«El discurso antiimperialista ha destruido al país»

Posted on: agosto 19th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

Se olvidan, como le pasó también a Bolívar, que hay que dedicarse a construir el país. Por eso, Santander, Páez y Flores lo desplazaron y lo llevaron a su ruina física y política en Santa Marta.

 

 

Tras veinte años de revolución bolivariana hay que preguntarse si la gente vive mejor que antes. Las ofertas políticas en tiempos de elecciones basadas exclusivamente en el señalamiento de los errores del pasado tienen el encanto de quienes se sienten descontentos con su presente y caen ingenuamente en manos de los populistas seductores de ingenuos ciudadanos.

 

 

Viene luego la realidad. Quienes llegan al poder se sienten mesías y redentores, pensando que los discursos y el lenguaje encendido, pero vacío de contenido, todo se arregla. Las revoluciones tienen el atractivo de señalar los males, lo torcido, pero no tienen la capacidad de sumar sino de dividir. La exclusión de quienes no comparten su propuesta es un primer objetivo a eliminar. Es fácil y rápido destruir, pero es imposible construir sin la participación de todos, porque las capacidades y competencias no están en un solo lado.

 

 

Por otra parte, en los genes de los políticos venezolanos de todos los tiempos está el virus de creerse la reencarnación de Simón Bolívar, y asumen como tarea primordial, destruir el imperio (el hispano, el europeo y el americano), considerado el único y principal culpable de todos nuestros males.

 

 

Se olvidan, como le pasó también a Bolívar, que hay que dedicarse a construir el país. Por eso, Santander, Páez y Flores lo desplazaron y lo llevaron a su ruina física y política en Santa Marta.

 

 

El discurso antiimperialista ha destruido al país, y los millones de compatriotas que han emigrado buscan refugio y futuro en países hermanos o lejanos que, con sus logros y deficiencias, se han dedicado a lo suyo: construir sus sociedades y no al canto de sirena de querer destruir los imperios. La fortaleza interna está en tener las herramientas propias para tener voz y palabra que hemos dejado de producir lo que nos daba trabajo, progreso y solidez. Ahora comemos e importamos alimentos y medicinas, muchas de dudosa calidad, que antes con orgullo los producíamos y mejor.

 

 

La precariedad aumenta y el régimen se resiste a reconocer sus errores y a abrir las puertas a un cambio profundo que traiga seguridad, libertad, progreso y convivencia fraterna.

 

 

Mientras la precariedad se enquista y crece, la gente sufre, padece, disminuye y muerte. Mientras, los que gobiernan viven opíparamente, derrochan dineros, gastándolos en promover encuentros para que los aplaudan una serie de seudolíderes que saben vivir muy bien del cuento y de la generosidad sin sentido de quienes los mantienen y engordan.

 

 

Nos toca ser más conscientes y luchar por una salida pronta y pacífica para que no termine por hacer desaparecer lo que queda de país, que parecía tierra de gracia y ha sido convertido en erial infecundo.

 

 

La esperanza está en nuestras manos y no en las de quienes nos quieren convertir en esclavos sumisos de una revolución fracasada. Quienes tocamos con las manos la pobreza y las lágrimas de nuestros ciudadanos sentimos la necesidad, no solo de ayudar a los más vulnerables, sino de gritar a los cuatro vientos que vivimos una realidad moralmente reprobable e insostenible que clama al cielo.

 

 

Reporte Católico Laico

Xenofobia o aporofobia

Posted on: septiembre 2nd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

Con serenidad, coraje y creatividad, debemos recorrer nuevos senderos para que la primera prioridad de todos sea la calidad de vida de todos sin distinción

El éxodo de venezolanos hacia el exterior se ha convertido en el mayor de toda la historia de América Latina, en un país en el que la emigración era un fenómeno reducido a pocas personas. Ni siquiera los hijos o descendientes de inmigrantes o descendientes de inmigrantes volvían de forma permanente a la tierra de sus mayores. Las causas las sabemos. Venezuela es víctima de un régimen que actúa en función de una ideología inhumana y no en el proporcionar a todos los ciudadanos sin distinción, la libertad, el orden y el progreso al que tienen derecho.

