¿Puede incrementarse la producción petrolera?

Posted on: junio 26th, 2021 by Super Confirmado No Comments

 

Debemos tener presente que Pdvsa no publica ningún informe (financiero, gestión) desde el año 2016, por lo que los venezolanos solo podemos tener noticias de la situación de la industria petrolera por medio de la OPEP y otros organismos internacionales.

 

 

Desde la llegada al poder de Nicolás Maduro, la producción petrolera venezolana ha experimentado una caída de 80%. Estamos hablando que, en 97 meses, Pdvsa ha visto cómo su producción se ha disminuido diariamente casi 750 barriles. Semejante colapso no tiene precedentes en la historia de Venezuela.

 

 

¿Por qué ha ocurrido esto? Podríamos destacar algunas causas como la destrucción institucional (que por obvias razones permeó en el sector petrolero), el deterioro de la infraestructura petrolera y gasífera, las muy malas decisiones gerenciales / operativas / financieras de juntas directivas anteriores de Petróleos de Venezuela, el despilfarro en la bonanza, el desvío de la atención de Pdvsa sobre su negocio medular, la falta de capital para llevar a cabo inversiones necesarias, inseguridad jurídica y personal, hasta las sanciones de Estados Unidos, las cuales son hoy por hoy el principal problema que enfrenta nuestra industria petrolera.

 

 

Para algunos las sanciones han sido una maravilla, como por ejemplo varios políticos de oposición (la mayoría no vive en el país) e influencers contratados, pero también países vecinos como Colombia, que ha visto en la ausencia de los crudos venezolanos en Estados Unidos una oportunidad de oro para entrar en ese mercado.

 

 

Desde el Ejecutivo se ha prometido que para diciembre de este año la producción petrolera venezolana llegaría a 1,5 millones. ¿Es posible alcanzar esa cifra?

 

 

Empecemos por reconocer que luego de los cambios en la junta directiva de Pdvsa, Venezuela ha incrementado su producción en 47% (Fuente OPEP, septiembre 2020), algo que, si bien podría interpretarse como que el aumento anunciado es factible, hay que entender también que la producción petrolera venezolana ya lleva varios meses estabilizada (o estancada, como se quiera ver) en torno a los 540.000 bd. Llevar la producción petrolera de los niveles actuales a 1,5 millones de bd es algo que tampoco tiene precedente en nuestra historia, ni en los mejores momentos de la apertura petrolera se lograron números (aumentos) tan impresionantes. Ese aumento requiere de muchas cosas, entre ellas capital (sobre todo extranjero), mejoras importantes e inmediatas en las instalaciones, reestructuración de la deuda externa (que está en default), cambios en la Ley Orgánica de Hidrocarburos y una gran flexibilización en las sanciones norteamericanas. Esta última es tal vez la más difícil que ocurra.

 

 

Ojalá y Venezuela pueda incrementar su producción petrolera, pero lograrlo será muy complicado, la principal razón hoy es la limitante (sanciones) tan fuerte que tiene Pdvsa para comercializar los crudos que extrae. Sin duda, las apuestas están en su contra.

 

Luis Oliveros B

 

No paguen la deuda externa

Posted on: octubre 11th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

Argentina ha adoptado malas costumbres con el paso de los años. Una es armar selecciones de fútbol sin mucha gente de calidad alrededor de Messi (garantizando con esto que han desperdiciado su talento y no conseguirán ningún título importante), otra es seguir pensando que los peronistas pueden manejar la economía del país de manera decente y eficiente (en pocas semanas, lamentablemente, parece que lo harán otra vez), y una tercera: hacer default de su deuda externa. Se mal acostumbraron a no pagar, aprendieron que si no lo hacían poco o nada les pasaba. No importa lo ético, se han convertido en unos adictos al default.

 

 

En vista de ese extraordinario precedente, del enorme ejemplo de «moral hazard”, es que algunos en Venezuela están convencidos de que no hay que pagar la deuda externa (incluyendo bonos, China, Rusia, etc.). Insisto, qué importa la ética, es bueno que un país trate de recuperarse y lo haga partiendo de no hacer frente a sus obligaciones. ¿Las razones de tal recomendación? Cuestión de gustos. Lo importante es el mensaje: no se pague ninguna deuda.

 

 

La deuda externa venezolana tiene un cuento muy “cuchi” y al mismo tiempo corto: casi toda la deuda en bonos que tienen la república y Pdvsa fue adquirida por Hugo Chávez. El único bono contratado por Nicolás Maduro es el famoso (por la garantía de Citgo) Pdv2020 que nació por una operación de swap (ese título no está en default aún). Chávez recibió en 1999 una deuda pública externa por 28.705 millones de dólares, mientras que para el último trimestre de 2018 esa deuda se situaba en 131.320 millones de dólares, un meteórico incremento de 362% en medio de la bonanza petrolera más larga de nuestra historia. No solo dilapidaron el boom petrolero, también nos endeudaron.

