Día de la Inmaculada

Posted on: agosto 25th, 2013 by Super Confirmado No Comments

A mi querida amiga Silma Heredia

 

 

 

Existe la posibilidad de derrotar la revolución el 8 de diciembre, según indican las tendencias, ascendente de la fuerza opositora (de 37% en 2006 a 50% en 2013) y decreciente de los adversarios (63% en 2006 a 50% en 2013). La alternativa democrática aumentó la votación en 99% de los municipios, es decir, en 330 de los 335, mientras el madurismo subió la suya en apenas 13 municipios. Algunos opositores aficionados, la oposición de la oposición, frauduleros, ruáfilos, serruchos de oro, estimulados por el G2 sin que lo sepan, lanzan sus extravagantes meditaciones de barbería: porque hubo fraude, no se debe participar en las municipales, sino lanzarse a las calles y destruir la MUD. Indignado con el Gobierno, lo castigarán al regalarle todas las alcaldías. En los países normales, con gobiernos decentes, votar es un derecho que se ejerce a desgano, en general con tasas de participación por debajo de 50%.

 

La democracia representativa -la única que existe- establece los mecanismos que delegan la función política a quienes se ocupan de eso, y la gente se dedica a progresar en sus vidas, hacer fortuna, ejercer la profesión y amar su familia. Y esa delegación suele estar acompañada de menosprecio por el oficio, al que se considera actividad de marrulleros, tramposos y «gente menor», diría Don Quijote. Era una constante en las películas de Hollywood que detrás de cualquier situación turbia apareciera un senador norteamericano. Tal vez podría establecerse una tabla de relaciones inversamente proporcionales entre el grado de felicidad colectiva, y la participación política y electoral. En sociedades despolarizadas y tranquilas, a la ciudadanía no le interesa. Por eso el hiperparticipacionismo es un desarreglo más cuando la vida civilizada está en jaque. Las crispaciones aparecen con las crisis, como en España hoy y en varios países latinoamericanos, picados por la tarántula.

 

Un clavo en el féretro

 

En Venezuela en cada elección en 14 años se ha jugado la democracia y cada derrota fue un clavo en el féretro de la condición ciudadana, hasta llegar a una autocracia plebiscitaria, a la que por fortuna se le ha desfondado varias veces. Pero uno de los rasgos de la opinión pública es que puede ser esquizoide. Mientras dice regirse por patrones morales establecidos que no tragan a los políticos, la vida cotidiana es humana. Para muchos grupos en la Historia del Cristianismo, el mundo era tan perverso que no podía ser obra de Dios, sino de Satanás que aprovechó una distracción de El Altísimo para hacerlo. La social real es reino de personas que maltratan a sus parejas, o entre los dos a sus hijos, resentidos, envidiosos, arrogantes, codiciosos, egoístas, estudiantes vagos, profesores irresponsables, que no hacen nada por los demás y misteriosamente no escatiman en calumniar a quienes consagran sus vidas a la lucha. Pero hablan mucho de ética.

 

Obviedades fatales

 

El pensamiento político amateur no entiende la lógica del poder, y lo reduce a la moralina, seudoconcreciones, obviedades que cuando se practican son fatales. Maquiavelo demostró hace mucho que la razón política y la razón convencional son irreconciliables y un grave problema se presenta cuando por diversos motivos la conducción política se sustituye por vedettes aficionadas. Según ellas, el instrumento estratégico sería entonces fomentar bochinches, «guarimbas», como los mariscales de la huelga petrolera. Sin duda hay una fracción de neuróticos en los cafés de Zurich, París, Singapur, Leipzig, Brujas y Estocolmo, que quieren teledirigir las «confrontaciones de calle» y se desahogan al encanallar la MUD, única oposición que existe. Si hay merengue en los actos públicos, la censuran porque debe sonar el Requiem de Mozart. Si se acepta el debate propuesto por Maduro, «la corrupción no se debate, se encarcela», tremebunda vaciedad dicha con tono solemne de una frase de Epícteto o el Eclesiastés. Si se le hubiera ocurrido decir que no debate, lo acusarían de cobarde.

 

Más que ganable

 

Pero el verdadero Armagedón en cuyo cielo se cruzarán «los ejércitos de sombras y de luz», la madre de todas las batallas, será el municipio Libertador, que con una campaña bien articulada es más que ganable. La diferencia el 14A fue de diez puntos apenas a favor del madurismo, y la confrontación del 8D ocurrirá cuando el nudo de la crisis económica apriete el pescuezo. No se debe sostener la avilantez de que los problemas económicos producen automáticamente derrotas de los responsables. La economía y la política tienen independencia relativa y los resultados dependen de la destreza de los factores en pugna. La desestabilización de la democracia venezolana se produjo precisamente en momentos de auge económico, bajísimo desempleo y altos ingresos, porque el Galáctico supo engatusar a todo el mundo y fue indiscutiblemente una gran fuerza del mal, caótica, desorganizadora y destructiva, como pocas existieron en Latinoamérica. El irresponsable que destruye Pdvsa, en cuya gestión se han producido más de 20 incendios, le echa la culpa a la oposición y depende del forcejeo si esa idea se implanta en la opinión pública o se rechaza.

 

@carlosraulher

Por Carlos Raúl Hernández

¡Mueran ciudadanos!

Posted on: agosto 18th, 2013 by lina No Comments

Si todos los hombres no tienen los mismos derechos, la sociedad vive en desgracia

Uno de los principales objetivos de cualquier revolución, fascista o comunista, es destruir la condición de ciudadanía para convertir la gente en habitantes. Es la esencia del acto revolucionario, su razón de ser, porque ciudadanía implica poder limitado.

 

El gobierno asume potestades al extremo de la aberración y hace las personas víctimas indefensas, alieni juris. Cuando los redentores llegan, dividen profundamente la sociedad. Y tan lento o tan rápido como lo permita la naturaleza de su ascenso al poder, aniquilan política, moral e incluso físicamente a una parte, contra la que lanzan la otra.

 

Los «enemigos del pueblo» son los que obtuvieron fortunas, realizaron estudios, asumen posiciones políticas y religiosas críticas o tienen determinado color de piel, y sus derechos fundamentales pasan a ser «administrados» por «la revolución»: vida privada, propiedad y libertad.

 

Se convierten en subciudadanos, capitis diminutio. Expropian potencialmente a todos y sólo la nomenclatura disfruta de privilegios, aunque no de derechos, pues siempre dependerán de las pulsiones del «jefe revolucionario».

