Léonard Trierweiler hizo alusión a las cuentas de la madre de Louis Sarkozy cuando vivían en el Elíseo.
Un hijo de Nicolas Sarkozy, ex presidente, y un hijo de Valérie Trierweiler, ex de François Hollande, han polemizado agriamente a través de Twitter aportando una diversión avinagrada a sus respectivos «seguidores», entre el espectáculo, el odio y la podredumbre.
Louis Sarkozy (1997) es hijo del ex presidente y su segunda esposa, Cécilia Attias Albéniz. Tiene una posición familiar compleja. Sus hermanos mayores, Pierre (1985) y Jean (1986), hijos de Sarkozy y su primera esposa, Marie-Dominique Culioli, tuvieron una infancia feliz en una familia que duró unos años. Louis, por el contrario, sufrió desde niño las tribulaciones sentimentales de sus padres, que se divorciaron cuando él apenas había cumplido los diez años. Su hermanastra Giullia, nació tras el matrimonio de Sarkozy y Carla Bruni, el 2008.
Entre tímido y «agresivo» verbalmente, Louis Sarkozy no duda en arremeter con cierta violencia verbal contra los enemigos reales o presumidos de su padre, que tiene muchos adversarios de muy diversa índole. Y soporta mal unas críticas que caen como granizo violento.
Léonard Trierweiler (1998) es hijo del segundo esposo, Denis Trierweiler, de la ex compañera sentimental de François Hollande. A su edad, también arrastra como puede las aventuras sentimentales de su madre, con unas relaciones muy complejas con su padre, el primer esposo de su madre, el presidente de la República y la «corte» política, personal y audiovisual de una familia «recompuesta» en varias ocasiones. Se «desahoga» con facilidad a través de sus cuentas en las redes sociales, oscilando con frecuencia en chistes fáciles que sus adversarios pueden considerar ofensivo.
El niño de Valérie Trierweiler comenzó aludiendo a la tarjeta de crédito de la madre de Louis Sarkozy, cuando éste y su madre vivían en el Elíseo, antes de la llegada de Carla Bruni. El niño de Sarkozy le responde que el paso de su madre por el lecho del Elíseo costó a los contribuyentes más de 400.000 euros… A partir de ahí, el uno y el otro se enzarzan en un rosario de insinuaciones que rozan la charca pública. Padres, madres y amantes del uno y el otro intentan sofocar tan «infantiles» desahogos, dando a la polémica un tono agrio, muy rosa podrida.
Fuente: ABC.es
