Se acabó el pan de piquito. ¡ Cómo estará la cosa cuando luego de toda la demagogia que se hizo con la «Gran Misión Vivienda Venezuela» ahora se les dice a los beneficiarios que «gratiñán se acabó» y que tienen que pagar! Esto es válido, claro que sí. No debería propiciarse la cultura de las dádivas, pero cuando ésta ha sido la forma para la obtención de apoyo popular lo menos que puede pensarse es que algo debe estar pasando con las finanzas reales del país.
¿Será que se acabó el dinero? ¡Ay, papá!, y… ¿entonces?
No hay que tener muchas luces en el análisis político o ser un «faculto» futurólogo para avizorar que lo que viene será «cuesta arriba, de espalda y con el viento en contra». Es allí, en éste «no hay más remedio» cuando se está procurando el diálogo con el sector empresarial.
Sí, más vale tarde que nunca y todos deseamos que ese sea el espíritu que prive por el bien común, pero hay varias cosas que surgen como interrogantes.
¿Hay soluciones inmediatas para la crisis de desabastecimiento? La respuesta la han dado los propios sectores productivos: en el mejor de los casos, marchando todo bien, superándose rápidamente las trabas de obtención de divisas y funcionando como un reloj suizo el aparataje burocrático no van a comenzar a llegar al país los insumos cuando menos en unos 60 días y ¿mientras tanto? Son dos largos meses.
Cuando tan sólo tenemos un mes desde la juramentación de Maduro y ya estamos como estamos, ¿aguantará la gente? Más aún cuando esto está condimentado con un nivel de inseguridad que no ha logrado controlar ni la Fuerza Armada Nacional en el marco del plan número 21 contra el hampa que ha puesto en práctica la Revolución.
Es, en medio de esas aguas turbulentas que, de paso, confiesan prácticamente que «la fiesta se acabó», que «no hay cama pa’ tanta gente» y que «hay pagar». De esto no se salva ni Petrocaribe porque, de hecho, ya se ha dicho que unas condiciones así no podrán mantenerse eternamente. ¿Cómo quedaría el apoyo internacional sin tener completa la petrochequera?
Este es el contexto que obliga el diálogo que, más que sincero, luce como una suerte de «tabla de salvación» para ganar tiempo y ¿repartir responsabilidades? Sin embargo, quedan las dudas sobre si éste pudiera extenderse hacia la alternativa democrática (difícil) y si podrá desactivar lo que luce como una «bomba de tiempo» generada por el «combito» de crisis económica y dudas sobre legitimidad política. La búsqueda del consenso siempre es necesaria pero sin segundas intenciones.
mariaisabelparraga@gmail.com
Fuente: EU
Por María Isabel Párraga