Voluntad y visión política
julio 8, 2016 10:09 am

Venezuela atraviesa un tiempo crítico formado por la unión de varias crisis: económica, social, salud, energía, agua, seguridad ciudadana, ética, moral, institucional, y de liderazgo político. Somos un país colapsado, casi paralizado que se deshilacha poco a poco, como las banderas derrotadas abandonadas a los vientos. El desenlace luce catastrófico, a menos que se tomen medidas y decisiones apremiantes, pero, más que urgentes, adecuadas. La tragedia social reclama cambios, son obligadas e indispensables la visión y voluntad política.

 

 

¿Qué es voluntad política? Un grupo de personas, especialmente si forman parte de uno en particular, o de distintas organizaciones o partidos políticos, opositores, oficialistas, o de diversos gobiernos relacionados, que se ponen de acuerdo, que coinciden mental y espiritualmente en un tema que afecta a millones de personas, es lo que los analistas llaman “visión política”; y a la decisión de aplicarla y actuar en base a ella, “voluntad política”. Palabras que cuando son mal expresadas al pronunciarlas a quienes han sufrido y sido víctimas, causan terror, pánico y se convierten en sinónimos de desgracia, desdicha.

 

 

Habitualmente, la visión y su voluntad política se justifican, se esconden, tras el viejísimo pretexto de defender, apoyar, proteger y cualquier otro verbo llamativo, al pueblo. Son tantos los que defienden y socorren a la población, que terminan aplastándola, hundiéndola en lodazales de frases elocuentes y faraónicas, grandes titulares de prensa, declaraciones políticas necias, sin importancia y basureros conceptuales; todo ese bosque abarrotado de hojas que envejecen, se desploman y flores que se marchitan antes de producir frutos; por eso no generan nunca pueblos felices sino masas amontonadas y olvidadas, de las cuales los productores de visiones y voluntades políticas se acuerdan sólo cuando sienten que les conviene y las necesitan.

 

 

Para los estrategas y armadores de cualquier “visión política” eso que llaman “pueblo” no es más que un grupo mayor o menor de votos sin voluntad propia sino inducida por despliegues de propaganda prediseñada, conducidos lo más ordenada y confiable posible para apoyar lo que los pontificadores de la “voluntad política” recomiendan y que coincide con lo que a ellos conviene. Algunos se preguntan ¿qué barbaridad es esa?, pero no es tal, es pura y compleja verdad que muchos no se atreven a decir. Un buen ejemplo hoy en día es que todos desmienten con vehemencia -a presunta conveniencia- las negociaciones entre parte de la oposición y algunos oficialistas, desmentidos que por los indicios; las hubo, las hay y seguirá habiéndolas.

 

 

O lo que creen que les conviene, porque politicastros hay montones, pero hombres y mujeres de estado –estadistas- muy pocos. Suele ocurrir que esos politiqueros hagan creer ventajosas acciones y realidades que no lo son tanto, actividades, programas políticos y de gobierno que, en la diaria práctica, perjudican.

 

 

 

Por ejemplo, en el sorprendente tropezón de los comunisteros de Podemos en España, que han hecho todo lo que juraban era su fortaleza pero en las recientes elecciones no sólo no superaron al ya bastante abatido Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sino que perdieron un millón y más de votos, retroceso que los alejó del segundo lugar y del liderazgo opositor, encallándolos en un lejano tercer lugar en el cual cualquier cosa puede pasar -sólo los sostiene la lejanía entre los dos principales partidos y la nueva juventud española que es, al mismo tiempo, la más preparada de la historia, la más ansiosa de fiestas y fines de semana regados de estimulantes y la que más dificultades confronta para conseguir trabajo digno, bien remunerado y acorde con su formación académica. Son los jóvenes que no ahorran, que no se casan ni tienen hijos, que viven con sus padres hasta pasados los 30 años.

 

 

 

Muestra es el desconcierto y la falta de proyectos concretos de los ideólogos de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que desarrollaron una amplísima campaña promoviendo el llamado “Brexit”, y tras ganar en, reciente referendo, no saben qué hacer y sus propios dirigentes están renunciando e incluso, abandonando la política. Loable iniciativa que algunos deberían considerar con esmero y formalidad.

 

 

Refiriendo algunos ejemplos cercanos de cómo la “visión política” y la realidad que vivimos usted y yo, o sea, “el pueblo”, se adultera, basta observar impotentes el diario retroceder de nuestro país, al comparar la “visión política” del chavismo, del atolondrado e incompetente madurismo, y la siempre chillona, nunca eficiente voluntad política que ha arruinado al país y a los venezolanos honestos en los últimos 17 años. Además de la prepotencia y el autoengaño militar, que ofrece eficacia y sólo ha dado, en la ultra militarizada Venezuela de tres lustros y dos años recientes, represión y malos manejos administrativos.

 

 

 

Del lado opositor se evidencia la falta de “voluntad política”, con la absurda insistencia en mantener ocultos los diálogos políticos. En el caso de la presunta doble nacionalidad del Presidente Maduro, incertidumbre trascendental a la cual miembros importantes de la clase política no le dan importancia, desprecian y hasta se burlan declarando tonterías y haciendo nada. Las pruebas demuestran la veracidad de los hechos pero la voluntad política al no investigar ni pronunciarse, con su silencio desestima y a veces se convierte en cómplice.

 

 

 

Otro ejemplo espeluznante es lo patético de la profunda crisis ética y moral y la impunidad que existe en el país sobre la corrupción y aquellos que se robaron el dinero de todos, del pueblo –aparentemente conocidos-; sobre las intenciones de recuperar lo hurtado sólo se manifiestan en vagas amenazas verbales, declaradera de estulticias y sandeces que no producen efectos ni sustos, ni parecen tener propósito de provocar resultados. Suele decirse: “si hay voluntad política, un inocente puede ser considerado culpable y nada lo podrá amparar.” O, como ha sucedido en Venezuela, lo contrario. No hay “voluntad política”, nos guste o no reconocerlo. Es triste, pero es la realidad irrefutable e incontrovertible.

 

 

 

El gobierno está imposibilitado para superar la crisis invocando paradigmas políticos y económicos desgastados que, además, estimularon el trance. El Gobierno se empeña obsesivo en aplicarlas y continuarlas con la excusa inservible e inverosímil del originalmente equivocado legado de Chávez. Sin embargo, ante tan inmenso aprieto, el oficialismo luce cansado, postrado, ha perdido el control de casi todo y se descompone en el plano moralista. Sus iniciativas son abortadas por el burocratismo y la corrupción. El Presidente lo sabe, lo reconoce, pero no tiene ni la fuerza ni la autoridad para ponerle coto. Porque, para empezar, ni él ni sus colaboradores saben qué hacer más allá de platicar pendejeras en las cuales ya nadie cree ni confía.

 

 

 

Para salir de esta desgracia que sufre y acompaña a diario a los ciudadanos se requiere de una “voluntad política” radicalmente diferente e inteligente, en la cual las ventajas personales, grupales, partidistas y políticas se dejen de lado y no se antepongan al único beneficio que debe considerarse, el de todos los venezolanos. Ésas sí serían visión y voluntad políticas que valen la pena.

 

 

 

 Armando Martini Pietri
@ArmandoMartini