AD, su parábola existencia

Posted on: septiembre 16th, 2022 by Maria Andrea No Comments

 

Escribo este artículo el 13 de septiembre, fecha de cumpleaños de Acción Democrática (AD), aceptada como tal desde que en 1941 se realizó, ese día, en el Nuevo Circo de Caracas, su primera gran concentración popular. Se celebran ahora, 81 años de actividad política.

 

 

Es preciso hacer algunas consideraciones sobre el tránsito existencial, sobre el abolengo histórico, de AD. En ocasiones anteriores, he afirmado que, antes que apareciera públicamente en el escenario político, Acción  Democrática ya existía en el subsuelo del  sentimiento nacional y  que, al extraerla de allí, podría decirse que sus líderes no son fundadores, sino descubridores del partido.

 

En la biografía de AD, hay tres antecedentes organizativos importantes.

 

 

El primero, bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, fue la formación, por exiliados políticos, de ARDI (Agrupación Revolucionaria de Izquierda), que propone un proyecto político que se fundamenta en el análisis de la situación venezolana hecho por el famoso Plan de Barranquilla,  firmado el 22 de marzo se 1931 por doce de esos exiliados venezolanos, ancabezados por Rómulo Betancourt. Ese Plan marca distancia ante los caudillos tradicionales, al señalar críticamente que el esfuerzo y la labor de éstos están “polarizados exclusivamente hacia una finalidad inmediata: la de derrocar el gomecismo”, sin considerar que “coexistiendo con la tarea concreta de acopiar elementos de todo orden para la luchar armada, debe desarrollarse activamente otra de análiisis de los factores políticos, sociales y económicos que permitieron el arraigo y duración prolongada del orden de cosas que se pretende destruir”. El Plan plantea que la organización político- económica semfeudal del país entonces existente, era una supervivencia que se trasegó, más allá de la independencia política, de la colonia a la república. La clase mantuana criolla sustituyó a la metrópoli  en el dominio económico y la explotación de las masas, y por eso las leyes de la república le garantizaron “su posesión privilegiada de casta poseyente de cultura y de tierras”.

 

 

Por estar incapacitada para gobernar sola, la burguesía latifundista tuvo que pactar con los caudillos, “con una casta de hombres surgidos de los azares de la guerra y con profundos arraigos en la conciencia popular”. En lo que respecta a la penetración capitalista extranjera, el Plan expresa que entre el capitalismo extranjero y la casta latifundista-caudillista criolla ha habido una alianza tácita en toda época. El antiguo capitalismo exportador de mercancías como el de la etapa imperialista, exportador de capitales, han hallado siempre en Venezuela una zona fácil de dominio por la ausencia de previsión nacionalista en nuestros gobernantes”. El Plan concluye con un Programa Mínimo de ocho puntos. El historiador Manuel Caballero estima que el Plan de Barranquilla, inspirador de la creación de ARDI, “es el primer documento de la modernidad en Venezuela”. Y el gran ensayista Mariano Picón Salas, juzga que “el Plan de Barranquilla pudiera ser, en la nueva revolución de independencia venezolana, como un nuevo Mensaje de Cartagena o una nueva Carta de Jamaica”.

El segundo antecedente de Acción Democrática, ya muerto Gómez y el general López Contreras  ejerciendo la Presidencia de la República, fue ORVE (Organización Venezolana) que, en una primera etapa se definía como un simple movimiento, pasó a definirse en una segunda etapa, desde el 1° de agosto de 1936, como partido político, con Rómulo Betancourt ocupando la Secretaria General y con nuevo programa y tesis sectoriales.

 

 

El tercer antecedente de AD fue el PDN (Partido Democrático Nacional) en la clandestinidad, que celebró en Caracas, entre el 27 y el 30 de septiembre de 1939, su primera Conferencia Nacional con la participación de delegados de sus seccionales y de sus fracciones periféricas (legislativas, edilicias, sindicales, profesionales, etc.). Se aprobaron la Tesis Política, el Programa y los Estatutos, y se eligió en esa Conferencia la nueva Dirección Nacional del partido, encabezada por Rómulo Betancourt como Secretario General.

Es ese PDN clandestino el que, cambiando de nombre, se va a convertir, ya bajo el gobierno del general Isaías Medina Angarita, en Acción Democrática.

 

 

De eso, hablaré la próxima semana.

Carlos Canache Mata
 

Gorbachov: su legado

Posted on: septiembre 10th, 2022 by Maria Andrea No Comments

 

 

La muerte de Mijaíl Gorbachov ha dado pie para que, a nivel mundial, retornen los análisis de su rol en la caída de la Unión Soviética y el alcance y resultados de su actuación desde que asumió, el 11 de marzo de 1985, la Secretaría General del Partido Comunista (PCUS) y luego la presidencia de ese país en mayo de 1989.

 

 

Al morir Stalin en 1953, se pasó de la dictadura personal al gobierno de la nomenklatura, encabezada por burócratas escudados en un aparato partidista totalitario y corrupto, en un país como la Unión Soviética, con atraso en el desarrollo económico, “aunque con armas atómicas y vehículos espaciales”.

 

 

Gorbachov sucede a Chernenko tras la muerte de éste, y, poco después, en el XXVII Congreso (febrero de 1986), anuncia que, a los fines de la “perfección del socialismo”, es necesaria una reestructuración (perestroika) radical de la economía y una transparencia informativa (glasnost), aunadas a la democratización del PCUS y de los Soviets. En lo que respecta a la política exterior, no está de acuerdo con la confrontación y sí con la interdependencia y el policentrismo.

 

 

En su libro Perestroika (1ª edición, noviembre 1987, pág. 77), Gorbachov explica cómo se ha desarrollado la perestroika en el terreno económico: “Yo diría que el concepto de reforma económica… es de naturaleza global y exhaustiva, puesto que prevé cambios tan fundamentales en todos los sectores como puedan ser el paso de las empresas a una plena contabilidad de costos, la transformación radical de la dirección centralizada de la economía, modificaciones básicas de la planificación, una reforma del sistema de fijación de precios y del mecanismo financiero y crediticio y, finalmente, una reestructuración de las relaciones económicas extranjeras. Asimismo, prevé también la creación de nuevas estructuras organizativas en la Administración, el desarrollo en profundidad de los fundamentos democráticos de la dirección y la introducción generalizada de los principios de autogestión”.

 

 

Esos puntos de vista los ratificó, ya despidiéndose, en su discurso del 25 de diciembre de 1991, al expresar: “El destino quiso que cuando me vi al frente del Estado fuera ya patente que nuestro país no marchaba bien… La causa estaba clara: la sociedad se ahogaba en las garras de un sistema autoritario burocratizado. Condenada a servir a la ideología y a soportar el terrible peso de la carrera armamentista, había llegado al límite de lo soportable. Todos los intentos de reformas parciales y hubo muchos, habían fracasado uno tras otro. El país perdía la perspectiva. Así no se podía vivir. Había que cambiarlo todo radicalmente”.

 

 

Se puede decir que la perestroika tenía, como objetivo más importante y final, pasar, en la Unión Soviética de una economía de planificación central a una economía de mercado.

 

 

Para ese cambio de tanta monta, sobre todo si se toman en cuenta los apuros de la economía soviética, se necesitaban ingentes recursos en la cada vez más exigente carrera armamentista con Washington, por lo que era reiterativo (Gorbachov) en plantear sus objeciones a la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) o “Guerra de las Galaxias” del presidente estadounidense Ronald Reagan, que si la Unión Soviética intentara emularla, requeriría recursos que se restarían al financiamiento de la perestroika.

 

 

En cuanto a la glasnost, ésta tiene en los medios de comunicación “la tribuna más generalizada y representativa”. En su ya citado libro Perestroika, Gorbachov apunta que “el desarrollo de la glasnost es una forma de acumular las diversas ideas y opiniones que reflejan los intereses de todos los estratos, de todas las profesiones y oficios de la sociedad soviética”.

 

 

Bajo el gobierno de Gorbachov cesó la ocupación soviética de Afganistán, hubo apoyo a la democratización de los países comunistas satélites, que culminó con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.