 

El pan diario son las purgas, como las que se practican en este momento en el PSUV, y cortan cabezas a pequeños o medianos hampones administrativos como carambola para liquidar a Primero Justicia. Los opositores no son ciudadanos sino mera población, «clases» oprimidas carentes de mecanismos de defensa frente al poder como lo revela la cadena de atrocidades en lo que va del año y durante los catorce del «proceso». La abyección de la Fiscalía de construir delitos, y usar fotografías personales en un debate parlamentario, es digno de tiranías africanas.

 

Escarnecer por homosexual

 

No difieren mucho los insultos de Mugabe contra los homosexuales, de los que salieron del «cerco de los dientes» de un oscuro diputado venezolano de dudoso prestigio, incurso en una secuela de crímenes, como el agavillamiento de colegas, entre ellos una diputada.

 

Amenazas, calumnias, montajes, trazan una ruta trágica que nadie sabe dónde conduce ¿Hasta qué punto llegará el escalamiento de violencia? Algo sabe el gobierno que el resto del país no sabe, y les hace temer. La dictadura declarada avanza todos los días en cada decisión. Los locos asaltaron el manicomio. Pero el país y los propios seguidores de la revolución se electrizan frente a la monstruosidad y la incompetencia.

 

A partir de la Declaración de Derechos de Virginia (1776) y de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (1789) ya los hombres no pertenecen por su nacimiento a estamentos diferenciados. Nadie es por derecho esclavo ni siervo, ni opositor ni hereje, ni cristiano ni judío, ni negro ni blanco.

 

El Estado de Derecho se funda en un ente abstracto, el ciudadano, producto de que la ley declara que toda persona, en cualquier circunstancia es sujeto de los mismos derechos inviolables, sui juris. Todos somos seres diferentes, pero no ante la norma. Platón entendió que «la ley debe ser unilateral» y hacer abstracción de particularidades, ser un rasero para todos.

 

En la sociedad moderna los grupos sociales son estancos abiertos de los que se puede salir o entrar de acuerdo con las condiciones circundantes de la economía, las garantías constitucionales y por iniciativa de cada individuo. Marx en La sagrada familia dice que «… el derecho civil se basa en una abstracción intelectual».

 

Cristo no era comunista

 

Cuando el gobierno atropella, violenta, veja, discrimina, arroja los perros rabiosos de la Fiscalía, la Defensoría, la Asamblea, el Seniat, contra las personas, ignorando cualquier norma jurídica, destruye la ciudadanía de todos y crea un derecho desigual que arrebata sus garantías, contra lo que proclama el Estado de Derecho.

 

El marxismo proporcionó planteamientos para justificar la opresión: la necesidad de un «derecho desigual», «de clase». En sentido contrario, en estos dos siglos y medio, la lucha de mujeres, negros, trabajadores, transformaron las sociedades liberales en democráticas y lograron que los derechos fueran progresivamente extendidos, hasta llegar a las condiciones de hoy que los esfuerzos continúan con la cuestión gay.

 

En los países exitosos casi toda la ciudadanía es de clase media, aunque esa conquista depende de la aplicación de políticas económicas acertadas, en el marco de las definiciones jurídicas.

 

El cristianismo es la fuerza que impulsa la igualdad jurídica que finalmente cristaliza en la democracia, con la idea de que todos lo somos ante Dios y que la sacralidad de la persona la hace inviolable frente a la coerción.

 

Esa es la libertad. Por eso las revoluciones son un salto atrás en la historia. Cuando un régimen proclama enemiga a parte de las personas que viven pacíficamente, por no comportarse según la coacción, declara abolido el derecho moderno.

 

El perseguidor de hoy, será perseguido mañana, como dicen las historias de Trostky y Stalin, Castro y Guevara. Dice Tocqueville.

 

«La Revolución Francesa ha actuado en este mundo como la religión para el otro: considera al ciudadano en abstracto, fuera de condiciones determinadas, de la misma manera que las religiones consideran al hombre en general». Si todos los hombres no tienen los mismos derechos, la sociedad vive en desgracia.

Carlos Raúl Hernández

@carlosraulher

 

«¡Fusíleme a Doña Constitución!»

Posted on: agosto 11th, 2013 by lina No Comments

La «constituyente» es un bicho aberrante: la entrega de dimensiones incalculables de poder

 

La secuencia de decisiones que el país tomó en los últimos 20 años, demuestra que la capacidad para el dadaísmo político carece de límites.

 

Luego de acertar por décadas, pocas naciones decidieron equivocarse tanto y tan seguido. Y nadie podría extrañarse de que viniera por ahí otra «constituyente», como si no bastara lo ocurrido desde 1999.

 

Un contrasentido histórico, político y conceptual como ese, tal vez por lo mismo se ha convertido, después del fracaso de la vía armada, en el camino revolucionario, concretamente en América Latina. Como sostiene Antonio Negri, el filósofo de las Brigadas Rojas, «la constituyente es la revolución». Las FARC la tienen como gran objetivo.

 

A partir de las constituciones americana y francesa se inventan, nacen, se constituyen, nuevos sistemas políticos, los estados liberales y democráticos, en las cenizas de las monarquías y el colonialismo.

 

Nacen órdenes inéditos, verdaderos experimentos que la Humanidad no conocía. En la asamblea de Filadelfia un grupo de sabios encabezados por Washington armaron la Constitución, una pieza de relojería tan aparentemente delicada que se pensó produciría un estado fallido.

 

Según importantes pensadores, tanto respeto por la libertad individual, las autonomías federales y el derecho de cada estado de retirarse de la confederación, aseguraban el hundimiento de una nave hermosa pero incapaz de navegar, un celadón de la dinastía Zhang que se trisaría al menor impacto.

 

Pero lleva 225 años de vigencia, desde 1787, apenas la han tocado con enmiendas, y produjo la nación más poderosa del planeta.

 

Una nueva mayoría parlamentaria

 

Francia tuvo su primera Constitución en 1791, que llegó a ser definitiva luego de oleadas de sangre y se extendió por el resto de Europa. En el siglo XX los ogros europeos decidieron liquidarlas para establecer sus poderes personales. Karl Smith teorizó que el verdadero poder constituyente era la voluntad del führer, y en Latinoamérica, el primer paso de los gobiernos de facto suele ser confiar una nueva a los sastres. Dicen que el general golpista peruano Sánchez Cerro, molesto porque su cagatinta le señalaba que esto o aquello no podía hacerse porque lo impedía la Constitución, exclamó harto: «¡me hace el favor y me trae a esa doña Constitución y me la afusila!». Con el fidelismo el asunto pasó de moda porque quedó claro que la Constitución revolucionaria era el fusil.