 

 

 

La experiencia interna de los venezolanos fue ser receptores cordiales de los millones de inmigrantes, sobre todo europeos y más tarde latinoamericanos, que llegaron e hicieron tienda entre nosotros. Más allá de los posibles y reales rechazos o explotación de quienes vinieron a buscar fortuna entre nosotros, los que se dedicaron con tesón y coraje a un trabajo creador, se hicieron parte nuestra y enriquecieron nuestra idiosincrasia y cultura.

 

 

 

Hoy la realidad es otra. Los venezolanos que emigran no encuentran en las embajadas y consulados una instancia que los acoja y ayude. Al contrario, son muchas las denuncias negativas para lo más elemental como, por ejemplo, la obtención o renovación de documentos. Hoy, también, a pesar de la acogida y apertura de no pocos gobiernos y de la actitud samaritana de instancias eclesiales como Cáritas y la iniciativa del Papa de “puentes de solidaridad”, asistimos también a un rechazo de los venezolanos en diversos lugares, calificado como xenofobia.

 

 

 

Lo que Adela Cortina califica con un neologismo como “aporofobia”, nos lleva a las raíces del rechazo al extranjero. No es por ser tal, sino por ser “pobre”. El turismo, por ejemplo, no rechaza a nadie por el color, la raza o la religión, porque el turista mueve la economía. Pero el extranjero que busca otro horizonte sin llevar nada más que su cuerpo, es rechazado venga de donde venga porque es pobre, sin recursos, y se convierte en un problema para la sociedad receptora. Sobran los ejemplos: los africanos y asiáticos que llegan en pateras o en barcas inseguras en aguas del Mediterráneo. Los latinoamericanos que emigran hacia el Norte… y ahora, los venezolanos que por millares cruzan a diario las fronteras buscando un mundo mejor, desnudos de recursos y huérfanos de afectos.

 

 

 

Cada uno de nosotros debe ver, examinar y discernir esta realidad. Es inhumano y criminal que quienes lo promueven permanezcan impávidos y ajenos al problema. Como creyentes, el testimonio, ejemplo y magisterio del Papa Francisco, nos señala una senda. Son muchas las experiencias que tienen como protagonistas a la Iglesia católica, a otras iglesias hermanas y a no pocas personas e instituciones que brindan acogida a tantos hermanos nuestros. Con serenidad, coraje y creatividad, debemos recorrer nuevos senderos para que la primera prioridad de todos sea la calidad de vida de todos sin distinción.

 

 

 

Baltazar Porras Cardozo
bepocar@gmail.com

La montaña de Dios

Posted on: julio 22nd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Es la invitación a admirar la belleza, subir a la montaña, llenarse de vida, de alegría y esperanza de Dios Padre, y volver al valle, a la ciudad o al pueblo

 

 

 

Desde hace treinta años los obispos de la región española de Castilla-León idearon hacer una exposición que con el título de “Las edades del hombre” quiere dar a conocer el rico patrimonio artístico y religioso que se encuentra diseminado a lo largo y ancho de la extensión de lo que se conoce como Castilla La Vieja. No se reduce al patrimonio estrictamente católico pues se conservan piezas anteriores a la dominación romana que trajo consigo en nuestra era el catolicismo, y la curiosa simbiosis de los siglos de denominación musulmana en la que convivieron tradiciones judías, islámicas y cristianas.

 

 

Recorriendo primero las catedrales y luego pueblos grandes y pequeños de aquella región, bajo un lema que le da lectura a la exposición se entretejen conceptos cristianos que adquieren a través del arte, templos, ermitas, pinturas, esculturas, retablos, imágenes una nueva vida. No pocas de ricas piezas se encuentran escondidas en los muchos monasterios que pueblan la región; otras, son patrimonio de pequeños pueblos, muchos de ellos despoblados hoy día, y por tanto desconocidos para el gran público, con el peligro de perderse por diversos factores. En cada nueva edición preparada con primor y competencia se restauran casi todas las obras que se exponen, dándole así nueva vida a piezas que por el paso del tiempo pueden perderse o desaparecer.