 

 

El papa Juan Pablo II recibió en el Vaticano a Gorbachov el 1° de diciembre de 1989, quien promovió la libertad religiosa en la URSS y  era “un ateo no practicante”.  Nos dice Macky Arenas –en artículo publicado recientemente en Reporte Católico Laico– que el cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara, que permaneció 40 años en el Vaticano, le contó la anécdota de que, en la entrevista mencionada, el presidente Gorbachov le había confesado al papa lo siguiente: “Le reconozco que hemos  pasado 70 años intentando sacar a Dios del corazón  de nuestro pueblo y no hemos podido”.

 

 

Por su valioso aporte a la paz mundial, Gorbachov recibió en 1990 el Premio Nobel de la Paz. Y Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, con motivo del fallecimiento del líder soviético, ha declarado que fue “un hombre de Estado que cambió el rumbo de la historia y que hizo más que cualquier individuo para terminar la Guerra Fría”.

 

 

Ese es el legado, el gran legado, que nos deja Mijaíl Gorbachov.

Carlos Canache Mata

Entre la espada y la ley

Posted on: agosto 31st, 2022 by Maria Andrea No Comments

 

 

La espada sirve de símbolo o de expresión emblemática del militarismo, en tanto que la ley lo es del civilismo. Andrés Eloy Blanco, ensu libro “Vargas, el albacea de la angustia”, dice: “…Y durante la lucha de Independencia, los conceptos de militarismo y civilismo se confunden. Todo estaba en las Patrias que nacían. En la cabeza y en el brazo de Bolívar hubieron de confundirse y hermanarse ambos conceptos para trabar la armazón y mover en plenitud el espíritu del Fundador de Naciones” (1). Pero, al alcanzarse la Independencia, el Congreso venezolano (el primero, que se había instalado el 2 de marzo de 1811), sancionó el 21 de diciembre de ese año la Constitución, en cuyo artículo 179, categóricamente se dispone: “…Y el poder militar, en todos los casos, se conservará en una exacta subordinación a la autoridad civil y será dirigido por ella”. En todos los demás textos constitucionales se ha mantenido tal subordinación.

 

 

Pero, la realidad ha sido otra. Después de la Independencia, la andadura republicana fue una especie de danza en la que el protagonismo lo ha tenido la espada o la ley. Andrés Eloy Blanco, en la obra ya citada (páginas 103-104), explica por qué ocurrió así: “…La guerra trajo a la brecha común montoneros insignes o gloriosos mayorales. Sin escuela los más, o surgidos los otros de escuelas de señorío, no sabían o no podían, o no querían reconocer la frontera que la salud nacional reclamaba imponer entre su acción guerrera y su acción ciudadana. Y como no había medios ni tiempo para la organización de un ejército consciente de su verdadera misión, ocurrió que de aquellos héroes sin cultura, los que quedaban con las tropas vivían requiriendo su presencia  en las cosas  del  Gobierno; y los soldados licenciados que se iban a sus casas, llegaban  a su rincón como valientes…de  la guerra volvían olvidados o desdeñosos  de su oficio anterior. No se avenían a criar ganados o sembrar café cuando más daba la tierra de galoparla que de sembrarla”. Es decir, no era un Ejército regular y profesional, sino “montoneros” o “gloriosos mayorales”, los que entonces alzaban la espada. Opinión parecida tiene el historiador Ramón J. Velásquez, al expresar en el prólogo del libro “El Gomecismo y la Formación del Ejército Profesional” (Editorial Ateneo de Caracas, diciembre de 1979, págs 16 y 17), cuyo autor es Angel Ziems, lo siguiente: “…Mal puede realizarse un análisis de las fuerzas armadas como organización académica durante el siglo XIX, cuando a lo largo de este borrascoso tiempo sólo pudo presenciar el país, la invasión y el predominio de bandas guerrilleras que obedecían simplemente las órdenes de quien tenía más de señor feudal que de jefe militar, como era la mayoría de los personajes que con rango de Generales y Coroneles figuraban en el escalafón del poder”. Y más adelante, comenta Velásquez: “Se pregunta Ziems: ‘¿era realmente la fuerza militar existente en la Venezuela gomecista un Ejército Nacional?’…llegó a la conclusión de que ‘sí era un Ejército Nacional’“. Y luego, el propio Ramón J. Velásquez, hace esta observación: “Liquidadas las montoneras y extinguidos los caudillismos provinciales, pudo atender (el Ejército) al mejoramiento profesional de sus integrantes  y crear un espíritu profesional”. Es preciso anotar que, en ese proceso de profesionalización del Ejército, fue fundamental la apertura de la Academia Militar, que comenzó sus actividades el 5 de julio de 1910. La espada, para sus apariciones futuras, pasó, de las manos conocidas de las “bandas guerrilleras” formadas por “montoneros” o “mayorales”, a las manos del Ejército profesional.

 

 

Días atrás, a finales del mes de julio, escribí un artículo, en el que señalaba que en Venezuela los partidarios de la doctrina positivista, vestidos con los arreos de una interpretación “científica” de la historia de nuestro país, sostenían la tesis del “gendarme necesario”, fundamentándola en la incapacidad de nuestro pueblo para el ejercicio democrático, y justificaban y legitimaban la dictadura  de Juan Vicente Gómez, quien, como una especie de “César democrático”, prepararía el camino para que, cuando el pueblo madure y esté apto, haga uso de sus derechos ciudadanos. Olvidaban, o aparentaban olvidar, estos teóricos al servicio de la tiranía, que cuando Napoleón invade a España, el Ayuntamiento venezolano, el 19 de abril de 1810, se convierte en Junta Suprema, desconoce al Consejo de Regencia y, a escasos pocos meses después, convoca a elecciones, en cuyo reglamento se dice: “…Todas las clases de hombres libres son llamadas al primero de los goces del ciudadano, que es el concurrir con su voto a la delegación de los derechos personales y reales que existieron originariamente en la masa común…”. Al decir de Caracciolo Parra Pérez, “entre los cuarenta y cuatro diputados figuraban en efecto, los hombres más notables no sólo de aquel tiempo sino de toda nuestra historia civil”. O sea que, como afirmara el historiador Augusto Mijares, “antes de que Venezuela fuera Estado soberano, quedó definida como nación democrática” (2), lo que equivale a decir que podía vivir bajo el imperio de la ley, sin encandilarse por el brillo de las espadas. Esto muestra, más de cien años antes que los positivistas criollos hicieran sus diagnósticos equivocados, que los venezolanos sabían votar y votaban bien. Por su parte, el historiador Elías Pino Iturrieta, opina que Augusto Mijares “establece la primera distancia digna de atención en relación con la escuela positivista todavía hegemónica…El historiador no solo se detiene en la valoración del rol del pensamiento de los universitarios y los clérigos  en el período de la Independencia, sino también en la demostración de la existencia de una sociedad civil que germina durante la Colonia, para orientar más tarde la autonomía republicana” (3). Efectivamente, en su libro-ensayo La Interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana, Augusto Mijares escribe: “…Todo el problema cambia cuando partimos de la consideración que nos sugiere la cita de Bolívar: éramos ‘viejos en los usos de la sociedad civil, esto es, ya para la época de la emancipación existía en América una tradición de regularidad política en la base misma de nuestras nacionalidades. El caudillismo no puede, pues, considerarse sino como un subproducto funesto de la lucha emancipadora, un accidente histórico dentro de nuestra verdadera realidad fundamental, que es aquella tradición de la sociedad civil” (4). En sus aventuras, la espada se monta sobre los hombros del caudillismo.

 

 

Hay que exceptuar de la inestabilidad institucional, en la danza entre la espada y la ley, los 40 años de continuidad democrática, sin interregnos, en el marco del Estado de Derecho –aunque hubo que tramontar  el vencimiento de intentonas golpistas militares y de frentes  guerrilleros  de  cuño marxista- que transcurrieron entre 1958, cuando Rómulo Betancourt es elegido Presidente Constitucional de la República, y 1998, cuando concluye el segundo mandato presidencial constitucional de Rafael Caldera. La espada y la ley estaban donde debían estar, estaban en los espacios que les correspondían.