 

La «bolivariana» de 1999 es tal vez la peor escrita del mundo moderno. Letrina del idioma, da urticaria, atiborrada de piltrafas verbales, ripios, gerundios y derechos incumplibles. Suprime el masculino genérico para obligarnos a decir como idiotas «vicepresidentes y vicepresidentas, ministros y ministras… » en un insulto que va desde Cervantes a Menéndez Pidal. Pero su falencia no es de garantías para una vida democrática, y de hecho el régimen ha tenido que pisotearla incansablemente para imponer la cuasi dictadura.

 

Un jurista declaraba años atrás que había registrado más de 1.500 violaciones, lo que demuestra que tales principios existen. El problema, entonces, no está en la Constitución sino en una mayoría totalitaria que se constituyó en 2005 por forfait opositor en la Asamblea y decidió a partir de ahí imponer una autocracia inconstitucional.

 

Hans, el sofá y la «Constituyente»

 

El papel establece los procedimientos y protocolos para el funcionamiento de los poderes públicos, pero la mayoría, también trampeada a partir de 2010, los estupra.

 

Por eso es desopilante ver la vieja costumbre de Hans de caerle a patadas al diván, y se enfocan las baterías en cambiar la constitución o convocar «una constituyente» y no en algo menos apocalíptico y dramático, sin que deje de serlo en su medida: ganar una mayoría parlamentaria que retorne al llamado «imperio de la ley», designe Tribunal Supremo, CNE, Contralor, y haga que todos los poderes públicos funcionen «conforme a derecho».

 

Por razones de precisión jurídica, pero también de estética, habría que reformar la Carta Magna pero se haría cuando fuera prudente, por medio de una reforma, asignando al nuevo congreso la tarea, o a una asamblea constitucional electa ad hoc, sometida al poder público, como hicieron los colombianos. La «constituyente» es un bicho aberrante: la entrega de dimensiones incalculables de poder a la claque que conquiste la mayoría.

 

Podría establecer la pena de muerte, eliminar la propiedad o nombrar a alguien presidente vitalicio o monarca. Es jugar fútbol con una bomba atómica y el país podría darse con una piedra en los dientes que el caudillo inmortal en 1999 no estaba tan sollado entonces y no lo hizo.

 

Cualquier diferencia en un monstruo así se resuelve por aplanadora, lo que a priori banaliza la necesidad de consenso necesario en una «ley de leyes». Pero tiene el tufo épico, corintelladesco, que llega al corazón. Es un barajo, una «volada» emocionante, «voy jugando a Rosalinda», que crea ilusiones a los que tienen el camino político difícil.

 

En cambio seguir la ruta marcada es mentalmente más ladrilloso, a pesar de que faltan 4 meses para las elecciones municipales, dos años para las parlamentarias y eventuales revocatorios.

 

Carlos Raúl Hernández

 

@carlosraulher

 

Padrotes políticos

Posted on: agosto 4th, 2013 by lina No Comments

Los partidos han hecho un esfuerzo sobrehumano desde 2006 pero siguen siendo muy débiles

 

Los revolucionarios quieren alterar la naturaleza humana para trocarla «moral», liquidar el egoísmo, los vicios y erigir el hombre nuevo. Son ayatolas laicos, pero los más «grandes» de ellos fueron sádicos, pedófilos, asesinos, como Guevara, Mao, Stalin o Hitler.

 

Su doctrina es lo que la sociedad considera delito: arrebatar la propiedad, las libertades políticas y civiles, y hasta la vida, el Estado de Derecho, la civilización. Roban, encarcelan y matan con el subterfugio de «la virtud republicana»: Destruyen la sociedad injusta, para hacer una nueva a la medida de las cabezas limitadas y calenturientas de los adalides «inmortales», en general incultos y fanáticos.

 

Y es muy fácil hacer política de tales negaciones -si se hurga, hasta en un colegio hay niñitos que golpean a otros, los humillan o les quitan la plastilina, y acusar al kindergarten de ser una institución corrupta, llena de perversiones.

 

Desestiman que la vida democrática es lo mejor que ha hecho el hombre, y trabajan para algún día construir su propia Corea de Norte, Cuba o China maoísta. Uno de los principales pensadores italianos, Umberto Cerroni, paradójicamente del Partido Comunista, dijo que prefería «la peor de las democracias a la mejor de las dictaduras». Betancourt derrotó en los 60 el complot de la izquierda radical.

 

Gracias a sus partidos políticos y gobiernos, Venezuela fue desde 1958 la sociedad más moderna y abierta de Latinoamérica, no esa sentina que pintó la conspiración de los 90. Mexicanos, chilenos, colombianos, uruguayos se asombraban de sus autopistas y rascacielos y se guarecían de la tormenta de las dictaduras.

 

Groucho Marx en Venezuela

 

Pero pequeños grupos izquierdistas mantuvieron la conspiración, conscientes que el dique a destruir eran partidos que llegaron a obtener 95% de la votación. La derecha también estaba resentida, porque ninguna de sus luminarias había logrado jamás franquear esa muralla de votos de las clases medias y populares.

 

Radicales de izquierda y derecha se alían, y a partir de 1989, desencadenaron la tormenta perfecta, que obtuvo la victoria inicial en 1993 y la definitiva en 1998. Los líderes del sistema, sin pericia, no pudieron con la primera crisis que se les presentó. Parecía un sketch de Groucho, ese reggetón que bailaron durante los trágicos años del 89 al 99 de traiciones y las cretinadas. Unos se pusieron en posición para el «perreo», otros se asustaron y entregaron todo.

 

Los partidos han hecho un esfuerzo sobrehumano desde 2006 pero siguen siendo extremadamente débiles. Se cumplió una ley de los sistemas políticos: cuando la sociedad destruye sus partidos, no aparecen unos mejores, sino el caudillismo. La involución del partido político al padrote político rodeado de incondicionales que reciben beneficios de él, roscas coptadas y acríticas.

 

La organización política moderna, esa que tanto estudiaron Duverger, Sartori, Newmann, Coleman, Dahl y tantos otros, es una forma de proto control constitucional interno, obliga a decisiones colectivas y frena los individualismos posesivos de los iluminatti.

 

Las direcciones nacionales se integran con líderes electos, de poderes propios y las decisiones son producto de alianzas y acuerdos basados en la legislación interna, nunca caprichos o intuiciones geniales, sino competencia y colaboración.

 

El partido cubano

 

Américo Martín en su libro Huracán sobre el Caribe (UCAB: Caracas: 2013) dice que «Fidel descansa en la maquinaria estatal-partidista… pero también y mucho en el ascendiente personal, y la leyenda que ha creado».

