueno es malo y lo malo es bueno. Ya casi nada sorprende. La marihuana ahora es un remedio. A los poetas nadie los entiende y eso a ellos les gusta. Los cantantes casi no tienen voz. Los músicos casi no afinan. Las prostitutas follan por amor y los chulos están trabajando. Los diablos tienen alas y los santos cachos. Los brujos progresan y los médicos se arruinan. Las vacas se volvieron locas y los toros viven su preferencia sexual. Ser mujer se decreta y ser hombre es raro. Los adolescentes controlan a profesores y a padres. Nadie escribe con lápiz. Nadie habla durante las comidas porque se pierde tiempo de revisar las redes sociales. La vida privada es Facebook e Instagram. Dios es un eufemismo lejano al que acudimos cuando hay turbulencia en un avión. El Papa solo oye por el oído izquierdo. A Maduro le gusta Lenín, pero a Lenín de Ecuador no le gusta Maduro. Los cocineros se alejan de los fogones y se congelan con cocina molecular. Las misses son hombres y Tiger Woods, el campeón de golf del mundo, lo mandan a terapia porque le atraen demasiado las mujeres.

 

 

 

De niño siempre me gustó el dinero aunque fuera de monopolio. Nunca jugué papagayo, trompo, metras, perinola ni beisbol de chapita. Me sentía millonario. Coleccionaba monedas y olfateaba los billetes. En diciembre, en lugar de ir a las jugueterías, me pegaba a las ventanas de los bancos para mirar la caja fuerte. Me gustaba ver el mapa de Suiza porque sabía que allí estaban los bancos más importantes del mundo. Lloré cuando la maestra explicó que algunos galeones cargados de oro se hundieron en el mar Caribe.

 

 

 

Mis padres me llevaron a psicólogos y terapeutas. No resultó. Pero me encantaba ir para ver el momento en el que sacaban el fajo de billetes y les pagaban. De joven adulto veía películas pornográficas pero de atrás para adelante, ya que el momento más excitante era cuando la prostituta le devolvía el dinero al cliente.

 

 

 

Soy un trans económico, un millonario atrapado en un cuerpo de pobre. Ahora estoy reuniendo dinero para operarme y convertirme en un millonario de verdad.

 

 

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

En la realeza sin real

Posted on: octubre 18th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

La historia de hoy es increíble. Resulta que en el año 2008 conocí en Londres a Mr. Jack Brooksbank, el recién estrenado esposo de la princesa Eugenia de York de la familia real británica, ya que mi amigo el cineasta Leonardo Aranguibel, la periodista Ángela Oráa y yo, nos encontrábamos en ese país grabando un documental para Disney.

 

 

Una de las locaciones elegidas para la filmación fue un maravilloso lugar llamado Mahiki, el pub más in de esa ciudad, ubicado frente al Ritz. El anfitrión fue un joven y excelente metre de nombre Jack, quien a la larga se uniría a la familia real inglesa.

 

 

 

Ángela Oráa, con su habitual carisma, se volvió uña y carne de Jack, a quien traía embobado con sus encantos. Gracias a ella hicimos la diferencia de nuestra estancia en Londres ya que casi todos los días nos invitaban al Mahiki.

 

 

 

Pasaron varios años y Jackito (como le dice Ángela) nunca dejó de escribirnos: “Distinguido barón de Maratea Claudio Nazoa. Cumplo con informarle que he sido nombrado gerente general de Mahiki, y me gustaría contar con su presencia al igual que con la de Ángela Oráa y Leonardo Aranguibel”. Además, Jackito también fue nombrado embajador del tequila Casamigos, que pertenece a George Clooney. Ni cortos ni perezosos aceptamos la invitación y viajamos a Londres para disfrutar nuevamente de nuestro flamante anfitrión.

 

 

Y ahora… ta, tannn. ¿Qué creen? Hoy, 12 de octubre de 2018, escribo desde la boda real en Londres.

 

 

 

—Claudio, ¿la princesa de York se casó embarazada? –preguntó Leonardo.

 

 

—Las princesas no follan. ¡Ignorante!

