Venezuela, la dictadura imperfecta
diciembre 18, 2013 7:29 am

En un debate con Octavio Paz, en medio de un encuentro de intelectuales realizado en México, en agosto de 1990, Mario Vargas Llosa, soltó una frase que cayó como un balde de agua fría al calificar al gobierno de México dirigido por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como la dictadura perfecta. Se refería Vargas Llosa a que con apariencia de democracia, el sistema de dominación que había instalado el PRI en México tenía la fachada de democracia, pero en el fondo se trataba de una dictadura.

 

El escritor mexicano Enrique Krauz explica de esta manera lo que dijo Vargas Llosa en aquella ocasión: “La dictadura perfecta no es la Cuba de Fidel Castro: es México, porque es una dictadura de tal modo camuflada que llega a parecer que no lo es, pero que de hecho tiene, si uno escarba, todas las características de una dictadura”.

 

No se trataba en el caso de México de una dictadura vulgar como la impuesta por Fidel Castro con el uso de la fuerza bruta, mediante fusilamientos masivos, prohibición de los partidos políticos, eliminación de la libertad de prensa, monopolio político por parte del Partido Comunista, persecuciones a la disidencia, entre otros aspectos.

 

Detrás de la escena de aquel México que fue referente cultural para el mundo, que acogía a los exiliados y perseguidos políticos de cuanto régimen militar hubiese en América Latina, se escondía una maquinaria bien aceitada y cronometrada de dominación, comenzado por el movimiento sindical totalmente secuestrado por el PRI, un sistema judicial corrompido igualmente al servicio de ese partido y una estructura electoral proclive a la trampa y la compra de votos.

 

Todo eso era cierto. Sin embrago, con el PRI, México dio un salto importante hacia el desarrollo, el país se fue industrializando, se conformó una tecnocracia altamente calificada y el partido de gobierno se hizo de una élite intelectual muy respetable. Todo ese sistema se comenzó a resquebrajar con las crisis económicas que cada cierto tiempo sufrió el sistema, en especial a partir de 1982, cuando no pudo pagar la deuda externa y también por la desmoralización del mismo PRI, hasta que Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, los derrotó en unas elecciones.

 

A diferencia de México, en Venezuela, guiado por el marxismo-leninismo, se procura estructurar un sistema de gobierno que tiene todos los defectos y ninguna de las virtudes de lo que el PRI hizo en México. Pero además, teniendo como referente a un régimen dictatorial abierto y pedestre como el existente en Cuba, el cual vocea como modelo. Como en estos tiempos la extensión de una dictadura abierta, tipo Cuba o Corea del Norte no pareciera admisible, la dominación adquiere formas más sutiles pero igualmente efectivas para someter a los adversarios políticos.

 

Así, el sistema de justicia en Venezuela es una pieza articulada no para decidir con base en la ley, sino más bien para revestir de legalidad todas las decisiones que el gobierno pretende llevar adelante en ese campo de la acción pública. La conformación del Tribunal Suprema de Justicia lo corrobora al estar integrado principalmente por militantes del PSUV: Algo parecido puede afirmarse del Consejo Nacional Electoral, de cuya directiva de cinco miembros, cuatro son abiertamente fichas del PUSV, bien por estar inscritos o haberlo estado o por haber sido parte del tren ministerial o de alguna empresa del Estado. Todo lo que decide el CNE en cada comicio es para favorecer o facilitarle el trabajo electoral al PSUV, además, lo hace de forma descarada y estrafalaria.

 

A todo esto sigue una estatización creciente de la economía que ha hecho del Estado y de la regulación de la actividad económica privada la arena propicia para la arbitrariedad, el acoso y la persecución. Con los controles de cambio y de precios, el gobierno ha descubierto un mecanismo muy poderoso para someter a los empresarios y literalmente arrodillarlos, como productores o comercializadores y también como ciudadanos, que muchas veces se inhiben de opinar para que no se perjudiquen sus negocios. Repitiendo, los aspectos más repulsivos del regímenes fascistas y comunistas, se ha dado rienda suelta en Venezuela a un culto a la personalidad que raya no solamente en la estupidez sino también en la idolatría.

 

Esto último se ha extendido hacia la educación primaria y básica donde los textos escolares reafirman hasta en las operaciones aritméticas y algebraicas, ese culto a la personalidad al presidente fallecido Hugo Chávez. Pero si todo lo anterior no fuese suficiente, ha conformado el régimen una especie de brigadas armadas móviles, paralelas a la fuerza armada, que infunden terror entre quienes no comparten las políticas del gobierno. Y para colmo, cada vez que el gobierno pierde una elección, en los hechos desconoce los resultados al instaurar estructuras políticas paralelas a las constitucionalmente existentes.

 

Carece el régimen venezolano de varios atributos de los que tenía aquel instaurado por el PRI, como es el caso de una influencia determinante en el mundo laboral organizado, una capa intelectual que le confiera soporte conceptual al estamento político y una estructura técnica y política que haga eficiente las acciones del Estado. Finalmente, contrario al México del PRI, la Venezuela del PSUV es una nación estancada, azotada por la inflación, la escasez y altamente vulnerable y dependiente de la suerte del mercado mundial de materias primas.

 

Por José Guerra