 

 

Ahora, la situación actual es ésta: El teniente coronel Hugo Chávez Frías ganó limpiamente por la vía electoral la presidencia de la República para el período constitucional 1999-2005, pero se puso al margen de la ley porque, reiteradamente, incurrió, en ése y sus otros mandatos, en lo que jurídicamente se conoce como ilegitimidad de desempeño o de ejercicio del poder, mal ejemplo que, con creces, está siguiendo su sucesor Nicolás Maduro, quien, además tiene ilegitimidad de origen por los indesmentibles vicios habidos en sus elecciones fraudulentas.

 

 

Otra vez, en el escenario, se alzó el telón, y quien danza es la espada, teniendo prestado un civil en el puesto de mando.

 

Carlos Canache Mata

 

 

Notas

1-Andrés Eloy Blanco. “Vargas, el albacea de la angustia”. Biblioteca Popular Venezolana. Ediciones del Ministerio de Educación Naconal. Caracas-Venezuela. 1947. Pág. 103.

 

 

2-Augusto Mijares, en ”Venezuela Independiente”. 1810-1960. Fundación  Eugenio  Mendoza. Caracas. 1962. Pág. 23.

 

 

3-Elías Pino Iturrieta, en RC Biblioteca Rafael Caldera, “La Venezuela Civil, Constructores de la República”. Grupo Editorial Cyngular. Págs. 10-11.

 

 

4-Augusto Mijares, en Simón Alberto Consalvi “Augusto Mijares, el pensador y su tiempo”. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Colección Centenario N° 9. Caracas 2003. Pág. 45.

 

 

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30-8-2022

 

 

Conversando con Rómulo Gallegos

Posted on: agosto 11th, 2022 by Periodista dista No Comments

Era la tarde del 31 de diciembre de 1955. En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México aterrizó el avión que me llevaba al exilio, dispuesto por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Me esperaban mi hermana Teresa y su esposo, temporalmente residenciados en esa ciudad, además de algunos compatriotas que ya habían sido desterrados con anterioridad.

 

 

Se me informa que ya era costumbre de que dirigentes de los partidos venezolanos recibieran el nuevo año en la casa de Rómulo Gallegos. Una nutrida y variada representación del exilio acompañó al gran novelista esa noche de despedida de año. Fue para mí motivo de complacencia y honor, después de haber transcurrido siete años del derrocamiento de su gobierno, ver de nuevo a quien en sus novelas puso a andar el pueblo en  busca de sí mismo y de su destino. Dados los abrazos de bienvenida al año que acababa de entrar, se alzan las voces pidiendo “¡que baile el maestro Gallegos!”, en medio de la música celebratoria que se hacía oír. Recuerdo nítidamente, a manera de anécdota, que, para atender la solicitud, el ex-Presidente  pidió que en el sistema de sonido se pusiera la canción, muy popular en ese entonces, conocida con el nombre de “El manisero”. Y el autor de Doña Bárbara bailó, entre aplausos y sonrisas.

 

 

Posteriormente, fueron muchas las reuniones, de análisis y comentarios políticos o de simples charlas sociales, que se compartieron con Rómulo Gallegos. El 20 de mayo de 1956, con motivo del primer aniversario del accidente automovilístico en el que perdió la vida el poeta Andrés Eloy Blanco, el exilio venezolano celebró una asamblea en la capital mexicana, en la que intervinieron Rómulo Gallegos y Gonzalo Barrios. Retengamos parte del discurso, que a todos nos emocionó, del insigne novelista: “A un año de tu luz  -préstame tus hermosas palabras, Andrés Eloy, para que en mi voz palpite tu espiritual presencia imperecedera entre nosotros- de la serena claridad que fuiste, brutalmente extinguida en una de nuestras más negras noches… El acto que aquí hoy celebramos rindiéndole honor a la memoria de Andrés Eloy Blanco, es una profesión de fe; pero no sería completa ni auténtica si nos limitáramos a alzar el elogio en torno al alto ejemplo que él nos dejó sin aplicarle nuestra diaria conducta para copiarle la elegante manera con que él cumplió su deber hasta sus prosteros momentos».

 

 

El 13 de septiembre, de ese mismo año 1956, Acción Democrática (AD) cumplió 15 años de su fundación. El órgano de los desterrados venezolanos de Acción Democrática en México era la publicación periodística titulada Venezuela Democrática, de cuyos 15 números aparecidos entre 1955 y 1957, José Agustín Catalá hizo una edición facsimilar en enero de 1983 en Caracas. En el número 10 de esa publicación, hay un extenso comentario sobre el acto de los 15 años que Acción Democrática cumplió, cuando en el país imperaba la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

 

 

Como Rómulo Gallegos, en el discurso que pronunció en  esa ocasión, se refirió generosamente a mi persona, estuve tentado a suprimir tal referencia, pero para no incurrir con esa mutilación en una falsa modestia, y pidiendo, desde luego, las excusas correspondientes, decidí transcribir textualmente parte de la glosa del acto recogida en Venezuela Democrática, lo que hago de seguidas: “En México, el partido organizó un acto conmemorativo de la fecha inicial en el Ateneo Español…En representación de la España republicana habló el ingeniero José Luis de la Loma…Por el partido lo hicieron los compañeros P. B. Pérez Salinas y Carlos Canache Mata. Clausuró Don Rómulo Gallegos con las palabras que a continuación insertamos: ‘En las invitaciones impresas para este acto se ha incurrido en el error…tipográfico, de incluírseme entre los oradores que tomarían parte en él, cuando en realidad yo no vendría sino a cumplir con la obligación insoslayable del acto de presencia en la conmemoración de la fecha inicial del partido político al que pertenezco  –hizo quince años ayer- y a pronunciar apenas las palabras de clausura de esta reunión.

 

 

Porque las de Acción Democrática ya lo estaban bien confiadas a Pedro Bernardo Pérez Salinas, auténtico representante en aniversaria fecha de la incorporación de la clase trabajadora al cabal y consciente ejercicio de los derechos políticos y al doctor Carlos Canache, de la brillante y fogosa porción de intelectualidad y de juventud que contienen nuestros cuadros –sin que esto signifique que yo no le reconozca a mi querido compañero Pérez Salinas ni brillo de inteligencia, que bien cultivada tene la suya mediante disciplinas meritísimas, ni tampoco fuegos de juventud, aunque bien los disimule. Ellos han expresado el pensamiento y el padecimiento de Acción Democrática que hace ocho años vienen llenando las cárceles antihumanas de Venezuela o allá se mueve manteniendo el espíritu de resistencia en los abrigos zozobrosos de la clandestinidad o al amparo de otras banderas cobijadoras de dignidad, como aquí la de México generoso, sobrellevamos destierro’ ”.

 

 

Un día cualquiera de ese año 1956, el esclarecido Maestro se me acerca y me dice que el doctor Rafael José Nery, también residenciado en México, le había ordenado reposo por 15 días, debido a haberle diagnosticado una crisis hipertensiva, y que se le controlara diariamente la tensión arterial y la temperatura, y que él (el doctor Nery) iría por las noches a ver los resultados y constatar la evolución de su estado de salud. Me preguntó si podía hacerle tal control (yo era médico recién graduado, después fue que obtuve el título de abogado), respondiéndole que para mí sería un honor. Todas las mañanas, por 15 días, cumplí la tarea. El tercer día quiso referirse ampliamente al golpe de Estado del 24 de noviembre que derrocó al gobierno constitucional que presidía. Recuerdo que, palabras más, palabras menos, el escritor me dijo: “El ministro de Defensa, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud,  hizo lo posible por impedir el golpe, pero al darse cuenta de que este era inevitable, se plegó a Pérez Jiménez y se perdió para la historia; él fue un traidor pasivo, no un traidor activo”. Hay que recordar que Delgado, después de la muerte de su padre en la expedición del Falke contra Juan Vicente Gómez en 1929, fue acogido en la casa de  Rómulo Gallegos cuando este vivía en el exilio en Barcelona, España, y lo protegió como a un hijo (este le pedía la bendición).

