Cuando un Presidente de la República -elegido constitucionalmente -sin renunciar formalmente al cargo- toma la decisión de convocar a elecciones antes que finalice su mandato, como lo está haciendo el Presidente Nicolas Maduro, quiere decir que no está dispuesto a rectificar su conducta de mal gobernante que ha llevado al país a una profunda crisis humanitaria que puede llegar a ser, por falta de medicamentos y la consecuentemente degradación generalizada, a una catástrofe humanitaria. Y lo hace porque ha llegado a conclusión que el cuadro político y social del país se está agravando y esperar que concluya el periodo, más difícil será ganar las elecciones y más difícil resultara forzar el resultado especialmente cuando, en el acto electoral, por la gravedad de la situación del país las largas colas para votar, estará demostrándole el rechazo al régimen.
Se atreve hacerlo porque -por ahora- tiene a sus “favor” no solo el Consejo Supremo Electoral CNE sino también a los demás poderes del Estado. La Fuerza Armada chavista del General Padrino. El Tribunal Superemos de Justicia TSJ, el Defensor del Pueblo y el Fiscal General de la Nación todos activistas políticos al servicio del régimen. Lo que si no tiene es el apoyo del pueblo que sufre por el desabastecimiento que se está agravando que perjudica la salud pública y por la falta de medicamentos que está haciendo imposible la atención a los enfermos y afecta en extremo el funcionamiento de los hospitales y clínicas cuya consecuencia es un incremento de la mortalidad elevando el porcentaje de 19 (que el promedio mundial) a 79 muertos por mil.
Según alertan analistas de reputada seriedad alertan que el año 2018, no puede tomarse a la ligera, obliga a cambios profundos para reconstruir el país que esta arruinado, enfermo y en vía de aislamiento internacional y, al mismo tiempo, con enfrentamientos internos. La dirigencia de la oposición debe dejar de luchar en búsqueda de pequeñas parcelas de poder porque la crisis estructural dentro de la cual han metido el país entero (gente, territorio e instituciones públicas y privadas) requiere unidad de propósitos para vencer los grandes desafíos que impone la realización del proyecto nacional de reconstrucción del país.
Esta situación, de extrema gravedad, que sufre el país en todo los órdenes de la vida cotidiana, de una realidad inocultable, podría corregirse si en cambio de pretender perpetuarse en el poder, para hacer más de los mismos, los dirigente del régimen actuaran de una forma razonable y realista empezando por admitir que han fracasado en su intento de refundar las República en base a las definiciones ideológicas del socialismo del siglo XXI y asumieran el patriotismo y la valentía de luchar para los fines supremos de una nación democrática.
Ha llegado la hora de abandonar los enfrentamientos estériles y no seguir tratando de retener el poder a cualquier condición para fines inconfesables.
Eddo Polesel