 

 

 

—No volteen –susurró Ángela–, pero la del abrigo azul marino de Givenchy es Meghan Markle. ¡Esa sí se casó embarazada!

 

 

—Claro, las plebeyas sí follan. ¡Te consta!

 

 

 

Nuestro amigo Jack Brooksbank se nos casó, pero lamentablemente no con Ángela. Vean la invitación:

 

 

Sr. Barón de Maratea Don Claudio Nazoa Laprea.

 

 

 

Su alteza real, el duque de York, y Sarah, duquesa de York, solicitan el placer de su compañía en la boda de su hija, su alteza real la princesa Eugenia de York con Jack Brooksbank, en la capilla de San Jorge, Castillo de Windsor, el viernes 12 de octubre de 2018, a las 11:00, seguida de una recepción en el castillo de Windsor.

 

 

Los hombres tendrán que vestir caché. Ellas, vestido de día con chaqueta y sombrero o tocado.

 

 

Si quieren saber más del chisme, pregúntenle a Ángela, quien carga encima un real despecho.

 

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Maduro, el vegano comunista

Posted on: octubre 11th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

No entiendo a quienes se autoflagelan con religiones y sectas raras limitando los placeres naturales que brinda la vida y que, además, se dedican a molestar tratando de convencer a otros de que la vida feliz, divina y sana es la que ellos llevan.

 

 

 

No estoy a favor ni en contra de que la gente viva, rece y coma lo que quiera. Ese es un derecho individual. Lo malo es tratar de imponerse como poseedor de la verdad, la virtud y la felicidad.

 

 

 

 

Es incómodo convidar a un feligrés vegetariano a una fiesta. El anfitrión debe estar pendiente de no “contaminar” la comida con carne. Además, obligatoriamente, hay que escuchar la aburrida cantaleta en contra de las personas a quienes nos gusta la carne, el pollo y el cochino: ¡Estás comiendo cadáveres! o ¿sabes que eso se pudre en tú estómago?

 

 

 

Como si la cosa no fuera suficientemente ladilla, surge la religión macrobiótica en la que la gente, cual loro o periquito, come semilla pareja. Para colmo, aparecen los frutonianos. Seres quienes en un estado de demencia absoluta se empeñan en comer únicamente frutas que se hayan caído solas de las matas.

 

 

 

En el fondo, todas estas cosas son negocios que generan grandes cantidades de dinero. Algunos de estos tipos de alimentación van acompañados de acupuntura, imposición de manos, meditación, poses rarísimas de yoga, tomadera de tés milagrosos, animadversión hacia las vacunas y la penicilina, y un profundo desprecio por la medicina científica que durante años se estudia en las universidades.

 

 

 

Pero la pesadilla no acaba aquí. Ahora está de moda otra religión alimentaria llamada “veganismo”. El vegano debe seguir reglas. No puede comer huevos, lácteos ni carnes, entre otras cosas. ¡Estos sí que se volvieron locos! Si usted invita a un vegano a su casa, se presentará con una bolsita con las cosas raras que ellos pueden comer. ¡Qué fastidio! Todo el mundo gozando una bola bebiendo y hartándose de vainas divinas, y el vegano predicando y comiendo sandeces.

 

 

 

En Venezuela, Maduro es el gurú de los veganos. Su caso es extraño y paradójico ya que aunque él come carne, y de la buena, obliga a sus súbditos a seguir las estrictas reglas de la religión vegana, al impedirles que coman huevo, carne, pollo, queso, pan, leche, charcutería, pescado, azúcar, café, refrescos, cauchos para carros, baterías, zapatos, uniformes escolares, efectivo, medicinas…

 

 

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

 

La pesadilla de un poeta

Posted on: septiembre 28th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

¿De dónde viene el perro callejero?

 

 

¿Por qué las hormigas están tan apuradas?

 

 

 

Abro los ojos. Veo el reloj. Son las 2:00 am. Aún falta para despertarme. Sigo soñando. Tú estás sentada frente a mí. Pedimos otro trago. Te desnudas seductoramente. Te arropo y siento que mi calor te calma.

