Superar la pobreza rural

Superar la pobreza rural

“Para las actividades agrícolas: tecnificar el campo y propiciar la agroindustria…”
La semana pasada nos ocupamos de la situación social del campo venezolano. Como se entenderá buena parte de lo descrito tenderá a ser aún peor después de lo que será un nuevo año de ajustes económicos (anunciados o reconocidos, no importa). Las particularidades y formas como los pobladores de las zonas rurales en Venezuela afrontan su situación, se verán agravadas luego de lo que será, con toda seguridad, tres años corridos de crisis socioeconómica.

 

Siendo el campo, donde peor se vive la crisis y donde se cuenta con menos oportunidades para atenuarla, seguir debatiendo sobre las formas de superar la pobreza rural, es una forma de tratar de aportar propuestas para cambiar la realidad y no solo denunciar la forma cruel de los padecimientos.

 

Claves para la superación

 

Comencemos por el futuro. El campo venezolano no mantiene a su población juvenil. Todavía en nuestras zonas rurales la mejor y única forma de tratar de salir de la pobreza es saliendo del campo. La migración a la ciudad sigue siendo la oportunidad más cercana que tienen los jóvenes para no continuar el ciclo de pobreza y las trampas que mantuvo a sus padres y abuelos en la pobreza.

 

Adicionalmente en los asentamientos rurales no se ofrecen servicios sociales. La escuela unitaria, esa donde varios cursos se dictan en una misma aula, la ausencia de maestros que no pueden llegar a sus centros educativos, amén de una oferta de servicios educativos que no distingue ni repara en especificidades, hacen que la educación en el campo sea poca y mala.

 

Lo mismo podríamos decir de los centros de salud. La red ambulatoria es muy precaria y todavía para quien se enferma en el campo llegar a un centro de salud supone trasladarse por largas y maltrechas carreteras hasta llegar a un centro asistencial donde puedan tratar su padecimiento. Todo lo anterior completa un cuadro de precariedad y pobreza caracterizado por problemas de agua, servicios sanitarios, vialidad escasa y en malas condiciones.

 

En suma la ausencia de oportunidades es la causa generaliza de la pobreza rural. En las zonas rurales no hay oportunidades de empleo. Las actividades económicas tienden a ser muy específicas, casi únicas, con las cuales se generan bases materiales para relaciones de poder muy perversas. Especialmente cuando es el sector público o las empresas del Estado la principal o única actividad económica. En esos casos la sumisión política y el control de la población tiende a parecerse a las que existían en la Venezuela colonial o del siglo XIX.

 

Los principios de un plan de reducción de la pobreza rural

 

Estas pocas claves, más la descripción del problema que hicimos en la entrega anterior, reivindica la urgencia de planes de desarrollo local que atiendan las particularidades de cada zona. La pobreza en el campo no se puede superar si no se emprenden planes de desarrollo local donde se integre la prestación de servicios sociales junto a la generación de oportunidades.

 

La administración descentralizada de las políticas públicas, es indispensable por tratarse de planes locales imposibles de administrar desde perspectivas centrales. Es por ello que se deberían generar los insumos e incentivos necesarios para que cada alcaldía y gobernación, donde predomine la población rural, pueda formular planes de desarrollo regional, que sean apoyados por el Gobierno central, pero que partan de las necesidades de cada lugar y aprovechen las oportunidades que puedan existir en cada zona.

 

La diversificación de la actividad económica es un requisito de partido de cualquier plan de desarrollo local. Parte de los problemas económicos de las zonas rurales tienen que ver con el poco grado de diversificación. Los planes de desarrollo deben girar entonces en torno al fortalecimiento de las actividades económicas existentes, pero al entender que ellas son insuficientes, se necesita el desarrollo de otras fuentes de generación de riqueza que complementen las tradicionales.

 

El Plan

 

Aún con el necesario respeto por las particularidades, clave como hemos dicho para atender el problema socioeconómico del campo, es posible definir algunas generalidades que por comunes, podrían ser especificadas en cada plan local.

 

Así las cosas, parece indispensable que se tome en cuenta para cualquier plan, la intervención y estímulo a los siguientes sectores:

 

Para las actividades agrícolas: tecnificar el campo y propiciar la agroindustria en rubros donde se tengan oportunidades de exportación. En otras palabras superar la visión tradicional y su sobrevaloración

 

Las zonas rurales pueden desarrollar actividades turísticas. El desarrollo del potencial turístico que pueda haber en cada localidad, permite la diversificación del comercio y de los servicios sociales en las localidades donde puedan explotarse atractivos naturales y turísticos.

 

Artesanía, comercio y desarrollo de la pequeña y mediana manufactura, sea con fines turísticos (el localismo es apreciado por su exclusividad) o para su colocación en el mercado urbano y global, necesita del apoyo a los pequeños artesanos, artistas populares y multiplicando el comercio local con fines de abastecimiento.

 

Como parte del ordenamiento territorial del país los incentivos para la desconcentración industrial y comercial, debería identificar y propiciar la desconcentración industrial en aquellas zonas que puedan brindar ventajas para el establecimiento de actividades económicas generando empleo a la mano de obra local y diversificar la economía de la zona.

 

Todo ello requiere de condiciones macroeconómicas que aún no están dadas, pero que de haberlas, no serían posibles de llevar adelante sin un Fondo de Desarrollo Rural. Muchas de nuestras gobernaciones y alcaldías de las zonas rurales del país no cuentan con los recursos suficientes (y la fortaleza institucional) para ejecutar un plan de desarrollo regional. El Gobierno central debería disponer de un fondo al que tengan acceso los gobiernos locales, coordinado por el Consejo Federal de Gobierno, para darle viabilidad financiera e institucional a estos planes.

 

Por último, el tema de la contraloría social. Para el desarrollo de los planes de desarrollo local es indispensable el seguimiento de las comunidades organizadas, las cuales deben servir de contraloras para el cumplimiento de las metas y acciones previstas en el plan. Alzar la voz de las comunidades siempre es necesario, pero lo es mucho más allí donde, las asimetrías de poder forman parte de las cadenas que impiden superar la pobreza. En el campo esto último es el principio y el fin de un plan de superación de la pobreza.

 

Luis Pedro España

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