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Luchar contra el cambio climático por nuestros hijos

Posted on: abril 17th, 2015 by Laura Espinoza No Comments

Si tiene hijos o nietos, probablemente se ha preguntado cómo será el mundo para ellos en 20 ó 30 años. ¿Será un lugar mejor? ¿El cambio climático modificará drásticamente sus vidas?

 

Es algo en lo que he pensado mucho desde que me convertí en presidente del Grupo Banco Mundial en julio de 2012. Durante los primeros meses en el cargo, recibí información acerca de un próximo informe sobre el cambio climático, (i) y los resultados me sorprendieron. Supe entonces que luchar contra el cambio climático (i) sería una de mis prioridades como directivo de una institución de desarrollo, cuya misión es poner fin a la pobreza extrema para 2030 e impulsar la prosperidad compartida. Si no comenzamos a controlar el cambio climático, no podremos cumplir la misión de acabar con la pobreza.

 

Estas cinco áreas de acción podrían ayudar al planeta a salir de la senda de un aumento de 4 °C de la temperatura mundial. Por nuestra parte, el Grupo Banco Mundial está tratando de incluir las consideraciones sobre el cambio climático en todo lo que hacemos…
La semana pasada di una conferencia (i) sobre el cambio climático en la Universidad de Georgetown en la ciudad de Washington, ante una sala llena de jóvenes que, sin duda, están pensando en el impacto del cambio climático en sus propias vidas. Los científicos especializados en el clima prevén que si no hacemos nada para controlar las emisiones de carbono, las temperaturas podrían aumentar hasta 4 °C para 2080. Las temperaturas medias durante la última era glacial eran de unos 4,5 °C a 7 °C más bajas que en la actualidad, y la temperatura ha ido cambiado gradualmente a lo largo de los milenios. Estamos hablando del tipo de cambio de temperatura que se producirá en el futuro en un periodo muy breve. La vida en la Tierra sería fundamentalmente diferente.

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Incluso ahora podemos estar experimentando algunos de los efectos previstos del cambio climático: temperaturas extremas, sequías, inundaciones y tormentas más grandes y violentas. En los últimos 30 años, han muerto más de 2,5 millones de personas en el mundo y se han registrado casi US$4 billones en pérdidas debido a desastres naturales. Más de tres cuartas partes de estas muertes se produjeron en países en desarrollo, y casi la mitad de ellas en países de ingreso bajo.

 

Hace dos fines de semana, me di cuenta del daño que provoca este tipo de catástrofes cuando hablé con el presidente de Vanuatu, Baldwin Lonsdale —quien estaba visiblemente emocionado—, durante laConferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (i) en Sendai, Japón. Un ciclón de categoría 5 había azotado Vanuatu la noche anterior, causando daños generalizados. Le aseguré al presidente que el Grupo Banco Mundial ayudaría a Vanuatu en su recuperación. Los países pobres como Vanuatu no están preparados para este tipo de crisis. Es necesario que ampliemos el uso de mecanismos y sistemas para proteger a los pobres frente a los desastres y ayudarlos a recuperarse más rápidamente.

 

Necesitamos un plan para el planeta. Y el mundo tiene que frenar el cambio climático. Pero ningún plan para combatirlo debe sacrificar el crecimiento económico si queremos poner fin a la pobreza extrema, reducir la desigualdad y garantizar que las personas pobres tengan acceso a la energía.

 

 

Tenemos que desvincular el crecimiento de las emisiones de carbono.

 

He aquí cinco maneras para que el mundo pueda hacer la transición a una modalidad de crecimiento con bajo nivel de emisiones de carbono:

 

1) Fijar el precio del carbono

 

Exigir a las empresas que paguen por el carbono que liberan al aire las alienta a invertir en energía más limpia y opciones novedosas y de bajo nivel de emisiones de carbono. Es una idea que ya está madura. Unos 40 países y más de 20 ciudades, estados y provincias aplican en la actualidad mecanismos defijación del precio del carbono, como el régimen de comercio de derechos de emisión y los impuestos sobre el carbono, o se están preparando para implementarlos. Y el número está aumentando. En septiembre pasado, unos 74 países, 22 estados, provincias y ciudades, y más de 1.000 empresas e inversionistas expresaron su apoyo a la fijación del precio del carbono  antes de la Cumbre sobre el Clima de las Naciones Unidas. La fijación del precio del carbono liberará las fuerzas del mercado en la lucha contra el cambio climático. Es el resultado más importante que tenemos que obtener de un acuerdo internacional del clima en diciembre en París.

