Hasta sus más acérrimos defensores reconocen que los videojuegos tienen una capacidad de enganche que puede llegar a convertirse en un serio problema. Según un nuevo estudio, la mayoría de los gamers sacrifican horas de sueño para darle prioridad a la consola o teclado del ordenador.
Brandy Roane, directora del Laboratorio del Estudio del Sueño en la Universidad del Norte de Texas, en Estados Unidos y principal autora de la investigación, pone una cifra concreta a esta tendencia, “nuestros datos indican que el 67% de los aficionados a los videojuegos retrasan alguna vez el momento de irse a la cama”.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos realizaron una encuesta a 963 jóvenes estadounidenses, con una media de edad de 29 años, que practicaban su afición al ocio digital unas cinco noches a la semana. De sus respuestas se desprendía que trasnochaban el 36% de esas noches, y que el retraso en conciliar el sueño se cifraba, como promedio, en 101 minutos.
Aunque la investigación no prueba que jugar a altas horas de la madrugada signifique sufrir una adicción, sí sugiere que podría existir un vínculo entre ambas conductas, pues esta manía de jugar viene desde la niñez y permanece en el tiempo hasta la edad adulta. Muchas interviniendo no solo en el sueño sino el desarrollo normal de su vida.
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Busca insistentemente volver a jugar.
Pasa más tiempo jugando del que quisiera.
Si tiene que interrumpir su juego se irrita o se molesta. Muestra actitudes poco racionales.
Durante el último año ha ido aumentado sus horas de juego.
Los amigos le dicen que su manera de jugar le traerá problemas porque notan un cambio en su comportamiento.
Ha dejado actividades (deportes o estudios) por seguir jugando.
Cuando está con amigos o en la escuela está pensando en cuándo volver a jugar.
Su frecuencia de juego es diaria.
Las sesiones de juego son de más de 4 horas.
Cuando está más grande comienza apostar dinero para aumentar sus sensaciones cuando juega.
A tu salud light
