Revolución y cultura

Posted on: septiembre 11th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

 

 

En estos días Maduro dirigiéndose a militares de alto rango, les ha dicho que deben abstenerse de mantener relaciones con aquellos de sus familiares que no están con la revolución so pena de perder su carrera y todo lo que ella supone. Nunca antes, entre nosotros, se había expresado tan clara y contundentemente uno de los contenidos más medulares de la ideología revolucionaria. En ella, la revolución como concepto, como práctica y como dedicación única, focaliza total y exclusivamente los afectos y las relaciones. Para un revolucionario así, la revolución está absoluta y únicamente por encima de todo.

 

 

 

En mi artículo anterior he expuesto muy brevemente la base anclada en lo más profundamente vivido de nuestra cultura raigal. La relación afectiva, y sobre todo con la familia, constituye su esencia humana. La vivencia y sentido de familia es un componente estructural del mundo-de-vida venezolano. Esto lo hemos encontrado consistentemente en todas y cada una de nuestras investigaciones.

 

 

 

El análisis de las historias-de-vida de líderes políticos, específicamente de origen popular y actuando como tales en el seno del pueblo nos lo ha confirmado amplia y profundamente. Las relaciones entre adscripción a un partido político en términos de liderazgo y la familia siempre resultan conflictivas pero el líder político popular sabe encontrar la solución a ese conflicto sin perder nunca el fondo de familia, ni el “modo a lo familiar” de comportarse cuando se trata de los partidos tradicionales.

 

 

 

En cambio, cuando se trata de un compromiso con una política de izquierda radical las cosas son completamente diferentes. “Es que tú rompes con la familia; se rompe con la familia y hay un alejamiento afectivo y físico; es un asunto de izquierda”, es la confesión de quien en un momento de su vida se comprometió muy a fondo con ese tipo de política.

 

 

 

Las historias-de-vida de quienes, siendo de origen popular, permanecen en movimientos de izquierda radical lo atestiguan. La revolución absorbe, y debe hacerlo, totalmente todos los afectos y todo el mundo de relaciones de la persona.

 

 

 

En este sentido, la persona de izquierda se sale completa y radicalmente de la cultura propiamente venezolana. Así es como hay que entender lo que ellos llaman “el hombre nuevo”: un sujeto que pertenece a una otredad cultural desde la raíz de su modo de ser humano.

 

 

 

El proyecto revolucionario es, pues, un proyecto de desvenezolanización de nuestro pueblo en sí mismo y su mundo-de-vida.

 

 

 

¿Lo lograrán? Nunca lo han logrado. Los pueblos han resistido siempre.

 

 

 

Alejandro Moreno

ciporama@gmail.com

Política y cultura nuestra hoy

Posted on: agosto 29th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Quiero entender aquí cultura en su sentido más profundo y más significativo, a saber, evocando a Ortega, como la manera propia que tiene un grupo humano, un pueblo, de habérselas con la realidad. Entendemos la realidad en su más amplio sentido: personal interior, físico-natural y social-humano. Ahora bien, ¿de qué manera los venezolanos nos las “hemos” con toda nuestra realidad, y esto siempre y espontáneamente, o sea, fuera de cualquier reflexión y consciencia? ¿Cuál es nuestra idiosincrasia de fondo?

 

 

 

En el Centro de Investigaciones Populares llevamos ya muchos años preguntándonos por eso y nos hemos atrevido a definir al venezolano, el hombre de nuestro pueblo, como homo convivalis, esto es, como un ser humano que se define esencial y naturalmente por la convivencia. El venezolano popular no es una individualidad sino un conviviente. Ello implica la disposición espontánea a la relación con el otro, una relación marcada por el afecto. No por la simple emoción, lábil y transitoria, sino por la profundidad de la posición afectiva ante la vida, duradera y natural. Afectiva no quiere decir amorosa necesariamente. La posición afectiva puede llegar a ser, o convertirse por la educación o las experiencias vividas, en violenta y agresiva. Afectiva no quiere decir irracional pero sí que la razón, y por tanto la individualidad, está más guiada por el afecto que por ella misma.