 

En contraste, las relaciones entre los mandatarios democráticos y sus organizaciones suelen ser duras. La precandidatura presidencial de Betancourt en la convención de AD de 1958 se impuso apenas por un voto sobre la de un independiente.

 

Legendarias las pipas que rompió furioso después que lo derrotaran en debates intestinos en la dirección de su partido. También eso lo incineró el caudillo venezolano del siglo XXI, y el PSUV, su creación, es una síntesis de aberraciones, una maquinaria estilo cubano.

 

Newman pareciera describirlo cuando habla del movimiento totalitario «el monopolio dictatorial del partido, que impide la formación y expresión libres de la opinión, es precisamente la antítesis del sistema de partidos». Los caudillos crean esas maquinarias castradas a su servicio personal.

 

Martín describe en el Partido Comunista Cubano un rasgo extrapolable, típico de la organización totalitaria: la identificación de los cargos administrativos del Estado con los del partido, de manera tal que se confunden. Chávez era jefe del Estado y del PSUV, y los ministros disfrazados horriblemente de rojo propalan su condición híbrida de pequeños padrotes al servicio del padrote mayor.

 

Fidel Castro era jefe al mismo tiempo de todo y ahora Raúl aplica una nueva modalidad, a partir del VI Congreso: separa las funciones del gobierno de las del PC, pero él se reserva el máximo cargo en ambos. El retorno de la democracia venezolana está asociado a la modernización del ejercicio político, la institucionalización de los partidos y el regreso de lo que Gramsci llamaba «… el intelectual colectivo». Cuando el «Príncipe moderno» desbanque al padrote político.

 

@carlosraulher

 

Balada de la guacamaya tuerta

Posted on: julio 21st, 2013 by lina No Comments

Si piensan que la oposición real no actúa debidamente, los ruáfilos deberían lanzarse a hacer lo debido

 

De acuerdo con su nombre, los ruáfilos aman la calle con la pasión de Cleopatra a Marco Antonio y hasta se harían morder un seno. La calle encarna la lucha contra el mal, purga los pecados.

 

Los caballeros medievales cargaban en la ropa trocitos de la «Vera Cruz», del manto de San Pablo, o esquirlas herrumbrosas de alguno de los clavos de Cristo. Se sentían protegidos por su relicario.

 

Al calcular la proliferación de reliquias en la época, un investigador alemán afirma que se necesitó el equivalente de un bosque, incontables metros cuadrados de tela, y miles de clavos, para producir todas esas piezas auténticas.

 

Los ruáfilos comparten su culto a la calle con el hábito de desacreditar la oposición práctica, los hombres y mujeres que se dedican día y noche a que exista una alternativa. Es parte de su hobby político.

 

Nada más fascinante para un sicólogo que ver declaraciones donde el único mensaje es que hay unos inquebrantables, antishock e impermeables como los diamantes (imagínese a Mandela martillando eso). Lo hacen a nombre de una brumosa entidad que llaman la oposición verdadera, radical, dura. La 2.0. Al estilo de los penitentes de Bergman, para los ruáfilos solo la sangre lava los pecados, pero siempre que sea de los otros. Cualquier ejemplo tomado por las greñas sirve en su retórica hepática y superficial.

 

Los acontecimientos de Brasil, Libia, Egipto o cualquier otro, también «el 350» y demás pamplinas cuya significación no entienden, llenan su caserina argumental. Y si alguien les señala su error, chillan porque les «niegan su libertad de expresarse». Reclaman el derecho a criticar, pero ¡cuidado con criticarlos!

 

Demencia radical

 

Tienen una visión pintoresca y doméstica del papel de «el pueblo en las calles». En la «primavera árabe» las tiranías caen por pronunciamientos militares o acciones bélicas extranjeras, no por manifestaciones («¿cuántas masas hacen falta para detener un tanque?», preguntó Allende a Debray. Luego se supo).

 

En Siria se dividió el aparato militar de Al Assad y sin embargo van 80 mil muertos y el régimen sigue ahí, porque China y Rusia impiden la intervención externa. En Venezuela también hubo una multitudinaria primavera de 2002 a 2003: «guarimbas», «megaplasta», «plazaltamira», éste último un caso de militares que dieron golpes pero de bragueta.

 

El 12 de abril de 2002 las FFAA desobedecen a Chávez, que renuncia. El nuevo -fugaz- gobierno arremete contra el Congreso, gobernaciones y alcaldías, en ataque de demencia «radical», y se le disuelve el poder en las manos.

 

Allí Chávez pasa al control institucional casi completo, aunque continúa la primavera: el paro petrolero de 2002 y enero 2003, que sacó millones de personas a las calles, y fracasó como era previsible. Luego la guinda fue el retiro de candidaturas a la Asamblea el 2005, que le entregó a Chávez unanimidad en el Congreso. Los «radicales» son responsables de eso.

 

Hoy desde su sofá, chinchorro, mecedora, Twitter, o afín, se retuercen frente a su gigantesca pantalla plana porque «Capriles no mandó a salir la gente» o porque «la MUD no hace nada sobre el retraso del tribunal… «, como si ese cuerpo estuviera constituido de honorables juristas que sentencian a partir de la justicia, la verdad y la ley.

 

«La MUD hace la oposición que le interesa al gobierno» dice alguien cuyo curriculum combatiente se limita a unas cuantas alegres marchas con gorra tricolor, bermudas y pitos, y las necesarias bailoterapias.

 

Se escabulleron como Houdini

 

Muchos de sus líderes duros desaparecieron de la escena al primer gruñido como Houdini, estrellas fugaces aterradas, mientras los líderes de la oposición real están ahí, agredidos física y moralmente a diario, amenazados de muerte, al borde de la cárcel, cada quien en lo que tiene que hacer.

 

Gracias a las huestes de Capriles y Aveledo y la participación electoral de millones, la esperanza no desapareció ni el son se fue de Cuba, y ha logrado llegar a tercera base, después que los radicales se poncharon en todos los turnos al bate.

 

Desde 37% del electorado que obtuvo la oposición en 2006 contra a 63% del gobierno, hoy las cosas están por lo menos empatadas en 50%. La última paparrucha es que no debe votarse en las municipales de diciembre para «castigar» al tribunal percusio por no sentenciar sobre el 14A.

 

Están bravos con el gobierno y su venganza es abstenerse para que todos los municipios del país pasen al gobierno. Una guacamaya tuerta en combate tiene razonamientos políticos más complejos: no se le ocurre sacarse un ojo para vengarse de que le sacaron el otro, ni que Maduro caerá porque no enseña la partida de nacimiento.