 

 

Este año en la localidad de Aguilar de Campoo, mediana población de la provincia palentina, en el piedemonte de la imponente cornisa cantábrica, en dos joyas del arte románico y gótico, la iglesia de Santa Cecilia y la Colegiata de San Miguel, se asume el tema de lo religioso unido a la montaña, que en la tradición de las grandes religiones van siempre de la mano. La montaña es el lugar de las teofanías, de la cercanía de lo divino y de la posibilidad de tocar lo trascendente. De allí el nombre “la montaña de Dios”. La humanidad ha descubierto la montaña como creación de Dios, lugar de su revelación y de su morada, que es también camino de subida al que estamos llamados quienes nos decimos creyentes, mediante la confianza y apertura al Altísimo y con el esfuerzo que pasa por la capacidad de sacrificio y sufrimiento para llegar a la perfección suma que no es otra que la unión del amor a Dios y el servicio al prójimo.

 

 

En siete salas, de la mano de una lectura apoyada en textos bíblicos, en la vida bimilenaria de la iglesia, apoyados en obras de todos los tiempos y de los recursos tecnológicos actuales, vamos contemplando la invitación de la montaña para acercarnos a Dios y a los hombres, en ese caminar de la relación intrínseca entre la fe y la cultura hecha belleza e invitación a la contemplación que nos conduce a servir con alegría al prójimo sufriente y excluido, con el testimonio de tantos hombres y mujeres que a lo largo del tiempo le han dado vigor y vigencia a la fuerza transformadora de la fe.

 

 

Es la invitación a admirar la belleza, subir a la montaña, llenarse de vida, de alegría y esperanza de Dios Padre, y volver al valle, a la ciudad o al pueblo con el buen sabor y olor de Jesucristo, con el aire fresco, limpio y puro del Espíritu para humanizar nuestras sociedades desde la comunidad cristiana que mira a María y descubre en ella la figura y el modelo de la Iglesia. Recorrer esta exposición es transportarse a la realidad lacerante que vivimos en nuestra patria y saber que sí hay respuesta positiva para salir de este marasmo que quiere conducirnos a la esclavitud perenne.

 

 

 

CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO

bepocar@gmail.com  

El Tigre, nueva diócesis venezolana

Posted on: junio 9th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

La iglesia católica en Venezuela cuenta hoy día con 41 circunscripciones religiosas entre diócesis, vicariatos, exarcados y ordinariato militar.

 

 

El Papa Francisco acaba de regalarnos una nueva diócesis para el oriente venezolano, con la elevación de El Tigre, estado Anzoátegui, como capital de la circunscripción que abarca más o menos la mitad de dicho estado. Así el oriente se ve dinamizado con esta diócesis que tendrá como cabeza visible a un hijo de esa tierra, Mons. José Manuel Romero, hasta ahora Auxiliar de Barcelona.

 

 

 

La iglesia católica en Venezuela cuenta hoy día con 41 circunscripciones religiosas entre diócesis, vicariatos, exarcados y ordinariato militar. Cada una de ellas cubre un territorio determinado, con la excepción de los exarcados que se circunscriben a los de su rito en todo el territorio nacional y el ordinariato militar para el conglomerado de las fuerzas armadas. Si bien tienen nombres distintos se equiparan en el derecho canónico en sus prerrogativas y funciones.

 

 

 

Mientras la división político territorial venezolana en estados es en la práctica la misma de comienzos del siglo XX con la excepción del estado Vargas separado del Distrito Federal, la única modificación civil importante toca a los municipios que si se han adecuado más a la realidad cambiante poblacional. Durante el período colonial, siglos XVI-XIX solo se erigieron tres diócesis, siendo Coro la primera erigida en Suramérica. Y en las postrimerías de la dominación española, Caracas fue elevada a metropolitana. Coro (1531), Coro trasladada a Caracas (1637) y elevada a arzobispado en 1804., Mérida de Maracaibo (1778) y Guayana (1790).

 

 

 

El siglo XIX, en medio de las vicisitudes políticas adversas por la epidemia de guerras civiles, atraso generalizado y el debilitamiento de la Iglesia por diversas causas internas y externas, sólo se erigieron tres nuevas diócesis: Calabozo (1863) y Barquisimeto (1863) desmembradas de Caracas y el Zulia (1897) que formaba parte de la diócesis merideña.