 

 

 

¿Por qué la jirafa tiene el cuello tan largo?

 

 

 

¿Por qué el hipopótamo es tan gordo?

 

 

 

¿Por qué los morrocoyes son conchudos y lentos?

 

 

 

Pides otra copa de vino. Yo tomo un whisky con soda y una conchita de limón. Sé que es un sueño. Hablas de tiempo y amores inconclusos…

 

 

 

El cantinero es un payaso equilibrista con las orejas muy grandes de tanto escuchar lo que no le importa. Me hace una pregunta:

 

 

 

―Disculpe, ¿por qué los monos y los loros dan tantas ganas de reír?

 

 

Sin movernos de la barra han pasado años, mientras, miles de hormigas van y vienen. Los perros callejeros usan corbatas y andan con maleticas viejas. Unas jirafas sostienen un semáforo con la boca. Sentada, muy risueña, detrás de nosotros, está una señora hipopótamo con sus hijitos todos gorditos tomando Toddy en baldes amarillos. Pides otra copa de vino y yo sigo con el whisky. Entran al bar dos cisnes, uno negro y otro blanco.

 

 

 

―Por favor dos fruits punch sin licor y unas fresas dietéticas –dicen a dúo.

 

 

 

La señora hipopótamo se levanta de la mesa y paga la cuenta con unos billeticos rosados. Cuando sale a la calle, se tropieza con un mono borracho que libidinoso le grita:

 

 

 

―¡Ese culote…!

 

 

Te veo y sigues cerca de mí, inmutable, hablando sobre futuro. No sé si existe. Quiero despertar. Ya no controlo el guion de mi propio sueño.

 

 

 

―¿Me quieres? –susurro, pero no me salen las palabras.

 

 

 

―¡Ya sé! –contestas–. El perro busca quién lo quiera. Las hormigas son pequeños burócratas haciendo diligencias absurdas. La jirafa es muy entrépita y el cuello la ayuda a curiosear. Los morrocoyes conchudos y lentos pero inteligentes, duermen con interiores blancos de pepitas rojas. El loro es como el pene: si lo jurungan mucho se alborota. Los hipopótamos son gordos pero simpáticos.

 

 

 

―¡Te pregunté que si me quieres! –grité.

 

 

 

El mono entra borracho. Se sienta a tu lado y pregunta: ¿Qué le parecería que un mono hiciera el amor con una hermosa dama como usted?

 

 

 

―Ay, ¿no es un sueño? Y tú besas al mono entusiasmada. Le regalas una banana split, él te agarra tiernamente de una mano y te vas embelesada, mientras me dices:

 

 

 

―Lo siento, te dije que si no nos casábamos esto podría ocurrir…

 

 

 

Entra un venado macho y pide un ron doble. Me ve llorar por mi pérdida y como consuelo me dice:

 

 

 

―No se preocupe, amigo, que cacho no mata.

 

 

 

Sigo llorando y le digo:

 

 

 

―Lo que más me duele es que fue con un mono.

 

 

El venado me ve con ojos aguarapados y replica resignado:

 

 

―Dígame a mí, que me dejaron por un burro.

 

 

 

―Ay, ya empezaron con sus vulgaridades, esto es un sueño machista… –susurran los cisnes.

 

 

 

 

Entra al bar el escritor Leonardo Padrón abrazado a una gallina prostituta. Una hormiga me pica el ojo. Leonardo, desde un rincón, me pregunta:

 

 

 

―¿Por qué las gallinas no tienen tetas?

 

 

 

Nadie sabe la respuesta. Alguien grita:

 

 

―Porque el gallo no tiene manos, ja, ja, ja. Era un chiste –se responde a sí mismo.

 

 

 

―Muy gracioso –replica la gallina.

 

 

 

―Ay, vámonos que ya empezaron a meterse con las aves –dice, en voz baja, el cisne blanco–. No tendría nada de raro que comiencen a contar chistes de negros.

 

 

 

¿Qué es esto? ¿Un sueño? ¿Una pesadilla?

