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¿Por qué solemos olvidar el nombre de las personas?

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¿Por qué solemos olvidar el nombre de las personas?

Es posible que también tú seas una de esas personas a las que los nombres, se les escapan como el humo que desaparece por una ventana abierta. Pongamos un ejemplo: la noche pasada estuviste en un cumpleaños y te presentaron a gente nueva, sin embargo, ahora eres incapaz de recordar ni uno sólo de sus nombres. ¿Cómo puede ser?

 

 

O peor aún, sales a la calle y te encuentras por casualidad con un viejo compañero de trabajo. ¿Cómo se llamaba? Eres incapaz de recordarlo, así que te las ingenias durante la conversación para no tener necesidad de pronunciar su nombre. Sea el que sea.

 

 

Puede que tú seas una excepción, pero es este fenómeno es muy frecuente. Te explicamos por qué.

 

 

1. Pensamos en otras cosas

 
Habitualmente, cuando nos presentan a una persona nuestra atención no está puesta al 100% en escuchar su nombre. Estamos pendientes de otras cosas: en estrechar su mano, ofrecer los dos besos de cortesía, pensar si nos hemos puesto desodorante o no, o en si esa persona nos resulta atractiva.

 

Nuestro cerebro está pendiente de un sinfín de estímulos y de preocupaciones internas, de modo que la memoria auditiva pasa a un discreto segundo plano.

 

 

2. ¿Nos interesa de verdad recordar ese nombre?

 

Nuestro cerebro suele ser más emocional que racional. Casi sin darnos cuenta nos movemos más por instinto que por lógica, así que en muchas ocasiones olvidamos los nombres asociados a determinados rostros porque, sencillamente, es información poco relevante para nosotros.

 

Ahora bien, cabe señalar que las personas más sociales suelen tener más facilidad para recordar nombres. Establecen más eficazmente una asociación “nombre-rostro- escenario”. Para este tipo de perfiles los estímulos nuevos y las personas “nuevas” son aspectos que recuerdan mejor que las personas más introvertidas, quienes focalizan la atención sólo en aquello que les interesa verdaderamente.

 

 

3. Un nombre no aporta información significativa

 
El cerebro es un buen economizador y sólo guarda información relevante. Un nombre por sí sólo, es una etiqueta vacía. Si no establecemos algún tipo de emoción o experiencia particular con esa persona, seguramente se nos olvide su nombre.

 

Habitualmente, podemos recordar algún detalle del rostro de la persona, la sensación que nos dejó, el matiz de su voz o si nos fue agradable o no conocerla. A más intensidad emocional, más recuerdo. También puede suceder que en ese momento estemos rodeados de demasiados estímulos y el cerebro es incapaz de procesarlos todos y de quedarse con los nombres, a no ser que una persona nos interese más que otras. En ese caso, lo recordaremos prácticamente todo.

 

 

Así que no te preocupes, si también tú eres de esas personas que olvidan los nombres con facilidad, échale la culpa a tu cerebro, esa máquina casi perfecta a quien le gusta más moverse por emociones que por la razón.

 

 

Si te ha gustado este artículo descubre también unas curiosidades sobre tu memoria.

 

Fuente: Supercurioso

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