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Tensiones e intrigas rodean al ejército de Venezuela: el sostén del gobierno de Maduro

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Tensiones e intrigas rodean al ejército de Venezuela: el sostén del gobierno de Maduro

 


En Venezuela, el 5 de julio es una fecha tradicional para demostrar fuerza y solidez institucional, con un masivo desfile militar y la ratificación de lealtades uniformadas a quien ocupa la Presidencia de la República.

 

 

Pero en 2019 los cuestionamientos no son pocos. Por una parte, ronda en los cuarteles las mismas discusiones que en la calle: la legitimidad presidencial. Nicolás Maduro es señalado de no haber sido reelecto legalmente en 2018 y, por tanto, estar usurpando el poder ejecutivo que desde el Parlamento nacional se afirma le corresponde a su presidente Juan Guaidó.

 

 

Por la otra, y no desconectada, la primera mitad del año ha transcurrido con al menos tres levantamientos militares y la develación de otras tantas conspiraciones para derrocar a quien dirige la “Revolución Bolivariana”.

 

 

La más sonada fue la del pasado 30 de abril, con la deserción incluso del jefe de inteligencia Manuel Cristopher Figuera, ahora en Estados Unidos y “develando” secretos del “aparato criminal” que, afirma, encabeza el mandatario venezolano. Sus compañeros de promoción aún están activos.

 

 

En el medio del huracán, el cargo del ministro de la Defensa. El nombre que asumirá ese despacho se ha mantenido en vilo. Vladimir Padrino López es el titular desde 2014, y quien más ha durado al frente de esa oficina. Es el último integrante de su promoción que permanece activo.

 

 

Su rol ha sido fundamental hasta ahora. Tanto, que cuando tuvo lugar el levantamiento militar del 30 de abril, las reacciones más esperadas fueron las suyas. Pero se mantuvo leal, habló de militares que han intentado ser comprados –él mismo es señalado de haber participado de la conspiración frustrada– y exigió a la oposición hacer planteamientos serios a los cuarteles: “Si quieren ganarse el respeto de la Fuerza Armada, dejen la guachafita”.

 

 

“Se le reconoce en los círculos militares como el hombre más brillante que hay, pero es un genio incontrolado”, lo califica el general retirado Clíver Alcalá, excomandante del Ejército y ahora un opositor exiliado.

 

 

 


“Padrino encarna la simbología del poder. Es un general de cuatro soles. En el gabinete hay ministros militares y ninguno tiene ese rango, por eso se le respeta”, explica Rocío San Miguel, analista militar y presidenta de la ONG Control Ciudadano.

 

 

Luego del 30 de abril, no obstante, los días de Padrino como ministro han estado contados. Y tres posibles sustitutos se asoman: dos pertenecen a las promociones de 1986 –la que se alzó con Hugo Chávez en 1992– y uno a la de 1987, que en su momento encabezó Diosdado Cabello, ahora el segundo hombre fuerte del chavismo y quien controla las riendas del partido de gobierno.

 

 

Ellos son: el almirante Remigio Ceballos, quien encabeza el Comando Estratégico Operacional, la segunda posición más importante del estamento militar venezolano, de retórica dura e ideologizada.

 

 

El mayor general Jesús Suárez Chourio, actual comandante del Ejército y antes asistente directo de Chávez, con quien conspiró hace tres décadas. Por último, el mayor general Alexis Rodríguez Cabello, primo de Diosdado Cabello, y excomandante de la Guardia de Honor presidencial, ahora jefe de comando en toda la región capital.

 

 

Uno de ellos podría ocupar el Ministerio de la Defensa en un país donde la Fuerza Armada Nacional está bajo la lupa por sus lealtades y sus propias condiciones operativas.

 

 

Según Giovana de Michele, internacionalista y exprofesora de la Academia Militar, la institución se ha resquebrajado. Y la investigadora Sebastiana Barráez, que le sigue el pulso a los cuarteles, afirma que se está al borde de una implosión.

 

 

No es la primera vez que se habla de problemas. Los recientes ascensos militares fueron motivo de pugnas. El diario TalCual reportó que el secretismo se mantuvo hasta última hora y, finalmente, 183 generales y almirantes fueron ungidos al frente de una estructura sobredimensionada en la cual se premió a quienes han encabezado operaciones para desmontar supuestas conspiraciones.

 

 

Nicolás Maduro insiste en que el Ejército es leal, bien disciplinado, bien organizado, “unido y cohesionado como nunca antes”, dijo el 24 de junio pasado. Ese día, que habitualmente incluye un desfile, apenas mostró una parada militar madrugadora y con pocos efectivos presentes. “Nunca se preparó otra cosa porque hay mucha desconfianza. Existe la sospecha de que hay militares planeando una rebelión en contra de Maduro”, afirma Barráez.

 

 

Unos 160 militares están presos en Venezuela acusados de conspirar. El caso más reciente involucra al capitán Rafael Acosta Arévalo, quien supuestamente participaba de una componenda con otros efectivos activos y retirados y fue capturado, sometido a torturas y asesinado en cautiverio por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar.

 

 

Todo ello, en medio de una Fuerza Armada que agrupa, según cifras oficiales, unos 130 mil funcionarios activos, a pesar de los reportes de masivas deserciones y peticiones de baja, impulsadas por la migración que ha arrastrado fuera de Venezuela a más de cuatro millones de personas, de acuerdo a registros de Acnur: el equivalente al 14% de la población venezolana.

 

 

Pero también, al respecto de una Fuerza Armada que va más allá de los cuarteles y mantiene control, por ejemplo, sobre la distribución de combustibles. Hasta 2017, se constituyeron 14 compañías militares en áreas clave, con lo cual el poderío económico de la FAN asciende a un total de 20 industrias.

 

AFP

 

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