 

 

En 2006, Pdvsa llegó a tener una deuda financiera de cerca de 2.600 millones de dólares, 10 años después esa deuda superaba los 40.000 millones de dólares, donde ni un solo dólar de ese incremento en la deuda fue a planes para incrementar la producción petrolera. Increíblemente, nadie en el PSUV o en Pdvsa o Giordani o el mismo Chávez se dieron cuenta de la importancia de invertir en la fuente de repago de esos créditos.

 

 

Desde que Maduro decretó default de la deuda soberana, Venezuela (entre república y Pdvsa) ha dejado de cancelar cerca de 13.000 millones de dólares entre intereses y capital. Esa cantidad representaría aproximadamente 18% del actual PIB venezolano, más de 160% de las reservas internacionales; pero tal vez los números más difíciles de asimilar aparecen cuando hacemos la comparación de esa deuda con la necesaria producción petrolera para pagarla. Una medida conservadora apuntaría a cerca de 650.000 bd por todo un año. Esa cifra es más que lo que está produciendo Venezuela en la actualidad.

 

 

La renegociación o reestructuración (dependiendo de lo que se vaya a hacer) de la deuda externa es un tema muy importante y complicado como para dejárselo a personas sin ningún conocimiento en la materia, personas con problemas personales profundos hacia los bondholders (uno ha dicho: “Cuando lleguemos al poder nos encargaremos de que nunca les paguen”), hacia los mercados financieros internacionales porque le prestaron a Hugo Chávez (en un momento en que Venezuela producía cerca de 3.000.000 bd y a precios del petróleo superiores a 80 dólares) o a China para castigarla porque hizo negocios con nuestro país (se les olvida que es la segunda potencia del mundo). Un equipo profesional que se forme para tal menester no puede tener personajes radicales ni colegas que no hayan entendido cómo funcionan los mercados internacionales.

 

 

Es difícil imaginarse una recuperación de la industria petrolera venezolana en medio de un default de deuda soberana y de la principal empresa petrolera nacional. También cuesta ver cómo mientras se negocian créditos con multilaterales, no se llegan a acuerdos con los fondos buitres que tengan posición venezolana y estos se queden con los brazos abiertos.

 

 

Sin sanciones no es posible renegociar la deuda. Maduro no puede, no quiere y tampoco tiene el personal ni mucho menos el plan económico para hacerlo. Juan Guaidó, reconocido por la comunidad financiera internacional, es el único que puede hacerlo.

 

 

 

 

 Luis Oliveros B

La destrucción de la manufactura

Posted on: julio 19th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

En términos muy sencillos y prácticos, el sector manufacturero es aquel que se dedica a transformar materias primas en bienes terminados. Nos referimos como “bienes terminados” a esos productos que ya están listos para ser adquiridos por los consumidores finales. La situación actual de este sector en Venezuela es de depresión, en buena parte motivado al ataque gubernamental de los últimos años hacia la empresa privada del país. Nunca la contribución del sector público había sido más grande que la del sector privado en el PIB de Venezuela, hasta la actualidad (data del BCV), tendencia que no parece pueda revertirse en el corto-mediano plazo.

 

 

En la Venezuela de 1998, el sector manufactura era la principal actividad económica del PIB no petrolero. En ese año, la actividad petrolera representaba 18,7% del total del PIB, mientras que la manufactura fue responsable del 17,4%.  La tercera posición entre las actividades con mayor importancia (como porcentaje del PIB) se la disputaban los productos y servicios del gobierno central (10,6%) y el sector inmobiliario (10%). El sector financiero aparecía con lejano 2,4%, casi el mismo peso del sector comunicaciones. Veinte años después la situación es muy distinta, el sector manufactura ha perdido importancia dentro del PIB.

 

 

Desde la llegada de Maduro al poder hasta el tercer trimestre de 2018, el sector manufactura presenta un desplome de un poco más de 76%. Esta situación ha traído como consecuencia que para el tercer trimestre del año 2018 (todas estas cifras basadas en lo publicado recientemente por el Banco Central de Venezuela), el sector manufactura pasara a representar apenas 8,5% del PIB venezolano, casi la mitad de 1998. Luego del sector construcción, ha sido el sector que más peso (como porcentaje del PIB) ha perdido en ese período de tiempo.

 

 

El sector manufactura está en descenso desde el tercer trimestre de 2013, 21 trimestres seguidos según la data del BCV actualizada hasta el tercer trimestre del año 2018. Si suponemos que ese comportamiento se ha mantenido hasta la fecha, podríamos decir perfectamente que, para el final de 2019, el sector tendrá 26 trimestres corridos en caída.