 

 

Aunque en el liderazgo político nacional, muchos creen que el escritor es generoso al juzgar la conducta de Delgado en los sucesos del 24 de noviembre, la mayoría de los historiadores sostienen que no lo es, y, hasta el propio Pérez Jiménez ha informado que, cuando se le planteó el golpe, “al principio Delgado continuó diciendo que había que ver, esperar, aguantar. Le hicimos ver que ya no se podía esperar más y en síntesis le dijimos: o usted asume la dirección o nos veremos obligados a apartarlo… Finalmente se convenció y dijo: los acompaño, vamos a proceder. Y entonces se ordenó desde los mandos naturales de las Fuerzas Armadas tomar las disposiciones militares necesarias para cambiar el gobierno de AD” (Agustín Blanco Muñoz (1983). Habla el General. Caracas. Editorial José Martí. Págs. 79-80). Es más, Juan Liscano, en su libro Rómulo Gallegos y su tiempo (Monte Avila Editores C. A. /1969/Pág. 178), escribe: “Trasladado (Gallegos) de su hogar a la Escuela Militar, quedó detenido por el Estado Mayor felón.

 

 

El gobernador de Caracas, general Celis Paredes, le visitó un día, en gestión amistosa, pero también veladamente semioficiosa. Se trata de encontrar qué hacer con el ilustre detenido. Celis Paredes le preguntó si desearía regresar a su casa de Los Palos Grandes. Gallegos comprendió que detrás de aquella pregunta estaba el comandante Delgado Chalbaud, cuyo empeño durante la crisis había sido el de lograr que Gallegos quedara de presidente, pero plegado al Estado Mayor insurrecto (es decir, aceptando las condiciones que se le pretendían imponer, nota mía, de CCM). La respuesta del novelista presidente no dejó lugar a dudas: ‘Dígale a su comandante que hasta el 19 de abril de 1953, en Venezuela, no hay sino dos sitios para mí: el palacio presidencial o la cárcel”.

 

 

Rómulo Gallegos murió, a las 2:20 de la madrugada del 5 de abril de 1969, en los brazos de sus hijos Sonia y Alexis. A los 25 años de su fallecimiento, el Senado de la República acordó, por unanimidad, el traslado de sus restos mortales al Panteón Nacional, donde está el cenotafio abierto, esperándolos. Sigue compartiendo, en el Cementerio General del Sur de Caracas, tumba común con Doña Teotiste, su amada esposa. Le había pedido a su hija Sonia, que mientras estuviera viva, no permitiera que lo separaran de ella. Por eso, el cenotafio no guarda aún los restos del ilustre novelista.

 

 

            Carlos Canache Mata

La caída del comunismo soviético (1917-1991)

Posted on: agosto 4th, 2022 by Periodista dista No Comments

Paralelamente a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), se produjo el triunfo bolchevique en Rusia con la Revolución de Octubre de 1917, que derrumbó al régimen zarista y creó el Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin. Varios países enviaron ejércitos y hubo los intentos contrarrevolucionarios en la guerra civil rusa que tuvo lugar entre 1918 y 1920, tratando de aplastar el movimiento que acababa de instalarse en Rusia, pero todos fracasaron. En diciembre de 1922, se creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, también llamada Unión Soviética, que reagrupaba la mayor parte de los territorios del antiguo imperio ruso. Entre 1921 y 1928 se aplicó, a los fines del desarrollo económico, la NEP (Nueva Política Económica), que conjugaba ideas y fórmulas capitalistas y socialistas, la cual fue sustituida en 1928 por el establecimiento de planes quinquenales que se basaban en la industrialización del país y la colectivización del campo (creación de koljoses y sovjoses).

 

 

En su etapa de auge, vivía bajo el dominio del comunismo la tercera parte de la población mundial y se alcanzaron importantes cotas de desarrollo económico. Sin embargo, en la década de los años ochenta se presentó una importante crisis, especialmente en el sector primario. Como lo señala la Gran Enciclopedia Espasa: “…La superpotencia económica que llegó a ser la URSS presentaba una serie de deficiencias en su estructura económica que los sucesivos gobiernos no fueron capaces de paliar y que incidió significativamente en su desintegración. El desabastecimiento  alimenticio  fue una de las principales causas de malestar social, y fracasaron las medidas y los proyectos de reforma económica que sucesivamente se propusieron”. Como consecuencia de la indefinición del modelo económico, había una paralización de la actividad legal, mientras crecía la economía sumergida como la única economía real.

 

 

La incertidumbre de si el comunismo soviético desaparecería –en su confrontación con el capitalismo- de forma pacífica o de forma violenta, existió hasta que, con el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, surgió la evidencia de la destrucción mutua asegurada -¡el holocausto nuclear!- entre los contendores de una nueva guerra mundial. Los dos rivales –comunismo versus capitalismo- se vieron obligados a buscar el triunfo del uno sobre el otro, bajo el arco de la coexistencia pacífica.

 

 

Tras la muerte de Konstantin Chernenko, el 11 de marzo de 1985, la asamblea plenaria especial del Comité Central del PCUS eligió a Mijail Gorbachov como secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Tal vez, equivocadamente se creyó que estábamos presenciando un rutinario cambio de relevo  burocrático. No fue así. En el mes de abril se celebró una asamblea plenaria del Comité Central del PCUS, donde se delinearon los principios básicos de los nuevos planteamientos del régimen a través de la perestroika -reestructuración- y la glasnost –transparencia informativa-.

 

 

En su libro Perestroika (primera edición, noviembre 1987, página 77), Gorbachov explica cómo se ha desarrollado la perestroika en el terreno económico, así: “Yo diría que el concepto de reforma económica, tal y como se presentó a la asamblea plenaria de junio, es de naturaleza global y exhaustiva, puesto que prevé cambios tan fundamentales en todos los sectores como puedan ser el paso de las empresas a una plena contabilidad de costos, la transformación radical de la dirección centralizada de la economía, modificaciones básicas de la planificación, una reforma del sistema de fijación de precios y del mecanismo financiero y crediticio y, finalmente, una reestructuración de las relaciones económicas extranjeras. Asimismo, prevé también la creación de nuevas estructuras organizativas en la Administración, el desarrollo en profundidad de los fundamentos democráticos de la dirección y la introducción generalizada de los principios de autogestión”.

 

 

La glasnost tiene en los medios de comunicación “la tribuna más generalizada y representativa”. En su libro Perestroiska, Gorbachov apunta que “el desarrollo de la glasnost es una forma de acumular las diversas ideas y opiniones que reflejan los intereses de todos los estratos, de todas las profesiones y oficios de la sociedad soviética”.

 

 

Las transformaciones que promovía Gorbachov no tenían el apoyo de los sectores conservadores del Ejército ni de quienes reclamaban más celeridad en su implantación, a lo que se sumaban la grave crisis de la economía soviética, señalada líneas arriba, y la cuestión del nacionalismo latente o abierto y ostensible en el seno de las repúblicas que conformaban la URSS. El golpe de Estado militar fallido de agosto de 1991 fue un punto de inflexión que anunciaba la inminencia de la desintegración de la Unión Soviética. En ese mismo mes de agosto, las tres Repúblicas bálticas –Lituania, Estonia y Letonia- declararon su independencia y fueron reconocidas internacionalmente en septiembre, mientras que el resto apoyó la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), ratificada por los acuerdos de Minsk y Alma Ata de diciembre de 1991. Solamente Georgia, que estaba en una guerra civil de carácter étnico, se abstuvo de la integración hasta 1993. Esta nueva organización y la dimisión de Gorbachov pusieron fin, en el mes de diciembre de 1991, a la Unión Soviética.

 

 

 Carlos Canache Mata

Las profecías de Marx que no se cumplieron

Posted on: julio 28th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El comunismo contempla la propiedad estatal de los medios de producción más planificación central, y tiene como fundamentación ideológica el marxismo. Los incumplimientos de sus predicciones teóricas son, entre otros, los siguientes:

 

 

1-El marxismo sostiene que la estructura económica durante el desarrollo de la sociedad capitalista industrializada tiende a simplificarse. Apoyándose en la postulada teoría del valor-trabajo y en la teoría de la plusvalía, afirma que ese resultado reduccionista se originaría por un proceso de concentración económica acelerada. Pero, a pesar de ese proceso de concentración económica, al igual que el número de grandes empresas, aumenta también el número de pequeñas y medianas empresas. O sea que, al contrario del predicamento marxista, lo que presenciamos es que la sociedad se ha hecho más compleja y diversificada.