 

 

 

―No, esto es amores de fin de siglo –grita Leonardo Padrón mientras se come un huevo de oro que ha puesto la gallina.

 

 

 

Despierto y, asustado, me baño pero no logro mojarme. Definitivamente, esto no ha sido un sueño húmedo.

 

 

 
Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Cayito Aponte, más que cenizas

Posted on: septiembre 13th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

A mi padre y maestro…

 

 

Viajo en una pequeña y oscura cajita de madera. Las manos temblorosas de mi amada Coromoto me llevan al final de un destino incierto.

 

 

 

Siento esperanza en este viaje. Mi alma guardó motivos y recuerdos para seguir adelante, y como soy hijo de Dios en todas las religiones, sigo existiendo.

 

 

 

Un día fui una idea en las mentes y cuerpos de mis padres. No era planta, animal, hombre o mujer. Como ahora, no me preocupaba por ello.

 

 

 

Es como si mi cuerpo, hoy cenizas, se despidiera de mí, de lo que fui, de mis sueños, de mis logros, de lo que inventé, de lo que canté, de la gente a quienes hice reír, de mis hijos, de las mujeres a quienes amé y de mis buenos amigos. En fin, me despido y me reencuentro con todo lo que hice y fui.

 

 

 

Volando en cenizas sobre el mar, me doy cuenta del sentido de la vida. Del triunfo por haber alcanzado el milagroso y afortunado acto de haber nacido.

 

 

 

Doy fe de que luché por todo lo que soñé. Atrás solo dejo humor y amor. Agradezco ser parte del paisaje donde tanto tiempo pasé tratando de comprender el porqué de las cosas. Ahora lo entiendo todo.

 

 

 

Vengo de cenizas de estrellas y hoy regreso hacia ellas. Soy parte tangente del universo en donde un día maravilloso nació la idea de mi afortunada vida.

 

 

 

Soy y fui feliz. Lamento que otros sufran por mí. Viajo hacia un lugar desconocido y misterioso. Es como nacer pero en sentido contrario.

 

 

 

Como tantas veces soñé, vuelo al viento y con asombro veo mi cuerpo inexistente convertido en millones de briznas.

 

 

 

Presiento el mar. Comprendo su inmensidad y me gusta el vaivén del agua salada en el enorme oleaje al que ahora pertenezco.

 

 

 

Es de día y de noche a la vez. Me estoy yendo, pero algo me dice que no todo acabó, que, por el contrario, comienza.

 

 

 

Cada partícula de las cenizas que fui, y que ahora flotan en el mar, de nuevo son millones de espermatozoides en busca del óvulo que también algún día lejano fui. Otra vez tengo padre y madre pero no los conozco. El mar es la placenta y mi regreso es solo cuestión de suerte.

 

 

 

Volveré. No tengo apuro. Ahora soy luz, viento y agua. Formo parte del plácido océano que tanto amé.

 

 

 

Regreso al inexistente y recóndito sitio de donde partí.

 

 

 

Soy cenizas mojadas.

 

 

 

Soy el susurro de una veleta que busca su rumbo. De nuevo, mi regreso depende del amor de otros.

 

 

 

Soy más que cenizas. Soy la esperanza y la prueba de que el amor existe.

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Los arrepentidos

Posted on: septiembre 6th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

Qué horrible cuando metemos la pata y alguien nos dice: “Yo te lo dije”. Significa que a pesar de que nos lo advirtieron, nos equivocamos y tarde lo reconocemos. Ocurre en lo personal, los negocios y en lo público.

 

Lo personal

 

 

 

En matrimonios fallidos, todos, menos los interesados, sabían que esa pareja no nos convenía. ¡Mira que nos lo advirtieron! Cuando nos damos cuenta, hemos perdido apartamento, carro, nevera, licuadoras y quedamos manteniendo muchachos. Lo peor son todos los amigos repitiéndonos: “Yo te lo dije”.

 

 

 

Sin embargo la gente vuelve a creer y vuelve a casarse aun sabiendo que ya tiene cantado su: “Yo te lo dije”.