 

 

Cuando revisamos el comportamiento de la manufactura privada, este ha tenido una disminución más fuerte que el sector manufactura en general. Entre abril de 2013 y diciembre de 2018 (el BCV publicó data hasta enero de 2019) la manufactura privada cayó 81,2%. ¿Qué sectores que componen la manufactura privada venezolana tuvieron las caídas más grandes? Son muchos, pero destacan: fabricación de vehículos automotores 95,4%, fabricación de productos de caucho 94,7%, fabricación de plásticos 96,1%, prendas de vestir 75,2%, elaboración de azúcar 82,9%, productos lácteos 76,4%, procesamiento de carne 89,8%, fabricación de papel 95,6%, industrias básicas de hierro y acero 79,8%, fabricación de productos farmacéuticos 92,0% y un largo pero demoledor etc.

 

 

Muy grave que el sector manufactura esté atravesando esta terrible situación. La importancia de este en cualquier país del mundo es evidente, va desde generación de trabajo, oferta de productos, innovación, hasta oportunidades de financiamiento, innovación, aumentos en los ingresos en divisas para el país y mejora en la calidad de vida de la población al contar con esos sectores como generadores de oportunidades y bienestar. De darse un cambio político en Venezuela, el sector debería recuperarse de manera importante, pero mientras eso ocurre es fácil pronosticar que la tendencia depresiva se mantenga y hasta se profundice.

 

 

Luis Oliveros B.

@luisoliveros13

 

El desastre eléctrico venezolano

Posted on: marzo 18th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

Venezuela vivió una situación sin precedentes en su historia y en la región: un apagón en más de 90% de su territorio y por un período de tiempo prolongado. Un evento que generó daños y enormes pérdidas en el país.

 

¿Podemos catalogar lo ocurrido como desastre? Sin duda, tomando en cuenta varias instituciones y literatura al respecto. Según la ONU y su departamento de asuntos humanitarios, desastres son aquellos sucesos donde muere un número considerable de personas y el costo económico para el país (donde ocurre) supera 1% del producto interno bruto. Para la Cruz Roja, desastres son eventos no esperados que traen como consecuencia un aumento repentino en el nivel de estrés de un gran número de personas y generan necesidades importantes de alimentos, ropa, albergue, cuidados médicos, entre otras ayudas. Mientras que para la Cepal es un suceso que ocasiona no solo daños sino también pérdidas y paralización de actividades en un área determinada y afecta a un número importante de personas.

 

 

 

Por otra parte, están los efectos, que van desde la pérdida económica, los daños producidos, hasta por ejemplo la salida del país de varios de quienes sufrieron el evento, esperando a ver si las condiciones mejoran y volver o quedarse definitivamente en el exterior.

 

 

 

Un país que sufre la mayor recesión de su historia, que padece la hiperinflación más agresiva que haya vivido la región y que adicionalmente experimenta una escasez y diáspora muy grande, la caída del sistema eléctrico por tantos días y la falta de agua son un desastre que Venezuela no podía darse el lujo de tener.

 

 

Es difícil cuantificar las pérdidas económicas en el país producto del desastre eléctrico. No solo por la falta de información oficial, sino también por las personas que murieron (quienes estaban en un centro asistencial y no pudieron seguir siendo atendidas, las que sufrieron accidentes, etc.), las horas perdidas de trabajo en la industria, el comercio, universidades y colegios, los ingresos que dejó de percibir el Estado por recaudación de impuestos, los artefactos eléctricos descompuestos, la cantidad de alimentos y medicinas que se perdieron (neveras y congeladores completos de comida podrida en le país con la mayor pobreza y escasez de alimentos del continente), etc.

 

 

 

Al momento de escribir estas líneas, quienes están en Miraflores no le habían informado al país de manera seria ni el alcance del apagón ni sus consecuencias en lo económico. ¿Qué porcentaje de la producción petrolera se vio afectada? ¿Cuántos pozos sufrieron daños? ¿Cuántos barriles se dejaron de exportar? ¿Por qué no hubo seguridad para la empresa privada en Maracaibo? ¿Por qué el encargado de Corpoelec prometió rescatar el sistema en 3 horas y luego pasó días sin hablarle al país (o escribir por Twitter que es la nueva forma en la que se comunican)? ¿Por qué no hubo planes de contingencia (envío de cisternas de agua, suministro de bombonas de gas, etc.) en los barrios? Y así cientos de preguntas en un país donde la opacidad es el orden del día.

 

 

Cálculos iniciales apuntan a que el costo para el país pudiera estar rondando 2% del PIB; no obstante, lo que pareciera más grave es que para muchos fue un nuevo punto de quiebre.

 

 

 

En la Venezuela actual existe un convencimiento pleno en cuanto a que el episodio vivido en las semanas previas no solo es muy factible que se repita, sino que hay un único responsable: el gobierno nacional. Las acusaciones absurdas de ataques cibernéticos, extraterrestres y psíquicos no suenan convincentes, menos si se toma en cuenta quien las esgrime. Nuestro país tiene un grave problema de infraestructura que representa una limitante importante para el crecimiento y desarrollo en los próximos años. Es utópico pensar que se puede crecer y sacar gente de la pobreza de manera rápida con el estado actual de los servicios públicos y la infraestructura en general.

