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Un viajecito a Rusia

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Un viajecito a Rusia


 
Qué suerte tienen algunos. Poder viajar en avión privado a cuerpo de rey es sencillamente extraordinario. Asistir a uno de los desfiles militares más impactantes del mundo, con soldados que parecen de plomo y que marchan de una manera tan peculiar, es maravilloso. La plaza roja de Moscú en verano, nada mejor.

 

 

Y pensar que todo esto fue posible porque la cabeza del jefe tiene precio. El mandamás no puede salir de Venezuela porque se arriesga demasiado. Entonces, manda a su canciller. Una de las razones principales para no faltar a este sarao del 75 aniversario de la Gran Guerra Patria es que le deben tanto a Putin que no pueden dejarlo solo en esta conmemoración.

 

 

Si Venezuela no hubiera asistido, el palco de dignatarios solo hubiera reunido a antiguos países de la Unión Soviética y algunos amigos. Estaban allí los mandatarios de Azerbaiyán, Armenia, Belarús, Kazajstán, China, Palestina, Mongolia, Moldova, Serbia, Uzbekistán, Abjasia, Osetia del Sur y el enviado del régimen. Son pocos los que giran alrededor de la órbita rusa.

 

 

Putin, como siempre, fue muy “objetivo” al afirmar que sin la intervención del ejército rojo no se hubiera acabado el nazismo. “El pueblo soviético derrotó al nazismo, fue nuestra gente, nuestra gente llevó su sacrificio hasta el final. Esta es la verdad que debemos llevar”, dijo. Es un discurso hecho como si la URSS no se hubiera disuelto, como si Gorbachov hubiera sido un sueño.

 

 

El canciller del régimen debió sentirse como Fidel cuando fue a Moscú a presenciar un desfile en el mismo lugar, solo que no le cedieron el micrófono para que gritara “Patria o muerte, venceremos”, aunque estaría de más, porque va ganando la muerte por estos lados.

 

 

Con mucho orgullo, el enviado usó sus redes sociales para decirle a sus seguidores (reales o imaginarios) que se reunió luego del desfile con su homólogo, Serguei Lavrov. Para amenizar su tuit usó de fondo el Himno Nacional de Rusia. Se le vio a gusto, campechano, como si nada estuviera pasando en el mundo, mucho menos en Venezuela.

 

 

Lo más lógico es pensar que no hayan molestado a Putin con el dinero del viaje ni de la estadía, porque el Kremlin ya ha prestado demasiado a Venezuela. Las cuentas rojas del régimen solo aplican para sectores como la salud, no hay fondos para comprar los implementos que necesitan los médicos para resguardar sus vidas contra el coronavirus, pero para viajecitos de verano, sí.

 

 

No se descarta que se haya aprovechado la visita para pedirle cacao al gobierno ruso, porque es obvio que necesitan más dinero para seguir agarrados de la silla de Miraflores. Nadie sabrá, sin embargo, cuál sería la respuesta a estas peticiones.

 

 

Una vez más prefirieron anotarse en celebraciones foráneas y jalar mecate a sus amigos, que invertir el dinero en salvar vidas de venezolanos. Es más importante la Gran Guerra Patria que la Batalla de Carabobo. Qué sabe el régimen de independencia.

 

 

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