En una carrera a contrarreloj, signada por la incertidumbre de no poder desplazarse con prontitud, termina convirtiéndose un simple viaje en el Metro de Caracas para las personas con discapacidad, movilidad reducida o adultos mayores, quienes deben lidiar con escaleras mecánicas dañadas y falta de personal de atención para abordar un vagón.

Richard Cedeño, quien es usuario asiduo de la Línea 1 del Metro y se desplaza en silla de ruedas a causa de un padecimiento congénito, relata que con frecuencia debe desviarse de su ruta original para hallar una estación donde las escaleras mecánicas funcionen y pueda hacer transferencia.

Ayer no fue la excepción. Cedeño, quien decidió desembarcar su tren en Plaza Venezuela para regresar a Chacaíto, no pudo hacer la transferencia en esa terminal debido a que las escaleras mecánicas del andén con dirección Propatria estaban fuera de servicio. La situación lo obligó a hacer el transbordo en la parada del Colegio de Ingeniero. Se trata de una dificultad que a María Contreras le impide acceder con facilidad a estaciones como Chacaíto, La Hoyada, Gato Negro, Capitolio y otras donde, a su juicio, las escaleras son apagadas adrede para evitar desgastes en las correas. «Son despiadados e inhumanos», dice la mujer quien carece de una pierna.

A propósito de ello, la dirección del Ministerio de Transporte precisa que el Metro de Caracas suma un total de 323 escaleras mecánicas, de las cuales cada día quedan inoperativas entre 5 y 7. Lo que supone al menos 25 por semana.

El despacho señala que las escaleras dañadas son puestas en servicio en un lapso de dos días e indican que en algunos casos la reparación demanda más tiempo, lo que dificulta la movilidad de los usuarios.

Un trabajador de la empresa estatal, que pidió no ser identificado, indicó que la división Electromecánica, que es la responsable del servicio de mantenimiento preventivo y correctivo, posee un stop muy limitado de repuestos.

«Cada vez se nos hace más difícil atender las fallas a tiempo porque no se consiguen los repuestos de los equipos. Los ascensores de las líneas 3 y 4 no cuentan con piezas sustitutas. Estamos en una situación muy comprometedora porque además hay mucha limitación con el personal. Necesitamos buenos técnicos», dijo.

Ricardo Sansone, antiguo inspector de operaciones del servicio subterráneo, cree que debe reforzarse el mantenimiento para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.

Sansone recuerda que las escaleras que fueron instaladas por la contratista Otis suman más de 30 años de servicio, cuyo número se ubica en 106, de acuerdo con información oficial. En torno a la falta de repuestos, advierte que la compañía debe completar un proceso burocrático que requiere varios meses para importar los repuestos necesarios. «Un tren puede descargar 1.200 personas en una estación y las escaleras mecánicas permiten despejar los andenes con mayor rapidez, puesto que estas avanzan 0,50 metros por segundo», explica.

Sansone considera necesario que el nuevo aumento aplicado por el Metro, que se ubica en 167%, sea destinado a resolver necesidades de limpieza, fallas en torniquetes e iluminación, a través de planes de mantenimiento que permitan cumplir con las premisas de seguridad, rapidez y confort con las que fue fundado el subterráneo.

Una escalera eléctrica puede llegar a sumar hasta 20 horas operativa, lo que produce desgastes de sus correas y peldaños que pueden soportar hasta 150 kilos, aunque siempre no se cumpla; tal como ocurrió en septiembre de 2013 cuando una escalera se desplomó y decenas de usuarios resultaron heridos tras caer a la fosa de la misma.

JULIO MATERANO

 EL UNIVERSAL