 

 

 

Aquí entra la política, entendida como gestión de una sociedad.

 

 

 

¿Cuál será, entonces, la política adecuada para nuestro pueblo?¿Cómo gestionar nuestra forma de reunirnos sin que ella desnaturalice lo que nos define culturalmente? Y además, ¿no estará precisamente en la inadecuación de la relación entre política y cultura el trasfondo de muchos de nuestros problemas como nación sobre todo en el presente?

 

 

 

La cultura de la que hablamos no es ciertamente una estructura fijada definitivamente e inmodificable. La cultura es histórica y hecha de historia. No solo es cambiable, sino que cambia continuamente. Sin embargo, tiene su ritmo de cambio y no se puede, sin gravísimas consecuencias, introducir las modificaciones que se deducen, racionalmente o no, de teorías o de ideologías, supuestamente más al día, asumidas e impuestas por una vanguardia de sujetos “esclarecidos”.

 

 

 

Ir contra el fondo convivencial que nos ha definido hasta hoy, este fondo cultural con el que nos hemos identificado y en el que nos sabemos venezolanos, es pretender quitarnos las bases mismas de nuestra existencia, de nuestro ser y reconocernos como seres humanos.

 

 

Alejandro Moreno

ciporama@gmail.com

La dificultad de comprender

Posted on: julio 17th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

Comprender no es solo entender algo, comprender implica penetrar. Entender no va más allá de lograr establecer todas las relaciones de circunstancias que configuran una realidad. Comprender va mucho más allá; es hundir hasta el fondo de esa realidad los recursos de los que dispone nuestra intelecto hasta que salga a la luz y al brillo del conocimiento lo que en ella está oculto y que, sin embargo, da de ella razón.

 

 

 

Llevamos demasiado tiempo devanándonos los sesos por comprender lo que nos está pasando y cómo hemos llegado a encontrarnos en esta situación y quizás nos hemos quedado en el intento de entender, de buscar a qué situación se parece todo esto, qué modelo de país o de sociedad pretende reproducir, cómo y con qué otros mundos se relaciona, pero si nos dedicamos a penetrar en el fondo, el sentido, la profunda sustancia de lo que estamos viviendo y sufriendo todos los días, quizás no vamos a encontrar sino el vacío, la desorientación, la inanidad en las mentes de los que aparentan dirigir y generar todo esto, el puro como vaya viniendo vamos viendo. ¿Será así? ¿De verdad no hay fondo, no hay sentido, no hay fines, todo es un azar, un trágico juego con las ideas, con las circunstancias, con las personas, una pura venganza como ha dicho una de sus voceras? Saber que esta razia no produce sino muerte y persistir en ella por la pura voluntad de destruir todo lo que hay de humano en nuestra vida, es una posibilidad. Entonces, el sentido de todo esto sería solo el querer, la búsqueda del triunfo total de la voluntad y por tanto del poder, sin razón ni racionalidad ninguna. Estaríamos, pues, sumergidos en el reino del mal, un reino que no solo es malo, sino maligno, como ha dicho Ovidio Pérez Morales en estas mismas páginas.

 

 

 

A los políticos bien intencionados, a los que ejercen de guías en la sociedad, a los que quieren promover la moralidad, la libertad, el bien del pueblo, les pediremos que no excluyan sin más esta hipótesis: la malignidad como objetivo, como práctica constante, buscada, y querida, incluso desconocida como tal, bajo capa de lo contrario. Es muy difícil pensar en la sola voluntad sin objeto, sin fines fuera de ella misma, independiente de lo que se le ocurre al querer.

 

 

 

En la historia tenemos ejemplos del querer puro desorganizado, pero también de ese querer, y no otra cosa, muy organizado, a la manera del racionalmente perseguido.