 

 

Luis Oliveros B

@luisoliveros13

 

Bye bye Citgo, ¿Welcome Brasil?

Posted on: agosto 17th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

En Venezuela no hay dudas de muchas cosas: la primera es que el actual gobierno lamentablemente nunca podrá solucionar la enorme crisis económica que sufre el país; otra, que el chavismo y también el madurismo destruyeron la industria petrolera venezolana; una tercera, que la hiperinflación que padecemos es culpa completamente del gobierno actual (ha sido así en 100% de los casos hiperinflacionarios en el mundo); y una cuarta, que sin atacar el problema fiscal será imposible estabilizar la economía y reducir la inflación. Pero los acontecimientos de la última semana nos llevan a pensar que también debemos sumar que cada minuto gana mayores enteros la probabilidad que a Citgo le quedan pocas horas como activo venezolano.

 

 

 

No tenemos dudas de que el gobierno va a dejar que se pierda Citgo. No importa si su valor pueda estar en 5.000-6.000 millones de dólares, o su importancia para la operatividad de Pdvsa y para la comercialización de los crudos venezolanos, los montos adeudados (ya muchos en default) y por los cuales seguirán lloviendo demandas contra esos activos (ya el tribunal de Delaware sentó un precedente muy peligroso para el gobierno venezolano al levantar el velo corporativo) harán que el gobierno deje que entre esos acreedores se repartan ese botín (el que tenga alguna cuenta por cobrar contra Venezuela o Pdvsa y llegue de último a la “repartición” no le tocará nada). Para la revolución siempre fue un sueño vender Citgo. Sus asesores petroleros, 99,99% marxistas y con muy poco conocimiento del mercado petrolero y del futuro energético, han tenido décadas de trabajo con los dos últimos presidentes alimentando la necesidad de vender esos activos. Dejar perder Citgo también les da incentivos para hacer default del bono Pdv20 (aquel del swap que está garantizado con 50,1% de sus acciones), lo cual sería un ahorro adicional interesante en medio de los enormes problemas externos que atraviesan.

 

 

 

Es importante tener en cuenta que, sin resolver el problema externo y el colapso petrolero, es prácticamente imposible estabilizar la economía venezolana. Ese comentario lo hacemos a propósito del nuevo plan de recuperación anunciado por Maduro (por cierto, es muy raro que un plan para recuperar la economía de un país inicie con día no laborable). Este nuevo programa pareciera una combinación del Plan Real de Brasil de mediados de los noventa con la persecución al sector privado del camarada Robert Mugabe en Zimbabue.

 

 

 

No está nada mal copiar planes exóticos que tuvieron éxito en otro país para bajar la inflación y volver a sendas de crecimiento, el grave problema es copiarlo mal, lo que seguro hará el gobierno venezolano. El Plan Real tuvo un inicio fundamental: corregir desequilibrios fiscales, disminución del gasto público buscando generar superávit fiscal, renegociar la deuda externa buscando reabrir el acceso a financiamiento externo y con esto aumentar las reservas internacionales (buscando soporte para el nuevo sistema cambiario) y las importaciones (bienes finales y materia prima). Una vez que se logró iniciar con buen pie los cambios en materia fiscal, se procedió a una reforma monetaria, que consistió en la creación de un patrón de valor (la URV), cuyo valor en cruzeiros reales era fijado diariamente por el Banco Central, de manera de mantenerlo anclado con la cotización del dólar. En la práctica los precios se fijaban en las dos monedas, pero la URV se mantenía estable, lo que ayudó a que la población volviera a confiar en la moneda. Con el tiempo la URV se convirtió en el real y el cruzeiro real desapareció.

 

 

 

¿Puede Maduro ir directamente a la fase dos del plan sin llevar a cabo el vital paso de resolver el desastre fiscal? ¿Puede tener éxito el plan en medio de un default, sanciones, violaciones de los derechos humanos y colapso petrolero?

 

 

 

Un punto final: en Brasil, el Plan Real lo llevó a cabo Fernando Henrique Cardoso, quien se reunió con los mejores economistas del país, ganándose la credibilidad de todo el país y la comunidad internacional. El Plan Petro lo hizo directamente Nicolás Maduro. Ojalá y por el bien de todos tenga éxito.

 

 

Luis Oliveros B.

@luisoliveros13

Medidas inservibles

Posted on: agosto 3rd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

Nuevamente el presidente Maduro le anuncia al país un conjunto de medidas para atacar la difícil crisis que estamos viviendo en Venezuela. Y nuevamente, sin ningún tipo de sorpresa, las medidas anunciadas no harán absolutamente nada de calidad para afrontar la complicada situación económica.