 

 

2-Como consecuencia de lo anterior y de la creación de la figura de compañía anónima, ha aumentado el número de dueños de medios de producción, a pesar de la concentración económica; la realidad ha demostrado que entre la burguesía y el proletariado se ha formado una numerosa y diversificada clase media; por tanto, el pronóstico de Marx de que la estructura social se reduciría a dos clases, la burguesía y la clase obrera, tampoco se cumplió. Incluso en el seno de los propios asalariados han aparecido diferencias, acentuadas por la revolución tecnológica, en cuanto a formación, ocupación e ingresos.

 

 

3-Si bien es cierto que el capitalismo sufre crisis económicas periódicas, que se agudizarían y extenderían según lo auguraba la profecía marxista, lo que, aunado con sus contradicciones internas, lo condenaría, a la autodestrucción y la catástrofe económica mortal inminente, lo que nos muestra la realidad es que el capitalismo sigue vivo y, en consecuencia, también es falsa la teoría del derrumbe del sistema. En cambio, el comunismo desapareció, per se, en la “madre patria” Rusia y sobrevive en Corea del Norte y Cuba (al menos nominalmente), mientras que China le pidió prestado el mecanismo del mercado al capitalismo, aunque conservando su dictadura política de partido único. La famosa “teoría del derrumbe” a quien terminó aplicándose fue al comunismo soviético.

 

 

4-Otro desmentido estrepitoso ha tenido el vaticinio marxista de que el desarrollo capitalista conlleva al deterioro permanente de las condiciones de vida de los obreros, generándose una mayoría de asalariados explotados que se irían empobreciendo en una miseria creciente –es la también famosa “teoría de la pauperización progresiva”– en el marco del capitalismo que conoció y analizó Marx. Aun admitiendo que el margen entre los ingresos del trabajo y del capital haya aumentado, no puede negarse que el ingreso real de los trabajadores ha crecido de manera muy importante en el capitalismo que tenemos ahora. Gracias a la existencia de legislaciones sociales avanzadas, de regímenes de seguridad social, y a la lucha activa y vigilante de sindicatos, el capitalismo ha adquirido un rostro distinto  al que tenía en la época de Marx.

 

 

5-El motor de la historia, según el marxismo, es que las relaciones de producción (las relaciones entre los hombres en el trabajo; en el transcurso de la historia, estas relaciones sociales se han convertido en relaciones de clases) heredadas del pasado terminan por impedir la expansión de las fuerzas productivas (todo aquello que permite a los hombres entrar en relación con la naturaleza para dominarla: el útil, la máquina, los mismos hombres). Esa contradicción es el motor de la historia. Es sabido que Marx “en cada época de la historia de la humanidad relaciona íntimamente la lucha de clases con el fundamental antagonismo entre el nivel de las fuerzas productivas y la naturaleza de las relaciones de producción… Desde entonces define a la historia humana de acuerdo con los tipos de formación económico-social que se suceden o que coexisten. El análisis que ha hecho de las mismas en el ‘Manifiesto’ es célebre: comunismo primitivo, régimen esclavista, feudal, capitalista” (Madeleine Rebérioux). En el mencionado “Manifiesto”, Marx y Engels sostienen que el proletariado, para lograr sus objetivos, debe y tiene que recurrir a la violencia, en estos términos: “…Hemos seguido el curso de la guerra civil más o menos oculta que se desarrolla en el seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una revolución abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación”. Sin embargo, la democratización del Estado, la incorporación de la ciudadanía en la elección de sus gobernantes a través del sufragio, el protagonismo de los partidos políticos, el parlamentarismo, han posibilitado que los cambios no se logren necesariamente por el uso de la fuerza y la violencia. Ante la evidencia del no colapso económico del capitalismo, ante la imposibilidad de que la sociedad pudiese asumir la propiedad de todos los medios de producción y controlar los miles y miles de empresas, Eduard Bernstein, que ha tenido un gran influjo en la socialdemocracia europea durante el siglo XX, planteó la reexaminación de la vía al socialismo y la  utilización, no de la violencia, sino de los instrumentos del Estado democrático, especialmente del sufragio universal, como la gran arma del proletariado.

 

 

6-Según el marxismo, era en un país capitalista industrializado en el que ocurriría el advenimiento de la revolución y de la dictadura del proletariado, con la posterior secuencia de la sociedad sin clases y sin Estado. Contrariando esa predicción marxista, fue en la atrasada Rusia donde tuvieron lugar aquellos “10 días que estremecieron al mundo” (John Reed). La clase obrera no era numerosa, en gran parte apenas había surgido del campesinado. Más de 90% de la población era campesina, analfabeta en su gran mayoría. Lenin justificó el comienzo de la revolución en la atrasada Rusia diciendo que llegada la economía capitalista a la fase imperialista, “su eliminación puede partir de las periferias menos desarrolladas, que son los eslabones más débiles de la cadena imperialista”.

 

 

En respaldo de lo que se ha comentado líneas arriba, cito a Walter Montenegro (Introducción a las doctrinas político-económicas, Fondo de Cultura Económica, Tercera edición, 1982, pág. 158): “El capitalismo de hoy es un capitalismo que se salva, en algunas partes del mundo, gracias a la pérdida de su ‘pureza’. Una sociedad en la cual los capitalistas se reforman, en la que los trabajadores no están, por regla general, a ración de hambre; en la que esos trabajadores tienen acceso al gobierno; en la que el gobierno pone freno a la libre empresa y en la que el propio capitalismo ‘liberal’ se ‘desliberaliza’ voluntariamente, admitiendo leyes sociales favorables a los obreros y leyes contra el monopolio, y soportando sistemas impositivos virtualmente expropiatorios, ya no es la ‘sociedad capitalista’ de que hablaba Marx”.

 

 

La mayoría de las veces, el tiempo, sobre todo en política, no es complaciente con los profetas.

 

 

 Carlos Canache Mata

El positivismo venezolano: sus cuatro evangelistas y el gomecismo

Posted on: julio 24th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

El positivismo es la doctrina expuesta por el filósofo francés Augusto Comte (1798-1857) que conceptúa la sociedad como un organismo vivo, sujeta a la ley de los tres estados conforme a la cual el estado teológico fue suplantado por el metafísico, y éste por el positivo. Su método es el método histórico, que relaciona el presente con el pasado con el objeto de formular leyes que permitan prever el futuro.

 

 

Según Arturo Sosa Abascal: “La presencia del positivismo es muy temprana en Venezuela… En sentido estricto, el positivismo como movimiento se difunde a través de tres etapas. La primera, la de los iniciadores, comienza en 1863 cuando Adolfo Ernst es nombrado titular de la cátedra de Ciencias Naturales en la Universidad Central de Venezuela… Al poco tiempo (1866) Rafael Villavicencio enseña las teorías de Comte, Spencer y Littré sobre la historia, ampliando los campos en los que se difunde la perspectiva positivista…

 

Una segunda etapa es la de los positivistas durante el período liberal amarillo. Constituye la etapa de expansión de estas ideas a diversos campos del quehacer humano… Una tercera etapa en la que madura la expresión política del movimiento positivista. Los escritos de Arcaya, Vallenilla, Zumeta y Gil Fortoul, especialmente, nos dan una interpretación de la historia desde la perspectiva de un positivismo muy spenceriano que concluye en la justificación de la dictadura gomecista como la etapa necesaria para asegurar el orden en el estadio de evolución del pueblo venezolano, insistiendo en la bondad de ese régimen porque está tomando las medidas económicas y sociales que asegurarán el paso al progreso” (1).

 

 

Por su parte, Elías Pino Iturrieta también opina: “…En la reunión del caudillo y sus letrados estaba, pues, el eje para la fragua de un régimen idóneo. La incapacidad manifiesta de un pueblo que todavía continuaba en la prehistoria de la vida política imponía una conjunción de tal entidad, y obligaba a la instrumentación de un mandato enérgico que impusiese desde arriba -sin la interferencia de los partidos y libre del brusco apetito de los personalismos menores- las pautas de la nueva sociedad” (Elías Pino Iturrieta. “Positivismo y Gomecismo”. Caracas/2005. Pág. 63).