 

 

 

En la primera mitad del siglo XX, gracias al impulso del Concilio Plenario Latinoamericano celebrado en Roma en 1899, cristalizó en nuevas diócesis y una atención especial a las zonas indígenas. El episcopado celebró alborozado la creación de cuatro diócesis, un vicariato y un segundo arzobispado: Coro (1922), Cumaná (1922), Valencia (1922), San Cristóbal (1922), Caroní Vicariato (1922), y Mérida arzobispado (1923). Y dos nuevas circunscripciones para las zonas fronterizas e indígenas: Prefectura Apostólica Alto Orinoco (Puerto Ayacucho) (1932) y Machiques vicariato (1943).

 

 

 

Para 1950 Venezuela contaba con 11 diócesis, 2 vicariatos y 1 prefectura apostólica. La segunda mitad del siglo XX fue fecunda en la multiplicación de diócesis para una mejor atención de la creciente población del país. Antes del Concilio Vaticano II, Puerto Ayacucho fue elevado a vicariato (1953) y uno nuevo se instaló en el Delta del Orinoco con Tucupita como vicariato (1954), seguidas por las diócesis de Guanare (1954) y Barcelona (1954), y la Prelatura de San Fernando de Apure (1954). Posteriormente fueron elevadas a diócesis Trujillo (1957), Maturín (1958) y Maracay (1958), convirtiendo a Ciudad Bolívar en el tercer arzobispado del país 1958).

 

 

 

En el año de la última sesión conciliar el Papa Pablo VI creó tres diócesis: Barinas (1965), Cabimas (1965) y Los Teques (1965). Y al año siguiente los arzobispados de Barquisimeto (1966) y Maracaibo (1966) y la diócesis de San Felipe (1966). Concluye la década con la creación de Margarita (1969). En la década del setenta fueron erigidas las diócesis de La Guaira (1970), San Carlos (1972) y San Fernando de Apure elevada de Prelatura a diócesis (1974) y a arzobispado Valencia (1974). Se cierra la década con la creación de Ciudad Guayana (1979).

 

 

 

En los ochenta no hubo ninguna creación de diócesis. Por el contrario, la del noventa fue fructífera en nuevas diócesis: Exarcado Greco-Melkita (1990), Cumaná arzobispado (1992), Carora (1992), Valle de la Pascua (1992), El Vigía-San Carlos del Zulia (1994), Puerto Cabello (1994), Calabozo arzobispado (1995), Ordinariato Militar (1995), Guarenas (1996), Punto Fijo (1997) y Coro arzobispado (1998). En un siglo se pasó de 6 diócesis a 36.

 

 

 

En lo que va de este siglo XXI continúa la adecuación de la división territorial eclesiástica a las necesidades: Carúpano (2000), Exarcado Sirio católico antioqueño (2001), Acarigua-Araure (2002), Machiques diócesis (2011), Guasdualito (2015) y la benjamina El Tigre (2018). El dinamismo de la fe católica, creciente en estos años, se debe en buena parte en contar con la cercanía de pastores con olor a oveja, pendientes del crecimiento integral de los venezolanos. Enhorabuena al sur de Anzoátegui por colmar su viejo sueño de tener obispo propio.

 

 

 

Cardenal Baltazar Porras Cardozo
bepocar@gmail.com 

Religión: garantía de compromisios sociopolíticos

Posted on: febrero 3rd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

Como anillo al dedo viene un artículo escrito en otras latitudes, que pone en su justo medio el papel de la(s) religión(es) en este mundo en el que hay regímenes políticos que se quieren convertir en la última palabra de lo humano y lo divino. El mejor ejemplo lo tenemos en nuestro patio. Me limito a transcribir casi al pie de la letra algunas de las ideas centrales de dicho ensayo.

 

 

 

Los retos de la humanidad son muy grandes. Se necesita el concurso de todos para afrontarlos. Las religiones no pueden ser olvidadas. Aportan su sabiduría como patrimonio común de la humanidad, en especial en el ámbito prepolítico de los valores y las actitudes, los estilos de vida. Las religiones hacen una importante aportación al colectivo social. Constituyen las entrañas trascendentes de cada cultura. Nos hablan de la profundidad de la existencia humana y han representado a lo largo de la historia un papel fundamental; aún hoy, en todo el mundo, son muchas personas las que encuentran en ella su sentido del vivir. Tienen su importancia en la creación de valores éticos.