 

 

 

De los anuncios, destaca que le van a quitar 5 ceros a la moneda, no 3 o 6, 5 ceros. Ahora para dividir y encontrar el nuevo valor del “bolívar soberano”, se tendrá que hacer por 100.000. ¿Por qué no hacerlo fácil y poner a la gente a dividir entre 1.000 o 1.000.000 como ya lo estaban haciendo? Al comienzo muchos se enredarán con esta reforma monetaria, la cual pareciera hecha adrede para complicarles aún más la vida a los venezolanos. En cuestión de un año (tal vez menos), estos nuevos billetes necesitarán ser cambiados, no por estar gastados sino porque simplemente la inflación (hiper) que estamos viviendo se encargará de volverlos inservibles. Es ingenuo pensar que el solo hecho de quitarle los 5 ceros a la moneda sea la política antiinflacionaria adecuada para devolverle la credibilidad (y valor) al bolívar, no obstante en el Narnia gubernamental es un enorme paso en la dirección adecuada. Ya hasta le venden al país que para el 20 de agosto (día de inicio de la reforma monetaria) se acabará la inflación, la posibilidad de remarcar precios por parte de los empresarios, habrá progreso, felicidad, etc. Está muy fácil pronosticar qué pasará ese día.

 

 

 

Por otra parte, tenemos la idea de anclar la nueva moneda “bolívar soberano” al petro, la cual es una medida que podríamos catalogar de “galáctica”, “exótica”, pero que igual no servirá para absolutamente nada. Ese nuevo bolívar soberano no ganará valor porque lo anclen a una moneda que tampoco tiene valor ni credibilidad y que, si recuerdan, está sancionada por Estados Unidos. ¿Quién puede sentirse tranquilo teniendo una moneda que su supuesto activo subyacente sea una criptomoneda que nadie en el mundo quiere? También debemos decir que tampoco es una criptomoneda (es un vulgar título de deuda) y que fue emitida de manera ilegal (no fue aprobada por la Asamblea Nacional). Ese petro está respaldado por un campo petrolero donde no se ha producido el primer barril y en donde está muy lejos que inicien los trabajos para acondicionar las instalaciones y pensar en iniciar producción. Sin lugar a dudas, claramente alguien le habló al gobierno de la necesidad de anclar la nueva moneda a algo, para con esto romper la percepción inflacionaria y empezar a crearle nuevamente credibilidad, el problema como siempre pareciera es que el cuento se los “echaron” incompleto o la ideología no les ha permitido llegar a entender los pasos que hay que seguir para acabar con la hiperinflación (si es que hay intención de hacerlo).

 

 

 

Para eliminar la hiperinflación, la primera medida que se debe tomar tiene que ser de índole fiscal, hay que atacar la raíz del problema, se tiene que disminuir de manera importante el déficit fiscal y con él su financiamiento monetario. De todos los anuncios realizados por Maduro, solo el posible aumento de la gasolina va encaminado en ese sentido, pero muy posiblemente su efecto sea bajo por la probabilidad que hay de que quieran chantajear a buena parte de la población para que se saquen el carnet de la patria y tengan acceso al subsidio. Una hiperinflación no se acaba anclando la nueva moneda a la nada (tristemente hay que decirlo: hoy el petro es eso, la nada) ni quitándole 5 ceros, hay que hacer mucho más.

 

 

 

Estas medidas son inservibles, no van a acabar con la hiperinflación ni con la recesión que sufre Venezuela. Pareciera que el gobierno sigue apostando a que la hiperinflación le seguirá brindando un excelente piso político, por eso alimentan el fenómeno, poco les importa que los venezolanos lo sufran, es un daño colateral tolerable con tal de ellos mantenerse en el poder.

 

 

Luis Oliveros B.

@luisoliveros13

¿Por qué no acaban con la hiperinflación?

Posted on: junio 23rd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

Venezuela va para el séptimo mes en hiperinflación. Según cifras de la Asamblea Nacional, en ese período la inflación promedio mensual ha sido de 80%, casi 2% diario. Para que tengan una idea, Perú espera para todo el año 2018 una inflación de 2,2%; Chile, de 2,7%; Colombia, de 3,3%; Bolivia, de 3,6%; Brasil, de 3,7%; Paraguay, de 4%. En dos días les ganamos a todos esos países (y al promedio mundial), en tres a Uruguay (7%) y en doce a Argentina (27%). Las hiperinflaciones son procesos muy duros para los países que la sufren, colapsan la actividad económica, además de producir una fuerte reducción en los niveles de intermediación financiera y una lógica destrucción de los sistemas de precios. El efecto social de una hiperinflación es devastador, al generar aumentos importantes en los niveles de pobreza y desigualdad. Los países que han sufrido una hiperinflación tienen pánico en recaer en ella, saben que no se sale de ella con facilidad y que el país queda muy disminuido.