 

 

 

 

Los negocios

 

 

 

Desconfíen cuando aparece una forma rapidita y fácil de ganar mucho dinero. Pueden quedarse en la ruina. ¡Mosca! Nada es gratis y nadie está interesado en que ustedes se hagan millonarios.

 

 

 

Tendemos a deslumbrarnos con negocios increíbles que generalmente terminan en una avalancha de: “Yo te lo dije”. Y de verdad nos lo dijeron.

 

 

 

Hoy, en Venezuela, mientras más crisis hay, más zamuros aparecen inventando negocios raros casi siempre en moneda extranjera: bonos de oro sin oro, criptomonedas de todo tipo, pirámides, apartamentos y carros casi regalados, premios por Internet y hasta cajas de vino y whisky baratísimas.

 

 

 

Lo público

 

 

 

No hay nada peor que un arrepentido de un régimen dictatorial o totalitario. El daño que hicieron cuando todo el mundo les decía lo que estaba de anteojito, luego es casi irreparable. Eso no solo pasa en la Venezuela de hoy, ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad. Estos arrepentidos que siempre han existido, en algún momento fueron cómplices o verdugos difíciles de tragar cuando se convierten en “buenos”.

 

 

 

No estoy juzgando a nadie, pero es difícil aceptar a los arrepentidos tardíos que hicieron pacto con el diablo.

 

 

 

¿Qué hacemos con los arrepentidos? No sé.

 

 

¿Se les advirtió en su momento? ¡Sí!

 

 

 

Cuando murió Hitler, a los alemanes que dijeron: “Yo no sabía” o “estoy arrepentido”, les dieron una pala y fueron llevados a los campos de concentración para enterrar a los miles de muertos del nazismo.

 

 

 

Pregunto otra vez: ¿qué hacemos con los arrepentidos? No sé, pero ellos sabían cómo cobra el diablo cuando aceptaron ser socios de él.

 

 

 

¿Reflexionar? ¿Recapacitar? ¿Resarcir? ¡Sí!

 

 

 

¿Quererlos? Difícil la vaina. A lo mejor también hay que darles una pala.

 

 

 Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

 

El diablo existe

Posted on: agosto 30th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

El ecléctico papa Francisco dijo que el infierno no existe. Muchos se molestaron y afirmaron que si eso es cierto, tampoco deben existir el cielo ni el aburridísimo limbo que debe ser como pasar una Semana Santa en Antímano.

 

 

Días después, el canciller de Dios en la Tierra se retractó y reconoció que el infierno sí existe.

 

 

Ante tan desconcertante contradicción, mi beato, ecuménico y sapiente amigo José Gregorio Díaz me dio luz. Con botella de whisky de por medio, intentó explicarme tan peludo tema. Al final (de la botella) concluimos que quien lleve una vida bondadosa tendrá un premio que cobrará el día que muera. Luego, ordenamos otra botella para continuar discutiendo tan bíblico paradigma.

 

 

Hace veinte años, Venezuela no sabía que el diablo existía. Vivíamos en una burbuja que daba cariño y refugio a los más sufridos del mundo. Terminada la Segunda Guerra Mundial, a Venezuela llegaron, afortunadamente, italianos, portugueses y españoles, quienes impulsaron el desarrollo del país. Fue bienaventurada esa migración porque nos enriqueció en cultura y genes. A todos los amparamos y con ellos nos ligamos. De esa mezcla emergió la exótica belleza de la mujer venezolana.

 

 

 

En los años setenta llegaron argentinos, brasileños, bolivianos, peruanos y chilenos buscando paz, libertad y la prosperidad que los diablos que gobernaban sus países les arrancaron.

 

 

Los venezolanos éramos alegres, libres y felices pero no lo sabíamos. A veces, la felicidad y la democracia no se valoran porque se dan por sentada. Es como el aire: no se ve pero está allí. Cuando falta, nos sentimos morir y clamamos por él.

