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La tutoría cubana

Posted on: febrero 19th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

Ningún país participa tan intensamente en el manejo de la crisis venezolana como Cuba

 

 

 

La fe y admiración de Hugo Chávez por Fidel Castro y la revolución cubana eran tan grandes que les confío su vida, cuando trató de salvarla en un hospital de La Habana. Ese credo en el comandante, el marxismo leninismo y el partido único para impartir justicia, explica la profunda imbricación de los cubanos en Venezuela, desde la inteligencia policial y militar a los servicios médicos, pactada en vida del caudillo bolivariano y respetada por su albacea, Nicolás Maduro, pésimo administrador de la herencia.

 

 

Ningún país participa tan intensamente en el manejo de la crisis venezolana como Cuba, que se juega mucho, y cuya pericia batallando con EE UU ha puesto al servicio del chavismo. El asedio norteamericano arrancó en 1960, cuando el Congreso autorizó el embargo comercial de la isla. Un año antes, los milicianos de Sierra Maestra se habían estrenado como Gobierno con la reforma agraria que nacionalizó la United Fruit Company y otros latifundios yanquis.

 

 

Avezados en el arte de debilitar al enemigo fracturando su unidad, no cabe duda de que los cubanos están coordinados con sus pares venezolanos. El sitio incluye una sucesión de iniciativas para poner a prueba la cohesión de los cuarteles y la lealtad de las barriadas populares, cantera electoral de chavismo. Más allá de las multitudinarias concentraciones antigubernamentales y de la reveladora decadencia de las oficialistas, sólo una sublevación masiva y volcánica, con epicentro en los ranchos de Caracas y Maracaibo, cuartearía la unidad castrense.

 

 

Los cubanos pueden ayudar a diseñar maniobras de resistencia y ganar tiempo aprovechando las vulnerabilidades de la oposición y el rechazo del militarismo americano, pero difícilmente podrán revocar la sentencia de muerte dictada por la Casa Blanca. Si bien pueden influir sobre la izquierda que entronizó a López Obrador y Tabaré Vázquez y pueden instar al activismo de las organizaciones amigas en el resto de América Latina, no está en su mano paralizar la demolición en curso. Asumiendo que la cetrería anticastrista cabildea a diario en el Despacho Oval, si las bayonetas gringas resuelven la crisis de Venezuela, sobrevolará Cuba la premonición del adagio que aconseja remojar las barbas cuando las del vecino son historia. La fraternidad que intercambia petróleo por asistencia plenipotenciaria responde a un acuerdo de casi dos decenios. El alcance de los contratos no es público, pero sí el sincretismo político ideológico de los contratantes.

 

 

“En el fondo somos un solo Gobierno”, admitió Chávez el 14 de octubre de 2007, en su programa Aló, presidente!, retransmitido aquel día desde la ciudad cubana de Santa Clara. La simbiosis se mantiene, al igual que los imponderables sobre la escalada punitiva contra Maduro, que suma movimientos navales y tres aviones del Pentágono cargados con ayuda humanitaria y algo más.

 

 

 

 

Juan Jesús Aznarez

El País

La ‘descubanización’ de Venezuela

Posted on: diciembre 11th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Cuba sostiene todo el sistema de salud que atiende a las clases más desfavorecidas. El futuro de la cooperación en ese y otros ámbitos dependerá de la actitud de la oposición
 

Mientras Nicolás Maduro siga al frente del Gobierno, el repliegue cubano de Venezuela es improbable pero si cae en el referendo revocatorio pretendido por la oposición, esa posibilidad quedaría abierta. Más de 30.000 profesionales cubanos de la salud, deporte y otros sectores, entre ellos los servicios de inteligencia y los cuerpos de seguridad del Estado, trabajan en el país petrolero desde hace muchos años. La creciente “cubanización” de Venezuela fue denunciada como pérdida de soberanía nacional por la oposición desde que Fidel Castro y Hugo Chávez decidieron el intercambio de petróleo por asesores y otros convenios.

 

 

Si se concreta o no su salida de Venezuela dependerá de qué ocurra en las elecciones presidenciales posteriores a la eventual salida de Maduro; también de la opinión de Washington al respecto, que tratará de influir en la oposición para que no interfiera con brusquedades en el proceso de normalización con Cuba, que este año coincide con las presidenciales de Estados Unidos de noviembre y las discrepancias de demócratas y republicanos sobre cómo abordar las relaciones con Venezuela y Cuba.

 

 

El “argumento americano” permitiría a la oposición moderada vender ante la opinión pública una permanencia negociada de parte de los cubanos, fundamentalmente médicos, enfermeros, técnicos de laboratorio y asesores en deportes, después de la caída del chavismo. Este sería el etiquetado de venta: “EEUU está normalizando su relación con Cuba, no vamos nosotros a ir contracorriente aunque sigamos teniendo diferencias insalvables con La Habana”. Obviamente, harían las maletas los especialistas en asuntos políticos y de inteligencia.

 

 

Con Capriles, la presencia negociada de parte de los cubanos es posible después del chavismo

 

 

El destino de la cooperación dependerá en buena medida de qué sector de la oposición se imponga en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y en la Asamblea Nacional, radicales o moderados, y de quien sea el candidato presidencial de la oposición, en el caso de que se presente unida en la previsible hoja de ruta. Si gana Henrique Capriles, la conciliación es posible.

 

 

Hay también una realidad insoslayable: todo el sistema de salud de las clases pobres, por encima del 55% de los 31 millones de venezolanos, lo sostienen los cubanos. Sus ambulatorios y hospitales permanecen abiertos en los arrabales de Caracas y de otras ciudades. Antes de su desembarco, los consultorios privados en los arrabales eran prácticamente inexistentes. Si los cubanos salen se desploma el sistema de salud de los sectores mendicantes. Hoy por hoy, Venezuela no tiene reemplazo para el personal isleño.

 

 

La oposición tiene que hilar fino en ese y otros asuntos porque aunque su triunfo fue histórico, los números son reveladores de una realidad movediza: en las presidenciales del 14 abril de 2013, Maduro obtuvo 7.586.251 votos y Capriles, 7.361.512; en las parlamentarias del domingo, los chavistas sumaron 5.615.300 y la oposición, 7.720.578. La oposición ganó 359.066 votos y el chavismo perdió 1.870.951. Conclusión: la clave no es tanto el crecimiento de la oposición como la abstención del chavismo, harto de la colas y de la incompetencia gubernamental.

 

JUAN JESÚS AZNAREZ

 

 

El Paìs

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