 

Para los cuatro evangelizadores del positivismo en Venezuela arriba mencionados –Laureano Vallenilla Lanz (padre), Pedro Manuel Arcaya, José Gil Fortoul y César Zumeta- hay ciertas claves que conducen a sus conclusiones: la evolución, la herencia, la raza, el medio geográfico y el descubrimiento de leyes sociales.

 

 

Sobre la influencia de estos factores, dice Vallenilla Lanz: “Es ya un axioma de psicología social la influencia del medio físico y telúrico en los instintos, las ideas y las tendencias de todo género que caracterizan a cada pueblo en particular… La constitución geográfica, que impone las relaciones sociales y económicas de los hombres colocados en una región determinada; el régimen político y administrativo, la mezcla de razas originadas por la conquista y por la introducción de elementos extraños en calidad de esclavos, produciendo la disgregación de los caracteres somáticos y psicológicos de las razas originarias ; todos esos factores, fijados luego por la herencia en el transcurso del tiempo, han dado origen a los distintos conglomerados humanos que pasando de la familia al clan, del clan a la tribu, han llegado, atravesando por múltiples vicisitudes que forman la historia particular de cada pueblo, hasta constituir las naciones modernas, que son actualmente la última expresión de las sociedades” (2).

 

 

Fuera de toda duda, el positivismo venezolano, vestido con los arreos de una interpretación “científica” de la historia de nuestro país, tuvo como objetivos la justificación y la legitimación de la dictadura de Juan Vicente Gómez, al presentar a éste como “el gendarme necesario” y el “César democrático” que prepararía el camino para el advenimiento de un nuevo tiempo.

 

 

“Yo compruebo, con la historia en la mano, que el caudillo ha representado entre nosotros ‘una necesidad social’ ”, se atrevió a decir Laureano Vallenilla Lanz en “Cesarismo Democrático”, su obra fundamental.

 

 

A este respecto, es oportuno recoger la opinión de Rómulo Betancourt: “Con citas fragmentarias y argamasa suministrada por historiadores y sociólogos reaccionarios – Hipólito Taine, Spencer, Le Bon- fabricó Vallenilla una tesis de circunstancia. Gómez era un producto telúrico, intrasferible, de un medio físico tórrido, de una raza mezclada y primitiva, de una economía atrasada y pastoril. Era el ‘buen tirano’, expresión fatal de ‘la necesidad de los gobiernos fuertes, para proteger la sociedad, para restablecer el orden, para amparar el hogar y la patria, contra los demagogos, contra los jacobinos, contra los anarquistas, contra los bolchevistas’ “ (3).

 

 

Con la muerte de Gómez en 1935 no desaparecieron las ideas positivistas en Venezuela. Tiene razón Arturo Sosa Abascal cuando afirma: “Las ideas positivistas no son un capítulo cerrado en la historia del país a partir de 1936. En la ‘cultura sociopolítica’ venezolana permanecen, por largo tiempo, elementos sustanciales del paradigma de pensamiento positivista” (4).

 

 

En efecto, creo que la negativa a recurrir al sufragio universal, directo y secreto por parte del gobierno del general Isaías Medina Angarita, para solucionar la crisis de la sucesión presidencial de 1945 (lo que precipitó la acción cívico-militar del 18 de octubre de ese año) fue un rezago del positivismo en la mente de los que ejercían el poder o de los que más influían en el presidente de la república.

Carlos Canache Mata

 

Notas:

1- Arturo Sosa A. “Ensayos sobre el Pensamiento Positivista Venezolano”. Ediciones Centauro. Caracas/Venezuela. 1985. Págs 13-15.

2- Obra citada. Pág. 19.

3- Rómulo Betancourt. “Venezuela, política y petróleo”. Fondo de Cultura Económica. Primera edición. 1956. Pág. 71.

4- Arturo Sosa Abascal, en “Diccionario de Historia de Venezuela”. Fundación Polar. Segunda edición. 1997. Volumen 3. Pág. 725.

Rómulo en las exequias de un ex-ministro gomecista

Posted on: julio 15th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

|El 17 de septiembre de 1917 el doctor Gumersindo Torres asumió las funciones de Ministro de Fomento, despacho al que se atribuía entonces todo lo relacionado con hidrocarburos.

 

 

El 27 de junio de 1918, el ministro Torres refrendó la duodécima y última Ley de Minas aplicable a la industria petrolera, “en cuyo artículo 3 –precisa el experto Aníbal R. Martínez- se determinó que el Estado explotaría los hidrocarburos por administración directa o según arrendamiento, ‘…pero en ningún caso podrá conceder derechos reales (sobre las minas)…’, al tiempo que incorporó las primeras referencias a medidas de conservación de los yacimientos descubiertos”, y, más adelante, el experto dice que, bajo la asesoría del Ministro Torres, el 19 de junio de 1920, el Congreso aprobó “la primera Ley de Hidrocarburos que aumentó las rentas superficiales y permitía a los propietarios obtener concesiones, incrementó el área de las reservas nacionales y disminuyó grandemente la lista de artículos de libre importación por las compañías petroleras” (Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar, Volumen 4, pág. 62).

 

 

Las compañías petroleras protestaron contra la Ley hasta lograr la sanción, en 1922, de una nueva Ley más complaciente, y, por sus presiones, fue destituido de su cargo el ministro Torres. Esa Ley de 1922 fue la que estableció la exoneración de derechos de aduana a las importaciones que las compañías petroleras hacían del exterior.

 

 

El 16 de septiembre de 1929 volvió a ser designado el doctor Gumersindo Torres como Ministro de Fomento. En el año 1930, dirigió un memorándum confidencial a las empresas en el que afirmaba que “las leyes petroleras de Venezuela son las mejores del mundo para las compañías”.

 

 

Respecto a lo cual comenta Rómulo Betancourt que “el observador menos avisado comprobaría la verdad de esa afirmación tan enfática con sólo asomarse al volumen escandaloso de las utilidades percibidas por las empresas y a la mínima participación del Estado, de los trabajadores de la industria y del país en su conjunto, en esos beneficios” (Venezuela, política y petróleo, primera edición, 1956, página 44); y luego dice (página 54):

 

 

“En su Memorándum secreto a las compañías, en 1930, el Ministro de Fomento Torres corroboraba con cifras la anterior afirmación: durante los siete años precedentes, las exoneraciones aduanales de que se había beneficiado la industria petrolera alcanzaron a doscientos diecinueve millones de bolívares, mientras que en el mismo lapso el total de lo recaudado por el Fisco en el ramo de hidrocarburos sólo ascendió a ciento ochenta y siete millones de bolívares. Con acento de miserere, el ministro Torres decía: ‘de la comparación de esas cifras resulta el cálculo desconsolador de que hubiera sido preferible no cobrar impuesto alguno de explotación en cambio del pago de los derechos de aduana exonerados’. Y más adelante añadió, en el mismo documento y como un resumen trágicamente cierto de lo que fueron durante el gomecismo, y aun posteriormente, las relaciones entre el Estado y las empresas extranjeras: ‘Las compañías se llevan el petróleo y el Gobierno de Venezuela les paga para que se lo lleven’ “.

 

 

En el año 1928 se había promulgado la “Ley sobre liquidación del derecho de boyas en el Puerto de Maracaibo”. Comenta Rómulo Betancourt (obra citada, página 60): “De escueto articulado, esa ley creó un impuesto de 2 bolívares por tonelada métrica de arqueo sobre los buques que atravesaran la Barra de Maracaibo, estrecha garganta por donde sale al mar el golfo del mismo nombre. Por allí pasaban las caravanas de tanqueros, sacando para el exterior el petróleo sin ‘tratar’, tal y como era extraído de los pozos. Las compañías hicieron resistencia subterránea a la promulgación de la Ley y a esa actitud se refirió amargamente el ministro de Fomento Torres, en su tantas veces citado Memorándum a las empresas”.