 

 

 

El poder se ha vuelto diversificado y se ha vuelto difuso: las estructuras democráticas tradicionales no resultan idóneas para controlar a los poderes económicos y mediáticos. El debilitamiento de la política conduce a las instituciones a refugiarse en la legalidad y tienden a una utilización sesgada de las tecnologías para mantener su hegemonía, en una deriva cada vez más autoritaria. Las necesidades y demandas reales de la población pasan a un segundo plano, lo que deslegitima el propio sistema democrático y abre las puertas a populismos de diverso tipo.

 

 

 

La religión proporciona al grupo unas pautas mentales, unos valores, unas actitudes y unos comportamientos determinados: su trascendencia pública, no solo interior o de conciencia, es clara. Si las religiones no pueden resolver por sí mismas los problemas económicos, políticos y sociales, sí pueden conseguir lo que solo con planteamientos económicos, políticos y sociales no se puede lograr: un cambio de mentalidad, una transformación del corazón humano mediante la conversión a una nueva actitud vital que pueda concretar en nuevos estilos de vida.

 

 

 

Las religiones contribuyen de forma eficaz a construir una cultura cívica y democrática puesto que favorecen el “tener cuidado” de las necesidades de aquellos con los que compartimos en el día a día el espacio público, cosa que tiene mucho que ver con el bien común, realidad muy olvidada. La democracia no es solo un conjunto de procedimientos legales para resolver conflictos de intereses: ha de ser vivida; son precisos determinados valores que, profundamente compartidos, generen un consenso activo a favor del sentido social de la convivencia.

 

 

En un mundo tan lleno de violencia urge dar pasos hacia una cultura de lo no-violencia activa, capaz de transformar las estructuras generadoras de violencia y que es a menudo el instrumento más idóneo para transformar la realidad. La comprensión poliédrica de la vida espiritual que nos dinamiza es muy importante para descubrir que el otro no es una amenaza, sino una oportunidad para crecer.

 

 

 

Vivimos una revolución deshumanizante, que para colmos, intenta convertirse en una religión que conduce a la mayor de las pobrezas: privarnos de la libertad y del vivir como hermanos, distintos, diversos, pero hermanos.

 

 

Cardenal Baltazar Porras

bepocar@gmail.com    

Posadas y Aguinaldos

Posted on: diciembre 23rd, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Diciembre es un remanso, un oasis, para reponer ilusiones y esperanzas en medio del desierto de la vida cotidiana que tiene, además, de las limitaciones propias de la existencia, el sobrellevar las situaciones creadas por quienes piensan que el poder se tiene para explotar y vivir a costa de disminuir la calidad de vida de la población. Son tantas las cuitas en las que la gente nos manifiesta sus angustias producto no sólo de la escasez y carestía de los alimentos, medicinas y servicios públicos deficientes, que hace falta renovar la esperanza como antídoto a convertirnos en dóciles esclavos que comercian con la necesidad imperiosa de la gente, dando pie a comportamientos indeseados, en los que la violencia, el odio, la rapiña y la explotación se convierten en pan de cada día.

 

 

De tiempo inmemorial la tradición cristiana nos regala el tiempo del adviento como pedagogía para asumir positivamente la dureza de la vida cotidiana y los sinsabores de quienes en lugar de servir a l ser humano, tratan de usarlo en función de intereses bastardos. El mensaje de los profetas y del nuevo testamento es que la salvación, la vida auténtica nos viene del Dios hecho hombre, debilidad, pequeñez, que desde lo insignificante se convierte en la fuerza que mueve montañas. El amor y no el odio es el que dignifica. Isaías principalmente nos invita a convertir el yermo en un vergel y las espadas en podaderas. No es música celestial sino tarea para superar el mal que los mismos humanos construyen.

 

 

La liturgia cristiana se expresa de forma muy cercana a la vida de los pueblos en hermosas tradiciones. Las tierras andinas son ricas en estas expresiones que se plasman en los días anteriores al nacimiento del Niño Dios en las posadas, especie de autosacramental, que recorre casas pidiendo posada que le es negada por ser pobres y extranjeros que llegan en horas inoportunas. Sólo les abre las puertas, el templo, donde se reconoce en María y José a los enviados a traernos al Mesías.

 

 

Las misas de aguinaldos, en horas tempranas antes del amanecer, movilizan a mucha gente por instituciones, sectores y profesiones, que con los villancicos, los niños pastorcitos, las ofrendas de lo que se tiene entre manos y el fraterno compartir al finalizar la celebración, nos une sin distinción y nos hermana con la alegría de sentirnos miembros de una misma familia.