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2) Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles

 

Con los precios del petróleo a la baja, ha llegado el momento de eliminar los subsidios a los combustibles fósiles que fomentan los desechos y desalientan el crecimiento con bajo nivel de emisiones de carbono. Casi US$550.000 millones fueron destinados a subsidios directos a los combustibles fósiles en todo el mundo en 2013, comprometiendo un gran porcentaje del producto interno bruto (PIB) de algunos países para bajar artificialmente los precios de la energía. Sin embargo, los datos muestran que los subsidios a los combustibles fósiles no benefician a los pobres tanto como a los ricos. Los estudios muestran (i) que el 20 % más rico de la población obtiene seis veces más beneficios de tales subsidios que el 20% más pobre. El ahorro derivado de la eliminación de los subsidios a los combustibles puede reinvertirse donde más se necesite, como en salud, educación y otros sectores que beneficien a los pobres.

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3) Fomentar la eficiencia energética y la energías renovable

 

Cerca de 1.200 millones de personas no tienen electricidad en el mundo. El desarrollo de la energía renovable será fundamental para cerrar de manera sostenible esta brecha de acceso energético. Afortunadamente, la energía renovable se vuelve cada vez más asequible. En muchos países, la producción de esta a escala comercial es ahora más barata o está al mismo nivel que las plantas de combustibles fósiles.

 

Los mejoramientos en la eficiencia energética también son fundamentales para reducir las emisiones. Cada gigavatio que se ahorra es un gigavatio que no tuvo que ser producido. A nivel mundial, el consumo de energía es aproximadamente un tercio más bajo hoy en día de lo que habría sido sin los avances en esta área en los últimos 20 años.

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4) Construir ciudades con bajo nivel de emisiones de carbono

 

Las ciudades están creciendo rápidamente, especialmente en el mundo en desarrollo. Es probable que se habrá construido más infraestructura en las próximas dos décadas que en los últimos 6000 años. En África y en otros lugares es posible erigir ciudades de tal manera que no queden atrapadas en formas no sostenibles, (i) facilitando al mismo tiempo el acceso a los empleos y las oportunidades para los pobres.

 

Financiar ese crecimiento (i) puede ser un desafío. Los datos muestran que solo 4% de las 500 ciudades más grandes de los países en desarrollo se consideran solventes en los mercados internacionales. El Grupo Banco Mundial está ayudando a las ciudades a mejorar su planificación estratégica y corregir los factores financieros que pueden impedirles tener acceso al financiamiento.

 

5) Posibilitar la agricultura inteligente en relación con el clima

 

La agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo contribuyen con poco menos de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, (i) y estas emisiones podrían aumentar cuando la población mundial llegue a los proyectados 9000 millones de habitantes en 2050 y aumente la demanda de alimentos. Las técnicas de agricultura inteligente (i) en relación con el clima pueden aumentar el rendimiento agrícola, fortalecer la capacidad de adaptación de los agricultores al cambio climático, y reducir las emisiones netas a través de suelos y vegetaciones en buenas condiciones que sirven como sumideros de carbono. Este tipo de gestión de las tierras de cultivo, la ganadería, los bosques y la pesca permitirá que se produzcan más alimentos en menor cantidad de suelo, se reduzcan las emisiones y se aumente la seguridad alimentaria en el mundo. El siguiente gráfico muestra las estrategias que nuestros expertos consideran necesarias en las diferentes regiones.

 

Estas cinco áreas de acción podrían ayudar al planeta a salir de la senda de un aumento de 4 °C de la temperatura mundial. Por nuestra parte, el Grupo Banco Mundial está tratando de incluir las consideraciones sobre el cambio climático en todo lo que hacemos, porque sabemos que si no enfrentamos este problema, no tendremos esperanza de acabar con la pobreza o impulsar la prosperidad compartida. Cuanto más nos demoremos, más alto será el costo de hacer lo correcto para nuestro planeta y nuestros hijos.

 

*Esta columna fue publicada originalmente en el sitio web del Banco Mundial.

