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Vértigo de locura

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Vértigo de locura

 

 

Los teléfonos celulares con sus cámaras terminan siendo los mejores observadores en los procesos electorales. El día 20 las redes sociales transmitieron en vivo la situación de los centros electorales durante todo el día y en toda la geografía nacional. El denominador común es que la gran mayoría de ellos estaban desiertos, tal como estaba la plaza frente el centro electoral donde votó el presidente, ante cuya imaginaria multitud gesticulaba teatralmente.

 

 

No obstante, el CNE –cómo era de esperar– anunció esa noche unos resultados que parecieran contrastar marcadamente con el testimonio visual que todos pudimos ver. Ahora bien, ¿cuál es la realidad? ¿Es que acaso con eso van a resolver los graves problemas reales del país? Veamos:

 

 

 

Según cifras publicadas por el BCV de mayo de 2017 a mayo de 2018 la liquidez monetaria aumentó 5.617% y de enero a mayo de este año, 612%. Peor aún, en apenas una semana (antes de las elecciones) la citada liquidez se incrementó 16,47%. Sé que para quienes no son economistas estas cifras pueden significar poco, pero la realidad es que se trata de dinero sin respaldo que emite el Banco Central para financiar el déficit fiscal. Crece, por tanto, la cantidad de bolívares que circula en la economía en momentos en que la producción de bienes y servicio decrece aceleradamente.

 

 

 

El resultado de lo anterior es que existen muchísimos bolívares tratando de comprar bienes que no existen en el mercado. Cualquiera que tenga los más elementales conocimientos de economía sabe que la consecuencia inevitable es un aumento de los precios que será tanto más elevado cuanto mayor sea la emisión de ese tipo de dinero “inorgánico”. Por eso, nuestra Constitución prohíbe expresamente al BCV financiar el gasto público.

 

 

 

Artículo 320: “En el ejercicio de sus funciones el Banco Central de Venezuela no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.

 

 

 

En el caso del régimen venezolano, la violación de tal artículo es tan descarada que entre mayo de 2017 y abril de 2018 solamente el financiamiento a empresas públicas no financieras (léase Pdvsa) creció 246 veces.

 

 

 

Durante ese mismo lapso la producción petrolera de Venezuela ha caído aceleradamente y muchos analistas calculan que al final de 2018 podría ubicarse por debajo de 1,2 millones de barriles diarios.

 

 

 

Todo lo anterior, sumado a la destrucción masiva del aparato productivo, ha llevado a Venezuela a padecer lo que luce como una de las más severas crisis económicas en el mundo entero en medio siglo.

 

 

 

La hiperinflación que padecemos en medio de una brutal caída del producto interno bruto es la causa del brusco empobrecimiento que sufrimos los venezolanos.

 

 

 

Pero lo peor está por venir. Llevamos ya un semestre entero en hiperinflación. Conforme a las cifras que nos proporciona la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (porque en violación de la Constitución el BCV ya no las suministra), los precios crecen vertiginosamente. Si la inflación promedio mensual alcanzase 80% durante 2018, la hiperinflación de este año llegaría a 115.583%. Si tal promedio de inflación mensual fuese de 85%, la inflación del año alcanzaría 160.616%.

 

 

 

Cabe preguntarse, ¿es que acaso tan dramáticos escenarios podrán resolverse con anuncios electorales más propios de Alicia en el país de las maravillas?

 

 

 

La realidad es tan terca como dura. Ante la hiperinflación; la contracción de la economía; el default de la deuda externa; la caída de la producción petrolera; la escasez de alimentos, medicamentos e insumos; la falta de dólares para importarlos; el aislamiento internacional creciente, y la pérdida de legitimidad, los anuncios del CNE lucen como una suerte de fantasía. No es con mayores dosis del mismo veneno como se van a curar los graves males de Venezuela.

 

 

 

Y las reacciones no se han hecho esperar. Los resultados han sido desconocidos no solo por el candidato opositor, sino también por un número creciente de miembros de la comunidad internacional. Estamos cayendo por el abismo de la ilegitimidad. Nuevas sanciones están siendo propuestas en momentos en que la industria petrolera parece hundirse en un vértigo de locuras.

 

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

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