Es de conocimiento y entendimiento general que las estadísticas pueden decir tantas falsedades como verdades. Es cuestión de buscar la medida que se quiere obtener para establecer el método más adecuado y lograr esa lectura.
Es así como en Venezuela se ha demostrado que hay menos pobreza aun cuando aumentan los indigentes, o que la FAO reconozca al país por sus logros en la alimentación de la población cuando ahora como nunca antes nuestros compatriotas hurgan en los botes de basura para satisfacer el hambre.
También hay quienes temerosos por lo que puedan decir ciertas cifras prefieren eliminar y hasta prohibir la difusión de las mismas por sufrir del “síndrome del sofá”, y juran que su desaparición de las publicaciones en algo mejora la vergonzosa situación que tratan de esconder, como el valor del dólar en ciertos mercados, índices de precio, inflación, producción o falta de bienes, incluyendo el petróleo, nivel de reservas internacionales, número de asesinatos, secuestros y tráfico de narcóticos y hasta gastos de los viajes oficiales.
La ignorancia como estrategia es una opción, seguramente ni sabia ni saludable pero válida para beneficiar determinadas situaciones, como el caso de los enchufados o bolimillonarios que se amparan tras esta cortina de desinformación.
Qué sabemos de la producción de minerales, qué conocemos de los costos de los alimentos que se adquieren bajo las múltiples caretas de Pdval, CLAP o cualquier paliativo a la “emergencia” alimentaria. Qué se ha podido averiguar sobre el costo de los megavatios que supuestamente calmarían la baja producción hidroeléctrica por falta de nivel en las represas.
¿Sabremos alguna vez los verdaderos costos de los interminables armamentos adquiridos, y que solo por informes de países proveedores de los mismos vemos la evidente cancelación de enormes sobreprecios?
¿Se podrá lograr que la Asamblea Nacional averigüe e informe qué, quién y cómo contrataron las numerosísimas obras a la empresa brasileña Odebrecht y no esperar a que sea el propio Ejecutivo que lave la plana antes?
Supongo que la información pertinente no será negada a nuestro Poder Legislativo por las autoridades de Brasil.
Pero ahora esta falta de información y torcedura de cifras pretende meterse en la validación de las agrupaciones políticas. No hemos visto mucho pestañear sobre este asunto por parte de la Asamblea ni la mayoría de la dirigencia, ojalá estemos equivocados y no corresponda esto a una bien diseñada estrategia para, mediante estadísticas engañosas, se estrangulen las representaciones minoritarias que si bien no cambian la balanza en escenario nacional sí lo hacen en los locales.
Curiosamente sobre este evento también llama la atención cómo algunos gurús de las mediciones han producido unos resultados de encuestas mostrando un nuevo y, al menos para algunos, extraño resultado y surgimiento de un liderazgo que, casualmente, también goza de apoyo oficial, pues se presenta como dialogante apropiado para una posible transición. Propongo que así como se exige un cuadro resumen de la metodología utilizada para esos estudios pudiésemos conocer el origen de los fondos patrocinantes de los mismos.
El único crisol para recuperar la claridad de los números y cifras está en la autoridad popular investida en la Asamblea Nacional.
Leopoldo Lopez Gil
Por Confirmado: Francys García