 

 

No desaprovechemos este tiempo, marcado por tantas limitaciones, para que la auténtica esperanza, la que surge del amor a Dios hecho servicio y solidaridad con el prójimo, nos dé la fuerza para asumir los difíciles retos de ser portadores de un mundo mejor, hecho con el esfuerzo y la colaboración de todos. Es así como podemos desearnos de verdad una feliz navidad al calor del amor familiar y vecinal, rociado con el aroma de la ternura y comprensión mutuas.

 

 

CARDENAL BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO

bepocar@gmail.com

A pesar de todo

Posted on: diciembre 9th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Si bien hay suficientes razones para la incertidumbre y la desconfianza, no podemos tirar la toalla y dejarnos llevar por la desesperación. Cuando oímos negar paladinamente la necesidad de ayuda humanitaria en Venezuela y afirmar que aquí se produce de todo y es producto de una campaña el afirmar falta de medicamentos o de alimentos, uno tiene que preguntarse en qué país viven quienes eso afirman. A diario se palpan los casos de personas que pierden la esperanza de vida por falta del tratamiento adecuado. Y si lo consiguen es a precios inalcanzables para la mayor parte de la población. Lamentablemente, lo que queda en evidencia es la falta de sensibilidad humana por la vida de los demás. En caso de necesidad, uno no pregunta primero si quien pide auxilio es mi amigo o piensa como yo. La vida está por encima de cualquier otra razón.

 

 

 

 

El próximo domingo 10 de diciembre tendrán lugar las elecciones a alcaldes. El proceso está viciado como lo estuvo la elección de gobernadores. Ante ello, cabe la pregunta, qué hacer. Llamar a la abstención puede ser un camino correcto si existe una alternativa. Pero, cuál es esa otra vía, que no sea la de la violencia o la del llamado a sacrificarse sin perspectivas de salir del atolladero. La dirigencia política de oposición tampoco ha dado muestras suficientes de estar a la altura de las circunstancias. Transitar por la senda democrática, no es fácil, y menos con unos poderes públicos tan poco creíbles y confiables como los que tenemos. Pero tampoco se puede facilitar de tal manera la elección que el gobierno no tenga que hacer el menor esfuerzo para obtener todas las alcaldías que quiera. No basta con participar como ciudadanos, es necesario que las organizaciones políticas se hagan presentes, pues sin testigos, ancha es Castilla, y el resultado es obvio.

 

 

 

Por supuesto, que seguir demostrando, ante la opinión internacional y a nivel local, que no se está jugando limpio, que no existen las condiciones mínimas de respeto a las normas existentes, que el fraude es un proceso muy bien estudiado que se realiza mediante una serie de pasos que impiden la trasparencia, la igualdad de oportunidad y la confianza necesarias.

 

 

 

El deber ciudadano de construir una sociedad democrática no se ejerce únicamente cuando las condiciones son favorables. Ante la adversidad hay que actuar. Votar es urgente y velar por el proceso en los pasos que faltan, también.

 

 

Baltazar Porras

bepocar@gmail.com

Los malos ejemplos

Posted on: noviembre 11th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

Uno de los cánceres que corroe la vida social y distorsiona la convivencia y el recto sentido de la igualdad es la corrupción. Una de las consecuencias más nefastas es el mal ejemplo, pues si quienes abusan son los que deben ser la cara limpia y honesta, convirtiéndose en los primeros detractores de lo que predican, cunde la tentación de hacer lo mismo. Los escándalos en el mundo financiero y en las esferas políticas están generando una falta de credibilidad y confianza en quienes deberían ser paradigmas del bien y la virtud.

 

 

 

Venezuela no escapa a esta gangrena que se ramifica en todos los espacios. La inseguridad y la impunidad están haciendo del hampa, una de las profesiones más lucrativas, sin que exista el suficiente freno que acabe con tan dañino mal. Nuestras ciudades están azotadas por quienes se roban los cables del alumbrado público, las conexiones de internet, las estatuas y bustos que embellecen y dan identidad a nuestros pueblos; a lo que hay que sumar el arrebatón cotidiano de carteras, celulares, prendas y cuanto objeto porten los ciudadanos de a pie que deambulan por las calles, se montan en un transporte público, o al salir de cualquier lugar se encuentran con los amigos de lo ajeno.

