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¡2021: trabajo, lucha, constancia y progreso!

Posted on: enero 4th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

El año 2021 inicia luego de un período muy complejo que ha sido el año 2020 marcado principalmente por la pandemia del coronavirus covid-19. Para muchos era impensable que algo así sucediera en pleno siglo XXI pero la humanidad chocó contra la dura realidad de nuestra fragilidad.

 

 

El shock vivido en todo el planeta ha sido muy significativo y abarca las distintas áreas del quehacer humano. Tristemente la situación de la pandemia todavía no está resuelta aunque existen ya algunas vacunas que se están aplicando en algunos países pareciera que el problema podría extenderse y seguirse complicando, lo cual quiere decir que en este nuevo año 2021 tendremos que seguir lidiando con la Pandemia.

 

 

Más allá de lo complejo qué ha sido el año 2020, podemos asegurar que también nos deja grandes aprendizajes. El año 2020 nos enseñó a valorar las cosas cotidianas las cosas pequeñas las cosas ordinarias que quizás habían perdido un poco su valor. Nos enseñó que nuestra felicidad no estaba en viajar largas distancias, ni en comer en los lugares más refinados, sino que podíamos reencontrar lo especial de nuestros hogares, nuestras familias, nuestros seres más allegados y de nuestros lugares más próximos. Nos enseñó humildad, nos hizo entender que no podíamos controlarlo todo. Nos dio chance para pensar, para reflexionar, para hacer más deporte, para compartir más con nuestros seres queridos más próximos, para reencontrarnos en lo más profundo de nosotros mismos.

 

 

Obviamente la pandemia deja daños irreparables de pérdidas humanas, pérdidas económicas y daños sociales.

 

 

En Venezuela la pandemia vino a empeorar mucho más una situación Ya de por sí muy compleja en donde enfrentamos la peor crisis política económica y social en la historia de nuestro país.  2020 nos enseña en Venezuela que a pesar del caos generalizado en que vivimos cuando estamos Unidos, trabajamos duro con verdadero amor por lo que hacemos podemos avanzar aún en medio de la adversidad. Y eso es lo que modestamente hemos logrado en El Hatillo.

 

 

Un año en el que logramos reducir los índices delictivos significativamente. Logramos la creación del centro de control integral. Logramos recuperar 11 espacios públicos entre ellos plazas parques y espacios deportivos. Logramos mejorar nuestros sistemas de salud. Logramos aumentar nuestra matrícula escolar sin dejar de dar beneficios a nuestros niños y a sus familiares. Logramos mantener nuestra institución de pie con un equipo humano capacitado honesto y con vocación de servicio, entre otras muchas cosas que podríamos mencionar. Lo importante es que no retrocedimos no abandonamos sino que poco a poco en medio de la peor adversidad seguimos avanzando.

 

 

Inicio el año 2021 con un gran optimismo pienso que este año puede ser muy bueno para nuestro país y para nuestro municipio El Hatillo pero debemos trabajar muy duro para que esto sea así. No será fácil y nadie nos regalará nada. Me aferro a esta esperanza no vagamente y no por mera ilusión sino por la fuerza que me da ver gente decente luchando todos los días, trabajando, emprendiendo, innovando para ser mejores y superarse.

 

 

En nuestro país nos ha tocado aprender a un costo muy alto que no podemos depender de nadie y mucho menos del Estado para lograr las cosas que queremos. Debemos trabajar, debemos capacitarnos y debemos luchar día a día de forma constante para progresar. No hay otra receta real y viable. Eso es lo que nos espera en el 2021 si queremos avanzar. ¡Trabajo, lucha, constancia y progreso!

 

 

 Elías Sayegh

 

Pax venezolana

Posted on: noviembre 30th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Desde hace más de 100.000 años (no exagero) el ser humano, como ser social que es, ha buscado organizarse para poder vivir en comunidad. Vivir en comunidad supone sacrificios por parte de sus miembros para que haya paz y estabilidad. Estos sacrificios básicamente significan respetar unas reglas justas que generen oportunidades de todo, para todos.

