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Verdugos de nosotros mismos…

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Verdugos de nosotros mismos…

He leído el informe del Sr. Luis Almagro, secretario de la OEA, sobre Venezuela. Un dolor y vergüenza trepidante nos plena el alma. La perplejidad incita el cuestionamiento: ¿Por qué aceptamos semejante barbarie humanitaria e institucional? ¿Nos acostumbramos a vivir así?  ¿Qué nos hace permisivos a tanta ferocidad?

 

 

 

Empeñados en desterrar el mito de la habitua­ción a la violencia, queremos significar como el ser humano, en todo caso la esconde por aisla­mien­to selectivo (getos) o por la acusación deli­be­rada (externalidad). En su trabajo, El síndro­me de la autoagresión  vicariante, el profesor Ángel Oropeza explica como “ante la frustración, las personas reaccionan de maneras diversas, siendo una de las conductas más frecuentes, la agresión como una especie de drenaje catártico o aliviadero de la tensión desagradable”. La im­po­tencia de no poder contener la agresión del agente, hace que la víctima comience a agredir­se a sí misma y a los suyos, adjudicando culpas a sí mismo o a su propia familia. Es la “funesta e inútil autoagresión vicariante». ¿A quiénes auto­agre­­dimos?  Las lista es larga: Desde el propio Caldera que sobreseyó a Chávez, pasando por los partidos, la MUD; el imperio que no interviene, hasta Dios o la suerte que nos abandonó… Y no podía faltar otra lista: La de  opositores “que se malversan entre ellos”, o quienes desdicen de Almagro por su llamado a la CDI. Práctica de inmolación suicida donde sola­pa­mos nuestro holocausto inculpando al cartero.

 

 

 

Almagro ha elaborado un desiderátum inédito sobre el caso Venezuela que todo activista de DDHH debe tener como epítome de cabecera. El reporte más desgarrador que nación en Latam haya recibido por su desvío humanitario e insti­tu­cional. Atrocidades ciudadanas, políticas, eco­nó­micas, humanas, desde la tortura lacerante, sis­témica e impune, hasta la devastación repu­bli­cana y colisión descarada de los poderes públicos al servicio del poder forajido… Pero no han faltado los barbitúricos de opinión que denun­cian indiscriminadamente que la oposición le escurre el bulto al emplazamiento. No dudo que algunos pro gobierno muy destapados (Fal­cón, Rosales) bloquean el trabajo del canciller Almagro. Pero separemos rojos o morados, de azules… Oropeza agrega: «Aquí influye la perni­cio­sa contaminación chavecista de nuestra cul­tura política. Hemos comprado el juego dicotó­mi­co y maniqueo a la hora de explicar la reali­dad, con traiciones, conspiraciones, entregas y componendas en toda interpretación social, que se reduce a tres pasos: generalizar, sim­pli­fi­car y acusar”. Así queremos convertir un repor­te muy completo sobre la pérdida democrática en nuestro país, en una autoagresión vicaria don­de Almagro terminará siendo agresor, la opo­sición su verdugo y el Gobierno la víctima. ¿Por qué no nos dedicamos organizadamente a apo­yar el informe en vez  de desatar dudas y cizañas?

 

 

 

No puedo dejar de comentar la “denuncia” que circu­ló en las redes bajo el gimmick, malver­sa­do­res de información opositora contra oposito­res. Una estratagema hiriente, tendenciosa y falsa, que nos pone a un grupo de venezolanos en un cuadro de conjura contra la oposición. En lo personal me honra estar en ese ilustre tabu­lador de empresarios, políticos e intelectuales de impoluta trayectoria. Pero me sorprende la acu­sa­ción frívola, huera y friolera de quien habiendo compartido mesa, hoy nos descalifica de manera maledicente y  trapera. Ese editor sabe de nuestro trabajo como asesor de la AN, de nuestra amistad con María Corina, con Ramos Allup u otros líderes de oposición, además de nuestro perfil académico y profesional. Pero no voy a caer en la agresión vicariante. Me reservo la flema contra el adversario común. Si quería significar como hacemos leña de abedules de pie, por la espalda…

 

 

 

A los agresores de inocentes, os invito -si su pe­re­za u ociosidad os invade- a leer una página (25) del informe Almagro. Es el estudio sobre las tor­turas en Venezuela del Observatorio de DDHH del Centro de Estudios para América Latina, Cas­la. Cito: “torturas ejecutadas sin importar edad, sexo, profesión, condición social o incapacidades fí­sicas por funcionarios manifestando morbo sexual, deseos de infligir dolor en heridas abier­tas […] torturas para obtener acusaciones contra líderes políticos de la oposición […] con bolsas plás­ticas, electricidad; golpes con palos, bates, cas­cos, peinillas, puntapiés, intentos o amenazas de quemar a las víctimas; [torturas] en posicio­nes inhumanas de rodillas, amarrados de manos y pies por largos períodos de tiempo; actos las­ci­­­vos, desnudamiento y aislamientos… sin de­re­cho a llamar a su abogado y a su familia”. Re­lean por favor y denuncien a quien corresponda, antes de profanar generalizada, simplificada e irresponsablemente.

 

 

 

 

Entonces no nos acostumbramos a vivir así. Di­si­mu­lamos, evitamos o no nos comprometemos apos­­­tadamente por agredir al pariente, convir­tiéndonos en verdugos de nosotros mismos. El informe Almagro también cita a la ex presa polí­tica y ahora líder política, Aung San Suu Kyi: «A veces una parodia de una democracia podría ser más peligrosa que una dictadura manifiesta, porque le da al pueblo la oportunidad de evitar hacer algo al respecto.» Hagamos más.

 

 

 

@ovierablanco

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