 

 

Por último, sobre la actuación del doctor Gumersindo Torres al frente del Ministerio de Fomento, podríamos continuar escribiendo. No obstante, ya para concluir este artículo, voy a reproducir, in extenso, las consideraciones que formula Rómulo Betancourt en la página 785 de su obra, “Venezuela, política y petróleo” (primera edición, 1956)

 

 

“Gumersindo Torres no se limitó a presentar ese trajinado Memorándum a las compañías petroleras. Quiso hacer esto más en defensa del país y es de justicia recordarlo porque fue el único Ministro de Fomento de esa etapa vergonzosa de la historia venezolana en quien se apreció patriótica preocupación. Dictó también, e 1°de agosto de 1930, un Reglamento de la Ley de Hidrocarburos, orientado a sentar las bases de un cierto control estatal sobre la industria. Pretendió hacer más. Cuando se discutió en el Congreso de los Estados Unidos la cuestión de los precios de petróleos extranjeros, las compañías operantes en Venezuela dieron estimaciones sobre costos de transporte por barril absolutamente distintas de las que suministraban a las autoridades venezolanas. Standard of Indiana, por ejemplo, daba a Venezuela como costo de transporte por barril $ 0.68 y a la Comisión de Tarifas del Senado de los Estados Unidos dio como estimación de ese mismo gasto apenas $. 33. Torres hizo el cálculo fácil de que en 4 años (1927-1931), la Standard había defraudado al Fisco en Bs 26.000.000 y la Gulf en Bs 30.000.000. Esas compañías fueron entonces demandadas por el Procurador General, ante la Corte Federal, para que pagaran sus adeudos. Las compañías afectadas presionaron a Gómez. El doctor Gumersindo Torres fue destituido por segunda vez. De las demandas que cursaban ante la Corte no se volvió a hablar más”.

 

 

Que Rómulo Betancourt, en ejercicio de Presidente del Poder Ejecutivo, haya estado en las exequias del doctor Gumersindo Torres, ex-ministro de una dictadura que lo había perseguido, pero que le había servido al país con patriotismo y rectitud, demuestra que, cuando hay grandeza, no hay impedimento para honrar a quien honra merece.

 

Carlos Canache Mata

Raúl Leoni

Posted on: junio 23rd, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

“Al dejar detrás de mí las puertas de Miraflores no dejo nada que pue pueda perturbar mi ánimo ni atemorizar mi conciencia” (Raúl Leoni, 5 de marzo de 1969. V y último Mensaje Presidencial al Congreso de la República)

 

 

La generación del 28, de la cual Raúl Leoni fue dirigente esclarecido, entra en la historia, dejando una huella profunda en el siglo XX venezolano.

 

En el orden internacional, después del siglo de paz que siguió al final de las guerras napoleónicas, había ocurrido la Primera Guerra Mundial que cambió el mapa de Europa y elevó a los Estados Unidos a la jerarquía de primera potencia mundial. Había triunfado la Revolución Rusa de 1917, que encandiló a juventudes del planeta al leer los “10 días que estremecieron el mundo” de John Reed.

 

 

El fascismo había llegado al poder en Italia el 30 de octubre de 1922, cuando el Rey Víctor Manuel III, asustado por la bufa Marcha sobre Roma, nombra a Benito Mussolini jefe del gobierno. Hitler ya había publicado su libro “Mi Lucha”, escrito en la cárcel de Landsberg, donde estaba recluido después del fracaso del putsch de Munich de 1923. Aquí en América, la Revolución Mexicana alzaba su reclamo de tierra y libertad; y la Reforma Universitaria de Córdoba (Argentina) batía a los vientos las banderas de la autonomía y de la libertad de cátedra.

 

 

En el orden interno, nacional, se prolongaba, desde hacía 20 años, la dictadura primitiva y brutal de Juan Vicente Gómez. Venezuela era un país de 2 millones 500.000 habitantes, agrícola y pastoril, con predominio del latifundio como régimen de tenencia de la tierra. El petróleo era explotado por el sistema de concesiones entregadas al capital extranjero y ya para 1926 el valor de las exportaciones de hidrocarburos había sobrepasado el valor de las exportaciones del café y otros productos tradicionales. Esa realidad de la economía venezolana está retratada en el famoso Plan de Barranquilla (22 de marzo de 1931), suscrito, entre otros líderes, por Raúl Leoni.

 

 

A grandes rasgos, ese es el contexto histórico en el que irrumpe la generación del 28. No había partidos políticos y es la FEV (Federación de Estudiantes de Venezuela), el organismo que aglutina y dirige la oposición a la tiranía, y, precisamente, era Raúl Leoni su presidente. Se decide celebrar la Semana del Estudiante entre el 6 y el 12 de febrero de 1928.

 

En la noche del día 6, como Presidente de la FEV, Raúl Leoni corona en el Teatro Municipal de Caracas a la Reina estudiantil Beatriz Peña Arreaza, Beatriz I, a la que el poeta Jacinto Fombona Pachano le lee un poema y, en parábola no propiamente bíblica, que podía comprender cualquiera, le dice que “no aceptábamos más yugos que los que vinieran de sus manos”. El sábado se realiza la batalla de las flores en las calles de la ciudad, y el día domingo 12 se clausura la Semana del Estudiante con un baile en honor de la Reina Beatriz I en el “Club Venezuela”, el mismo club en cuyos salones Rómulo Betancourt recuerda que ha cordializado la oligarquía caraqueña con los “chácharos” de Gómez después que éstos aprendieron “a tomar el champagne sin derramarlo íntegro en la pechera del frac”.

 

 

El 14 de febrero, dos días después de haber concluido la rebeldía estudiantil disfrazada de fiesta, son detenidos Rómulo Betancourt, Jóvito Villaba, Guillermo Prince Lara y Pío Tamayo, que fueron llevados a la prisión de “El Cuño” en La Pastora. Después de asambleas tumultuosas y de inútiles gestiones para obtener la libertad de sus compañeros, en solidaridad con éstos, alrededor de 300 estudiantes de la FEV y su Presidente Raúl Leoni, se entregan en prisión voluntaria, y son llevados, junto con los que ya estaban presos en “El Cuño”, al Castillo Libertador de Puerto Cabello. Después de haberse negado a firmar una carta al “respetado general” que se les propuso a cambio de la libertad, los estudiantes, gracias a las protestas populares, pudieron volver libres a Caracas.

 

 

Luego, ocurrió la sublevación militar del 7 de abril del mismo año 28, que se frustró al no poderse tomar el Cuartel San Carlos, pero pudo verse a Raúl Leoni “con su fusil en las manos, jugándose la vida en hermoso y romántico gesto de audacia juvenil”, como es señalado por Rigoberto Henríquez Vera en el libro “Leoni, una condición humana” (página 209). Sale al exilio.

 

 

El 17 de diciembre de 1935 muere Gómez, y Leoni regresa al país en enero de 1936. El general Eleazar López Contreras es el nuevo presidente. Leoni participa en la formación de ORVE (Organización Venezolana), y del PDN (Partido Democrático Nacional), cuya legalización es negada por el gobierno. Es uno de los 47 dirigentes de “las izquierdas” expulsados del país por un año mediante el decreto gubernamental del 13 de marzo de 1937. En Bogotá, el 6 de diciembre de 1938, se gradúa de doctor en derecho y ciencias sociales.

 

 

Proveniente de Bogotá, Leoni regresa a Venezuela en junio de 1939. Se incorpora al PDN clandestino, y, cuando Rómulo Betancourt sale al exilio rumbo a Chile el 20 de octubre de ese año, es Leoni quien lo sustituye como Encargado de la Secretaría General del PDN. En 1941 comparte la dirigencia política con la asesoría sindical y apoya la candidatura presidencial “simbólica” de Rómulo Gallegos.

 

 

Bajo el gobierno del general Isaías Medina Angarita, el PDN se legaliza con el nombre de Acción Democrática el 29 de julio de 1941 por el Gobernador del Distrito Federal, doctor Luis Gerónimo Pietri. Gran mitin de Acción Democrática en el Nuevo Circo de Caracas el 13 de septiembre de 1941, que se adopta como fecha fundacional del partido. Se crean seccionales de la Organización en todo el territorio nacional, con activa participación de Raúl Leoni. Cuatro años de oposición al gobierno de Medina, que también funda su propio partido, el PDV (Partido Democrático Venezolano).