 

 

 

¿No será eso la verdadera revolución: acabar con todo lo que existe por su naturaleza e instalar ahí la pura arbitrariedad, y llamarla novedad, creación?

 

 

 

 

Alejandro Moreno

ciporama@gmail.com

La mentira obligatoria

Posted on: julio 3rd, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

¿Por dónde buscaremos los resquicios de verdad que en algún sitio quedarán? Entre tanta tiniebla, rasgando tanto velo, penetrando tan espesa neblina de mentiras y más mentiras claramente oficiales, nos resulta cada vez más difícil atisbar los vislumbres de realidad que podemos entrever.

 

 

 

A toda afirmación de este régimen por muy categórica que sea, a toda declaración de seguridad, a toda contundencia verbal expresada con énfasis, envuelta en ropajes de absoluta evidencia, no tenemos más remedio que ponerle la marca definitiva de falso si no queremos navegar en el mar proceloso de la locura o revolcarnos en las arenas movedizas y absorbentes de la irracionalidad.

 

 

 

Vivimos en las entrañas de todo un mundo que nos penetra, nos rodea, nos empapa, hecho de patrañas, perversamente fabricado para no dejarnos salida alguna, hecho además para ser obligatoriamente creído so pena de hambre, enfermedad ineludible y hasta muerte. Asumir, creer, ejecutar y difundir la mentira es nuestra obligación impuesta.

 

 

 

El diablo, se nos ha dicho, es el padre de la mentira. Los hijos son todos de la misma naturaleza que el padre, lo repiten. Esto dice clara y expresamente que estamos en todo un mundo diabólico por naturaleza. Para el sistema actual este es el mundo de la revolución. Esta revolución será, entonces, en toda buena lógica, diabólica. No soy el primero ni el único que lo dice.

 

 

 

Por tanto en una lógica ya estructurada sobre la mentira, la misma lógica será mentirosa por naturaleza. La mentira constituirá su esencia y, así, la serpiente se muerde la cola.

 

 

 

¿Cómo salvarnos de la mentira? ¿Cómo desterrarla de raíz de todo nuestro mundo de vida? Porque si no nos salvamos de ella, si no la borramos de nuestras relaciones, nunca seremos libres. En el Evangelio se nos dice con mucha claridad que solo la verdad nos hará libres.

 

 

 

Ahora bien, este pueblo ha dado claras muestras de no someterse a la mentira, de no aceptar la falsedad y por preservar la verdad de toda sucia contaminación ha muerto, sigue muriendo y sufriendo la cárcel y la tortura en su mejor y más valiente juventud.

 

 

 

Esta ha de ser nuestra lucha fundamental. Con hechos verdaderos, con verdaderos sentimientos, con palabras verdaderas, con verdaderos pensamientos, con amor verdadero por todo este pueblo, por nuestra Venezuela verdaderamente querida, sin ceder nunca al engaño y al embuste, manteniéndonos unidos en el verdadero amor a la patria verdadera, lograremos la libertad, la verdadera dignidad, el verdadero triunfo sobre el odio y la maldad que es hijo de la verdad.

 

 

 

 

D:B Alejandro Moreno

ciporama@gmail.com

Dios mío, ¿por qué nos abandonas?

Posted on: abril 10th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

Son estas, las de este título, puestas en plural, las primeras palabras del salmo 22 que Jesús reza colgado de la cruz. Llegada la Pascua de Resurrección, está viva la esperanza. No hay razones para desesperar. Por eso podemos meditar repitiendo el grito angustioso de Jesús. Jesús reza. Y reza como lo hacía todo buen judío, recitando un salmo. Es la angustiosa y casi desesperada oración del inocente perseguido, rodeado de enemigos que quieren su muerte y que sin embargo desde ese abismo confía en Dios, en un acto de pura fe que es plenitud de confianza.