 

 

La vida en comunidad también significa una forma de vida colaborativa en donde se pueden intercambiar o comercializar bienes y servicios. El principio básico es que unos se dedican a unas cosas y otros a otras. Unos pueden producir arroz, otros caraotas, otros plátanos y otros carne para que podamos comer pabellón criollo. De ese intercambio de bienes, servicios y conocimientos la humanidad se ha interrelacionado y ha avanzado.

 

 

Hay dos formas en que el ser humano ha logrado progresar. Una de ellas se da en estado de necesidad extrema. Cuando el hombre se ve en aprietos su inagotable instinto de supervivencia desata todo su potencial. De esta forma hemos visto cómo la humanidad ha avanzado mucho en épocas de guerras. Esa competencia por prevalecer, por ganar, por sobrevivir ha sido el motor que ha impulsado muchos avances en todas las áreas de nuestro conocimiento. Sin embargo, este tipo de avances se  logra a unos costos muy altos, que suponen vidas humanas, odios desatados, daños personales y sociales que se dan cuando ocurren estos acontecimientos o conflictos que generan estos estados de necesidad en los seres humanos. No obstante, hay una forma menos traumática en que la humanidad ha logrado avanzar. Esta es la que se da cuando en un grupo, sociedad o país hay unas reglas de juego claras y justas que todos reconocen y respetan, un sistema que hace respetar estas reglas, trayendo como consecuencia paz y estabilidad. Los mayores aliados del progreso son justamente la paz y estabilidad. Cuando esto ocurre el ser humano enfoca su inmensa capacidad en avanzar. De esta forma hay países que han sacado a millones de personas de la pobreza, se han logrado significativos avances científicos y se han producido los mayores niveles de bienestar que este planeta haya conocido, sin los costos humanos y sociales que se pagan en el estado de necesidad.

 

 

Una de las cosas más importantes que se debe hacer entre los miembros de una comunidad es la organización de las instituciones que regirán esa comunidad (el Estado) y la forma de gobierno del mismo. Esto también puede realizarse de dos maneras. La primera es imponerlo. Uno o varios miembros del grupo se organizan para imponerse sobre todos los demás. Imponen sus reglas, sus formas de gobierno, su visión de las cosas y utilizan la fuerza, el miedo y la opresión para mantenerse en el poder. Esto ha funcionado en ocasiones por algunos períodos a veces largos y otras veces muy cortos, pero siempre produce venganzas, rebeliones y cuantiosos costos humanos. Cuando los oprimidos triunfan, normalmente se organiza un grupo de ellos para someter a quienes antes los oprimían; y este proceso se ha repetido numerosas veces dando como resultado gran inestabilidad que afecta de manera directa el proceso de bienestar arriba mencionado.

 

 

De esta forma se entendió que debe haber otra forma de lograr el establecimiento del Estado y una forma de gobierno que mejore las condiciones para que no se afecte la paz y la estabilidad, porque si estas son afectadas, todos se ven perjudicados. De esta forma llegan las “nuevas” formas de organizar el Estado y conformar gobiernos que tienen tan solo alrededor de 300 años, algo que no es nada si los comparamos con los más de 100.000 años que tiene la humanidad. Esa nueva forma se da a través de instituciones que representan a los ciudadanos en donde se llegan a acuerdos para elaborar las reglas de juego que todos respetan para conformar el Estado y los sucesivos gobiernos, además de conformar instituciones para hacer respetar dichas reglas de juego.

 

 

Cuando se contrasta todo esto con la historia venezolana se evidencia claramente que Venezuela es una joven nación de tan solo doscientos años y que su período de mayor esplendor (por no decir el único) en todos los sentidos fue justamente aquel que derivó de un gran acuerdo social, de un gran pacto entre los principales representantes de la sociedad agrupados en partidos políticos que duró cuarenta años y que precedió al período actual. Ese acuerdo garantizó la conformación del Estado, con varios gobiernos sucesivos que llevó al país al período de mayor paz y estabilidad de su historia, lo que se tradujo en progreso y prosperidad. Tristemente algunos se olvidaron de cuidar este pacto que fue modelo en todo nuestro continente y se dedicaron a bombardearlo y a lesionar las instituciones que lo garantizaban. Posiblemente el acuerdo necesitaba actualizarse, revigorizarse y reformarse, pero jamás acabarse.

 

 

Dos décadas después Venezuela ha tenido la experiencia de lo que significa volver al pasado. A esa época en donde los avances solo se daban por el estado de necesidad del ser humano y en donde las instituciones y gobiernos se imponían a través de la fuerza y la violencia.

 

 

Hoy más que nunca el país reclama un nuevo pacto social. No se trata solo de una Constitución, esa ya la tenemos pero no se cumple. Deben ser unas reglas de juego claras que garanticen que se cumpla esta u otra Constitución. Un límite a los que circunstancialmente tengan el poder. Un gran acuerdo que genere la paz y la estabilidad necesarias para que los venezolanos podamos desarrollar nuestro inmenso potencial. Un acuerdo que respete a todos los sectores, sin exclusión, para refundar el Estado y contar con instituciones que cumplan verdaderamente su razón de ser.

 

 

Este proceso conviene a todos y debe iniciar cuanto antes. No se dará sin traumas, ni sin concesiones. Dependerá de personas honestas resueltas a llegar a acuerdos con el objetivo central de sacar adelante a Venezuela. El país no puede seguir debajo de ningún interés particular, ni podemos seguir viendo cómo nuestros compatriotas padecen las peores penurias por falta de alimentación, servicios públicos, poder adquisitivo y moral. Este proceso necesario salvará vidas, reunirá familias de nuevo y generará la paz y la estabilidad necesarias para que el ciudadano pueda trabajar y vivir con dignidad en un país de instituciones sólidas que produzcan lo que nuestro Libertador llamó: “La mayor suma de felicidad para todos”. Esa será la pax venezolana.

 

 

Elías Sayegh

 

Héroes universitarios

Posted on: noviembre 23rd, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

Esta semana se celebró el Día del Estudiante Universitario en nuestro país. Sin duda alguna uno de los sectores más importantes del país. Representan la fuerza de la juventud, las ganas de superación, la curiosidad por el conocimiento. El estudiante universitario es sinónimo de renovación y nuevas tendencias que cuando se conjuga con la experiencia debida logra un futuro de progreso y avances para su país.

 

 

A todos los países de la Tierra les interesa que su gente adquiera los mayores conocimientos posibles para llegar a la profesionalización y la especialización. Mayor índice de años en el sistema educativo es igual a mayor nivel de avance y progreso en una sociedad. Por esta razón los países que apuestan al futuro se esmeran por invertir en su sistema educativo en todos sus niveles.

 

 

Se procura que en los años que la persona esté en la universidad, el estudiante se dedique a sus estudios con la mayor exclusividad posible, en ambientes que le fomenten el estudio, la investigación y el conocimiento. Estos ambientes que constituyen las universidades tratan de facilitar las mejores condiciones para formar de la mejor manera a las nuevas generaciones de profesionales.

 

 

Lamentablemente en Venezuela todo lo antes descrito no aplica. Toda la cadena del sistema educativo nacional está en una fuerte crisis. La deserción escolar va en aumento y la migración de los bachilleres generan un saldo en el que cada vez son menos los jóvenes que entran en las universidades venezolanas.

 

 

Una vez que logra superar la tragedia que supone graduarse de bachiller en Venezuela, llega el joven a la universidad con grandes expectativas. Sin embargo, en nuestro país el estudiante universitario debe pasar por muchas calamidades al margen de lo que debería ser su principal objetivo que es el estudio. La terrible crisis económica, sumada a la crisis de servicios públicos básicos hacen que el estudiante venezolano deba poner su atención primero en cosas que no deberían ser un problema como el transporte, la luz o el agua, entre muchas otras calamidades. Nuestro estudiante universitario está viviendo situaciones difíciles que le impiden concentrarse en sus estudios como debería y eso los hace menos competitivos que a estudiantes de otros países.

 

 

Por otro lado hay que decir que el contexto universitario en el que se mueve el estudiante venezolano es también adverso. La crisis generalizada llega a todas las casas de estudios superiores,  indistintamente si son públicas o privadas, pero evidentemente golpea más a las públicas. Además de la destrucción de las infraestructuras, entre las que destacan la tragedia que se ve en los edificios de la UCV o en los jardines de la USB, algo que realmente da dolor; existe una destrucción institucional debido a la deserción del principal recurso que tenemos: el talento humano. Tanto el profesorado como el alumnado ha mermado de manera importante poniendo en peligro muchas carreras, posgrados y la continuidad misma de las universidades.

 

 

Hay que quitarse el sombrero y rendir tributo eterno a los profesores que continúan dando clases en nuestras Universidades. También a los trabajadores. Todos devengando una salario miserables y condiciones de trabajo muy complicadas se han mantenido por vocación y porque comprenden la importancia de su labor.

 

 

La realidad es que nuestros estudiantes no tienen la culpa de estar atravesando esta situación. No fueron ellos los que vivieron la época buena del “ta barato, dame dos”, de Recadi o de Cadivi de este país que terminó dejando nada para ellos. Las nuevas generaciones son víctimas del fracaso de las anteriores que no han dejado algo mejor. A pesar de la injusticia que supone con ellos esta situación, ha sido una tradición histórica en nuestro país que las mejores generaciones nacen de los momentos más difíciles.

 

 

Vaya nuestro reconocimiento a todos los estudiantes universitarios venezolanos, en realidad son héroes universitarios que están atravesando este caos que hemos descrito en estas breves líneas. Podríamos escribir una biblioteca entera describiendo más detalladamente la situación de nuestras universidades. El gran reto de esta generación es unir a los venezolanos en torno a un proyecto común a largo plazo en el que todos estemos representados y por el que todos trabajemos.

 

 

 Elías Sayegh

La paz nos hará prósperos

Posted on: noviembre 2nd, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

 

A lo largo de la historia se ha visto cómo muchos de los gobernantes cuando detentan el poder hacen grandes esfuerzos para suprimir y aplastar a la disidencia. Igual ha sucedido cuando un sector de la sociedad, sea por raza, religión o condición social, se ha sentido mayoritario sobre otro sector y se cree con derechos legítimos sobre ellos. Sin embargo, dos ideas fundamentales han hecho oposición a todo este avasallamiento de las mayorías y a veces de algunas minorías, estas son: la doctrina de Cristo, según la cual todos somos hijos de Dios, por eso debemos amar al prójimo, incluso al enemigo; con base en la idea de que todos somos hijos de Dios, viene la idea en la ilustración de que todos los hombres somos iguales. La segunda idea es la democracia como sistema de gobierno, según el cual las mayorías gobiernan pero garantizan un respeto y un espacio proporcional a cada minoría dentro de la sociedad. Se gobierna bajo un marco de legalidad que garantiza un equilibrio para todos.

 

 

Las sociedades no deben regirse exclusivamente por las decisiones de una mayoría circunstancial, sino por un conjunto de valores sobre el cual se funda. Deben existir consensos profundos a largo plazo. Estos cimientos que son principios y valores comunes de los miembros de una sociedad no pueden ser quebrantados ni siquiera por una mayoría absoluta, ya que la historia nos ha demostrado muchas veces que las mayorías también actúan según su conveniencia, o peor aún, según la conveniencia del líder que guía o manipula a dicha mayoría.

 

 

Una de las mayores cualidades del sistema democrático es que establece un equilibrio entre las fuerzas sociales, de manera que todos puedan convivir pacíficamente y sintiéndose con voz y voto en las decisiones trascendentales. El problema se da cuando, por alguna razón, este equilibrio se rompe y la mayoría o alguna minoría con poder quiere tener el control absoluto, dejando a un lado a los demás factores sociales. Este desequilibrio, que puede ser originado por alguna minoría con poder o por la mayoría, desestabiliza la paz social, generando conflictos que impactan en la vida política, económica y social de cada ciudadano.

 

 

Es muy curioso que la mayoría de los países más desarrollados desde el punto de vista económico, son aquellos cuyos sistemas políticos son más equilibrados, es decir, cuyos poderes públicos están separados y limitados. Esto nos quiere decir que ese clima de equilibrio, estabilidad y paz es el que necesita el ser humano para “explotar” al máximo sus capacidades y así producirle algún valor agregado a su comunidad. El mayor aliado de la prosperidad económica que la estabilidad y la paz que solo se puede alcanzar bajo un Estado de Derecho.