 

Como Medina no apoyó la consagración del sufragio universal, directo y secreto en la reforma constitucional durante las sesiones de 1944 y 1945 del Congreso Nacional, y la candidatura de Diógenes Escalante desaparece por su dolencia mental, ante la imposición por Medina, como “gran elector”, de la candidatura de Ángel Biaggini, a lo que se sumó el malestar militar existente, fue inevitable y se justificó históricamente la Revolución del 18 de octubre de 1945. Leoni fue miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno que presidió Rómulo Betancourt, y Ministro del Trabajo, cargo que siguió ocupando en el Gobierno Constitucional de Rómulo Gallegos. Durante esa gestión ministerial, se pasó de los 222 sindicatos existentes en el país a más de 1000 sindicatos, y se firmó el primer contrato colectivo petrolero (30 de mayo de 1946).

 

 

Al ser derrocado Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948, Leoni es hecho preso, junto con los otros ministros, y permanece en la Cárcel Modelo de Caracas hasta el 17 de julio de 1949, cuando comienza su tercer y último exilio, de nueve años. El 20 de agosto de 1949 contrae matrimonio en Washington con Carmen América Fernández Alcalá, “Menca”, con quien tiene cinco hijos, Carmen Sofía en Washington, Luisana, Raúl Andrés y Lorena en Costa Rica, y Álvaro nace en Caracas, cuando la pareja ha regresado del exilio.

 

 

El 23 de enero de 1958 es derrocada la dictadura de Pérez Jiménez. Gobierno Prtovisional que presiden, sucesivamente, Wolfgang Larrazábal y Edgar Sanabria. Triunfo de Rómulo Betancourt en la elección presidencial del 7 de diciembre de 1958, y Raúl Leoni pasa a ser Presidente de Acción Democrática, y como fue electo senador por el Estado Bolívar, es Presidente de la Cámara Alta por tres períodos de sesiones hasta marzo de 1962.

 

 

El 13 de julio de 1963, la XIII Convención Nacional de Acción Democrática escoje a Raúl Leoni como su candidato presidencial para las elecciones del primero de diciembre de ese año. Triunfa, y realiza una gran obra de gobierno en el período 1964-1969 que, en opinión de uno de sus biógrafos, Rafael Arráiz Lucca, concluye “en medio de significativos logros económicos y sociales…Los resultados en cifras del gobierno de Leoni son, en muchos sentidos, asombrosos…”. Tales resultados están recogidos en sus Mensajes Anuales al Congreso de la República.

 

 

El próximo 5 de julio, con motivo del 50 aniversario del fallecimiento del ex-presidente Leoni, se hará la presentación del libro “Raúl Leoni, democracia en la tormenta”, cuyo autor es el historiador Tomás Straka. Hora: 11 am. Teatro Trasnocho. C.C. Paseo Las Mercedes, sótano.

 

 

Allí estaremos.

 

Carlos Canache Mata

Posted on: junio 2nd, 2022 by Laura Espinoza No Comments

Existe preocupación en los sectores académicos porque la Asamblea Nacional oficialista nombró, en enero de este año, una comisión que elaboraría un proyecto de Ley de Educación Universitaria en Venezuela. Aunque la vigente Constitución de 1999 consagra la autonomía universitaria en su artículo 109, todos conocemos que, tanto en el gobierno de Hugo Chávez como en el de Nicolás Maduro, ese artículo ha sido desconocido y violado muchas veces. Reza así la citada disposición constitucional: “El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de la comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley. Se consagra la autonomía universitaria para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión”.

 

 

Habrá que recordar que la universidad nace como una comunidad de maestros y escolares dentro del espíritu corporativo o gremial de la Edad Media y –lo que es poco conocido- era autónoma en relación con el poder estatal de la época; después la universidad renacentista y la universidad de la Edad Moderna devinieron como una estructura institucional al servicio del Estado. Es a partir de la reforma universitaria  de Córdoba, Argentina, de 1918, que la autonomía se afirma como el mejor camino que tiene la universidad para cumplir sus altas funciones.

 

 

Recientemente se celebró -leo en el portal digital de Analítica del 27 de mayo- un conversatorio sobre las perspectivas, retos y amenazas de esa nueva Ley de Educación Universitaria, cuyos ponentes fueron Mayda Hocevar, Leonardo Carvajal y Karla Velazco, quienes aclararon que aún no conocen un borrador o documento oficial del mencionado proyecto legislativo.

 

 

Mayda Hocevar (directora del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes) formula las siguientes consideraciones: «1-La actual Ley Orgánica de Educación sancionada en 2009, interviene en la autonomía universitaria y confisca las competencias fundamentales de las universidades; 2-la implantación de casas de estudios paralelas, la cual ha sido tan pronunciada que en estos momentos tenemos entre 90% y 98% de universidades no autónomas en el país; 3-las convenciones colectivas para regular las relaciones laborales basadas en el Plan de la Patria, representan otra flagrante violación de la autonomía universitaria».

 

 

Denuncia, además, la instrumentación del Poder Judicial para intervenir y controlar las universidades, el sometimiento de éstas a una asfixia presupuestaria, y la persecución de universitarios por motivos políticos. Añade la siguiente información: “En el informe El declive de la ciencia, elaborado en el 2021, se demostró que la politización en este sector afectó la productividad científica que representaba 80% de la investigación en Venezuela. Las universidades bolivarianas no producen conocimiento. El número de investigadores ha descendido 89% entre 2016 y 2019. La cifra de artículos científicos publicados ha bajado 55% desde 2011 a 2019. En cuanto a la productividad científica, Venezuela pasó del quinto lugar al décimo puesto en el ranking latinoamericano”.

 

 

Otro importante experto en la materia educativa, Leonardo Carvajal (doctor en educación y profesor universitario), manifestó que en cualquier proyecto de ley que presentara el gobierno tendrá “que mirar lo que aprobaron en 2010 en segunda discusión en la otrora Asamblea Nacional y que fue vetado por el propio presidente Hugo Chávez el 4 de enero de 2011, tras el rechazo expresado por el sector frente a ese instrumento legal”. Y señaló que “elementos peligrosos, nefastos y catastróficos“ que contenía el anterior documento no deberían volver a aparecer en cualquier proyecto legislativo.

 

 

Karla Velazco (subdirectora de proyectos de ONG Aula Abierta) solicitó respeto para las universidades autónomas, apuntó que durante años la vigente ley “ha inducido a la destrucción de las universidades y la violación de los derechos humanos de los y las universitarias (profesores, empleados, obreros y estudiantes) quienes se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad”. Sostiene que una nueva ley en el contexto actual, podría buscar el control “total” del gobierno sobre las universidades.

 

 

El año pasado, a raíz de la sorpresiva visita nocturna que Nicolás Maduro hizo a la Ciudad Universitaria, el Bloque Constitucional, en comunicado público, instó a toda la sociedad civil a cerrar filas en defensa de la universidad libre y democrática y exigió el respeto a la autonomía universitaria; y en un editorial del portal digital Analítica, se expresó: “La visita de Maduro a nuestra UCV, la grotesca designación de Jacqueline Faría, la misma que iba a convertir el Río Guaire en el balneario de Caracas, como protectora de la universidad más antigua de Venezuela, la decisión de pintar el concreto de la obra limpia de Carlos Raúl Villanueva, declarada  por la Unesco como patrimonio de la humanidad, sentarse en un pupitre en aula vacía, porque cuando la UCV era orgullo del país, en la era democrática, él (Nicolás Maduro) nunca pasó más allá de la Plaza de las Tres Gracias, son manifestaciones evidentes de quien aborrece la cultura y el conocimiento porque son la expresión más sublime de la libertad y él sabe que si ésta prevalece no podrá seguir en el poder”.

 

 

Las dictaduras temen a la universidad, por eso la amenazan y le montan caza.

 

 

 Carlos Canache Mata