Cuando la joven mujer tailandesa vio un aviso en el que se buscaban madres por encargo, pensó que podía hacer el negocio de su vida: recibiría 10.000 dólares por concebir un bebé para una familia extranjera que no podía tener hijos.
Wassana, quien residió toda su vida en barrios pobres, pensó que en nueve meses podría saldar todas las deudas de su familia. No hizo muchas preguntas.
En realidad, no había pareja alguna. Solo un joven japonés llamado Mitsutoki Shigeta, a quien vio dos veces y con quien jamás cambió palabra alguna. El mismo individuo, supuestamente el hijo de un multimillonario japonés, tuvo hijos por encargo con otras diez mujeres en Tailandia, según las autoridades, y habría invertido más de medio millón de dólares para tener 16 niños por razones que todavía no están claras.
El misterio en torno a Shigeta causó conmoción en Tailandia y es el eje de un creciente escándalo en torno a la concepción de bebés por encargo. Se trata de una industria orientada a los extranjeros de la que se habla muy poco y que depende en buena medida del engaño y de lagunas legales. El gobierno militar tailandés promete combatirla.
La historia de Wassana, que la muchacha relató a la Associated Press a condición de que no se usase su nombre completo para evitarle humillaciones a su familia y a su hijo, quien hoy tiene ocho años, ofrece pistas de un rompecabezas extraordinariamente complejo que plantea dos interrogantes básicos: ¿quién es Shigeta y por qué tuvo tantos hijos por encargo?
Shigeta está siendo investigado por tráfico humano y explotación de menores, pero la policía tailandesa dice que no ha encontrado pruebas de ninguno de esos delitos. El joven, quien tiene 24 años, dijo a través de su abogado que simplemente quería tener una familia grande.
No se lo ha acusado de delito alguno y está tratando de recuperar la custodia de 12 de los menores, que en estos momentos están en manos de los servicios de protección del menor de Tailandia. No se conoce su paradero. Se fue de Bangkok luego de que la policía allanase su condominio el 5 de agosto y descubriese nueve bebés que eran atendidos por nueve niñeras. La policía dice que análisis de ADN revelan que son todos hijos suyos.
Un elemento clave de esta historia son las mujeres a las que Shigeta les pagó para que concibiesen sus hijos. Wassana, cuyo relato fue corroborado por la policía, fue la primera.
SOLUCION PARA UN DESALOJO
Wassana no vive en el Bangkok de los rascacielos que asombra a los turistas. Esta mujer bajita y tímida de 32 años, que estudió hasta el noveno grado, se ha pasado toda su vida en barrios marginales llenos de basura, vendiendo golosinas desde un carrito y compartiendo con siete familiares una vivienda cubierta de moho. Pagaban seis dólares diarios y podían costearla, hasta que una enfermedad de su padre acabó con las reservas de la familia. Llevaban un año sin pagar el alquiler y corrían peligro de ser desalojados.
Cuando vio un aviso de alguien que buscaba madres por encargo en el 2012, no le tembló el pulso.
«Pensé que una pareja que estaba dispuesta a gastar tanto dinero en un bebé debía desearlo desesperadamente», expresó. «El agente me dijo que era una pareja extranjera».
En un país donde hay un gran respeto por la autoridad, no sintió la necesidad de conocer más detalles. Aunque se pregunta quién es la madre biológica del bebé.
«No sé si usaron mis óvulos o lo de otra mujer», reveló. «Nadie me dijo nada».
El niño nació prematuramente, con cesárea. Su familia la fue a visitar al hospital, pero Shigeta no.
El bebé estuvo en una incubadora. Seis días después de dar a luz, ella regresó a su casa, sin el bebé.
Dos meses más tarde finalmente conoció a Shigeta en la clínica de fertilidad New Life que había puesto los avisos. Era un hombre alto y desgarbado, de cabello largo, que lucía jeans y una camisa arrugada. Lo acompañó su abogado. El objetivo de la reunión era firmar los papeles para que el joven se quedase con la custodia exclusiva del bebé.
El hombre no fue gentil. De hecho, no le dijo una palabra, ni un «gracias» por haber concebido el bebé.
«No me dijo nada», señaló Wassana. «No se presentó. Solo sonrió por momentos. Su abogado hizo todo».
DENUNCIAS DE PERJURIO
Un mes después, el mismo abogado, Ratpratan Tulatorn, la llamó y le dijo que debía ir un tribunal de asuntos familiares para completar al trámite de la custodia. El coronel de la policía Decha Promsuwan, quien interrogó a cinco de las mujeres con las que Shigeta tuvo hijos, indicó que varias de ellas afirmaron que el abogado les había dicho que dijesen que habían tenido una aventura amorosa con Shingeta, habían quedado embarazadas y sus maridos no querían a los bebés.
Ratpratan afirmó que ya no representa a Shigeta y se abstuvo de comentar las denuncias de las mujeres.
Durante la audiencia Shigeta dijo que era propietario de una empresa financiera en Japón.
En Japón, donde la historia generó gran revuelo, varios medios aseguraron que Shigeta es hijo del magnate Yasumitsu Shigeta, fundador de la distribuidora de teléfonos celulares Hikari Tsushin.
La policía tailandesa y la Interpol, no obstante, todavía no han podido corroborar ese vínculo familiar.
Yasumitsu Shigeta no respondió a solicitudes de entrevista.
DE 10 A 15 BEBES AL AÑO
Un año después de esa vista, Wassan volvió a ver a Shigeta, esta vez en la televisión. Casi no lo reconoce, pues tenía el cabello cortado prolijamente.
La prensa tailandesa decía que era un «padre por encargo en serie». El tema estaba en el candelero por un escándalo en el que una pareja australiana se negó a hacerse cargo de dos mellizos que había encargado porque uno de ellos nació con el síndrome de Down.
Las maniobras de Shigeta eran tan complejas que la policía elaboró un diagrama para seguir los sus pasos en cada concepción.
Los diagramas incluyen la contratación de madres por encargo y de niñeras, la compra de departamentos a nombre de los menores y el papeleo relacionado con los certificados de nacimiento y los pasaportes. Las madres dieron a luz en nueve hospitales diferentes de Bangkok.
La clínica New Life, que permanece cerrada mientras dura la investigación, dejó de trabajar con Shigeta luego de que el japonés concibió dos bebés y dijo que quería más, según su fundadora Mariam Kukunashvili.
«Dijo que quería de 10 a 15 bebés por año», sostuvo la mujer, quien dijo haber informado esto a las autoridades. «Quería ganar elecciones y tener una gran familia para que votase por él».
Shigeta tiene nacionalidad camboyana también e hizo numeroso viajes a Camboya. Cuatro de sus hijos están allí y se cree que uno de ellos podría ser el hijo de Wassana, algo que inquieta sobremanera a la mujer.
«¿Le habrán hecho algo malo?», se pregunta. «¿Se lo entregué a gente mala?».
El dinero que recibió Wassana saldó las deudas de la familia pero no le alcanzó para sacarla del barrio marginal donde vive. La mujer dijo que estaría dispuesta a hacerse cargo del pequeño si no está siendo bien atendido.
«Creí que se lo daba a una familia buena, que le daría amor», manifestó.
Fuente: El Nuevo Herald