 

 

Hay países (muy pocos) que han logrado la prosperidad económica sin tener sistemas políticos democráticos, como el caso de China. Hay que recordar que esta es una grandísima excepción, no la regla. Sin embargo, también hay que recordar que aunque el sistema político chino es cerrado, existe un Estado de Derecho que ha posibilitado una economía de libre mercado. Ese Estado de Derecho genera la confianza suficiente para que el sector privado invierta, genere riqueza y crecimiento.

 

 

La Venezuela de hoy está muy distante de ese concepto democrático de equilibrio de poderes públicos y equilibrio social. El país no va a avanzar en la medida en que ideas revanchistas, de odio, que buscan oprimir a la disidencia, sea mayoría o minoría, sigan estando presentes en un amplio sector de la sociedad. El país vive la peor crisis económica y social de su historia, producto del desencuentro político. No podemos ser indiferentes ante la gente que muere de hambre, sin medicinas, sin techos dignos, sin servicios básicos, sin poder pagar mínimamente sus alimentos, en la más grande carestía que estas tierras hayan visto.

 

 

La gente merece responsabilidad de una clase política que debe dejar de lado su interés particular, sus rencillas personales y egos para concentrarse en el interés nacional. Para ello se debe crear un nuevo pacto social que tome en cuenta a todos los sectores, en donde se acuerde un proyecto de país a largo plazo que sea reconocido y respetado en el tiempo. Si el país se une verdaderamente habrá paz y si construimos la paz, habrá progreso y prosperidad. ¡Si nos unimos seremos libres y prósperos en paz!

 

Elías Sayegh

 

Covid-19: un desafío familiar

Posted on: agosto 10th, 2020 by Maria Andrea No Comments

 

La familia es la célula fundamental de la sociedad. Es el génesis de la vida social del ser humano. La infancia temprana es el momento en que somos más capaces de absorber y aprender. El ser humano es de los seres vivos más dependientes en sus primeros años y mientras mejor sea su entorno en sus inicios más podrá desarrollarse.

 

 

La familia es el vínculo más íntimo y permanente que tendremos en nuestras vidas; por eso debemos cuidarlo con especial atención. Una de las tragedias más grandes de esta pandemia del covid-19 es la crisis familiar que está generando, bien sea por exceso de contacto o por separación.

 

 

La crisis por exceso de contacto viene dada por la cuarentena. Personas acostumbradas a una dinámica, una rutina y unos hábitos se han dado cuenta de que ya no son posibles. Los niños no pueden ir a sus escuelas, la mayoría no puede salir a trabajar, montones de diligencias pendientes acumuladas, proyectos por ejecutar, entre otras cosas. Incluso, las personas que salen lo hacen en horarios reducidos. La gente pasa más tiempo en casa que nunca antes. Para muchos los días pasan sin distinguir qué día o qué fecha es. Las actividades de cada quien se han cortado y ahora solo queda buscar qué hacer en y desde casa.

 

 

Si a esto le sumamos la carga de estrés producto de las malas noticias sobre la pandemia (cada vez más casos, más muertos, cada vez más cerca, lo lejos de la vacuna, lo complejo de la cura y las cantinfladas de la OMS), las malas noticias sobre el país (caos político), las malas noticias económicas tanto nacionales como individuales al estar tanto tiempo parados con la actividad productiva limitada. Todo esto es el caldo de cultivo perfecto para una crisis personal que genere una crisis matrimonial y familiar.

 

 

Por otra parte, está la crisis por lejanía. Muchas familias han quedado separadas en esta pandemia. He conocido casos de mujeres embarazadas lejos de sus parejas, padres lejos de sus hijos, hermanos separados por las suspensiones masivas de vuelos y restricciones en distintos medios de transporte y en distintas fronteras. La crisis por lejanía genera nostalgia, temor y obviamente mucho estrés.

 

 

En ambos casos, tanto en el exceso de cercanía como en la lejanía subyace el miedo al contagio propio y de algún ser querido. Se piensa que incluso en la posibilidad de no poder ver al ser querido por última vez.

