1. La caída
El jueves 8 de noviembre, el índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa de Valores mexicana se desplomó 5.8%, acompañado por una caída del peso. El día anterior, el Index Dow Jones en Nueva York había caído 3.15%, evento que afectó las bolsas a nivel mundial. Poca duda hay, sin embargo, que la causa principal del desplome mexicano fue una iniciativa senatorial del partido Morena, tendiente a eliminar las comisiones bancarias. Fue necesaria una ratificación pública del gobierno electo de Andrés Manuel López Obrador, de que se respetará la estabilidad financiera bancaria establecida, para frenar la estampida.
2. Lecciones de Economía Política
La caída de la bolsa mexicana revela vectores de poder y buen gobierno, cuya comprensión es de vital importancia para todo proyecto de transición social en América Latina e incluso, mundial. Para ser más preciso: todo proyecto de transformación pactada o gradual, iniciado desde el centro del espectro político nacional y global. Algunos de esos vectores o variables trascendentales son:
1. La forma de valor más abstracta, concentrada y organizada del gran capital, se encuentra en el capital financiero y, dentro de este, en la bolsa (mercado) de valores. Esta sirve al sistema como una bola de cristal y, al mismo tiempo, como fuerza de reacción rápida.
2. Es sorprendente la capacidad de reacción instantánea, in real time, de ese poder, ante toda contingencia económica o política. El tiempo de reacción es, de hecho, muy superior al de cualquier aparato de la sociedad política o macro burocracia.
3. No es un tigre de papel. Ante el capital financiero, no cabe el radicalismo verbal, el protagonismo desmedido o la improvisación. Si no, hay que recordar el destino del proyecto reformista griego en la Unión Europea, donde, pese a incontables sacrificios del pueblo griego bajo el gobierno socialdemócrata de Syriza, la deuda pública como porcentaje del PIB, ha subido de 103% en 2007, a 176% en 2017.
4. La semiótica del «florero» abarca muchos misterios –no todos bonitos– que esperan un profundo análisis científico de la economía política y teoría del Estado del Siglo 21. Lamentablemente, ambas materias duermen el sueño de los justos en las universidades latinoamericanas.
3. Bola de cristal
Cuando Adam Smith inventó el concepto de la «mano invisible» (invisible hand) para describir la poca entendida cibernética del mercado, no podía saber, que en las tres grandes innovaciones institucionales de la crematística mercantil –la sociedad anónima de capital variable, la bolsa de valores (stock exchange) y el capital de riesgo (venture capital)– el stock exchange iba a ser la institución conductora macroeconómica más eficiente inventada en los tres mil años de existencia del mercantilismo privado. El socialismo histórico, basado en la planeación centralizada –sin apoyo del internet– nunca logró diseñar un equivalente funcional de esta institución, que permite transparentar minuto a minuto la dinámica y expectativa de las tasas de ganancia y la intervención (o manipulación) inmediata de los grandes decisores sistémicos. La bolsa es la «mano más visible» de la economía de mercado y, como tal, el visualizador de sus parámetros económicos y políticos trascendentales. Ese centro de gravitación económico-político indicativo de todo el sistema es de igual importancia orientadora para la política cotidiana de opositores y partidarios sociales y estatales.
4. Decálogo de la transición
La semiótica del dicho popular «la bolsa o la vida», adquiere obviamente otro cariz a la luz de estas reflexiones. En términos gramaticales, un proyecto de transformación pactada requiere convertir la disyunción de «la bolsa o la vida», en la conjunción «la bolsa y la vida». Si esto es posible en la vida real, depende de las condiciones concretas en que se pretende realizar la transición. El gran éxito de los «tigres asiáticos», incluso China y Vietnam, no se puede entender fuera de esta base axiomática, inventada hace cuatrocientos años por Oliver Cromwell en la Revolución Inglesa.
5. El poder prestado
La incertidumbre sobre la posibilidad de realizar una transición conjuntiva en América Latina, sólo puede resolverse en la praxis. Sin embargo, es imperativo preparar y acompañar esa praxis con la teoría de las transiciones. Las transiciones ocurren ininterrumpidamente como parte integral de la realidad en todos sus niveles y sólo su comprensión científica evita que se conviertan en contradicciones irresolubles. Por eso afirmé en mi último artículo («El Florero»), que un nuevo gobierno nacido de elecciones, no es «el dueño del poder, sino simplemente un subsistema del Estado existente y su clase dominante. No puede sustituir por decreto una ortodoxia establecida por otra rebelde… Si se quiere, es una franquicia de libertad condicionada, válida para cuatro a seis años.»
6. El último Samurai
Tratar de actuar en estas circunstancias como el último Samurai, significa confundir los desenlaces de las películas de Hollywood con los de la vida real. Es una actitud frívola, ambiciosa o sectarista que no quiere entender, que hacer política en la Patria Grande sin tener siempre presente los nombres de Allende, Arbenz y Bolsonaro, es jugar a la ruleta rusa.
Heinz Dieterich
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