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Un oficio hecho en socialismo

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Un oficio hecho en socialismo

El «bachaquero» es hoy un personaje muy popular en la Venezuela bolivariana

 

Nicolás Maduro, al igual que lo fue su padre promotor, es gran aficionado al uso de términos agresivos como ese de que «trituraremos el contrabandismo en Venezuela». Según su explicación, se refirió al contrabando de extracción de los alimentos de primera necesidad y otros productos que diariamente cruzan la frontera con Colombia.

 

Cuando dice «trituraremos» nos imaginamos que el Presidente supone que ello deberá generar un temor inmediato en quienes lo practican y la amenaza servirá como persuasión inicial.

 

El término de que serán destruidos sugiere igualmente que está dirigido a bandas del crimen muy bien organizadas, armadas y equipadas, que están sacando del país la inmensa producción de alimento que generan las empresas hechas en socialismo y nos condenan a la escasez.

 

Pero en el fondo todos saben que no es así. Luego de la amenaza de Maduro desde La Habana, los aludidos no solo no se asustaron sino que tomaron el puente Rafael Urdaneta para protestar.

 

Pues no se trata de «grandes mafias» sino los llamados «bachaqueros» que son habitantes de la frontera y que toda su vida se han dedicado a comprar y vender productos de todo tipo hacia o desde Colombia, de acuerdo a como les favorezca la paridad cambiaria entre ambos países.

 

En estos tiempos de crisis, tal práctica se ha multiplicado en la frontera, generada por el prolongado control cambiario, las regulaciones de precio, o la gasolina barata, que hace apetecible vender en pesos y cambiar a dólares en un país vecino con libertad cambiaria.

 

Pero dada la situación de escasez, el oficio del «bachaquero» se ha extendido a todo el país y es hoy un personaje muy popular en la Venezuela bolivariana.

 

El perfil del «bachaquero» es el de un individuo, preferiblemente desempleado, o con tiempo libre, que tiene contactos en Mercal, Bicentenario o cualquier otro centro de distribución, con los que ha construido una red de informantes que le tiran el pitazo cuando llega algún producto como harina, aceite, papel toilette o café. Compra uno o dos bultos de ese producto que luego ofrece a sus clientes a cuatro veces el precio regulado. En pueblos y ciudades del interior ya son importantes personajes que no deben faltar en la agenda telefónica.

 

El otro, el gran contrabando, sale por vías principales, por las aduanas, en gandolas o en aviones, bajo la complicidad de funcionarios o uniformados, en forma de cemento, cabillas, productos químicos, armas o droga. El negocio ha hecho millonarios a estos personajes intocables. Contra esos no hay tenaza que triture.

 

Francisco Olivares 

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