 

 

 

Sobre cómo atacar un episodio hiperinflacionario se ha escrito muchísimo, sobre todo en esta parte del planeta (América Latina), ya que son varios los países que la padecieron (Argentina, Brasil, Bolivia, Nicaragua, Perú). Hay cierto consenso en los círculos académicos en torno a que controlar el déficit fiscal es siempre el elemento central de un programa antiinflacionario que pretenda ser exitoso. También la unificación de los mercados cambiarios y el restablecimiento de la convertibilidad de la moneda suelen ser ingredientes esenciales en esos programas de estabilización que buscan atacar eficazmente la hiperinflación (Reinhart, Carmen M., y Miguel A. Savastano, 2002, “Some Lessons from Modern Hyperinflation”, IMF). Si un país sufriera en la actualidad de una hiperinflación, tendría bastante información de casos previos para tener una idea de cómo elaborar un programa antiinflacionario y de estabilización.

 

 

 

Teniendo en cuenta los efectos negativos y la enorme experiencia que hay en el mundo sobre cómo atacarla, la gran pregunta que surge es ¿por qué las autoridades en Venezuela no están haciendo absolutamente nada para eliminar la hiperinflación que sufrimos?, ¿qué están esperando para colocar como objetivo prioritario acabar con la hiperinflación? Sin lugar a dudas, Venezuela padece hoy innumerables problemas económicos; sin embargo, la prioridad debe ser la hiperinflación, la obsesión tiene que ser acabar con ella. Ningún intento de mejora en el plano económico tendrá éxito mientras el país siga teniendo una hiperinflación.

 

 

 

Es una enorme irresponsabilidad que las repuestas en política económica que desde el gobierno de Maduro se han llevado a cabo para contrarrestar la hiperinflación hayan sido de tan baja calidad. Ningún proceso hiperinflacionario es inducido por entes distintos del gobierno, sobre todo cuando ese fenómeno tiene siete meses (y amenaza con complicarse mucho más en los próximos). Por lo tanto, las excusas esgrimidas desde el gobierno sobre una supuesta guerra económica no tienen coherencia. Lo que sí invita a pensar mal es que la inacción gubernamental en atacar el problema, junto con un demencial set de políticas fiscales, monetarias y radicalización de controles, significa que al gobierno poco o nada le preocupa la hiperinflación y sus nefastos efectos sociales; muy por el contrario, pareciera que le gusta el fenómeno, ya que le ayuda a exacerbar su control social sobre la población (y, por lo tanto, tener herramientas de chantaje para disminuir protestas e influir en procesos electorales para ganar elecciones).

 

 

 

Proyecciones conservadoras indican que Venezuela terminaría este año con un nivel inflacionario superior a 100.000% y con probabilidades de escalar a siete cifras. Para finales de este mes Venezuela empezará a tener la hiperinflación más elevada en la historia de la región. Para el gobierno esos trágicos números parecen una alegría, un logro.

 

 

 

 

Luis Oliveros B.

@luisoliveros13

 

La efímera reconversión monetaria

Posted on: marzo 30th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

El gobierno ha decidido quitarle tres ceros a la moneda y crear un nuevo cono (sí, sin ñ, aunque provoque ponérsela) monetario, esto para salvar al país de las garras imperialistas extranjeras (guerra económica, persecución por los recursos, envidia porque tenemos patria y un gran etc. de charlatanerías).

 

 

 

Según Nicolás Maduro, con esta reconversión monetaria la inflación bajará, los ciudadanos van a tener un mayor poder adquisitivo y la economía se va a estabilizar. Igual que con el petro, las propiedades curativas de las medidas económicas del gobierno exceden en capacidad a los milagros, sin duda, están en otro nivel de generación de bienestar. Y lo mejor de todo, es que no hay que tomar ninguna medida económica adicional, solamente cambiar la moneda, quitarle ceros y listo. Obviamente, esto solo ocurre en el imaginario de un gobierno que para nada le interesa arreglarle los problemas económicos a la gran mayoría de la población, que sufre los embates de una terrible hiperinflación y recesión.

 

 

 

Complicado pensar que sin instituciones, con una industria petrolera destruida, con políticas fiscales y monetarias demenciales y una política cambiaria errática, los problemas económicos de Venezuela se vayan a solucionar. No hay nada positivo en esta reconversión monetaria, quien les venda lo contrario, desconfíe de ese personaje.

 

 

 

Debemos ser conscientes de que esta reconversión monetaria no es más que un maquillaje electoral para esconder la hiperinflación y vender la errada idea de que tenemos unas autoridades que sí están tomando las medidas económicas adecuadas para superar la crisis.

 

 

 

Estamos en medio de la más efímera reconversión monetaria en la historia de Venezuela y tal vez de la región (y miren que entre el Brasil de los años noventa y Argentina tenemos competencia). A cifras de febrero de 2018, en Venezuela habían 15.555 millones de billetes en circulación (no tomo en cuenta las monedas). ¿Es factible reponer esa cantidad de billetes en 2 meses?, eso suponiendo que 15 millardos de billetes sea lo que necesiten los venezolanos para sus transacciones diarias. Obviamente la respuesta es No.