 

Si piensan que la oposición real no actúa debidamente, los líderes ruáfilos deberían lanzarse a hacer lo debido, pero no les hacen caso los millones de opositores reales. La jefatura no consiste en maledicencia cascorva, mera intriguilla, sino en acción práctica, construcción de posibilidades, «hacer de las ideas fuerzas sociales».

 

Luego de los desvaríos radicales, en 2006 la oposición real tomó el volante. Lo ocurrido cuando dirigieron los «inquebrantables» quedará registrado entre las más insólitas manifestaciones de ingenuidad conocidas. «No volverán».

 

Carlos Raúl Hernández

 

@carlosraulher

 

Enamorados de la muerte

Posted on: julio 14th, 2013 by Super Confirmado No Comments

El levantamiento popular de 2011 que culminó con la salida de Mubarak del poder por la intervención militar, se produce contra la tradición autoritaria desde Nasser y Sadat y podría verse como un golpe de Estado, pero se le calificó de «primavera». Su propósito era conquistar la libertad. Hoy en julio de 2013 el país y los militares actúan de nuevo, esta vez para impedir el retroceso a la Edad Media que pretende el partido del defenestrado Morsi, los Hermanos Musulmanes. Su «constitución» consagraba que … «El Islam es la religión del Estado… y los principios de la sharia son la principal fuente de legislación» particularmente en el caso de los derechos de la mujer. La libertad de expresión se define como «supervisada» y se «prohíben ofensas a las personas y al profeta». Pero analistas y medios internacionales decidieron esta vez una línea editorial que cierra oportunidades a la realidad, con la calificación taxativa y connotada de «golpe de Estado».

 

Tampoco a Morsi lo removió en 2013 «la fuerza del pueblo en las calles» como a veces se cree, en una especie de romanticismo heroico, más de Víctor Hugo que de realidad. Las Fuerzas Armadas concretaron lo que a algunos parecía inminente hace meses para que Egipto no se convirtiera en un nuevo Irán de los ayatolas. Como varios dictadorzuelos avispados, de inteligencias «reptil», el fugaz presidente aprovechó la euforia popular pos dictadura, la luna de miel, para imponer a los grupos modernos de Egipto una seudoconstitución inficionada por el gusano de la teocracia y el fascismo islámico. Su desastroso gobierno, además, sumergió al país en una debacle económica.

 

¿Primavera o golpe de Estado?

 

El derrocamiento de Morsi fue un «golpe», tanto como las acciones de éste para imponer una teocracia, violando su compromiso con los electores ¿No tienen las instituciones que preservarse e impedir que mandatarios de origen electoral se conviertan en dictadores? Era previsible que un gobierno ejercido por los Hermanos tuviera un final desgraciado, en uno u otro sentido. Ese partido, su fundador en 1928, Hassan Al Banna, y su principal ideólogo, Yassif Qutub se ajustan al concepto de «fascismo islámico». Son también padres o inspiradores del «islamismo», que convirtió la religión de Alá, tolerante con la sensualidad, la belleza y el conocimiento, de Las Mil y una noches, Las Rubaitas de Omar Kayyán y las bailarinas sicalípticas, en una doctrina infernal.

 

Dieron ideología al terrorismo religioso reciente en el mundo árabe y en Irán, entre sunitas como chiítas, Hamas, Al Qaeda, Yihad Islámica, Al Gama Al Islamiya, y decenas de otros grupos existentes o desaparecidos. Al Banna decía a los jóvenes que «el apego a este mundo y el miedo a la muerte solo producen deshonor y degradación». «Prepárense para la Guerra Santa y solo amen la muerte». Los expertos saben que los Hermanos han sido inspiradores de los magnicidios y atentados ocurridos en Egipto durante el siglo XX contra Nasser, Sadat, y varios otros, aunque lo hicieron con astucia a través de terceros y supieron preservarse.

 

Fascismo islámico

 

Sus pensadores crearon la tesis del renacimiento del Imperio Otomano y el Califato, el regreso a «la fe» de todos los países que alguna vez fueron parte de ella y la conquista del resto del mundo para imponerla a los infieles y destruirlos a través de la Yihad. Las mujeres y los infieles no pueden tener presencia en la vida pública. El Corán y la Sunna son el «único punto de referencia para… ordenar la vida de la familia musulmana, el individuo, la comunidad y el Estado…». Según Al Banna el objetivo es construir una sociedad disciplinada, en calma, basada en la obediencia a los gobernantes, en la que el Estado abolirá la individualidad y las diferencias humanas.

 

Para ello se requerían «duras penas para las ofensas morales… reconocimiento de que la fornicación, en cualquier circunstancia, es un delito detestable… la prohibición de bailar y entregarse a otros pasatiempos… canciones… confiscar libros provocativos». El islamismo no es otra cosa que la forma que toma en esa cultura uno de los rasgos peligrosos de la humanidad: el fascismo-comunismo, la barbarie pre-política. Los Hermanos aprendieron muchos artilugios y camuflarse con habilidad, pero son una versión extrema del fascismo-comunismo islámico.

 

Si bien Nasser era un socialista pro soviético, los Hermanos pueden cargar en el bolsillo un equivalente de Mao o Pol Pot, «si nos dejan», cosa que los militares tenían muy clara. Luego de la disidencia salafista esta semana -otro grupo islámico radical- el gobierno interino llamó a nuevas elecciones en corto plazo y a un entendimiento nacional. No parecen hasta ahora querer entronizarse.

 

Post Scriptum. Babilonias (Caracas, 2013) es el nuevo libro del investigador y profesor universitario Carlos Colina, quien se ha caracterizado por su densidad, coraje intelectual y moral para desafiar adversidades. Es una exposición directa de sus experiencias como homosexual (que me perdone Mario Mieli, el más importante pensador de las minorías sexuales del siglo XX, que no aceptaba el término, sino el de transexual). Es un libro importante cuando en el país, a través de movilizaciones, películas, presencias públicas, se afianza la cultura gay como elemento de la modernización.

 

@carlosraulher

Por Carlos Raúl Hernández

Sacar la piedra

Posted on: junio 23rd, 2013 by Super Confirmado No Comments

En el Festival de Cine de Shangai a Oliver Stone lo afectó una pulsión, no se sabe si a consecuencia de un sake en mal estado, una lumpia fumada con desmesurada fruición o una ración de arroz frito con aceite usado de motor. Una extraña mixtura de brillo en sus obras artísticas y asombrosa sandez en los juicios políticos, dan color a su personalidad. Pero esta vez exageró. En una cadena de disparates se abalanzó a diestra y siniestra contra colegas y películas que defienden la vida normal y civilizada, retratan las autocracias, y en especial contra Ridley Scott, un director tal vez el más completo y equilibrado de los que viven. Le recrimina haber contado en La caída del halcón negro (Scott, 2001) la acción de las mafias que se apoderaban de los alimentos que enviaba la ONU a Somalia. Scott tendría que callar eso (¿?).

 

También repudia Gladiador (Scott, 2000), y La búsqueda del soldado Ryan (Spielberg, 1998) será porque la última no hace justicia a los nazis. No basta con eso sino que propone una apasionante reinterpretación de la Historia según la cual fue Stalin (versión Academia de Ciencias de la URSS) quien derrotó a Hitler, no Eisenhower y Churchill. La invasión a Normandía, desde su revolucionaria perspectiva, fue un detalle más o menos irrelevante en la Segunda Guerra Mundial. Es el siguiente capítulo del negacionismo del Holocausto que impulsaban el posible reo Ahmadinejad y un grupo de historiadores para fortalecer el antijudaísmo. Stone odia intensamente a Bush -su película «W» lo descuartiza-, por decisiones que aprecia desconocieron la Constitución de EEUU, y al mismo tiempo ama desenfrenadamente tiranos y pichones de tiranos forjadores de estados horrendos.

 

Elogio a la cleptocracia

 

Lo estigmatiza porque «le mintió al pueblo norteamericano con lo de las armas de destrucción masiva», como si Fidel Castro y Hugo Chávez fueran Teresa de Calcuta. No solo ya su delectación erótica con un personaje tan siniestro como Castro, del que hace una película hagiográfica, sino también con el desaparecido caporal venezolano, fundador y regente de la peor cleptocracia latinoamericana de los siglos XX y XXI. En la misma y extraña línea para alguien que simula ser un vigilante de la verdad y la decencia, celebra la pandilla de Evo, Correa y la mafia Kirchner. Calificó los K «profundos» y algo hay de eso: único caso conocido de trasmisión conyugal de la presidencia. Argentina hoy vuelve a hundirse y eso parece no decirle nada a un cineasta épico.

 

La montaña de putrefacción que deja el régimen chavista, que se mantiene incólume, se encubre detrás de incalculables millones de dólares para hacer de todo, incluso películas. Danny Gloover recibió bastantes y la cinta jamás se rodó. Aunque a la ética de goma -y no de piedra- de Stone, eso no le afecta. En el régimen cubano no consigue nada de lo corrupto, cruel, cobarde y violento que sí ve por doquier en las sociedades democráticas. Alguien puede entrevistar a quien quiera pero resulta ridículo horrorizarse de los atropellos de Nixon mientras se elogia a cualquiera de esas pesadillas latinoamericanas. Convendría una cinta sobre los miles de balseros en el Caribe o sobre el coraje de Yoani Sánchez.

 

Siempre los medios

 

Denigra los medios de comunicación -of course- pero por una razón sorprendente: «ponen en cuestión la autoridad». Eso asombra porque no lo dice un predicador metodista, sino el izquierdista que develó las trapisondas de la presidencia de Nixon, en la muerte de Kennedy, la Guerra de Vietnam, y muchas otras… «Es lo mismo que ha afirmado Francis Fukuyama, que el impulso antiautoritario había llegado demasiado lejos, que estaba destruyendo el fundamento de las normas sociales compartidas. Él ha declarado que cuando la idea de «poner en tela de juicio la autoridad» se convierte en el lema principal de una cultura, esa cultura está condenada, porque no será capaz de mantenerse incólume»…

 

… «Nosotros (los norteamericanos) no somos equilibrados en ese sentido, el cinismo ha llegado demasiado lejos. Nos hemos convertido en lo que los libros de historia cuentan que era Roma: una sociedad atascada en un ensimismamiento decadente y carente de virtud. Ud. Puede apreciar cómo surge esto en los medios de comunicación cuando apenas si se retratan figuras paternas recias. Incluso por allá por 1950, las figuras paternas resultaban ridículas en los programas de TV; las madres se veían más fuertes. Como consecuencia la autoridad paterna se veía socavada… » (Fin de siglo: México: MacGraw-Hill).

 

El paternalismo autoritario está profundamente cuestionado en la sociedad democrática y eso lo hiere. Allí está la clave. Es posible que por eso vea en un caudillo brutal la autoridad paterna necesaria para la virtud, en la democracia corrompida por el feminismo, la cultura gay, el desorden. Castro siempre ha concitado alteraciones hormonales en muchos intelectuales – miles y miles firmaron manifiestos a su favor en el mundo entero- porque la parte femenina se estremece con ese macho tropical, descrito alguna vez por García Márquez como «ese hombre grandote, imponente». La piedra de Stone se conmueve ante esa fuerza telúrica y patriarcal y quisiera tenerla en la Casa Blanca.

 

@carlosraulher

Por Carlos Raùl Hernàndez

Carta a un(a) sinvergüenza

Posted on: junio 16th, 2013 by lina No Comments

Dos complots principales enlazaron un matrimonio entre la maldad y el cretinismo…

 

Ningún país está en paz con su conciencia porque lo atormentan las almas de las carretadas de cadáveres enterrados en sus cimientos. La narrativa de cualquier nación es una cadena de mitos que pretenden brindar a las siguientes generaciones una especie de optimismo del pasado, un sentimiento de unidad, y exorcizar espectros ancestrales, malos recuerdos.

 

Los franceses, por ejemplo, bajan la persiana ante Vichy y destacan el papel heroico de la Resistencia, el «ejército de sombras» lo llamó Camus. Mejor recordar el heroísmo y la intensidad de Rick, Ilse y Lazlo en Casablanca que los del ejército de tierra o la aviación. Pero la Historia Universal, y la de cualquier país es una secuencia de miserias y grandezas, tal como la de un ser humano individual y de pronto surge un movimiento que enrostra a los grupos dirigentes actuales crímenes cometidos hace siglos.

 

De un mantuano rico al servicio del colonialismo inglés, crearon un Bolívar zambo, «anticapitalista» y «antioligárquico», y los únicos cuarenta años que el país no estuvo en guerra o bajo la suela de un tirano, es el oprobioso puntofijismo, una especie de purgatorio previo al paraíso revolucionario en el que todo el mundo es feliz.

 

Un pillastre como Cipriano Castro se hace merecedor de una plaza -minúscula, dormitorio de malvivientes, y embasurada- pero después de todo un homenaje a su grandeza. Y a un titán, José Antonio Páez lo develan «traidor». Visiones del pasado hechas desde otro «presente» y sin fines protervos, contribuyen a la idealización de la memoria, con sus logros, legados, modelos a seguirse.

