Sobredosis de cinismo

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Sobredosis de cinismo

Como ya es costumbre durante las campañas electorales del socialismo del siglo XXI –encarnado en el partido PSUV y sus aliados– paralelamente a las cadenas de promesas para incautos que diseñan los grupitos congregados alrededor del jefe máximo alojado en Miraflores, surgen extrañas noticias sobre los éxitos de los ministros, fiscales y contralores que durante el transcurso del año jamás dieron pie con bola.

 

 

Ahora han puesto de moda una insólita trama que tristemente lleva por nombre “Operación Manos de Papel”, y decimos “tristemente” porque, desde que Hugo Chávez llegó al poder, los militares no han hecho otra cosa que negarle papel a la prensa independiente con la perversa intención de manejar sus chanchullos a la sombra. Los resultados, como era de esperarse, están a la vista: sumas multimillonarias colocadas en paraísos fiscales como salvaguarda del futuro de las familias chavistas.

 

 

 

Y no se crea que estas son cifras inventadas por la oposición para indisponer a la opinión pública y fomentar el odio hacia los civiles y militares chavistas. Para nada. En ayuda de la sociedad venezolana ha acudido nada menos que la Fiscalía General de la República (en Venezuela todo es general, hasta el hambre) dando a conocer las grandes operaciones de despojos del tesoro público ocurridas en tiempos del fallecido presidente. Desde luego la valentía de quienes acompañaron a Chávez en sus días de gloria no los lleva a señalarlo como el origen de esas perversiones.

 

 

 

Pero, jugando por carambolas, van atacando a sus más cercanos colaboradores, al círculo de sus amigos íntimos, a nada menos que aquellos que se prestaron a todas las jugarretas y triquiñuelas para complacer al jefe. Hoy son perseguidos por ser “tan amigos”. Si no fuera por la envidia, las rivalidades internas y las miserables ambiciones de poder, nada se sabría con tanto lujo de detalles desde el estricto y riguroso centro del chavismo. Todo hubiera quedado en las sombras impenetrables que maneja el general Motta Domínguez, ministro sin luz y falta de energía eléctrica.

 

 

 

Lo cierto es que al heredero de Chávez lo han arriado por el camino de la perdición y nada mejor para ello que separarlo de su mentor. No olvida el heredero que su “padre” (tal como lo proclama cada vez que tiene ocasión) no escatimó insulto alguno para demostrarle a los integrantes de su gabinete, y a sus colaboradores cercanos, que el único capital político con el que contaba el ahora mandatario y aspirante a la reelección era él, Chávez, y nadie más. Si alguien tiene alguna duda pues que se lo pregunte a Arias Cárdenas que, sin querer queriendo, fue testigo de la reprimenda.

 

 

 

En estos días que quedan de campaña (dicen que presidencial) aparecerán otros escándalos ligados al pasado y dirigidos como torpedos hacia las naves enemigas de lo que alguna vez fue el chavismo del Samán de Güere, lugar del juramento inicial de la tragedia que hoy nos lleva barranco abajo.

 

 

Por ejemplo, las redes sociales alertan sobre la detención en España de una afortunada enfermera y su marido, multimillonarios de repente, ligados al entorno de Chávez. Y de Andrade, tesorero de la República sin credenciales para ello, pero con un buen y solito ojo para disponer de lo ajeno.

 

 

Editorial de El Nacional

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