 

 

 

Saquemos cuentas. Si la inflación promedio mensual entre julio y diciembre es de 50%, el billete de 100 bolívares tendría a final de año un valor de 9 bolívares, el de 200 bolívares de 18 bolívares y el de 500 bolívares de 44 bolívares. ¿Qué se podrá adquirir en Venezuela en diciembre de este año con esos billetes? Pero si la inflación promedio mensual no es de 50% sino de 80%, la situación (poder de compra de los billetes) será aún más crítica: el billete de 100 bolívares tendría a final de año un valor de 3 bolívares, el de 200 bolívares de 6 bolívares y el de 500 bolívares de 15 bolívares. Serán billetes al estilo el famoso juego Monopolio. Las monedas de 0,5 y 1 bolívar servirán en apenas días de haber aparecido para hacer botones. Es una torpeza sacar monedas de tan baja denominación en medio de una hiperinflación. A menos que haya otros intereses.

 

 

 

En lo personal no me voy a preocupar mucho por esta reconversión monetaria. Estoy convencido de que para finales de año al ministro Serrano se le ocurrirá emprender una nueva reconversión monetaria, total, sus recomendaciones (experimentos) de políticas económicas desquiciadas hacia Venezuela cuestan vidas y nos sumergen cada vez más en una tendencia hacia la convergencia con Haití, Eritrea y Sudán.

 

 

Con el permiso de ustedes, me voy a permitir hacer las siguientes apuestas: 1- el 4 de junio no estará lista la reconversión monetaria; 2- los nuevos y viejos billetes (cono monetario) vivirán juntos un buen tiempo; 3- el problema del efectivo va a continuar, sin o con nuevo cono monetario; 4- a que esta NO será la última reconversión (en el corto plazo) que veremos; es más, pareciera que vamos hacia otra reforma monetaria este mismo año.

 

 

Luis Oliveros

@luisoliveros13

Otra vez la dolarización

Posted on: marzo 16th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Les confieso que pensaba que el tema dolarización ya había pasado de moda. Sin embargo, Francisco Rodríguez lo trajo nuevamente al tapete. A Francisco hay que reconocerle que es el primer economista venezolano respetado que se muestra a favor de la dolarización.

 

 

En lo personal, lo he escrito y dicho muchas veces: no me gusta la dolarización (creo es la peor candidata para eso) para Venezuela. No soy el único, Ronald Balza es tal vez quien más ha escrito sobre los inconvenientes de dolarizar, pero también lo han hecho Asdrúbal Oliveros, Pedro Palma, Omar Zambrano y Kamal Romero.

 

 

En la región tenemos tres casos de dolarización: Panamá en 1904, Ecuador en el año 2000 y El Salvador en 2001. Llama la atención que no hay economía grande del continente que haya dolarizado su economía. Es más, ninguno de los países que han padecido una hiperinflación en esta parte del mundo (Chile, Nicaragua, Bolivia Argentina, Brasil y Perú) dolarizó. Recordemos: Grecia estaba dolarizada (euro) y eso no impidió que cayera en una crisis muy seria.

 

 

Hay abundante literatura sobre el tema. Por ejemplo, Mauricio Rodríguez y Jonathan Dombrow (Dollarization and Real Estate Market Performance: Evidence from Housing in El Salvador) encuentran que ciertamente la dolarización en la mayoría de los casos ha incidido positivamente en la disminución de la inflación, pero que también ha afectado negativamente al crecimiento de la economía. También tenemos el análisis que hacen Goldfajn, I., Olivares, G., Frankel, J. & Milesi-Ferretti, G. M. (Full dollarization: The case of Panama. 2001, Economía), en el que, si bien destacan el “impresionante” control de la inflación, concluyen que en el caso panameño “la dolarización no garantiza disciplina fiscal y que la eliminación del riesgo cambiario tampoco elimina el riesgo de default o la alta volatilidad de los spreads de deuda soberana”. En el estudio comentan que las limitaciones que conlleva la dolarización “no son suficientes para evitar crisis de balanza de pagos, o incluso problemas con respecto al pago de la deuda externa a causa de déficit fiscales persistentes”. Por otra parte, están Jeffrey Sachs y Felipe Larrain, quienes argumentan en su artículo “¿Por qué la dolarización es más una camisa de fuerza que una salvación?” (Dolarización Informe Urgente, Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, 2000) que la dolarización solo tendría sentido en 1- países con economías estrechamente ligadas a Estados Unidos y que por lo tanto experimenten shocks muy similares; 2- países con economías pequeñas en las que la mayoría de los precios son fijados en dólares y en las que la mayoría de los bienes se transan en el comercio internacional: 3- países con mercados laborales flexibles; 4- en países donde no se pueda confiar en que el banco central maneje su propia moneda. Los autores resaltan que la dolarización es “meter a la economía en una camisa de fuerza monetaria”.

