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Un país sin maestros

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Un país sin maestros


 
 Como si los niños venezolanos no estuvieran sufriendo lo suficiente, también se están quedando sin maestros. La asistencia escolar ha disminuido vertiginosamente, porque los muchachos no tienen ni siquiera zapatos para caminar hasta la escuela.

 

 

Este año 46% de los alumnos quedó fuera del sistema. Pero los mismos problemas que afectan a los alumnos, maltratan a los docentes.

 

 

Al mandante se le ha dicho de mil maneras, no es posible que un maestro tenga que caminar kilómetros con el estómago vacío para enseñar a los alumnos en aulas sin luz o escuelas sin agua. Esa es la razón por la que muchos docentes han decidido engrosar los números de los migrantes venezolanos.

 

 

Casi la mitad de los 500.000 maestros que había en 2015 han abandonado los salones de clases. Estos profesionales no escapan de la tragedia de tener que vivir con menos de 10 dólares al mes. Ni siquiera trabajando en varias escuelas pueden acercarse al costo de la canasta básica.

 

 

 
 

¿Acaso el régimen no se da cuenta de que perder a los maestros es perder la esencia misma del futuro del país?

 

 

Los padres saben que después de la casa, la educación escolar es la que ayudará a sus hijos a labrarse la vida. Pero es duro observar que este trabajo no es valorado por los que se hacen llamar ministros.

 

 

La encuesta de condiciones de vida que hacen las universidades venezolanas tienen el asunto bien estudiado. Tanto las escuelas como los hogares sufren por el colapso de los servicios básicos.

 

 

El régimen les adeuda a los maestros 220% de aumento salarial. Pero la gente de Maduro se hace de oídos sordos, aunque los docentes han salido a la calle a reclamar su dinero y a defender sus derechos. Ni siquiera la amenaza de una huelga le hace voltear la mirada al jefe del régimen.

 
 

Poco le importa que sean los niños al final los más afectados. Los hijos de los profesores y los hijos de toda Venezuela. El sistema educativo se está resquebrajando y la salida de los docentes de los salones de clase hace cada vez más difícil emprender las tareas de recuperación.

 

 

A los maestros entonces les toca enfrentar la crisis económica fuera de las escuelas, negándose la oportunidad de ejercer la profesión para la que se formaron. E incluso, dejando el país que los vio nacer.

 

 

Las proyecciones para el año que viene no son ni remotamente mejores. Los expertos consideran que la crisis del sistema educativo puede empeorar.

 

 

Hay que insistir, los más afectados no son ni siquiera los adultos, sino los niños, que se quedan sin escuela y sin futuro.

 

 

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