Una América Latina con oportunidades para todos

Posted on: junio 27th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Esta fue una buena década para América Latina. En los últimos diez años, el crecimiento económico promedió 4,2%, y 70 millones de personas dejaron la pobreza. La estabilidad macroeconómica, políticas comerciales más abiertas y un clima de inversión favorable apuntalaron y proyectan un sólido crecimiento de cara al futuro.

 

De manera crucial, los logros económicos están siendo compartidos de manera muy amplia. Un reciente informe del Banco Mundial reveló que el número de personas de clase media en América Latina creció en 50 millones entre 2003 y 2009, un aumento de 50%. Este es un logro notable para una región caracterizada por la desigualdad en la distribución de la riqueza.

 

De cara a mi próximo viaje a la región, es tangible que esta avanzó mucho desde la “década perdida” de 1980, y que emerge como uno de los motores de crecimiento a nivel mundial. Empero, aún queda mucho por hacer para asegurarse que todos los latinoamericanos compartan la creciente prosperidad.

 

Si bien la desigualdad está disminuyendo, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo. Durante el período 2008-10, ocho de los diez países con mayor índice de desigualdad en el ingreso se encontraban en la región (de acuerdo al Coeficiente Gini que mide la desigualdad). La movilidad intergeneracional también sigue siendo limitada: el origen económico y social de los padres de un joven, o si nace en un ambiente urbano o rural, determina su futuro en gran parte.

 

Además, en aquellos países que se han beneficiado del auge de las materias primas en la última década, los frutos no han llegado a toda la sociedad, alimentando las tensiones sociales o la frustración entre aquellos que se sienten postergados.

 

De no solucionarse, la desigualdad seguirá atizando la volatilidad en toda la región. Buscar un crecimiento compartido no es solo lo correcto desde una perspectiva social y política; es un imperativo económico. Investigaciones del Banco Mundial sugieren que cuando el nivel de pobreza aumenta 10%, el crecimiento disminuye 1% y la inversión se reduce hasta 8 puntos del PIB.

 

Para que las promesas en torno al crecimiento se vuelvan realidad, los diseñadores de políticas deberán garantizar, junto a la comunidad internacional, incluido el Banco Mundial, que los avances económicos beneficien a todos los ciudadanos.

 

Algunos países van en esa dirección. En Brasil, una serie de reformas en las políticas públicas ayudaron a igualar los logros educativos. En 1993, el hijo de un padre sin educación formal alcanzaba un nivel promedio de escolaridad de cuatro años. Hoy en día, los alumnos brasileños completan entre nueve y once años de escolaridad, independientemente de la educación de sus padres.

 

Los programas de transferencia condicionada en efectivo también jugaron un papel destacado en la nivelación de las condiciones económicas de América Latina. En la década de 1990, México y Brasil fueron los primeros en establecer este tipo de programas, que proporcionan un pago en efectivo a cambio de actividades como matricular a los hijos en la escuela y la realización de exámenes médicos por parte de las madres. Programas similares se multiplicaron a lo largo de la región.

 

Superar la historia de desigualdad económica en la región es posible. ¿Pero qué hace falta para lograr una prosperidad compartida para todos?

 

Primero, los gobiernos deben asegurarse que la gente no quede relegada por el mercado. El notable progreso de América Latina en términos de reducción de la pobreza durante la última década fue resultado de salarios más altos y políticas sociales mejor orientadas. Esta tendencia debe continuar.

 

Segundo, se debería hacer más para proporcionar una educación de calidad a los niños más humildes. Hacerlo elevaría su capacidad productiva, profundizando la inclusión social al darles la posibilidad de participar de forma más activa en la economía.

 

Por último, es clave mejorar la capacidad para brindar servicios a los más humildes. Si no se mejora la capacidad de ofrecer servicios de calidad, aun las mejores políticas significarán poco para los supuestos beneficiarios. El Banco asistirá a los gobiernos latinoamericanos en la adopción de un enfoque mas científico y empírico en la prestación de servicios para el desarrollo.

 

América Latina avanzó notablemente en los últimos años. Mucho hay aun por hacer. Cuando visite la región, espero aprender de cerca qué se necesita para garantizar que las oportunidades y la prosperidad lleguen a todos los latinoamericanos.

 

Por Jim Yong Kim

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