 

 

 

Ciertamente la dolarización trae tasas de inflación bajas, pero no garantiza crecimiento económico y el Estado pierde dos armas muy importantes: la política monetaria y la utilización de su tasa de cambio para contrarrestar shocks externos. Adicionalmente, generaría una pérdida de competitividad relativa de las exportaciones de ese país, una menor utilización de la capacidad instalada y posiblemente cierre de empresas (desempleo).

 

 

Si revisamos la data de inflación y crecimiento económico desde el año 2000 hasta 2017 entre los países de esta parte del mundo, encontramos que los países dolarizados salen muy bien en el control de la inflaciòn, pero no en el de crecimiento económico.

 

 

La dolarización no trae en su maleta un fortalecimiento institucional ni manejo fiscal responsable, aspectos claves para la Venezuela actual y del futuro. Hay que reconstruir el país, la dolarización inhibe herramientas para eso.

 

 

Luis Oliveros

@luisoliveros13

El petro salvador

Posted on: enero 19th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El socialismo es mi pastor, el petro nos salvará. El gobierno tiene su nuevo juguete antimperial: una criptomoneda que no es criptomoneda. Con él, como tantas veces hemos oído, le romperán el brazo a Dólar Today. Alguien debería decirle al gobierno que, por cábala, no debe volver a decir eso.

 

 

El petro está llamado a ser el nuevo milagro económico en el mundo. No solamente generará las divisas suficientes para compensar el desastre petrolero, sino también parará la recesión que hoy aflige a Venezuela. Al petro nos lo están vendiendo como el gran salvador de la patria. Ya no importa el precio del petróleo (no tenemos producción para gozar de sus aumentos), al parecer, si tenemos petro, tenemos luz.

 

 

 

¿Qué es el petro? Como siempre, el gobierno no ha brindado la información completa. Si bien es cierto que aún falta el famoso “White Paper” que nos explique sus especificaciones, desde el gobierno nos juran que es una criptomoneda, que funcionará con base en la tecnología blockchain, pero que no podrá ser minado por agentes privados; luego nos señalan que tendrá un colateral, también nos dicen que tiene un potencial gigantesco, que servirá para evitar bloqueos y para obtener un financiamiento ilimitado (ataca inflación y desabastecimiento). Esta multiplicidad de funciones me recuerda al Celestodern, cremita que usaba mi mamá para cualquier cosa que nos ocurriera a mi hermano y a mí cuando éramos pequeños (“curaba” desde raspones y picaduras de insectos hasta dolores de cabeza). Falta que nos digan que el petro combatirá la celulitis y las arrugas.

 

 

 

Sin lugar a dudas, el petro tiene limitantes. Quien quiera invertir en ese título debe hacerlo en divisas (con eso 99% de los venezolanos quedan fuera), debe hacer un ejercicio de fe increíble (comprarle títulos de deuda en el mercado primario a un país que está en el medio de un default desordenado) y además no importarle el riesgo reputacional (proveer de dinero fresco a un gobierno que no respeta instituciones, que es cuestionado por irrespetar los derechos humanos y que es considerado por muchos como una dictadura). Adicionalmente y por si fuera poco, gustarle la garantía que respalda el título (reservas petroleras de un país que sufre un colapso en su industria petrolera, la cual cada día muestra mayor incapacidad en recuperar la producción) y no pararle a las advertencias del gobierno de Estados Unidos en torno a que “el petro parecería ser una entrega de crédito al gobierno venezolano, por lo que los estadounidenses que lo adquieran tendrían riesgos legales”. Hay que tener agallas para considerar el petro como una alternativa interesante de inversión.

 

 

 

¿Qué le garantiza que un gobierno que entró en default, que no presenta un plan de renegociación de su deuda, que teniendo las mayores reservas petroleras del mundo es incapaz de mantener niveles de producción petrolera, le vaya a pagar lo que usted invierta adquiriendo el petro o que usted pueda ejecutar esa “garantía”?

 

 

 

Con el petro, el gobierno afirma que “Venezuela entró en el futuro”. Interesante afirmación del único país en el mundo donde se celebra el centenario de la Revolución bolchevique (ni en Rusia), donde se sigue pensando en socialismo como vía de generación de bienestar, que actualmente sufre una hiperinflación, que padece una crisis económica sin precedentes en la región, donde han regresado enfermedades que hacía décadas estaban erradicadas (y que en el mundo ya ni se mencionan) y en el cual se establecen férreos controles para combatir la inflación y la escasez. Osado hablar de un país como ejemplo del futuro, cuando su gobierno hace de todo por estar en la Edad Media.

 

 

 

Hay que ser bastante ingenuo para pensar que resolver los enormes problemas económicos de Venezuela pasa por la creación de un título de deuda, promocionado como criptomoneda, y no por la elaboración de coherentes políticas económicas, respeto a las instituciones y un rescate del sector petrolero.

 

 

 

Luis Oliveros
@luisoliveros13