 

 

Dios y el diablo siempre están cerca balanceando nuestras almas. Somos los únicos seres que tenemos conciencia para diferenciar el bien del mal. Y en este infame momento de la historia de Venezuela, los diablos que atormentaron a quienes vinieron en busca de Dios se han instalado en el Palacio de Miraespinas.

 

 

 

Mi casi santo amigo José Gregorio Díaz, pana del Todopoderoso, me contó que se sentó con él y Dios le dijo: a veces el mal es tan malo que por corto que sea se ve inmenso. Dile a mis hijos que de nuevo tendremos Miraflores y que el mundo entero querrá vivir en Venezuela porque la democracia es como yo: sufrida y crucificada por momentos, pero al final resucita y triunfa.

 

 

La noche es más oscura justo antes del amanecer.

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Virtud y repugnancia

Posted on: agosto 13th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

La virtud

 

 

La virtud, buscada desesperadamente por quien no la posee, hace que se pierda la principal virtud de la virtud: la bondad.

 

 

Un virtuoso puede no tener virtud.

 

 

La virtud es como la filosofía: puede estar en cualquier parte y sirve para todo; sin embargo, es intangible.

 

 

La virtud, en un ser humano, es un don difícil de saber cómo se adquiere. No se estudia ni se aprende en cursos de autoayuda; es, simplemente, una cualidad.

 

 

Quien posee virtud no debe alardear de ella porque si lo hace, la virtud se convierte en pedantería y deja de ser virtud.

 

 

La virtud siempre es positiva, la puede tener cualquiera, incluso alguien que nos caiga mal. Es un don que, como la belleza física, es independiente a la simpatía.

 

 

La virtud destaca habilidades innatas no buscadas.

 

 

Quien tiene virtud puede fingir ser repugnante, pero un repugnante no puede fingir tener virtud.
La virtud no espontánea se convierte en repugnancia.

 

 

II

La repugnancia

 

La repugnancia es rechazo. Es una sensación desagradable que producen las acciones o el alma de algunas personas.

 

El repugnante a veces nace; otras, se hace durante el transcurso de la vida y a través de sus actos.
El peor de los repugnantes es aquel quien siendo repugnante, cree ser simpático. Incongruencia producto del desconocimiento del significado del vocablo.

 

Al repugnante nadie lo ama. Lo adulan, le temen o lo desprecian.

 

El repugnante es un infeliz peligroso, especialmente cuando no se reconoce a sí mismo y atribuye su repugnante reflejo a otros. Ceguera del desventurado.

 

Al repugnante con poder le gusta que lo adulen y quienes lo  adulan, se sienten repugnantes.
El repugnante sin poder, adula.

 

Un repugnante bruto y con iniciativa es peligroso.

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Merecemos vivir de lujo

Posted on: agosto 6th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Somos afortunados por tener una vida lujosa. Para comenzar, somos propietarios de nuestras vidas y eso, por sí mismo, es un lujo que no notamos porque nos hemos acostumbrado a estar vivos.

 

 

Dicen que cuando vamos a morir vemos la película de nuestra vida. Es allí, aunque un poco tarde, cuando nos percatamos de lo increíble que fue haber vivido. Por eso la gente muere, para que en el último segundo de su existencia pueda darse cuenta del lujo que tuvo.

 

 

 

Para tener una vida lujosa no es necesario estar rodeado de grandes riquezas. Es suficiente con descubrir, a temprana edad, qué nos gusta hacer y lograr que nos paguen por ello.

 

 

 

Aléjese de personas tóxicas, malasuertosas, pedigüeñas, fastidiosas, de los brutos y los tiranos. La gente maluca y ladrona no lo dejará tener una vida de lujo. Ellos tienen una necesidad patológica de destruir y hacer daño. Es imposible ser bestia, mala gente y lujoso.

 

 

 

El peor castigo de un maluco es precisamente ser maluco. Sentir que nadie lo quiere y partir de este mundo sin descubrir cuál es el sentido de la vida. Sin darse cuenta de que no hay mayor lujo que un beso, una sonrisa, un café, una arepa o un pan tostadito con mantequilla, no con margarina.

