El domingo a las 5:30 am Francisco Enrique Campos López, de 16 años de edad, salió de una fiesta de octavita de Carnaval y cuando iba camino a su casa, en el sector la Escuelita en La Vega, dos hombres que pertenecen a una banda delictiva lo atacaron y le robaron dos anillos de plata, los zapatos y el celular.
Después de despojarlo de las pertenencias le dieron un disparo en la boca con una escopeta. Su madre, Jenny López, dijo que la detonación la despertó, pero fue un vecino quien le informó que habían matado a su hijo. “Francisco siempre tenía un cofrecito que yo le regalé en el que tenía una esclava de oro que no le servía, pero él decía que era su amuleto de buena suerte. Eso le llamó la atención a los dos muchachos y los anillos que tenía puestos”, relató la madre del joven. Campos López murió en el lugar y no hubo oportunidad de trasladarlo a un centro asistencial.
La madre destacó que consignó la denuncia ante el Cicpc, pues sabe quiénes son los asesinos de su hijo: “Son miembros de una banda del sector y a la gente le da miedo denunciar porque saben quiénes son, además no es la primera vez que matan a alguien en la zona. Hay testigos que vieron cómo mataron a mi muchacho. No tengo miedo, por eso fui a poner la denuncia, porque no tenían derecho de matármelo así”.
Jenny López aseguró que el adolescente no tenía problemas con nadie. No lo inscribió en el liceo este año porque había un grupo de jóvenes en el plantel que no le agradaban y prefería que el muchacho hiciera el servicio militar.
“Mi hijo era un muchacho normal, le gustaba salir e ir a fiestas como a cualquiera de su edad, pero no tenía problemas. Estaba triste porque hace unos meses esta banda le mató a dos amigos. Yo tenía miedo que se me descarrilara y le dijimos que entrara al cuartel. Esta semana le daban la respuesta, pero ya no va a estar”, lamentó la mujer, quien pensaba que la carrera militar podía brindarle un mejor futuro al joven.
El padre del adolescente es de la tercera edad. La familia Campos López se mantiene de la pensión del Seguro Social, pues además Jenny López es discapacitada y a veces colabora con el mantenimiento de la casa cuando consigue algún trabajo, mientras ayuda en el centro de salud que está en el sector.
“El deber ser es que los hijos entierren a sus padres, no al revés. Sé que se hará justicia; ahora me queda mi niño de 12 años de edad, y por él tengo que luchar”, puntualizó López.
El Nacional
Por Confirmado: Francys Garcìa