En Venezuela se librará la batalla decisiva de América Latina. Lo ha dicho Raúl Castro en la visita a su colonia como Rey de Cubazuela, trono heredado del difunto Rey Fidel Castro, fundador de la monarquía comunista cubana. Tiene razón, si analizamos pasado y presente. La independencia de Venezuela fue decisiva para el derrumbe del imperio español de América en el siglo XIX. El derrocamiento aquí de la anterior tiranía (1958) fue decisivo en el siglo XX para la caída sucesiva de todas las dictaduras de América Latina que integraban la Internacional de las Espadas. Estos antecedentes avalan que se tenga por decisiva para América la batalla que se librará en Venezuela contra la narco-tiranía gobernante, títere de Cuba, porque tendrá consecuencias para la Internacional Narco-Comunista de América (Foro de Sao Paulo) y para la monarquía comunista cubana, cuya desaparición sucedería a la victoria de la democracia en Venezuela.
Esta batalla tiene dos escenarios: uno externo o continental y otro interno o nacional. Ambos se conectan e interrelacionan, influyéndose mutuamente. El escenario externo está en la OEA, centrándose en la Carta Democrática Interamericana como arma contra la narco-tiranía comunista, títere de Cuba.
Para tener comprensión cabal de este escenario, veamos primero qué es la Carta Democrática Interamericana y cuál su origen y finalidad. En este sentido, recordemos que, derrumbado el imperio comunista soviético, Estados Unidos, entonces bajo la presidencia de Bill Clinton, propuso la globalización económica y política de América. Para hacer efectiva la globalización económica con el capitalismo los jefes de Estado y de Gobierno, reunidos en Miami en 1994, acordaron celebrar la Alianza para el Libre Comercio de América Latina (ALCA), extendiendo así el NAFTA (tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México), con la cual toda América, con exclusión de Cuba comunista, tendría como sistema la economía de mercado. Y con el fin de la globalización política, teniendo la democracia por sistema, se acordó suscribir la Carta Democrática Interamericana, que se firmó el 11 de septiembre de 2001. Casualmente este día Estados Unidos sufrió el mayor atentado terrorista de su historia ejecutado por árabes musulmanes. Esta coincidencia vincula a la Carta contra el terrorismo.
Viéndose aislada, por la caída del imperio comunista soviético, Cuba comunista había constituido en 1990, junto con el brasileño Lula, el Foro de Sao Paulo como Internacional Comunista de América, ahora Narco-Comunista, el cual obtuvo una victoria política contundente contra Estados Unidos, que terminó perjudicando a toda América, al rechazar el ALCA en 2005. No sucedió lo mismo con la Carta Democrática, que sospechosamente fue firmada antes por ellos. Después se vio el motivo. Es que la Carta les sirvió para impedir las rebeliones cívico-militares contra las tiranías comunistas que irían implantando sucesivamente luego de acceder al poder por vía electoral. Dos factores contribuyeron a desnaturalizar la Carta, transformada en escudo protector de las tiranías comunistas: 1) La obsesión de Estados Unidos por el Medio Oriente, que trajo por consecuencia el descuido suyo de América Latina; y, 2) La ceguera del Departamento de Estado que declinó en el Brasil de Lula, en calidad de potencia sub-regional, la vigilancia de la democracia en América del Sur, lo que fue la mayor torpeza política imaginable en quienes debían saber que Lula compartía con Fidel Castro la jefatura de la internacional comunista americana.
La llegada de Luis Almagro a la Secretaría General de la OEA la ha convertido en campo de batalla entre democracia y tiranía. Concidente con su llegada se ha producido un cambio en la correlación de fuerzas en América, a lo que ha contribuido el fin de la presidencia de Obama, el más obtuso de los presidentes de Estados Unidos en cuanto a la realidad política de América Latina.
La elección de Trump y sobre todo el pronunciamiento unánime del Senado de Estados Unidos exigiendo la aplicación de Carta Democrática a la narcotiranía comunista de Venezuela y el que varios presidentes latinamericanos tengan la misma opinión, han precedido a la presentación por el doctor Luis Almagro de su segundo informe a la OEA sobre Venezuela (que iremos analizando sucesivamente), en el cual solicita la suspensión de la narcotiranía comunista, títere de Cuba, como miembro de la OEA sino convoca elecciones generales de inmediato.
No importa que la OEA no se atreva a tanto. Lo que importa es que el debate mismo en su seno crea las condiciones para que el desenlace de la batalla decisiva se produzca pronto aquí, mediante la unión cívico-militar.
Jesús Petit Da Costa
@petitdacosta