 

 

 

Ahora que muchos se ven obligados a huir, recordemos que con Venezuela ocurre como con el lujo de la vida: siempre estará allí aunque algunos no valoren el privilegio de nacer y vivir en ella. Es importante tener claro que por ahora nos atormentan y arruinan los malucos y los feos. Qué feo es cuando los lujosos mal habidos dicen que vivir de lujo o ser rico es malo.

 

 

 

Para terminar, lo más lejano del lujo es el dinero. El lujo es vida integral y simple, pero es imprescindible que esté lleno de amor y honestidad.

 

 

 

En el lujo caben una casa y una familia, un yate y un peñero, dinero con o sin ceros pero que tenga valor, un rico y un pobre, un buen amigo y una gran fiesta.

 

 

 

Las cosas son lujosas o no de acuerdo con la forma como enfrentemos la vida. El lujo es un concepto al que solo pueden acceder seres buenos y felices.

 

 

 

Y la bondad y la felicidad, ¿qué son? Algo que no tiene explicación. Que se siente igual solo si tenemos paz y amor en nuestra alma lujosa, ya que una es la clave de la otra.

 

 

 

No permitamos, por duras que sean las circunstancias, que ningún gobierno sabotee nuestra felicidad y acabe con la bondad del venezolano. Necesitamos eso y más para rescatar y entregar a nuestros hijos esta tierra de gracia. Nosotros merecemos vivir libres y de lujo.

 

 

FIN

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

 

Niños de azote del siglo XXI

Posted on: julio 31st, 2018 by Laura Espinoza No Comments

En las antiguas cortes europeas, existían unos pobres niños a quienes azotaban si un príncipe hacía algo malo, ya que estaba prohibido golpear o castigar a los descendientes del rey. Los niños sometidos a este sistema cruel, eran conocidos como: “los niños de azote”.

 

 

Cuando el joven de sangre real hacía algo indebido, era llevado a un cuarto donde el indefenso niño de azote era golpeado con una correa delante del príncipe. La cantidad de azotes e insultos, dependían de lo que había hecho el infante. Además de sufrir laceraciones, el niño de azote, como castigo, era encerrado en su cuarto durante horas o días mientras que el verdadero culpable se retiraba con su nodriza para seguir con su vida normal.

 

 

 

En la época colonial, en Venezuela, una señora muy encopetada sufría de flatulencia sonora aguda incontrolable. Para que no la descubrieran, se hacía acompañar por dos esclavas quienes pagaban las consecuencias de su embarazosa y sonora dolencia. La cosa se ponía peluda cuando la peligrosa dama iba a misa. El silencio del recinto sacro hacía más comprometedora la explosiva situación. Sin embargo, a ella no le importaba porque tan penoso momento era enmendado a costa de las infelices esclavas quienes seguían fielmente a su ama:

 

 

 

—¡Cochinas! ¡Qué vergüenza! No respetan ni la Iglesia –les gritaba la dama.

 

 

 

Todos los gobiernos venezolanos han tenido sus niños de azote. Por ejemplo, el gobierno del doctor Lusinchi se dio el lujo de tener el mayor de los niños de azote jamás conocido: el chinito de Recadi, quien finalmente fue el único preso de tan bochornoso caso. Carlos Andrés Pérez fue su propio niño de azote, ya que fue condenado por haber ayudado a la restitución de la democracia en Nicaragua.

 

 

 

Los más recientes niños de azote o como dirían los franceses: “Les derniers whip enfants”, de este desastre de la izquierda retrograda, son los norteamericanos, quienes entrenan iguanas para cortar la luz y el agua, quitan los ceros a los billetes, roban baterías y cauchos, acaparan el aceite de carro, causan la guerra económica, se comen la harina PAN, esconden los pasaportes y las medicinas, destruyen los hospitales, obligan a la gente humilde a comer basura y trasladan al pueblo como si fuera ganado en camiones para transportar animales.

 

 

Hoy, todos los venezolanos, dentro y fuera del país, somos los nuevos niños de azote del socialismo del siglo XXI y estamos pagando las flatulencias de este nefasto régimen socialistacomunista.

 

 

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa