Errar es de humanos. Echarle la culpa a otro, es política”. Esta máxima de Hubert Humphrey identifica perfectamente al gobierno venezolano. Es cierto que muchos gobiernos usan la táctica de culpar a otros de sus fallas o fracasos, pero al venezolano se le pasó la mano. Sin embargo, no extraña, porque el modelo a seguir es el cubano. Los hermanos Castro llevan casi sesenta años culpando de todo lo malo que sucede en la isla al bloqueo estadounidense.

El miedo es la primera emoción que sentimos, tan pronto dejamos el claustro materno. Salir de un ambiente donde todo está resuelto y controlado para entrar en otro donde todo es incierto y desconocido, nos llena de miedo. Y como un reflejo, nos volvemos controladores: tratamos de controlar para sentirnos seguros. Y una manera de controlar, primitiva e inmadura, es culpar a los otros de nuestros errores.

Martha Nussbaum, distinguida profesora de leyes y ética en la Universidad de Chicago, ha escrito mucho sobre el uso de la culpa en política: “la culpa dirigida por el miedo proporciona la ilusión de control sin enfrentar y resolver el problema subyacente, y es una fuente de gran peligro, ya que puede conducir a la deshumanización e incluso a la violencia”.

Las sanciones que el gobierno norteamericano ha impuesto –y por lo visto, seguirá imponiendo– a conspicuos personajes del gobierno venezolano, son ahora “el bloqueo” (¡qué poco originales!). “El bloqueo” es culpable de todo lo malo que ha pasado en este país desde 1999. De todo lo que culparon a “la oposición apátrida”, a las iguanas, a las ratas, a Henrique, a Leopoldo, ahora tiene un nuevo causante: “Trum”. Aquí llevamos más de dos años con una inflación galopante y una escasez progresiva, pero con unas sanciones de una semana de edad, ahora la culpa es de “Trum”. La crisis de medicamentos, de más tiempo aún que la de alimentos, es culpa de “Trum”. Los raspados de olla son culpa de “Trum”. La inseguridad es culpa de “Trum”. Seguramente el narcotráfico y el terrorismo también lo son.

Es fácil perder las esperanzas y las perspectivas cuando se ha errado como el gobierno ha errado. Y el error se convierte en fracaso cuando se empieza a culpar a otros de las propias fallas y no se hace nada por remediarlas. Señores, tomen nota.

Carolina Jaimes Branger

@cjaimesb