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El conservador Kurz gana con claridad en Austria y los ultras sufren una fuerte caída, según las proyecciones

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El conservador Kurz gana con claridad en Austria y los ultras sufren una fuerte caída, según las proyecciones

 

El excanciller alcanza un 37,2% de los votos, casi seis puntos más que hace dos años, y su exsocio de extrema derecha pierde 10 puntos tras el escándalo de corrupción

 

 

Austria ha celebrado este domingo elecciones generales con un claro favorito a la victoria, el excanciller democristiano Sebastian Kurz, de 33 años, aunque con la incógnita de con quién formará una coalición para gobernar. Según una primera estimación del resultado, divulgada por la televisión pública ORF, Kurz ha ganado con claridad los comicios y lograría un 37,2% de los votos, por encima de la media de las encuestas durante la campaña y 5,7 puntos por encima del resultado de 2017. La ultraderecha, que logró hace dos años un 26%, se ha hundido tras el escándalo de corrupcion que rompió el Gobierno en mayo hasta el 16%, diez puntos menos, y claramente por debajo del 20% que le auguraban los sondeos. Los Verdes, que se quedaron fuera del Parlamento en las anteriores elecciones, regresarían con fuerza con un 14,3%.

 

 

Los socialistas, mientras, siguen su senda hacia abajo y alcanzarian un 22%, casi cinco puntos menos que hace dos años y probablemente el peor resultado del partido en décadas. Los liberales de Neos, mientras, logran un 7,5% de apoyos.

 

 


De confirmarse esta proyección, realizada ya sobre voto real, Kurz tiene abiertas varias opciones de coalición. El líder democristiano ha afirmado durante la campaña que pretende hablar con todos los partidos y no ha descartado como posible aliado a la ultraderecha (FPÖ), con la que rompió el pasado mayo a raíz del escándalo de corrupción que afectó a esta formación y que desembocó en los comicios adelantados en los que estaban llamados a las urnas 6,4 millones de electores (de una población total de 8,8 millones de habitantes).

 

 

Kurz ha sobrevivido con la popularidad intacta a la mayor crisis política en la historia reciente de Austria y al fracaso estrepitoso de la alianza que forjó tras las elecciones de octubre de 2017 con el FPÖ, que de la mano del conservador entró por tercera vez en un Ejecutivo nacional.

 

 

La publicación por dos medios alemanes de un vídeo grabado con cámara oculta al ya exlíder ultra Heinz-Christian Strache en una casa en Ibiza acabó entre sospechas de corrupción con el primer Gobierno de Kurz. En la grabación, realizada en el verano de 2017, Strache proponía a una falsa oligarca rusa contratos públicos a cambio de ayuda de cara a las elecciones de aquel otoño, que le convertirían en vicecanciller de la mano del ÖVP. El dirigente ultra también apuntaba vías de financiación ilegal para su partido y sugirió a su interlocutora la compra del periódico popular más vendido de Austria y echar a los periodistas críticos.

 

 

El escándalo costó el cargo al vicecanciller ultra, que dimitió. Kurz decidió finalmente finiquitar la cooperación con el FPÖ tras solo 15 meses de gestión conjunta -uno de los Gobiernos más breves de la historia austriaca- marcada por comentarios racistas y antisemitas por parte de dirigentes de la extrema derecha y polémicas intervenciones del ministro ultra del Interior Herbert Kickl, protagonista de una redada en los servicios secretos interiores que ha costado al Gobierno la confianza de muchos aliados en el exterior, y de un llamamiento a “concentrar” a los refugiados en lugares concretos en un país con pasado nazi.

 

 

Días después de saltar el caso Ibiza, el Parlamento retiró la confianza a Kurz, que se convirtió así en el primer canciller destituido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un Gobierno técnico ha asumido la gestión hasta las elecciones de este domingo, en las que se elige a 183 diputados.

 

 

Kurz, que se ha presentado como víctima de las maquinaciones ultras, no ha acusado el golpe del caso Ibiza. Ha superado, según las primeras estimaciones, el resultado del 31,5% que logró en 2017 y que devolvió a los conservadores a la cancillería tras una década.

 

 

El resto de partidos ha instado al democristiano a no repetir la coalición con los ultras, con los que mantiene la mayor coincidencia programática, y se abren a conversaciones para intentar una alternativa, en la que podrían tener cabida Los Verdes, los liberales y los socialdemócratas (SPÖ).

 

 

“Los austriacos tienen en sus manos evitar la continuación del pacto”, ha clamado este domingo al depositar su voto la candidata socialdemócrata, Pamela Rendi-Wagner. El SPÖ mantendría la segunda plaza, pero baja del 26,9% al 22%, a gran distancia del vencedor de la jornada. Rendi-Wagner, de 48 años y la primera mujer en dirigir la formación (desde septiembre de 2018), ha traído nuevo brío a un partido que no ha superado la salida del poder en 2017.

 

 

La ultraderecha ha intentado disputarle hasta el último minuto el segundo puesto. A pesar del escándalo de Ibiza, el partido ultranacionalista parecía haber contenido la caída y en las encuestas rondaba el 20% de los votos frente al 26% de hace dos años. Con Norbert Hofer, de 48 años, como nuevo líder, el partido ha situado a la cabeza a la cara más ‘amable’ de la formación -aunque igualmente dura en la retórica contra la migración y el islam- para intentar convencer a Kurz de reeditar la coalición y “no escorarse hacia la izquierda”. Sin embargo, el FPÖ ha caído finalmente más de lo previsto, hasta el 16%, posiblemente afectado también por el nuevo escándalo surgido en los últimos días, que salpica de nuevo al exlíder Strache, que se presentó durante años como el adalid del ciudadano de a pie y ahora es investigado por la fiscalía por supuestamente endosar altas facturas de gastos personales al partido, que también habría pagado parte del alquiler de su vivienda, entre otros costes.

 

 

En una campaña en la que la preocupación por el cambio climático ha sustituido a la migración como tema principal de debate, Los Verdes enfilan hacia el Parlamento con un resultado que estaría por encima de lo previsto por las encuestas. El partido ecologista no logró entrar en el hemiciclo en 2017 tras una etapa de conflictos internos que llevaron a que uno de sus dirigentes históricos, Peter Pilz, de 65 años, se presentara con una lista propia y sí lograra escaños. Esta vez, aupados por el debate de la lucha contra el calentamiento global, Los Verdes regresan con fuerza, mientras que Jetzt, la lista de Pilz, se queda fuera al no superar el mínimo del 4% de los votos necesarios. Con un 7,4%, también estarán presentes los liberales de Neos, encabezados por Beate Meinl-Reisinger, de 41 años.

 

 

Con la victoria al alcance de la mano, Kurz puede renovar su alianza con la extrema derecha, o aliarse con Los Verdes y liberales, aunque la negociación con los ecologistas no sería fácil, dada la distancia con las posturas ecologistas tanto en la cuestión climática como la política migratoria. Abierta está también la opción de probar de nuevo con los socialdemócratas, ya que los dos partidos más importantes del país han gobernado juntos durante décadas. Sin embargo, Kurz desechó esa opción en 2017 por considerar que la gran coalición estaba agotada y era incapaz de llevar adelante reformas. La sintonía con los socialdemócratas no ha mejorado desde entonces.

elecciones austriaSeguidores de Sebastian Kurz, el 29 de septiembre en Viena. MATTHIAS SCHRADER AP

 

El País

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