 

 

Debemos buscar darle la vuelta a esta situación. No podemos quedarnos estancados. Tanto en el caso del exceso de cercanía como de lejanía hay que entender que se debe reconformar la dinámica familiar, del hogar, laboral/profesional que debe adaptarse a estos tiempos. Buscar hacer distintas actividades durante el día, con horarios, ser disciplinados en el cumplimiento de una agenda de tareas específicas que nos mantengan ocupados y lo más productivos posibles. Eso va para niños y adultos. El estar sin hacer nada es lo peor que podemos hacer. Cada uno puede tener su espacio para hacer cosas de su interés. Es una gran oportunidad para hacer cursos en línea, aprender distintos oficios, evaluar nuevas y distintas posibilidades laborales, leer buenos libros, rezar, meditar, pasar tiempo de calidad con los niños y mantenerse en forma física.

 

 

Usar la tecnología y facilidad de comunicación digital para permanecer en contacto es muy importante. Estamos claros que no es igual a la presencia física, pero sin duda es un gran paliativo que nos hará compartir con nuestros seres queridos y avanzar en cuestiones laborales y profesionales.

 

 

Caer en el lamento, en la frustración, la desesperanza y en el maldecir a los chinos no solo no resolverá nada, sino que lo empeorará. Si llegamos a ser contagiados, como si no, el componente emocional es fundamental. Si llegamos a contagiarnos la mente positiva nos ayudará al sistema inmunológico. Si no, pues nos mantendrá en mejores condiciones para afrontar la nueva normalidad y lograr reinventarnos de manera exitosa.

 

 

En nuestra Alcaldía de El Hatillo hemos hecho grandes esfuerzos para mantenernos operativos prestando servicio a nuestra gente en las distintos áreas de trabajo. En un momento muy duro en el que a nuestros funcionarios les es complicado hasta llegar a sus puesto de trabajo, lejos de bajar la marcha, la hemos redoblado. Nos hemos reinventado y seguimos trabajando sin descanso. No es fácil, pero hemos logrado mejorar la seguridad, recuperar espacios públicos, mantener nuestro servicio de salud, dar respuesta rápida a los distintos problemas ocasionados por las fuertes lluvias, reinventar nuestros programas sociales y adaptar nuestras prioridades y dinámicas a las necesidades de este período de pandemia.

 

 

Estamos viviendo un momento histórico que puede sacar lo peor o lo mejor de todos nosotros. Esto puede unir a nuestras familias, consolidar los matrimonios, o puede destruirlos. No podemos controlar esta circunstancia, pero sí podemos controlar nuestra respuesta frente a ella. De eso dependerá que superemos esto y saquemos cosas positivas o si nos hundiremos en ella.

 

 

Para quienes somos personas de fe el ámbito religioso es vital para superar este desafío. Vivir está situación con Dios a tu lado es totalmente distinto a vivirla sin él. Aprovechemos este período para acercarnos a Jesucristo nuestro señor y nuestra Santa Madre. Como dice San Pablo en su Carta a los Romanos: “Si Dios conmigo, quién contra mí”.

 

 

 Elías Sayegh

La distribución de la miseria

Posted on: agosto 3rd, 2020 by Periodista dista No Comments

 

En los últimos años son innumerables los “aumentos” de salarios que se han anunciado. Ahora bien, ¿verdaderamente se puede decir que han habido aumentos de salarios?,¿aumentan los salarios en Venezuela?

 

 

En economías estables los salarios se aumentan como incentivo al buen trabajo desempeñado, o por un ascenso dentro de una compañía o como estímulo a un trabajador. Estos aumentos van acompañados por un aumento en la productividad de la empresa, lo cual hace posible el aumento de salarios. En estos países la inflación es de 2% a 8%, de forma tal que el sistema garantiza y preserva los salarios.

