Los venezolanos creemos en el horóscopo, en la Virgen del Valle, en la lotería de animalitos y ahora, en los chinos nos dicen que comienza el año del perro, pero nadie nos indica si se tratará de un noble pastor alemán, de un salvaje pitbull, o de un hermoso gigante, comelón y tonto gran danés, y además coincidimos en que este será peor que el anterior.
Como estamos interconectados, los países vecinos temen una invasión masiva de venezolanos. Colombia, que ya la sufre, ve con horror la llegada de millones de venezolanos buscando comida y trabajo, mientras el vecino país necesita su dinero para profundizar el desarrollo de una sociedad tranquila y tal vez próspera después de 50 años de guerrilla.
Brasil anda en sus propios líos políticos, mientras recibe por los lados de Manaos indígenas, mineros, indigentes y más problemas. Guyana invita a Brasil a explotar petróleo en territorio que reclama con razón nuestra debilitada patria, y hasta entrar a Trinidad, Curazao, Aruba o las islas del Caribe resulta cada día más difícil para los jóvenes que andan desesperados por encontrar una vida sin delincuencia y con oportunidades.
Rafael Ramírez, ex ministro de petróleo y presidente de Pdvsa ahora usa su pluma para fustigar al régimen y advierte que este año del perro puede terminar como la película Perro Mundo, porque debido a políticas equivocadas nos tocará llevar una vida de perros a menos que los chavistas se unan para evitarlo. Paradoja propia de Disney en la inolvidable película “La dama y el vagabundo”.
Mejor es dejar a los canes para amarlos y atenderlos, en vez de abandonarlos en la calle porque no podemos para su alimento, porque somos los humanos quienes decidimos la ruta de nuestras vidas y nuestros pueblos, con poca magia y mejores decisiones para evitar sentirnos presos en una perra vida.
Rosanna Ordoñez
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