 

 

 

El quinto mandamiento, no robar, alude inmediatamente a que nadie tiene derecho de hacer uso de lo ajeno por el simple deseo de tener lo del otro, sin más trabajo que la viveza, la fuerza o el engaño. Una sociedad sin principios y sin cortapisas, sin autoridades que velen por el bien común y no solamente por el bien o los bienes de los suyos, nos convertimos en habitantes de la selva, en la que la ley del más fuerte se impone. Así vamos camino al caos y a la desintegración de la paz y la armonía que debe reinar entre los humanos.

 

 

 

Pero a lo anterior asistimos ahora asombrados al saqueo planificado que se ha perpetrado en estos días en ocasión de la entrega de las gobernaciones a los nuevos electos. El caso de Carabobo es emblemático. Ante la carestía existente, descubrir galpones repletos de productos de primera necesidad, ocultados por la autoridad saliente, no puede ser calificado sin más de almacenamiento, acaparamiento o cualquier otro sinónimo. Se trata sencillamente de un robo, pues se le está quitando el pan de cada día a quien lo necesita, sin justificación posible.

 

 

 

En el caso concreto de la Gobernación de Mérida, recibimos testimonios de autoridades y testigos, del despojo de los bienes públicos. Oficinas desmanteladas, sin computadoras, equipos de refrigeración, archivos, vehículos en estado deplorable, y pare de contar. Nada o casi nada que sirva, y los muchos privilegios y bienes que disfrutaron los salientes, han desaparecido como por arte de magia. Nos preguntamos, ¿no existe ninguna autoridad capaz de señalar y castigar a quienes disponen de los bienes públicos a su antojo y dejan a las nuevas autoridades al desnudo para cumplir con sus deberes para con la sociedad?

 

 

 

Una democracia no puede alimentarse de tamaña mezquindad, pues no puede quedar impune ningún delito. Y el robo de la cosa pública es tan pecado como el despojar a una persona de sus pertenencias. Sin moral y luces, lo que se impone es la oscuridad del delito y la impunidad de quien se siente protegido por el poder. Mal camino para superar la crisis que vivimos. Con tan malos ejemplos no cimentamos una sociedad equitativa y justa.

 

 

 

Cardenal Baltazar Porras Cardozo

bepocar@gmail.com

La exclusión como norma

Posted on: septiembre 9th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Aunque parezca contradictorio, un régimen que se autodefine a favor de los pobres para superar la odiosa separación entre ricos y desfavorecidos, sus acciones van por otro derrotero: “solo tienen derecho a existir”, a gozar de prebendas, a actuar con impunidad, los seguidores del partido. Todos los demás son parias, apátridas, merecedores del escarnio y el desprecio. Por tanto, no deben tener voz ni protagonismo. No pueden optar a viviendas, a las bolsas de alimentos o al reparto de cualquier bien.

 

 

 

La exclusión es la norma. Los ejemplos sobran. En cualquier país del mundo la cédula de identidad es el documento que abre las puertas para todo acto público. Aquí no, hay que tener el carnet de la patria… Toda autoridad electa que no se identifique con el régimen no tiene acceso a lo que la ley postula. No es raro que se nombre a uno de la tolda oficialista para que ejerza las funciones de alcalde o gobernador, dejando de lado o en la cárcel al electo por el pueblo. La situación jurídica de buena parte de los que han emigrado por diversos motivos, no tienen en las embajadas o consulados, los que velan por sus derechos o necesidades: no pueden votar, ni son atendidos para renovar u obtener el pasaporte, ni para ser socorridos en sus necesidades o urgencias personales o familiares. Las representaciones diplomáticas actúan más como casas del partido que como servicio equitativo a la ciudadanía.

 

 

 

Los tribunales, la Defensoría del Pueblo o el Poder Moral, buscan con saña la paja en el ojo del adversario que la viga del ventajismo o la corrupción de los funcionarios del régimen. Los medios de comunicación social tienen sobre sí la espada de Damocles de Conatel que pasó de ser una dependencia técnica a ejercer funciones policiales y judiciales, con inspecciones, multas, cierres, amenazas, tanto a los dueños como a los trabajadores, cercenando el sagrado derecho a la información y a la libertad de expresión. ¿Qué quedaría de los medios oficiales si se les aplicara el mismo rasero de las sentencias a los medios opositores?

