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Vuelta a la calle

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Vuelta a la calle

Un nuevo brote de represión pura y dura, además de los más funestos y falaces rumores echados a rodar en las redes sociales, han sido los únicos recursos esgrimidos por el chavismo para sabotear lo que promete convertirse, este primero de septiembre, en la más concurrida manifestación de protesta nacional que se haya celebrado en el país.

 

 

 

No se trata, como se ha querido hacer ver desde el chavismo, de una movilización cuyo objetivo sería crear el caos para generar un golpe de Estado, sino de un testimonio multitudinario dirigido a forzar la celebración de un referéndum que revoque el mandato de Nicolás Maduro. Mal querría la oposición acudir al expediente de la Fuerza Armada cuando cuenta con una mayoría aplastante en todos los sondeos de opinión, además, claro está, de rechazar cualquier método, distinto al democrático y electoral, para poner fin a la trágica farsa chavista.

 

 

 

Al contrario, es la burocracia chavista, cuya única base de sustentación reposa sobre el alto mando militar, la que ha desatado la violencia, la persecución y el encarcelamiento arbitrario de dirigentes de la oposición con el fin de sembrar el miedo y frenar lo que ya resulta irrefrenable. No les queda ninguna otra manera de combatir al adversario porque además de haber perdido el apoyo popular carecen de argumentos creíbles para justificar el hambre, el despojo, la pobreza, la corrupción, la violencia y la muerte reinantes, antes que la justicia social, el empoderamiento de los ciudadanos, la honestidad, la abundancia, la paz  y la vida holgada que ofrecieron, haciendo exactamente todo lo contrario e imponiendo a rajatabla un modelo que ya no da para más.

 

 

 

Pero antes que reconocer el fracaso y darle paso al relevo democrático mediante las previsiones constitucionales, que les brindarían una salida loable, se aferran al poder perdidas ya hasta las apariencias. Así, una vez llegados a estos niveles tan bajos no les importa mostrar su verdadero rostro y actuar en consecuencia, valga decir, sin ningún recato o freno ético ante la inminencia de un cambio imposible de evitar. De allí la necesidad de mostrarle al mundo y a los empecinados del chavismo un primero de septiembre que sea expresión masiva de un pueblo pacífico pero resuelto a la hora de tomar la calle, consciente de su papel y capaz de luchar por recuperar sus derechos apelando al método democrático por excelencia.

 

 

Roberto Giusti

@rgiustia

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