 

 

Nuestra pasión dura todavía en este país. La Pascua es firme promesa y por eso esperanza. El salmo profetiza los sufrimientos del Mesías, que tendrá que apurar toda la amargura de la humanidad sufriente pero también su entrega plena a ese Dios cuyo abandono no entiende. Abandono que tampoco nosotros entendemos. Las primeras palabras de ese salmo son las de un hombre desesperado en el momento del supremo dolor ante un Dios que no responde a ese grito del alma y del cuerpo. La humanidad toda de Jesús está sumergida en el sufrimiento.

 

 

Sin embargo, desde las tinieblas del abandono, Jesús confía en Él porque sabe muy bien, por experiencia propia, que ese Dios “no ha sentido desprecio ni repugnancia hacia el pobre desgraciado, no le ha escondido su rostro”. El Nazareno que carga con la cruz, y nosotros, sabemos que “nos dará vida”.

 

 

Los venezolanos de hoy, hermanados en el dolor y en la muerte injusta, sufrimos como Jesús el padecimiento de ser víctimas inocentes de una violencia desenfrenada. Somos hambreados en carne propia, inicuamente encarcelados, arbitrariamente asesinados, sometidos a angustias insoportables.

 

 

 

El salmo es también un grito de protesta. Protesta contra la violencia que convierte en víctima al inocente. Nos resuenan en sus palabras los gemidos de los torturados, de los heridos en su cuerpo y en su espíritu, de los violentados en sus más elementales derechos. A Jesús el Padre le dejó sufrir hasta lo último la muerte para luego darle la plenitud de la vida en la Resurrección. No lo abandonó, sino que lo resucitó. Esta es nuestra última certeza base de nuestra esperanza.

 

 

Más allá de todos nuestros sufrimientos, de todas nuestras horas de angustia y desesperación, Dios nos acompaña aunque parezca que nos abandona. Siempre responde a nuestra súplica si bien no sepamos cómo lo hará. Ni del mal, ni de los malos, es la última palabra. Nunca lo ha sido. No tenemos motivos para perder la esperanza. La resurrección también en este mundo, y no solo en el otro, nos espera.

 

 
 
D:B Alejandro Moreno

Ante el mal

Posted on: marzo 13th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

No estamos hechos para pensar el mal. Ni para pensarlo ni para comprenderlo. El Creador excluyó esa posibilidad de nuestras estructuras cerebrales. No hay en ellas condiciones de posibilidad para que el mal, con toda su esencial realidad, quepa ahí. No podemos pensar que un ser humano quiera que nuestros niños se mueran de hambre cuando hay comida al alcance de la mano, que haya una voluntad decidida y libre tan perversa que aleje de nosotros, más allá del horizonte infinito, la medicina que puede salvar la vida de quienes amamos, que uno de nuestros amigos, de nuestra familia o simplemente uno de nuestros conocidos salga a la calle y alguien por puro capricho, por el solo disfrute de su perversión, por el goce de hacer su real gana, le quite la vida y disfrute orgiásticamente con ello. Eso, pensamos, está fuera de lo que puede pasar por la mente de un hombre. Se nos ocurre que ha de ser algo que no puede pertenecer al mundo de lo humano sino al de lo diabólico. Si eso sucede en una sociedad, en todo un grupo, en una estructura de poder, debemos estar, sentimos, ante lo que absolutamente nada puede tener que ver con lo que es propio de nosotros.

 

 

No podemos pensarlo porque no pertenece a nuestro ser, porque no podemos concebir la fruición del mal mientras sigue siendo mal y como mal se nos presenta y lo vemos, y lo percibimos, y lo tocamos y lo sentimos profundamente en nuestras entrañas, en nuestra sangre y en nuestras entretelas. No podemos verlo como posible. No es de nuestro mundo, creemos. Tiene que ser de otro mundo, pensamos. Y no estamos equivocados. El mal, hasta el punto de ser de una naturaleza radicalmente distinta de la nuestra, solo sería posible en quienes pertenecieran a otro mundo, un mundo en el que así podría hacer su aparición.