 

 

En economías distorsionadas como la venezolana, los “aumentos” se decretan con base en el capricho del gobierno nacional. Este aumento obedece principalmente a la variable: inflación. En realidad lo que se busca es medio mantener el nivel de los salarios, para que la inflación no los impacte, cosa que nunca se logra y que resulta imposible, principalmente por dos razones: la primera es que la inflación sube todos los días y los salarios pocas veces al año. La segunda es que el aumento de los salarios nunca llega al nivel verdadero de la inflación, de forma tal que lo que ha habido es la pérdida del poder adquisitivo y la pulverización del salario.

 

 

La realidad en Venezuela es que un trabajador tiene el salario más bajo posiblemente de todo el planeta. Un salario que no llega a 5 dólares al mes no puede considerarse justo, ni suficiente para nadie. Cuando un ser humano trabaja de sol a sol durante al menos cinco días a la semana y su salario no le alcanza ni para comer, el problema no es él; el problema está en un sistema inhumano y obligatoriamente hay que cambiarlo porque si no la situación nunca mejorará. No podemos ser indiferentes a esta tragedia. Realmente duele esta situación.

 

 

Durante algún tiempo el venezolano pudo sobrevivir con salarios miserables gracias a un espejismo dado por la cantidad de subsidios que el Estado asumía. La gasolina, los servicios públicos, los alimentos, las medicinas, prácticamente todo era subsidiado por Papá Estado, que durante la época de las vacas gordas lejos de invertir en infraestructura, en servicios básicos, en salud, en educación, despilfarró los recursos en lo que llamaron “inversión social”, que no era otra cosa que el financiamiento de un proyecto político que dependía de niveles astronómicos de gasto público.

 

 

En la actualidad ese Papá Estado que podía pagar por gran parte de la vida de sus ciudadanos desapareció. Ya ni siquiera puede pagar por la parte que en cualquier país al Estado le corresponde. Esto trae como consecuencia un cambio de paradigma que muchos no entienden todavía.

 

 

Durante muchos años el venezolano vivió con la gasolina, con servicios como la luz, el agua, el teléfono, el aseo y el gas prácticamente regalados. No es que esos servicios eran baratos, es que el Papá Estado pagaba una parte importante de esa factura. Ya no la puede pagar y entonces la situación se pone fea para un ciudadano que se da cuenta de que ya no puede afrontar el verdadero costo de las cosas.

 

 

En este punto muchos podrían preguntar ¿por qué no se suben los salarios y le damos la posibilidad a cada ciudadano de vivir mejor? No es tan fácil como suena y para responder esa pregunta tenemos que responder primero: ¿en Venezuela se está generando más riqueza? ¿Hay mayor producción? Todos los indicadores dicen que no. Tanto en el sector público como en el privado han decrecido en cuanto a su productividad y rentas en los últimos años dramáticamente.

 

 

Entonces, ¿cómo se puede aumentar el salario de tal forma, si las empresas están luchando por sobrevivir, por ser apenas rentables? La realidad es que ni hay más producción, ni hay mayores ventas y ahora con la pandemia la situación empeora mucho más.

 

 

Por otro lado, ¿puede el principal empleador del país, que es el Estado, asumir un verdadero aumento de salarios como el que merecen los trabajadores venezolanos? ¿Pdvsa está produciendo más petróleo? No, de hecho está en mínimos históricos. ¿Las demás empresas estatales producen más? ¿La recaudación fiscal ha aumentado? A medida que los ingresos del sector privado bajan, la recaudación fiscal del Estado también baja. Es decir, ¿de dónde va a sacar el Estado el dinero? La respuesta es: no tienen el dinero, no pueden mantener el mismo nivel de gasto.

 

 

Por esa razón se cumple la máxima de Churchill cuando afirmaba que el socialismo es la distribución equitativa de la miseria. Un país con ingresos miserables solo puede repartir pobreza a través de salarios que no alcanzan, salarios miserables.

 

 

¿Es posible salir del caos económico que hemos descrito? Absolutamente sí. Para salir del caos económico se debe destrabar el conflicto político. Se debe generar estabilidad, Paz y confianza para que el sector privado nacional y extranjero pueda invertir y generar riqueza. Si al sector privado le va bien, al sector público le irá mejor. La única forma de salir de la pobreza es generando riqueza y la mejor forma de distribuir la riqueza es la creación de puestos de trabajos bien remunerados.

 

 

 Elías Sayegh 

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