Una especie en extinción
noviembre 3, 2014 5:29 am

«Ejemplos para una sociedad que se está convirtiendo en suciedad»

 

En los últimos días fallecieron dos personas que fueron icónicas para mí. La primera fue María Cristina Palencia de Angulo, presidente de Solintex de Venezuela -quien además de haber sido mi cliente más fiel- fue mi amiga, una mujer solidaria, bondadosa y humana.

 

Nadie que se acercó a ella salió con las manos vacías. María Cristina siempre tuvo la palabra oportuna, el gesto adecuado y la solución para los problemas y las cuitas de los demás. Nunca he visto una persona más generosa que ella. La conocí en la Fundación Ateneos de Aragua, donde patrocinó decenas de exposiciones para apoyar la cultura local. Los equipos de beisbol y tae kwon do tuvieron en ella su mejor aliada.

 

Siempre se preocupó porque sus trabajadores tuvieran la mejor calidad de vida y los conocía a todos. Sabía sus nombres y los de sus familiares. Junto a su marido Juan (John) Angulo, otro hombre excepcional, fundaron una pequeña empresa de pinturas en Villa de Cura, que con el tiempo se convirtió en una de las empresas más sólidas y productivas de la región central

 

A María Cristina le tocó vivir momentos muy duros que enfrentó con gran entereza, fuerza y decisión. Pienso que al final su exhausto corazón no dio más y se fue, pero siempre vivirá en los corazones y las mentes de quienes la conocimos.

 

El otro fue el doctor Andrés Sucre Eduardo, uno de los hombres más decentes que ha parido esta tierra. Un hombre íntegro, probo, sencillo. Un hombre que pasó por la administración pública y no solo salió ileso de ella, sino admirado y estimado por sus colegas. Un hombre que en la empresa privada fue también ejemplo de rectitud, trabajo, compromiso y dedicación. Un hombre que encarnó a la perfección lo que llaman «el espíritu del 23 de enero», Andrés Sucre fue un demócrata a carta cabal, cumplidor de las leyes y defensor de la libertad.

 

Fue un honor haber podido entrevistarlo y escuchar de sus labios cómo se construyó aquella Venezuela próspera y promisoria, donde la palabra valía tanto como un documento legal y la honestidad era un activo, no como ahora, cuando tantos ensucian sus manos como si nada.

 

En estos momentos en que el país necesita modelos hacia los cuales dirigir la mirada, ejemplos de vida a quienes imitar, da más dolor ver partir a quienes parecen formar parte de una especie en extinción…

 

Carolina Jaimes Branger

@cjaimesb