 

 

Podemos ser malos, ciertamente, pero eso es algo muy distinto de estar poseídos radicalmente por el mal. Dios ha puesto en nosotros un ansia de bien que no puede ser extinguida. Por eso, por muy malo que alguien se conciba y aun malo se quiera y se haga, no podrá convertirse en el mal. Siempre habrá para él una esperanza de bien.

 

 

Hay en todo hombre un amor tan propio que por muy desconocido que nos sea, clama desde lo más hondo por la salvación. Lo que pasa es que ese amor en algunos está cubierto con tantas y tan gruesas capas de maldad que no acertamos a descubrirlo.

 

 

Por eso seguimos teniendo esperanza. Mientras el mal nos despliega su espectáculo aterrador en nuestro mundo y en nuestra Venezuela de hoy, sabemos que a la postre el triunfo será de su contrario: ese amor.

 

 

S:D:B Alejandro Moreno

 

Unión

Posted on: febrero 27th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Ajuntamiento, “que quiere dezir aiuntamiento debaxo”. Así aparece esta palabra en la primera gramática castellana (Nebrija, 1492). Ajuntamiento de abajo a arriba, de arriba a abajo, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de afuera adentro, de adentro a fuera, en todas las direcciones y en todos los sentidos es lo que necesitamos ahora para que juntos, y solo juntos, podamos hacer verdaderamente frente a esta desgracia, este caos, esta inenarrable opresión, esta destrucción arrasadora, esta horrenda tiranía de malandros convertidos en ejecutores de todo el poder del mal que estamos padeciendo.

 

 

Su sinónima, “ayuntamiento”, es mucho más antigua y siempre existió en nuestra lengua, proveniente del latín adiuntare. En tiempo de graves problemas que afectan a toda la existencia de una comunidad, de un pueblo, de una nación, cuanto contribuya al “ajuntamiento” compacto de todas las personas, de todos quienes sufren, de todos los que quieren superar sus insoportables padecimientos, es de necesidad absoluta, de perentoria y existencial determinación.

 

 

 

Los venezolanos que hoy queremos definitivamente sobrevivir podemos pensar de muy distintas maneras, podemos tener muy variados proyectos, incluso contradictorios, pero si queremos vivir como seres humanos, tenemos que dejar todas esas diferencias, hasta vitales, para coincidir en una sola cosa que va más allá de todos nuestros desencuentros: la conformación de una unión fuera de toda disputa, fuera de todos nuestros egoísmos, fuera de todos nuestros intereses por muy justos y razonables que sean. Ahora sí es ineludible estar juntos en un fin único: salir definitivamente y pronto de este régimen criminal que no va a abandonar nunca por su propia cuenta su proyecto de destrucción absoluta de todo lo que no entre sin discusión ninguna en su forma de concebir la realidad total, no solo económica, no solo social, no solo cultural, a la que todos en su intención rígidamente planificada tendríamos que someternos.

 

 

 

Este régimen está construido sobre una violencia tal que no la podemos eludir. No hay un solo resquicio de paz en él. El dilema votar o no votar en las próximas elecciones es ya un dilema violento impuesto por él. Lo importante es no caer en el dilema sino ir más allá, a la unión, a ejercer juntos lo que juntos optamos por decidir contra viento y marea.

 

 

 

No hay razón ni justificación alguna para votar. Por eso alabamos la decisión mayoritaria de la población. No ir. Lo que se mantendrá en pie, contra todo, y como esperanza para un futuro, será nuestro ajuntamiento.

