El régimen le tiene terror a los comicios competitivos, equilibrados e incluyentes. Cada vez que se acerca una consulta en la cual se pone en peligro la permanencia de la casta en Miraflores, los jerarcas diseñan una estrategia basada en la combinación de tres componentes: la mentira exagerada, la amenaza e intimidación y la represión desembozada. Esta mezcla conforma un patrón de comportamiento.

 

Durante esos períodos, resulta común oír hablar de planes desestabilizadores promovidos por la oposición, y magnicidios que perpetrarían terroristas o sicarios contratados por los enemigos del gobierno. Mientras más crece la oposición, más estrambóticos y fantásticos resultan los bulos que le permiten al Gobierno instigar a los aparatos represivos a estar ‘alertas’ y, sobre todo, hostigar a quienes realizan labores proselitistas y organizativas a favor de la oposición.

 

 

Durante los días recientes se armó una comparsa en la que actúan el gobierno, el inefable fiscal general y el ministro de la Defensa, con la finalidad de «desenmascarar y enfrentar» los planes «subversivos» de los enemigos de la «patria». De este aquelarre –en el cual deben participar los cubanos y otros asesores extranjeros del régimen- surgió la «furia bolivariana», una forma siniestra de decir que Nicolás Maduro y su gente están dispuestos a llevarse por delante a todo aquel que los enfrente.

 

 

La “furia bolivariana” es la más reciente fórmula concebida para amenazar y aplastar a los adversarios. Ya no andan con sutilezas. Los Acuerdos de Barbados alimentaron en el país y en el exterior la ilusión de que en Venezuela podrían realizarse elecciones libres, sin inhabilitados, con la participación, sin coacción, de todos los candidatos que quisieran participar en la consulta. El éxito de la primaria, el holgado triunfo de María Corina Machado y el liderazgo real que ella ejerce en la nación, convencieron a Maduro del error de haber suscrito ese pacto. Jorge Rodríguez le vendió espejitos con una imagen distorsionada de los hechos y las tendencias. Ahora se da cuenta de que debe zafarse de ese convenio y está haciéndolo de acuerdo con el manual del autoritarismo: acorrala a los oponentes, utiliza la maquinaria estatal para amedrentar y castigar, y viola continuamente la Constitución y el Estado de derecho.

 

 

Diosdado Cabello, una vez más, dijo que ellos “ni por las buenas ni por las malas” saldrán del gobierno. Esta afirmación del segundo hombre en importancia del régimen representa una clara desobediencia a la Constitución, que establece, Art. 5, que “la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce… indirectamente, mediante el sufragio”; y, Art. 6, “el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela… es y será siempre… alternativo”. Si esos son los parámetros establecidos en la carta magna, el diputado Cabello está yendo contra principios constitucionales, a pesar de ser miembro de la Asamblea Nacional y estar obligado a defender el espíritu y letra de la carta fundamental. Por supuesto que el fiscal se hace el desentendido. Forma parte de la conjura gubernamental.

 

 

El gobierno no se ha quedado en el plano de las amenazas. Pasó a la acción con varias operaciones aplastantes. El 23 de enero conmemoró el derrocamiento de Pérez Jiménez saboteando el acto de masas convocado por María Corina en la plaza Altamira.  Ese día el oficialismo –haciendo gala de un abuso desmedido, incluso de acuerdo con sus propios estándares- tomó la plaza, armó una tarima en la avenida Miranda y colocó unos altavoces que les impidieron a los partidarios de MCM realizar el evento. Para evitar la violencia, que habría beneficiado al gobierno, los seguidores de MCM se desplazaron a un costado de la plaza. El evento finalmente se realizó.  Ese mismo día vandalizaron algunas casas de partidos y detuvieron, aplicando terrorismo de Estado, a varios dirigentes de Vente Venezuela, jefes de campaña de la candidata en algunos estados del interior. Los interceptaron en la calle o allanaron sus casas sin la presencia de ningún fiscal y sin la orden de algún tribunal. Fueron episodios arbitrarios, ilegales y vejatorios. Violaciones abiertas de los derechos humanos.

 

 

La fecha de los comicios todavía se desconoce y la campaña electoral aún no ha comenzado, sin embargo, el régimen decidió desde ya crear una atmósfera donde prevalecen la incertidumbre, la desconfianza y el miedo. Todo indica que prepara el clima para anunciar que MCM no será habilitada y, por lo tanto, no será candidata en los comicios de 2024. En este ambiente dominado por el recelo, a la gente le dará pánico salir a protestar. El régimen aspira que el temor penetre los huesos de los ciudadanos para que se inhiban de protestar cuando se anuncie que MCM quedará fuera de la competencia. Ese pareciera ser el objetivo del régimen: aplastar la soberanía popular.

 

Esperemos que los garantes de los Acuerdos de Barbados reaccionen. Hasta ahora no se han dado por enterados de lo que sucede en Venezuela.

 

 

A pesar de las dificultades, hay que encarar las maniobras del régimen con la firme convicción de apoyar a MCM hasta el final y mantenerse en la ruta electoral. No abandonarla, porque la «furia bolivariana» apunta contra las elecciones libres.

 

 

@trinomarquezc