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Viernes de justicia, día de ciudadanos ejemplares

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Viernes de justicia, día de ciudadanos ejemplares

La Asamblea Nacional se comprometió –por mandato y obligación popular– a elegir este viernes los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Asumimos que los diputados responsables de tan trascendental selección han hecho puntillosamente su trabajo. Se desconocen quiénes serán juramentados, pero creemos no será un ejercicio falaz y politiquero de seleccionar simpatizantes, amigos, independientes o reparto de cuotas partidistas. Si así han procedido, son tan perjuros como los contratados gobierneros a los cuales deben sustituir.

 

 

 

La mayoría de los diputados han zarandeado, con los adjetivos y calificativos más variados y perturbadores, a los actuales magistrados del TSJ y, en lo particular, a los integrantes de la Sala Constitucional. Desde espurios e ilegítimos hasta malandros, pranes, bandidos, pasando por ilícitos, sin credenciales, algunos “en vez de hoja de vida tienen prontuario” y un sinfín de etcéteras, imposibles de escribir por lo extenso. Hoy podemos añadir su inclusión a la lista de sancionados del Departamento del Tesoro americano.

 

 

 

Venezuela otorga un voto de confianza a los parlamentarios y que, justo es reconocerlo, aunque han dicho y hecho necedades y cometido errores, también han mostrado coraje criollo y mantenido abiertas las puertas de la esperanza y voluntad popular a pesar de ataques, agresiones físicas, trampas judiciales, desacatos inventados con permanente y perversa amenaza.

 

 

 

Lo que le duele en profundo al régimen es que esos legislativos acosados no se han dejado silenciar. Han sido sacados a la fuerza algunos de ellos, como a los representantes indígenas poco han hecho por defenderlos –más allá de alguna brujería poco creíble–; han sido embestidos y golpeados, han derramado su sangre; algunos han sido encarcelados, sometidos a la obediente y poco confiable injusticia militar, torturados, escarnecidos; han sido obstaculizados e insultados en sus accesos a la casa de las leyes.

 

 

 

Pero ahí siguen, sin esconderse, sin abandonar sus deberes, sin faltar a la confianza de sus electores, se han convertido en uno de los cuerpos parlamentarios más dignos de la historia venezolana, a pesar de algunos sinvergüenzas oportunistas colados e inmerecidamente diputados; nada es perfecto en democracia. Eso es lo grande del concepto, que la democracia abierta supera incluso sus propias fallas.

 

 

 

Tienen sus inevitables discusiones y diferencias internas, son dispersos, contradictorios e incoherentes. Pero ante el pueblo y la poderosa e implacable tiranía, parecen unidos, son la cara firme de la verdadera soberanía, la del pueblo que los eligió. Aunque a veces excluyentes, tercos y soberbios se enmarañan y complican. Ahora les corresponde la misión de extrema importancia, fundamental, seleccionar y elegir a venezolanos probos, experimentados, firmes, valientes, que deben tomar en sus manos, con sus conciencias como guías, la dirección y conducción de la justicia suprema venezolana, la cabeza y el alma de la Constitución, las leyes, su cuidado, aplicación e interpretación.

 

 

 

Frente a la irrupción cruel y despiadada de una dictadura armada, que solo cree en feroz brutalidad y absoluta sumisión, estas mujeres y hombres tendrán la defensa del bien supremo de la democracia, la exégesis y atención justa de la carta magna, leyes y reglamentos de la República.

 

 

 

Serán denostados, amenazados, vilipendiados, difamados e incluso atacados por la tiranía policial y militar, deben ser conscientes de ello. Pero tienen no solo la convicción del deber ante la patria y su pueblo, sino el ejemplo que la ciudadanía del país ha realizado y mantiene a pecho descubierto día tras día.

 

 

 

De los preseleccionados que no estén plenamente dispuestos a ser jueces en esas condiciones, aquel o aquella que tenga dudas, debe aclararlo y abstenerse. Se evitará el reto de la valentía y los riesgos del primer lugar en la batalla. No tienen por qué avergonzarse. La sinceridad y la verdad son meritorias y valerosas.

 

 

 

Los que sí estén dispuestos y acepten la complicada, dura, riesgosa y noble misión, reciban toda la admiración y compromiso del respaldo mayoritario nacional. Ustedes son los herederos del Bolívar estadista, del Libertador que nos dio normas y leyes, de los juristas que lo rodearon y lo siguieron. Recuerden, tengan muy siempre presente, no son políticos. Son magistrados, y esa es la mayor responsabilidad y más grande misión de un ciudadano.

 

 

 

Jurisconsultos aspirantes a ser los máximos jueces de la República; nuestro país está en plena descomposición. Den una demostración de que en la nueva Venezuela las cosas cambiarán.

 

 

 

Hoy todo un pueblo está en la calle, jóvenes mueren sacrificando futuro, por cientos son los heridos, encarcelados y torturados, día tras día, reclamando, exigiendo y luchando a pecho descubierto por la libertad, la democracia y honorabilidad republicana. Piensen en ese ciudadano y en quienes han entregado sus vidas, que cuando conviene son heroínas y héroes, cuando no, son infiltrados revoltosos anárquicos. Que injusticia ingrata. Por cierto, de los cuales tienen que ser dignos.

 

 

Armando Martini Pietri

@ArmandoMartini

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