 

 

 

Para no abundar, preguntémonos si la manera descarada de la escalada persecutoria contra la Asamblea Nacional, la Fiscalía, las manifestaciones… pueden calificarse de comportamientos democráticos apegados a la ley y a la equidad. La exclusión es la antítesis de la igualdad. Su fruto nefasto es la parcialidad que genera una odiosa brecha, pues clasifica y juzga a las personas e instituciones con la vara de los intereses del poder. ¿Este “sueño” revolucionario es el que va a traer bienestar, paz, progreso para todos?

 

 

 

La crisis que vivimos tiene un nombre: el engaño y la mentira de la oferta falaz del socialismo del siglo XXI. Por eso la sensatez de la mayoría de los venezolanos lucha por un cambio legítimo en el que todos tengamos las mismas obligaciones y los mismos derechos, con unos gobernantes en los que brille la coherencia entre el lenguaje y las realizaciones, el respeto a la pluralidad y la honestidad a toda prueba en sus acciones públicas y privadas.

 

 

Cardenal Baltazar Porras

bepocar@gmail.com

Los días del odio

Posted on: julio 1st, 2017 by Laura Espinoza No Comments

El sugerente título está tomado de un artículo del teólogo español Olegario González de Cardedal, quien a su vez lo toma de “un humilde, verdadero poeta y novelista” llamado Alfonso Albalá quien reflexionó sobre el fantasma de la guerra que causó divisiones y que décadas más tarde seguía rondando sobre la mente de los españoles. Estimo que nos viene bien a todos los venezolanos en esta hora menguada de la convivencia social vernos en el espejo de situaciones similares. Me tomo la libertad de transcribir algunos párrafos y glosar en referencia a nuestra realidad local.

 

 

“Si las mociones de censura fueran reales exámenes de conciencia serían un eficaz instrumento para dirigir la mirada a los fondos subterráneos de nuestra conciencia social, moral y política, para enfrentarnos con los impulsos profundos de los que nacen y se alimentan nuestras acciones en el día a día, y de los que raras veces somos conscientes”. Preguntémonos qué valores y qué temores están detrás de la conciencia moral de quienes nos dirigen.

 

 

“Las grandes preocupaciones que movían y conmovían las conciencias eran la paz, la convivencia, la reconciliación y la concordia”. Son los mismos conceptos vacíos de contenido que se nos vende, una sesgada constituyente que pretende cerrarle el paso a todo pensamiento y acción distinto al de quienes la proponen como salida de la crisis. Se necesita curar las heridas profundas que deja el uso indebido y abusivo del poder y de las armas que dejan heridas abiertas en el alma de los venezolanos. Hay que “saltar sobre ellas al futuro: un futuro común, en un estado social y democrático de derecho”.

 

 

“El pasado puede ser siempre alma para el presente pero nunca puede ser arma con la que se quiera resolver problemas contemporáneos que son reales pero cuya solución debe nacer de una actitud de justicia a la vez que de contrición y perdón”. “Pero si se me preguntara cual es el signo más grave que veo yo en nuestra convivencia social, diría que es la aparición del odio en palabras y acciones. Odio a personas, a grupos y a las instituciones que los representan”. “Se intenta recomenzar la historia como Adán en el paraíso, para dar por supuesto que es necesario un cambio total, proponiendo no una reforma de pequeñas cosas sino una revolución, que traería el bienestar, la justicia, la felicidad… quienes lo ejercen lo que pretenden es la voluntad de eliminación del otro”.

 

 

“No todo es política ni la política lo es todo; hay muchas cosas sagradas, intocables e irrenunciables antes y después de ella. Las tres palabras paz, piedad, perdón, deben presidir el comienzo de todas las acciones y no solo ser recitadas al final ante los desmanes consumados”. Poner en remojo nuestras barbas cuando hemos visto las del vecino arde, nos debe devolver la cordura que nos falta ante la culpable irresponsabilidad de ciertas locuras. Es el camino que tiene que alimentar nuestra esperanza de que los días del odio no construyen los días de la paz.

 

Baltazar Porras

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