 

 

 

S:D:B Alejandro Moreno

ciporama@gmail.com

Las campanas tocan a muerto

Posted on: enero 16th, 2018 by Laura Espinoza No Comments

 

 

 

Observatorio Venezolano de Violencia por el cual estamos informados año a año de cómo se desenvuelve la violencia en el país, el pasado diciembre nos ha comunicado en fecha muy temprana los resultados de su informe anual en un documento bien fundamentado y amplio. En él aparecen no sólo los datos estadísticos correspondientes al 2017 sino una razonada y muy completa información sobre las variedades y las circunstancias que rodean todo el fenómeno así como las novedades que parece presentar en los últimos tiempos y su peligrosa evolución. Mucho habría que comentar al respecto pero ahora deseo detenerme sólo en un aspecto que hasta ahora no formaba parte del conjunto de datos y detalles principales.

 

 

 

En algún momento quien esto escribe se ha atrevido a afirmar, sobre la base de su experiencia en los ambientes populares, que en Venezuela no son frecuentes los suicidios, que por algo el venezolano es considerado en las encuestas mundiales uno de los pueblos más felices del mundo.

 

 

Una consulta a las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud vino a confirmar de alguna manera esta afirmación basada en la experiencia. En efecto, hace 2 años, las cifras de 2015, arrojaban 3,1 casos por cada 100.000 habitantes de modo que sólo 16 países, entre 183, tenían una tasa inferior a la nuestra. Sabíamos que en general, pero no siempre, los países más prósperos y desarrollados suelen ser los que más suicidios acumulan en su haber mientras son precisamente los más pobres los que menos suicidios presentan por lo que es válido considerar que ese fenómeno no va asociado con la pobreza.

 

 

 

¿Qué ha sucedido en Venezuela en los últimos meses del 2017 para que las cosas hayan cambiado drásticamente? En efecto, las cifras, todavía parciales, del informe citado nos hablan de que en Mérida se ha quintuplicado la tasa de suicidios entre enero y noviembre de este pasado año, mientras ha disminuido la de homicidios. Otras informaciones nos hablan de haberse triplicado en el país durante el mismo período. Preocupa todavía más el hecho de que esto sucede en personas jóvenes y, sobre todo, varones entre 18 y 30 años. ¿Será que un joven padre de familia, que no tiene cómo alimentar a sus hijos, no puede encontrar otra vía que la total desesperación? El suicidio es un fenómeno muy complejo y puede tener multitud de causas pero este rápido aumento de su frecuencia no podemos sino atribuirlo a las espantosas circunstancias que estamos viviendo.

 

 

 

Las campanas doblan a muerto en Venezuela.

 

 

Confiemos en Dios que esto pase pronto.

 

 

 

 

S:D:B Alejandro Moreno

 

ciporama@gmail.com

Venezuela

Posted on: diciembre 19th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Venezuela no es un país pobre pero sí es un país de pobres. Por millones. Venezuela no es un país de hambre pero sí es un país de hambrientos que rebuscan su comida hasta en la basura. Venezuela no es un país enfermo pero sí es un país de enfermos, de enfermos sin remedio, porque no tienen remedios, porque las muchas enfermedades de las que se había liberado, han vuelto a prosperar y no hay cómo ahuyentarlas. Venezuela no es un país de ignorancia pero sí es un país de ignorantes porque cada vez tiene menos maestros, menos profesores, menos profesionales y menos sabios. Venezuela no es un país de emigrantes pero sí de emigrados dispersos por todo el orbe porque no tienen cómo vivir en él. Venezuela no es un país desesperado pero sí de desesperados porque no tienen un futuro que esperar. Venezuela no es un país de sufrimiento pero sí es un país de sufrientes porque el dolor se ha aposentado en todos sus rincones. Venezuela no es un país violento pero sí es un país de víctimas de la violencia más cruel, más ajena y más irracional. Venezuela no es un país sombrío pero sí lleno de sombras en plena luz tropical. Venezuela no es un país de furia pero sí es un país de furiosos, de airados, de recomidos por una rabia interior que no se desahoga. Venezuela no es un país triste pero sí es un país de tristes de quienes tienen más ganas de llorar que de reír.

 

 

 

Venezuela es un país dañado por eso que llaman socialismo del siglo XXI, con un daño que se ha incrustado hasta en las vísceras de las conciencias.

