Paublo Valentino Linguanti Rodríguez, de 37 años, fue asesinado la madrugada del sábado en plena autopista Valle-Coche, a la altura de la segunda gasolinera con sentido hacia Tazón.
Un disparo en la cabeza le causó la muerte cuando conducía su vehículo tipo taxi, y llevaba una pareja que lo había contratado esa noche. Ambos eran delincuentes y trataron de someterlo en la vía. No se supo dónde los recogió y tampoco hacia dónde iban.
Lo cierto es que el taxista chocó el carro contra la defensa de la calzada y murió allí. Los pasajeros delincuentes también resultaron heridos.
Al lugar llegó una comisión policial que los auxilió sin saber lo que había ocurrido en detalle. Los trasladaron hasta el hospital Pérez Carreño, donde el taxista ingresó muerto y la pareja herida.
La mujer confesó el delito y acusó al hombre de haberle disparado al chofer.
Además, otros dos hombres resultaron detenidos, miembros de la misma banda de asaltantes y que estaban cerca del lugar donde ocurrió el homicidio y luego el accidente.
La policía dijo que faltaba uno por capturar, que fue identificado por los detenidos.
Parientes del taxista asesinado dijeron que se enteraron de todo cuando fueron el sábado en la tarde a la morgue de Bello Monte a verificar el ingreso de cadáveres.
«La esposa no sabía nada de él y estaba preocupada porque no llegó a la casa, algo que no acostumbraba.
Empeoró cuando lo llamaba y el celular estaba apagado. Nosotros de inmediato decidimos buscarlo y dijimos que una opción era la morgue. Es triste, pero en estos tiempos uno tiene que pensar todo lo malo», declaró un cuñado del fallecido.
El cadáver de Pablo fue uno de los 30 que registraron en la morgue de Bello Monte entre la tarde del viernes y la mañana de ayer, según cifras aportadas por fuentes del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf).
Además, en lo que va de mes de mayo, la cifra de ingresos alcanzó (hasta la mañana de ayer) los 321 casos.
Otro joven que perdió la vida de forma violenta la misma madrugada del sábado en Caracas fue Héctor Gregorio Pineda Vera, de 31 años.
Lo tirotearon en la calle Real de Los Frailes de Catia, cuando estaba con un amigo.
Su madre, Tirsia Vera, dijo que el muchacho estaba en su camioneta Jeep Cherokee plateada, estacionado en la zona.
Allí compartía con un amigo que lo dejó solo un momento para ir a comprar cigarros.
En ese instante se acercó un delincuente armado con la intención de robarlo.
Entre ellos, al parecer, hubo un cruce de palabras y el pistolero le disparó siete veces.
Héctor fue auxiliado por el amigo y otras personas, quienes lo llevaron al hospital Periférico de Catia, donde falleció.
Mientras lo trasladaban al centro de salud, el delincuente aprovechó para desvalijar la camioneta de la víctima.
Se llevó el equipo de sonido y los cajones, además de otros accesorios del carro.
El joven trabajaba haciendo viajes ejecutivos con la camioneta que le dio su padre.
Era sostén de familia y el mayor de dos hermanos, además dejó una niña de 6 años.
Los parientes dijeron que un solo sujeto lo atacó, y que ese pistolero es conocido en la zona. Sospechan que ya lo tenía avistado para robarlo, pues aprovechó el momento que estaba solo para atacarlo. La fiesta no había empezado
En una invasión del sector Mamera IV de Caracas, el sábado fue asesinado en su propia casa Richardson José Caballero Ramírez, de 22 años.
El joven había cumplido años el miércoles 24 de mayo y tenía planificado celebrar con familiares y amigos este sábado.
Efectivamente a las ocho de la noche, minutos antes de empezar la fiesta, tres sujetos armados llegaron a la casa y dispararon hacia adentro.
Además de herir a Richardson, otro joven fue alcanzado por un proyectil y permanece en estado delicado.
El padre de Richardson dijo que su hijo logró identificar a sus asesinos. Se trata de un policaracas, un PNB y un civil.
«Hemos perdido dos hermanos de la misma manera en diez años»
La familia Moreno Lugo ha sufrido dos veces por culpa del hampa. Dos hermanos fueron asesinados de la misma manera, pero con diez años de diferencia.
Teófilo Moreno Lugo fue sometido por asaltantes cuando cumplía sus labores de vigilancia en una empresa de lácteos en Caracas.
Aunque el crimen ocurrió hace diez años, hoy está más vigente que nunca por dos razones: está impune y las circunstancias fueron exactamente las mismas que envolvieron el asesinato de su hermano Víctor Moreno Lugo, de 54 años, ocurrido la madrugada del sábado en El Junquito.
En esta oportunidad, Víctor fue sometido por tres sujetos que ingresaron a la obra donde él era vigilante, ubicada en el conjunto residencial El Junko del kilómetro 19 en El Junquito. Los maleantes lo amarraron, lo apuñalaron y lo golpearon. Presentó una herida abierta en el cráneo.
El cuerpo fue dejado en la caseta que usaba para descansar.
Allí lo encontró un obrero que llegó el sábado en la mañana a cumplir su jornada.
La víctima estaba laborando en la construcción de un campo de golf desde el mes de enero. Vivía en Ocumare del Tuy y dejó dos hijos y un nieto.
Su hermano Luis Moreno lamentó tener que revivir el dolor por culpa de la delincuencia. Dijo que un cuñado del fallecido, que también trabaja en la obra, fue el primero en enterarse del asesinato porque lo llamaron apenas hallaron el cadáver. Luego él se encargó de avisar a la familia.
«Que triste tener que vivir así en este país, sufriendo y esperando justicia», dijo.
EU
Por Confirmado: Patricia Villegas