 

Discursos sobre las Décadas de Tito Livio, de Maquiavelo, escrito a comienzos del siglo XVI, relata las virtudes de la República romana, pero sus errores y malandanzas se conocen en la prensa de la época, los protagonistas Cicerón, Cátulo, Lucrecio. Cicerón encarnó la lucha por la decencia y pagó con su pellejo.

 

Gavilla moral

 

La caída de la democracia está reciente y la sangre húmeda. Pero en periódicos amarillentos vive lo ocurrido, retratados los pigmeos que por las fallas de la democracia liquidaron la democracia, y pretenden hoy justificar su crimen, su regocijo con el eructo autoritario que salía de las alcantarillas golpistas. Entre papeles salta la contradicción entre intelectuales y agiógrafos, entre los que arriesgaron lo que tenían por la defensa de la vida civilizada y los que calculaban su «oportunidad» con el caudillo.

 

Gavilleros morales que se lanzaron con saña bestial sobre la presa. Muchos cambiaron su posición y hoy luchan dignamente. Otros, los vivos, quieren tener razón ayer con el chavismo y hoy contra él.

 

El Viernes Negro de 1983 fue la señal de que el modelo de industrialización sustitutiva se agotaba y había que transformarlo. En 1989 Carlos Andrés Pérez emprende dramáticamente las rectificaciones: descentralización con elección popular de gobernadores, Reforma municipal para elegir alcaldes y fortalecer el Municipio, reforma económica y reforma del Estado.

 

Pérez intentó lo mismo -y mejor- que Brasil, México, Uruguay, Chile, Colombia, Argentina, Dominicana, Panamá, Centroamérica, que los hizo saltar al progreso. Pero Venezuela llevaba la señal de Caín. Líderes sociales, económicos, comunicacionales, políticos y culturales menos aptos del continente, sabotearon las reformas, conspiraron contra las instituciones y labraron la ruina del Presidente y su programa. El retorno al pasado.

 

Dos complots principales enlazaron un matrimonio entre la maldad y el cretinismo, para que naciera este Anticristo. La eterna conspiración de la izquierda, aplastada en los 60 por AD y Copei, retoma la ofensiva con el respaldo de una intelectualidad de pacotilla, gacetilleros y seudo pensadores. Inventaron la patraña del neoliberalismo y para degradar el equipo de excepcionales expertos del gabinete. Moisés Naím, Miguel Rodríguez, Imelda Cisneros, Gerver Torres, Ricardo Hausman, Roberto Smith y varios otros que debieron beberse fondo blanco el vinagre servido por mequetrefes de los pantanos semi-intelectuales, del seudo saber torcido.

 

Dos conspiraciones

 

Los conspiradores de la derecha iluminada tenían sus motivos. Varios cabeza de chorlito veían sus apetitos de poder frustrados por AD y Copei, populares y poderosos. Despreciaban sus dirigentes por razones de clase, color de piel, por no ser Ph.Ds, y creían necesario que «un gerente gobernara al país».

 

Capitostes de poderosos medios de comunicación, empresarios y luminarias domésticas se sentían ungidos, pensaron llegado el momento de quitar el obstáculo. Y pactaron con Satanás para lograrlo.

 

Izquierda y derecha sellaron su alianza. Y es un canto a la falta de vergüenza de esa marabunta golpista y descocada atribuir a Pérez la responsabilidad por lo ocurrido. No fue un levantamiento de querubines contra la peste de una gigantesca letrina, sino contra una sociedad en esplendor y cambios para corregir su marcha.

 

Carlos Raúl Hernández

 

@carlosraulher

 

Tontos de birrete

Posted on: junio 1st, 2013 by lina No Comments

…Profundizar la devastación protocomunista, pero con arreglos florales para conservar el poder

 

En Francia difaman a los belgas como poco inteligentes. Cuentan de uno que se fue a Marsella y le advirtieron que se cuidara del «Devorador de sesos» que de noche rondaba cerca de las tabernas del puerto.

 

Una madrugada con demasiado Armagnac en las costillas un hombre enorme y aterrador lo persiguió con tenacidad por las rúas serpenteantes, hasta un callejón sin salida.

 

Acorralado, tomó una gran piedra en cada mano y se enfrentó. Le dijo: ¿tú eres el devorador de sesos? -y una voz profunda y resonante le contestó- «Siii lo soooy». -Entonces el belga arrancó a golpearse violenta y repetidamente la cabeza con las rocas, mientras le decía, sangrante- «pues los míos te los comerás bien magulladitos».

 

Seguro no fue la mejor decisión. Casi que el más importante problema en la cotidianidad es la circunstancia de tener que decidir un camino entre alternativas.

 

Si alguien comete un grave error en su vida personal o profesional, seguramente lo pagarán él y/o sus allegados, pero en la política toma visos de extremo dramatismo porque lo que allí ocurre afecta a amplios grupos sociales.

 

Lo del belga es apenas una metáfora de las malas decisiones. Cuando un líder yerra, lo pagan muchos. Para Maquiavelo las equivocaciones políticas son producto de «idealismos» -ideologismos, moralismos, se diría ahora- y en otros casos de incapacidad para distinguir lo que parece evidente, de lo que está más allá: la veritá effettuale.

 

Igual que en la vida cotidiana, en la política la esencia es no proceder impulsado por emociones, obviedades, lugares comunes de la acción, moralinas, como es típico del radicalismo, y el amateurismo. Exige frialdad para pensar o intuir el trasfondo invisible.

 

Si el CNE lo controla quien se autodefine como enemigo, el Perogrullo radical grita histéricamente no participar en elecciones colaboracionistas.

 

Cuando la oposición participa en procesos electorales autoritarios, como sabe Fidel Castro, se puede crear una crisis de hegemonía. Las obviedades encubren la realidad, en vez de decir algo importante sobre ésta. Por eso «las buenas conciencias» desprecian la política desde El Príncipe, y cualquier tonto de birrete cree saber sobre ella.

 

Para la Ilustración no existía ningún misterio que la ciencia no pudiera develar si se aplicaba el método apropiado. Descuidaba que la razón es humana, demasiado humana e interferida por las creencias, pasiones, emociones, principios.

 

Mientras más ideológica es una perspectiva política, mayor su propensión al error, y las revoluciones son los errores más trágicos que puede producir la acción social, investidas de discursos coherentes, «holísticos», -totalitarios-, con respuesta a los más variados problemas.

