Todavía no había terminado el mes de marzo pero la cuenta de víctimas de la violencia que ingresaron a la morgue de Bello Monte sumaban 469 cadáveres. En Venezuela no hay guerra, ni invasión, no dejamos de contar los muertos, la gente cae baleada en una proporción similar a países que viven conflictos armados.
Una nota periodística reseña que el Gobierno de Maduro gastó casi 100 millones de bolívares para que el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), produjera 1.232 informes con el propósito de «suministrar al presidente de la República las informaciones necesarias para toma de decisiones estratégicas que permitan frenar la guerra mediática y los planes desestabilizadores».
En otra reseña, la dirigente de UNT, Delsa Solórzano, extrae de un informe de la Fiscalía cifras que den cuenta de que la impunidad en Venezuela, en diferentes delitos, ronda por el 98%.
Destaca la dirigente opositora que «llama la atención que en el informe la Fiscal Luisa Ortega Díaz reconoce que el año 2014 el Ministerio Público se concentró en la represión de los manifestantes y dice: El Ministerio Público destinó a la mayoría de los fiscales para ejercer la acción penal de los detenidos en las manifestaciones».
Es entonces el propio Ministerio Público el que, a través de sus informes aclara por qué el MP poco se ocupa de la violencia en Venezuela y asume su responsabilidad de que el tema político y la estabilidad del Gobierno es su prioridad.
Mientras el país se hunde en la violencia real, la economía hace aguas y la informalidad, el mercado negro y el contrabando rigen las reglas del juego, Maduro gasta millones en controlar medios de comunicación, redes sociales, patriotas cooperantes y organismos de análisis situacional, para mantenerse en el poder, aunque nadie esté haciendo algo para tumbarlo de forma violenta. Como dijo el jefe del comando sur, John Kelly al comentar sobre la supuesta invasión norteamericana: «Para eso no se necesita ninguna ayuda» (…) «Venezuela está cerca del colapso económico y de implosionar debido a su triste situación económica».
El patriotismo es el nuevo recurso para mantener vivo el legado de Chávez que hoy padece una enfermedad terminal que se refleja en la dramática realidad que muestran los índices de aprobación del Gobierno.
Antes fue la «guerra económica» luego vino el «golpe apátrida» y hoy le toca a la invasión. La campaña de recolección de firmas mantiene en acción a todos los organismos públicos con cuotas de entrega obligatoria y hasta en los barrios, universidades bolivarianas, y hasta cárceles, la presión para conseguir firmas es el centro de actividad de comunas, colectivos y pranes.
«Lo que veo en los ojos de las mujeres, los hombres, la juventud es compromiso con la Patria. Se ha despertado una conciencia que es necesaria para construir a Venezuela» dice Maduro a la audiencia televisiva en un ejercicio imaginario de apoyo. Sólo faltaría decir: «Urgente, necesitamos una invasión».
Francisco Olivares
@folivares10