 

 

 

Venezuela era un país alegre, habitado por gentes gozosas y rientes. No era un país justo pero contra la injusticia se podía luchar, se podía protestar, se podía gritar y se podía pensar en ir saliendo de ella. Sí, poco a poco, muy poco a poco, pero con vivísima esperanza. Venezuela era y es un país amado, muy amado, quizás el más amado del mundo por su propia gente que nunca quiso ni quiere abandonarlo. Venezuela era un país de convivencia cálidamente humana donde uno dejaba muy pronto de ser extranjero y entraba en el mundo del otro como se entra en una familia a la que pertenece sin preguntarse y sin saber desde cuándo.

 

 

 

Este régimen extraño, ajeno a cuanto somos como Venezuela, en el que no nos reconocemos nosotros mismos, en el que nos sentimos como otros, en el que nos miramos y no vemos lo que siempre vimos, eso que hace que nos sea tan frecuente la palabra hermano, será un accidente, una melodía discordante, un doloroso recuerdo, y no volverá. Eso esperamos y en eso confiamos con firme seguridad.

 

 

 

D:B Alejandro Moreno

 

Urbanizaciones carcelizadas

Posted on: noviembre 29th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

 

En una zona cerca de Caracas hay cinco urbanizaciones populares conectadas entre sí en nombre y en servicios. Y en gobierno de pranes. Un pran mayor coordina a cinco pranes subalternos. Una banda de malandros controla la vida de los habitantes en cada zona. Si usted va de visita lo detendrán a la entrada y lo revisarán unos sujetos con armas a la vista. Conocen bien a la gente del lugar pero usted es sospechoso porque puede ser policía o malandro de otro sitio. La banda fija las leyes de funcionamiento y convivencia. Así, por ejemplo, a los niños que estén en la calle más allá de las 10:00 de la noche los recogen, se los esconden a las madres y sólo después de que éstas se desesperan por la angustia se los entregan. Cada cierto tiempo deciden que hay limpieza de calles. Convocan a la gente. Por lo menos una persona por familia tiene que presentarse. Si se da el caso de alguna ausencia, se presentan bien armados en la casa y obligan bajo amenazas. Los consejos comunales, quieran o no, tienen que acatar lo que el pran decida.

 

 

 

Él es quien convoca a reuniones y en ellas se coloca al frente con sus luceros armados y “con lenguaje malandro”, dicen los testigos, fija la decisiones que se deben tomar. A las reuniones acuden sobre todo las mujeres. Los hombres no asisten porque no saben qué les pueden hacer. Los miembros de la banda no sólo consumen en público la droga sino que también la distribuyen sin ningún tipo de control. Ellos son la autoridad. Si surge algún problema entre vecinos, intervienen armados para “poner paz” porque se llaman “Movimiento de Paz”. Si el conflicto se mantiene, expropian las casas y hasta expulsan a los implicados de la urbanización. Ya ha pasado varias veces. Sus decisiones, fundadas o no, son inapelables. Cobran impuestos (vacunas) a los buhoneros que ahí viven así ejerzan su comercio fuera, a las bodegas, a los bachaqueros y a cada familia “para servicios a la comunidad”. Queman las manos a los que consideran ladrones. A más de un inocente también. Llevan gente de fuera y los asesinan en un lugar ya establecido. La policía recoge los cadáveres. Han amenazado con saqueo a los bodegueros que según ellos venden caro. Ya no venden ni caro ni barato. ¿Sigo?

 

 

 

El régimen está, pues, calcado sobre el que ejercen los pranes en cada cárcel.

 

 

 

¿Puede darse algo así sin la anuencia del gobierno?

 

 

 

¿Cada una de nuestras comunidades estará destinada a convertirse en un régimen dictatorial carcelario con un pran en el poder?

 

 

 

 

¿Es esta la organización comunitaria del socialismo del siglo XXI?

 

 

S.D.B. Alejandro Moreno