 

Venezuela se hunde en la miseria en medio del mayor ingreso en Latinoamérica, salvo México, Brasil y Argentina. Ese antimilagro se debe a que un bárbaro astuto, una especie de Atila posmoderno logró neutralizar las elites culturales y comunicacionales, afectados por la «evidencia» radical, la estupidez imperante y políticamente correcta del momento: los partidos que protegían el sistema eran «despreciables». Ya sabemos.

 

El proceso de destrucción revolucionaria continúa y la extravagante incompetencia de los Caronte que la capitanean parece que llevarán la barca al inframundo.

 

Frenar la deriva requiere un viraje de 180 grados, no con ficciones de apertura o solicitudes de colaboración a empresarios acosados y arruinados.

 

Habría que desmontar el cerco político, institucional y legal contra la producción, creado meticulosamente.

 

Derogar alrededor de 50 leyes, entre ellas la del Trabajo, cese de Cadivi e Indepabis, expropiaciones, ocupaciones y demás. Sólo mala intención e ignorancia extremas permiten que del «cerco de los dientes» de un diputado escape el desvarío de que «no hay desabastecimiento sino acaparamiento».

 

La rectificación comenzará cuando gente tan cuestionada y sospechosa como la que gobierna no se dirija más a hombres y mujeres de trabajo con lengua de azotes de barrio. Mientras tanto será difícil cambiar el rumbo. Cabezas llenas de telarañas, odio, malas intenciones, y que jamás han dicho una verdad en su vida, no son propensas a rectificar, aunque tener el agua al cuello aguza la inteligencia.

 

La realidad económica y social hablará y posiblemente les magulle los sesos. Lewis Carroll escribió que «el país de las maravillas es un lugar dónde hay que correr frenéticamente para mantenerse en el mismo punto». El proyecto es profundizar la devastación protocomunista, pero con arreglos florales para conservar el poder.

 

Carlos Raúl Hernández

 

@carlosraulher

 

Otro día para morir

Posted on: mayo 25th, 2013 by Super Confirmado No Comments

En una terrible sesión de tortura, cuando el malvado enemigo le golpeó salvajemente un testículo, Bond (Daniel Craig) le grita «ese no estúpido: el que me pica es el otro». Luego, ya salvo y hospitalizado, aunque terriblemente herido, Vesper (la deslumbrante Eva Green) le dice amorosa: «aunque quedara de ti solo tu sonrisa y el meñique izquierdo, serías el más hombre que he conocido -a lo que Bond responde- ¡claro, porque sabes lo que puedo hacer con ese meñique».

 

No creo que ninguna de las circunstancias, ni menos el comentario de Vesper, calcen al Bond local, nuestro hombre en La Habana, el agente cubano que regentaba La Hojilla, uno de los acontecimientos comunicacionales más insólitos conocidos, sólo comparable de lejos con «la radio del odio» surgida en EEUU para destruir a Clinton. El triunfo del joven líder de Arkansas, del que se conocían sus tendencias liberales y extravagancias eróticas, desató una reacción infernal. Todo tipo de sicópatas, sociópatas, alcohólicos, personajes frustrados, generalmente vidas destruidas, se plantaban ante los micrófonos a volcar la oscuridad que llevaban por dentro.

 

La diferencia es que los enfermos que desahogaban sus amarguras en esas radios, muchas de ellas propiedad del magnate Rupert Murdoch, conseguían sus propios recursos para perpetrar los programas y a nadie podría ocurrírsele la monstruosa aberración de que se realizaran con apoyo del Estado federal o de algún gobierno regional o local. Esos programas -La Nación Salvaje, El show de John y Keny, El show de Lou Dobbs, El independiente y muchos otros-, los inmortalizó precisamente el camarada revolucionario y bolivariano Oliver Stone en su medianamente conocida Talk radio (1988).

 

Estaban dirigidos contra las minorías, contra aquellos que actuaban y pensaban diferente al comportamiento, la etnia o religión que se asume equivocadamente como «correcta». Judíos, asiáticos, negros, latinos, transexuales o cualquier otro grupo maldito era objeto de descargas de rencor e incitaciones para que los agredieran. Y no se crea que es un comportamiento de blancos contra gente de color, «suprematismo blanco». El racismo del odio ha operado y opera en sentido contrario y existen suprematismos negro, asiático o musulmán exactamente iguales.

 

En EEUU surgieron en los años 60 «el Poder Negro» y los «Panteras Negras» de Stokely Carmichael, que se proponían como programa nada menos que destruir a «los blancos y su civilización», «incendiar los valores de la cultura blanca». Más recientemente en Ruanda, medios vinculados al gobierno de izquierda, emprendieron la masacre de Hutus contra Tutsis como relata la cinta Hotel Ruanda. Al Qaeda es el mayor asesino de musulmanes desde el Imperio Otomano, también musulmán y peores formas de opresión que lo que viven las mujeres en las sociedades islámicas es impensable.

 

Pero las más implacables formas de segregación conocidas en el siglo XX fueron los movimientos revolucionarios, que dividieron hasta las familias. Crearon el racismo ideológico, además de que practican todos los demás. Sólo los esperpentos malévolos que han conducido revoluciones de izquierda o derecha: Stalin, Mao, Hitler, Pinochet, Franco, Castro, Videla, se han permitido el acto criminal de referirse a los ciudadanos de sus países como gusanos, escoria, animales, bestias, subhombres, sucios, cucarachas, y en las degeneraciones políticas más recientes hablan de escuálidos, apátridas, miserables, moscas y basura.

 

VTV es la más genuina representación del gobierno revolucionario actual, la barbarie, la traición, la cobardía, la falta de decencia y escrúpulos, la incitación atroz. Simbólicamente equivale a la Seguridad Nacional perezjimenista en la era de las comunicaciones. James Bond Silva y cualquiera de sus continuadores no son más que el instrumento de quien lo tenía allí, su padre y sustento. Todo lo que se diga y se piense sobre él es aplicable a su desaparecido demiurgo.

 

Insultar, vejar cuando se cuenta con 20 guardaespaldas, apoyo del autócrata y una casa llena de fusiles revela una profunda debilidad humana, sicológica y personal. Cómo se comportarían los revolucionarios de este régimen -y no sólo el agente cubano de La Hojilla- en un calabozo frente a esbirros, o frente a un guardia envenenado de rencor que dispara perdigones a la cara de adolescentes. Conozco varios que sin llegar a los extremos del auténtico Bond frente a su verdugo, soportaron palizas, y torturas, pero no se doblegaron. Nunca tuvieron guardaespaldas.

 

@carlosraulher

 

Fuente: EU

Por Carlos Raúl Hernández